martes, 14 de julio de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XVIII

Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Segundo hadíz - XI
Ostentación (riyá)

Tercer nivel

Tercera parte
Una invitación a la pureza


Por lo tanto ¡Oh querido! Debes poner atención en tus actos, sopesar tu ego en cada uno de ellos y, ante cada nuevo acontecimiento que te surja, analiza si lo realizas para obtener algo bueno y es un acto noble o para qué es. ¿Para qué quieres preguntar por la oración de la noche? ¿Para qué quieres conocer cuáles son las súplicas que se recitan en ella? ¿Es para Dios que quieres saber esas cuestiones o quieres hacer ver que estás interesado en ellas? ¿Por qué le haces saber a todo el mundo que has ido en peregrinación a un lugar sagrado y cuántas veces? ¿Por qué no te quedas satisfecho de la limosna que has dado sin que nadie lo sepa y tienes que hablar de ello sea como sea y hacer ostentación de ello ante los demás? Si lo has hecho para Dios y quieres que los demás hagan lo mismo, siguiendo la máxima «Guiar a los demás al bien es lo mismo que hacerlo», está bien que lo manifiestes. Da gracias a Dios por poseer esas buena cualidades y ese corazón puro. Pero ten cuidado para que en el debate con el alma no caigas en las trampas de Satanás y te creas que un acto hecho para que los demás lo vean es una acción pura y santa.
Y si no es para Dios no aceptes manifestarlo y dite «esto es para que los demás lo sepan y pertenece al árbol maldito de la ostentación. Dios no lo acepta y ordena que sea enviado al Siyyín.»
Hemos de buscar refugio en Dios de las trampas del ego, pues sus trucos son muy sutiles. Debemos saber que, en general, nuestras acciones no son puras. Si fuésemos siervos puros de Dios, entonces ¿Por qué Satanás posee tanto control sobre nosotros a pesar de que él mismo ha aceptado ante su Dios que no podrá con Sus siervos puros (ibad ul-lahi al-mujlisín) y que no alargará su mano hacia ellos debido a la sinceridad de su santidad?
En palabras de mi respetable maestro, quiera Dios alargar su sombra, Satanás es el perro guardián de la corte divina. No ladra a quien es conocido de Dios ni le molesta, igual que el perro de una casa no molesta a los conocidos del amo. Satanás no permite entra en la casa a quien no es conocido de Dios. Por tanto, si ves que Satanás te molesta, debes saber que la causa es que tu acto no tiene una base pura y no es únicamente para Dios. Si eres puro ¿Por qué no fluyen las fuentes de la sabiduría desde tu corazón hacia tu boca? cuando el hadíz recoge que: «Las fuentes de la sabiduría fluyen del corazón a la boca de quien se mantiene puro para Dios durante cuarenta días.»
Por lo tanto, debes saber que nuestros actos no son para Dios y no nos damos cuenta, para nuestra propia desgracia.
¡Ay! de la gente obediente a Dios, dedicada a la adoración, que acude a la oración del Viernes y a las oraciones colectivas y estudia los asuntos propios de la religión y que, cuando abre los ojos a la otra vida el Día del Juicio, se encuentra entre la gente de grandes pecados o peor aun, entre los que no tienen fe y los idólatras y ve que el libro de sus acciones está completamente negro.
¡Ay! Del estado de quien entra con sus oraciones y actos de adoración en el infierno.
¡Que Dios nos proteja de ser de aquellos cuyas limosnas y sus oraciones adoptan en la otra vida formas más horrorosas de lo que podamos imaginar!
¡Pobre de ti que adoras varios dioses! Dios, en Su misericordia, perdonará, si Él quiere, los pecados de quien solamente cree en Él, pero ha dicho que no perdonará los pecados de quienes han vivido adorando otras cosas, si mueren sin haberse arrepentido de su idolatría.
Tal y como has escuchado, en un noble hadíz se recoge: «Quien hace ostentación de sus obras es un idólatra.» Quien hace ostentación de sus prácticas religiosas, de su obediencia a los Imames, de sus estudios religiosos, de su formación religiosa, de sus ayunos, de sus oraciones y, en definitiva, de sus buenos actos, es un idolatra, es un politeísta. (mushrik) Y, conforme a lo relatado de los Imames purificados, las bendiciones de Dios sean con ellos, y conforme a lo recogido en el mismo Corán, no serán perdonados por Dios.
Así que, ojalá seas una persona que comete grandes pecados, corrupta y culpable de actos prohibidos, pero creyente en Dios, antes que alguien que adora junto a Dios a otras cosas.
Ahora ¡Oh querido! Reflexiona y busca un remedio para curar tus enfermedades espirituales y sabe que la fama ante las gentes no es nada y que sus corazones, que son un pequeño trozo de carne que apenas dejaría satisfecho el apetito de un pájaro, no tienen poder ni capacidad para nada. Son criaturas débiles e impotentes El poder verdadero se encuentra en la Santidad del Señorío, en el Agente Absoluto y Causa de todas las causas. Él es la Esencia Sagrada. Si todas las criaturas juntaran sus esfuerzos para crear un simple mosquito, no podrían conseguirlo y si un simple mosquito les pica no podrán impedirlo.
El poder está junto a Dios Altísimo. Él es quien lo ejerce sobre toda la creación. Pon todo tu esfuerzo para escribir en tu corazón con la pluma de la razón «Sólo Dios tiene poder sobre toda la creación.»
Graba en tu corazón de cualquier manera «la unidad de la acción divina» (tauhid-e fe‘elí), que es el primer grado de la unidad y unicidad divinas y cree y ríndete ante esta sentencia bendita y graba este noble sello en tu corazón: «La ilaha il lal lah» (No hay más dios que Dios) y haz que la imagen de tu corazón sea la imagen de esa sentencia que expresa la unidad y unicidad divina y hazle llegar a la posición espiritual de «la certeza» (Itminán). Hazle comprender que los seres humanos no tiene poder para beneficiarle o perjudicarle. Dios es Quien beneficia y perjudica. Elimina de tus ojos esa ceguera, para que no tengas que temer ser de aquellos que el Día del Juicio Final digan «¡Dios mío! ¿Por qué me resucitas ciego, si yo veía?»
La voluntad divina está por encima del resto de las voluntades. Si el corazón tiene certeza de esta sentencia bendita y se ha rendido a esa creencia, existe esperanza de que puedas cumplir tu misión y arrancar de tu corazón las raíces de la idolatría, la ostentación, la incredulidad y la hipocresía.
Y sabe que esa creencia está en conformidad con lo que dicen la razón y las disposiciones religiosas y que no hay en ello la menor sospecha de determinismo (yabr). Es posible que algunas personas que desconocen los fundamentos y principios que rigen esto lo califiquen de determinismo, pero no tiene nada que ver con el determinismo. Es creencia en la unidad y unicidad divina, de la esencia, de los atributos y de los actos (tauhíd), el determinismo es politeísmo. Es guía, el determinismo es extravío.
No es éste lugar para explicar lo que son el determinismo (yabr) y el decreto divino (qadr), pero para la gente que tiene conocimiento de ello lo que expongo es un asunto claro y los que no tienen conocimiento de estas cuestiones no tienen derecho a opinar sobre ellas. El Mensajero de Dios nos ha aconsejado no entrar en esos temas.
En cualquier caso, pide a Dios en todo momento, especialmente cuando estés meditando en soledad, con toda humildad, que te guíe hacia la luz del tauhíd. Que ilumine tu corazón con un rayo de lo que está oculto a los sentidos. Que te otorgue una visión y una adoración que te permita comprender la insignificancia de todo lo que existe en el mundo, de todas las cosas. Pide con toda humildad a la Esencia Sagrada que purifique tus actos y que te guíe al camino de la pureza y la devoción. Y si consigues experimentar un estado espiritual, ruega por este siervo débil, que ha gastado su vida en vanos deseos ajenos a cualquier propósito real y su corazón enfermo y pecador es de tal modo que ningún consejo, ni versículo coránico, ni hadíz profético, ni prueba ni argumento, hacen efecto en él. Quizás, gracias a tu súplica encuentre el camino de la salvación, ya que Dios no aparta de su lado al creyente y acepta sus súplicas.

Después de recordar este asunto, que tú ya conocías y que no supone decir nada nuevo, presta un momento de atención a tu corazón y evalúa tus actos y comportamientos, tus movimientos y pausas, y analiza los sentimientos ocultos en tu corazón y saca la cuenta precisa de todo ello, como la gente de este mundo le pide cuentas a su socio. Abandona cualquier acto del que sospeches que es realizado por ostentación, por mucho que sea un acto noble en sí mismo. Incluso si ves que no eres capaz de realizar tus actos de adoración obligatorios en público de manera pura, realízalos en la soledad, a pesar de que sea recomendable realizarlos con la comunidad.
En realidad, la ostentación en los aspectos obligatorios de las oraciones y otros actos de adoración es algo que se da poco. Se da más en los aspectos particulares y recomendables (Mustahabat). De cualquier forma, limpia tu corazón, con sinceridad absoluta y gran esfuerzo, de la mancha del politeísmo, no sea que, Dios no lo quiera, marches de este mundo con ese estado de actos deplorables y no haya para ti esperanza de salvación de manera alguna y Dios bendito y ensalzado esté disgustado contigo.
Tal y como se recoge en un noble hadíz citado en la obra Wasail ash-shia, con una cadena de transmisión fiable, Emir al-Muminín dijo que el Mensajero de Dios dijo: «Quien hace gala ante las gentes del comportamiento que agrada Dios y en secreto manifiesta los atributos que a Dios desagradan, se encontrará con el enfado y la ira de Dios el Día del Juicio.»
Existen dos posibles interpretaciones de este noble hadíz. Una se refiere a la persona que ante los demás realiza buenas acciones, mientras que cuando no es visto realiza malas acciones. Otra que se refiere a la persona que realiza en público actos meritorios pero internamente lo hace por ostentación. En ambos caso guarda relación con la ostentación, ya que la realización de los actos de adoración obligatorios, si no es por ostentación, no es objeto de la ira divina. Probablemente, la segunda interpretación del hadíz es la más acertada, ya que realizar malos actos abiertamente es algo de mayor gravedad. De cualquier manera, Dios no quiera que el Señor del reino, el Más misericordioso de los misericordiosos, se disguste con un ser humano. Me refugió en Dios de la ira del Muy condescendiente.


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