viernes, 7 de agosto de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XXV


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní
Traducción de Raúl González Bórnez

Tercer hadiz (VI)
Vanidad (uchb)
y Sexta parte
La fuente de la vanidad es el amor propio


Sabe que la vanidad es un defecto que tiene su origen en el amor que nos tenemos a nosotros mismos, ya que el ser humano ha sido creado con una naturaleza tal que se ama a sí mismo de manera instintiva y ese amor es la fuente de la que manan todos los errores y todos los vicios morales de la persona.

Por esa razón ve sus pequeños actos como si fuesen grandes obras y a sí mismo como parte de los buenos y de los elegidos para formar parte de la corte divina. Debido a esto, no sólo considera sus actos voluntarios merecedores de una recompensa ilimitada sino que ve incluso sus defectos como virtudes. Si ve a alguien que se comporta mejor que él y que realiza obras más importantes, no le concede la importancia que se merece y le busca siempre las faltas y los defectos, mientras valora de manera complaciente sus propias malas acciones y busca siempre la forma de presentarlas como algo bueno.
La persona que así actúa, tiene una mala opinión de la creación divina pero una buena opinión de sí mismo. Debido a ese amor propio, cuando realiza una pequeña buena obra salpicada de mil defectos se siente merecedor de la recompensa y de la misericordia divinas.
Ahora, sería bueno que nos parásemos a reflexionar un poco en nuestros propios actos y que sometiésemos nuestros actos de adoración a la consideración de nuestra razón, para ver si, realmente, ellos merecen el elogio y la recompensa y misericordia divinas o la condena y el castigo. Y si Dios Altísimo, abrasa con el fuego de su ira y enfado esos mismo actos que a nosotros nos parecen dignos de alabanza, está en Su derecho y no hace sino actuar conforme a lo que es justo.
Ahora, os llamo a meditar adecuadamente y a juzgar con justicia la siguiente cuestión:
¿Acaso si el noble Mensajero, las bendiciones de Dios sean con él y su familia, que es el verídico por excelencia, os dijese que si durante toda vuestra vida adoráis a Dios, obedecéis Sus mandamientos, abandonáis las pasiones y los deseos del ego o si, al contrario, durante toda vuestra vida desobedecéis Sus mandamientos y seguís vuestras pasiones y deseos, obtendríais en la otra vida la misma recompensa y de todas maneras seríais de la gente que se salva, iríais al Paraíso y os libraríais del castigo, sin que importase si cumplís con vuestras oraciones u os dedicáis a fornicar, pero que lo que únicamente satisface a Dios es que Le adoréis y que Le alabéis y glorifiquéis y que abandonéis vuestras pasiones y los deseos de vuestro ego en este mundo, aunque no os recompensará por ello ¿Seríais de los que cometen pecados o de los que se dedican a la adoración? ¿Abandonarías vuestras pasiones y os prohibiríais los placeres del ego para complacer y satisfacer a Dios Altísimo o no? ¿Prestarías atención a los actos de adoración recomendables, a las oraciones comunitarias y a las reuniones de la comunidad u os sumergiríais en los placeres y apetitos vanos y en las distracciones?
Responded con sinceridad, sin disimulo y sólo por aparentar santidad. Porque un servidor y la gente como yo seríamos de los que se entregan al pecado y abandonan la obediencia a los mandatos divinos y se ocupan de satisfacer sus pasiones y placeres.
Por lo tanto, debemos llegar a la conclusión de que todos nuestro actos son para satisfacer los deseos de nuestro ego y para dar placer a nuestro estómago y nuestro sexo. Somos adoradores del estómago y de los deseos. Abandonamos un placer para obtener otro mayor aun. Nuestro deseo y nuestras esperanzas residen en la posibilidad de ampliar el panorama de nuestros placeres.
La oración, que es el viaje a la presencia divina, se convierte para nosotros en el medio de conseguir huríes del Paraíso. No tiene nada que ver con conseguir cercanía de Dios. No tiene nada que ver con el deseo de obedecer Sus mandatos. Está a mil kilómetros de distancia del deseo de satisfacer a Dios.
¡Oh desgraciado! ¡Que no conoces nada de las enseñanzas divinas y que sólo entiendes lo que tiene que ver con la satisfacción de tus deseos y pasiones! Toda la atención que pones en recitar letanías, en la realización de actos de adoración recomendables, y obligatorios, en apartarte de lo que está prohibido o desaconsejado, en tener un comportamiento correcto y en alejarte de lo que es moralmente censurable, es para satisfacer las pasiones de tu alma, para sentarte en lechos elevados, reclinarte en cojines adornados con rubíes, disfrutar de los placeres del Paraíso, vestirte hermosas prendas de seda y brocados de oro y habitar en hermosos palacios.
¿Tiene todo eso, que es sólo satisfacción de tu egoísmo y adoración del ego, algo que ver con Dios y con la adoración a la Verdad Altísima?
¿En qué te diferencias del trabajador que realiza su tarea para obtener un beneficio, aunque diga que lo hace para satisfacer a su señor?
¿No eres un mentiroso cuando dices que realizas tu oración par acercarte a Dios?
Esa oración que rezas ¿Es para acercarte a Dios o para acercarte a las huríes del Paraíso y para satisfacción de tus pasiones?
Digámoslo abiertamente, toda esta adoración nuestra a los ojos de los gnósticos divinos y de los amigos de Dios no son más grandes pecados.
Pobre desgraciado, ante la presencia sagrada de la Verdad, ensalzada sea Su gloria y ante los ángeles querubines, él actúa contra lo que satisface a la Verdad y realiza su oración, que es el viaje celestial hacia la proximidad divina, para satisfacer a su alma animal y a Satanás.
No sientes pudor de mentir, en presencia de Dios Altísimo y de los ángeles querubines, en cada oración. Muy al contrario, calumnias y sientes que haces un favor a Dios, te envaneces y no sientes la menor vergüenza por comportarte de esa manera.
¿Qué diferencia tiene esta oración que tú y yo hacemos con los pecados que comete la gente pecadora, el peor de los cuales es la ostentación? Porque la ostentación quiere decir politeísmo (shirk) y lo peor de ella es que la adoración que se realiza no es para Dios. Toda nuestra adoración es puro politeísmo y carece de toda pureza y sinceridad. Obtener la satisfacción de Dios no juega en ella el menor papel, solamente busca la satisfacción de nuestras pasiones, de nuestro estómago y nuestra sexualidad.
¡Oh querido! La oración que se hace pensando el obtener mujeres, aunque sean las del otro mundo, no es una oración para Dios. La oración que se hace para conseguir beneficios mundanos o los beneficios de la otra vida, no tiene nada que ver con Dios. ¿Para qué entonces tanta ñoñería y afectación, tantas manifestaciones de amor y sentimiento, si luego consideras a las criaturas de Dios inferiores a ti y a ti mismo un elegido de la corte celestial?
¡Desgraciado! Esa oración solo te procura castigo y una cadena de setenta eslabones. ¿Por qué entonces te consideras un elegido, si esa misma presunción y vanidad son fuentes de más castigo para ti?
Haz lo que se te ha ordenado y se consciente de que no es para Dios. Y si Dios Altísimo te otorga Su favor y misericordia y te lleva al Paraíso, sabe que Él ha ignorado un poco de la idolatría que Su siervos realizan, debido a la debilidad de su fe y que ha cubierto sus pecados con los velos de Su perdón y de Su misericordia. No dejes que esos velos del perdón divino se aparten y caigan, dejando al descubierto esas blasfemias a las que llamamos adoración. Dios no quiera que ese pliego sea apartado y en su lugar se aplique el pliego de la justicia, pues el hedor de nuestra adoración no es menor que el hedor de los pecados mortales de los pecadores.
Ya hemos citado previamente un hadíz recogido por el digno de confianza (Ziqat ul-Islam) Sheyj Koleyní en su obra Al-Kafí, con una cadena de transmisión que remite a Imam Yafar As-Sádeq, sobre él la paz. Citare ahora una parte de él y espero que podamos beneficiarnos de sus bendiciones.
Fue transmitido que Abu Abdel lah Imam As-Sádeq dijo que el Mensajero de Dios dijo: «Dios poderoso y majestuoso dijo al profeta David: «¡Oh Dawud! Anuncia la buena nueva a los pecadores y amonesta a los creyentes.»
David dijo: «¿Cómo es que debo dar la buena nueva a los pecadores y amonestar a los creyentes?»
Dios dijo: «Da a los pecadores la buena nueva de que, en verdad, Yo aceptaré su arrepentimiento y perdonaré sus pecados y amonesta a los creyentes para que no se envanezcan de sus actos, ya que, ciertamente, no habría un solo siervo que se salvase de la destrucción si le hiciese la cuenta que se merece.»
Después de saber que hasta los «verídicos», aquellos que están libres de pecado, serían condenados si se les hiciese la cuenta justa ¿Qué decir de ti y de mi?
Todo eso en el caso de que nuestros actos estén libres de ostentación mundana. Y la verdad, pocas veces sucede que nuestros actos estén libres de ostentación e hipocresía.
Dejémoslo así, como si no hubiésemos dicho nada.
Si después de todo eso piensas que queda lugar para sentirse vanidoso y hacer alarde de amor a Dios ¡Adelante!
Pero si consideras que es el momento de sentirte avergonzado, de bajar la cabeza, mostrarte humilde, arrepentirte y pedir perdón por las mentiras que dijiste ante Dios Altísimo en cada oración hecha con sinceridad por la relación sin fundamento que estableciste entre tu acto de adoración y tu autocomplacencia.
¿Acaso no debes arrepentirte por haber dicho antes de comenzar la oración:
«Vuelvo mi rostro a Quien creó los cielos y la Tierra como un buscador sincero de la verdad, sometido a Dios, pues no soy de los que adoran junto a Dios otros dioses. En verdad, mi oración y mis actos de adoración y mi vida y mi muerte pertenecen a Dios, Señor del Universo.»

¿Acaso has vuelto realmente tu corazón hacia el Creador de los cielos y de la Tierra? ¿Te has sometido realmente y estás libre de adorar, junto a Dios, a otros falsos dioses? ¿Realmente tu oración y tus actos de adoración, tu vida y tu muerte son únicamente para Dios? ¿No te da vergüenza decir en la oración «Las alabanzas pertenecen a Dios, Señor del Universo»? ¿Realmente crees que toda alabanza pertenece a Él? ¿O consideras que también los siervos de Dios, e incluso los enemigos de Dios, merecen alabanzas? ¿Acaso no es mentira cuando llamas a Dios «Señor del Universo» cuando luego , en este mismo mundo, aceptas en señorío de otros que no son Dios? ¿No merece eso un arrepentimiento? ¿No es para avergonzarse decir «Sólo a Ti adoramos y sólo a Ti pedimos ayuda»? ¿Acaso tú adoras a Dios o adoras tu barriga y tu sexo? ¿Amas a Dios o amas a las huríes del Paraíso? ¿Buscas la ayuda únicamente de Dios o piensas que quizás otro pueda ayudarte? Cuándo viajas a la Casa de Dios ¿Tu arrepentimiento es para Dios y tu intención es para el Señor de la Casa, y tu corazón recita como el poeta?:
No es el amor por la Casa lo que inflama mi corazón
Sino el amor por Quien habita la Casa.

¿Eres un buscador de Dios? ¿Buscas las señales de la Belleza y la Majestad divinas? ¿Te golpeas el pecho y la cabeza por Imam Al-Huseyn, el Señor de los oprimidos en las ceremonias de duelo o es para alcanzar tus esperanzas y deseos? ¿No es acaso tu estómago lo que te lleva a los duelos por Imam Al-Huseyn? ¿Tus pasiones las que te llevan a la oración comunitaria? ¿Los deseos de tu ego los que te impulsan a rezar y a recitar lamentaciones y súplicas?

¡Oh hermano! Pon atención a las trampas del ego y de Satanás. Debes saber que no dejarán que tú ¡pobre! realices ni un solo acto puro, ni que esos mismos actos impuros que Dios, en su misericordia, acepta de ti, lleguen a su destino. Harán que, por tu vanidad sin sentido, todos tus actos se los lleve el viento. Harán que, hasta esos beneficios escapen de tu bolsa. Alejándote de Dios y de Su satisfacción, ni siquiera alcanzarás el Paraíso y sus huríes. Fácilmente te condenarán al castigo eterno del Infierno. ¿Creías haber hecho meritos para obtener el favor de Dios con esos actos defectuosos, llenos de ostentación, vanidad y de miles de otros pecados, cada uno de los cuales es suficiente para impedir que tus obras sean aceptadas? ¿O que eras uno de los amantes y amados felices? ¡Oh pobre ignorante del estado de los amantes! ¡Oh desgraciado que no sabes nada del fuego que abrasa el corazón de los amantes! ¡Oh desafortunado que desconoces el ardor de los rectos y la luz que emana de sus obras! ¿Creías que también sus obras eran como las tuyas o las mías? ¿Crees que lo que diferencia la oración de Emir al-Muminín, sobre él la paz, de la nuestra, es la manera de prolongar la recitación de «wa lad dálín» ? ¿O que su recitación era más correcta? ¿O la mayor duración de sus genuflexiones, prosternaciones y súplicas? ¿O que la ventaja de su adoración era debida a que durante la noche realizaba varios cientos de ciclos de oración? ¿O que las súplicas del Señor de quienes se prosternan, Imam Ali ibn Al-Huseyn, sobre él la paz, son iguales que las tuyas y las mías? ¿Crees que sus abundantes lamentos, su duelo y su aniquilación eran, como los nuestros, por la huríes, las peras y las granadas del Paraíso?
Juro por ellos, y en verdad que es un juramento inmenso, que si todos los seres humanos se juntasen para proclamar un «la ilaha il lal lah» como el de Emir al-Muminín, no podrían lograrlo. ¡Que incomparable diferencia entre mi comprensión y el conocimiento de la morada espiritual de Ali Emir al-Muminín! Juro por la morada espiritual de Ali ibn Abu Táleb que, si los ángeles querubines y los mensajeros de Dios, exceptuando al Sello de los profetas, que es el señor de Ali y de todos los demás, quisieran recitar un takbir de los suyos, no podrían conseguirlo. Nadie, excepto ellos mismo, puede conocer el estado de sus corazones.

¡Oh querido! No proclames tanto a Dios. No declares tanto tu amor por Dios. ¡Oh gnóstico! ¡Oh sufi! ¡Oh filósofo! ¡Oh combatiente! ¡Oh asceta! ¡Oh doctor de la ley! ¡Oh creyente! ¡Oh santo! ¡Oh desgraciadas criaturas! ¡Oh pobres víctimas de las trampas del ego y de sus deseos! ¡Oh pobres víctimas de las esperanzas, las aspiraciones y el amor a sí mismo! ¡Todos vosotros sois unos desgraciados! ¡Todos alejados muchos kilómetros de la pureza y del amor por Dios! ¡No tengáis tan buena opinión de vosotros mismos! ¡No estéis tan orgulloso y seguros de vosotros mismos! ¡Preguntadle a vuestro corazón para que sepáis si busca a Dios o se ama a sí mismo! ¡Si cree en un solo Dios y busca al Uno o adora a varios dioses!
Entonces ¿Qué significan todas esas vanidades? ¿Para qué tanto sobreactuar?
Un acto que, supuestamente, reúne todas las condiciones para ser correcto y que esta libre de ostentación, idolatría, vanidad y del resto de los defectos ¿Va a servir sólo para alcanzar los deseos sensuales y sexuales?
¿Qué valor tiene eso para que lo prefiráis a la compañía de los ángeles?
Esos actos deben apartarse de la vista. Esos actos son impúdicos y vulgares. La persona debe avergonzarse de ellos y velarlos.
¡Oh Dios! Nos refugiamos en Ti, pobres desgraciados, del mal de Satanás y del ego. Protégenos de las trampas de ambos. Te lo pedimos por el derecho de Muhammad y de su familia. Que las bendiciones de Dios sean con ellos.

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