jueves, 14 de mayo de 2009
Persecución contra Redes de Apoyo a la Lucha Mapuche
Juicio por quema de camiones
* Informativo Pais Mapuche
Este lunes comenzó en Angol el juicio oral contra tres miembros de las redes de apoyo a las comunidades mapuche en conflicto, acusados de incendiar dos camiones en enero del 2008. La fiscalía pide encarcelarlos por siete años y medio en un montaje sin pruebas que solo busca menoscabar el apoyo social a la lucha de las comunidades mapuche.
La madrugada del cinco de enero del 2008, un grupo de personas incendió dos camiones en la ruta cinco sur, a la altura del sector Chamichaco en Ercilla, hecho ocurrido a dos días del asesinato del weichafe Matías Catrileo, quien cayó en Vilcún por una bala de carabineros.
Solo días más tarde, el sábado 12 de enero, fueron detenidos Juan Medina Hernández en San Pedro de la Paz y Alex Bahamondes en Osorno, siendo trasladados en aparatosas caravanas policiales hacia los tribunales de la zona de Malleco. Luego quedaron incomunicados por casi 20 días en la cárcel de Concepción. La persecución continuó con la detención el lunes 17 de Miguel Angel Varela en La Serena, y el jueves 20 de Erick Von Jenstick en Valdivia.
Todos forman parte de las redes de apoyo a las comunidades mapuche en conflicto en sus respectivas ciudades, lo que significó un golpe planificado por la justicia chilena para amedrentar e intentar debilitar el creciente apoyo social en todo el mundo hacia la lucha mapuche más digna.
Sin embargo, esta razzia policial no pasa de ser un montaje político a modo de mensaje intimidatorio para quienes se atrevan a respaldar y apoyar la legítima resistencia de las comunidades en conflicto, una amenaza para quienes osen denunciar la violencia asesina del estado chileno y el sistemático genocidio hacia un pueblo que amenaza la estabilidad capitalista. Esto queda en evidencia cuando no existen pruebas para culpar a nuestros hermanos.
La evidencia de un montaje
En primer lugar, Miguel Angel Varela no alcanzó a ser formalizado cuando salió en libertad. Luego de soportar cinco días de incomunicación en la cárcel de Temuco, el juez de garantía de Collipulli vio que no existía razón alguna para su procesamiento. Por el contrario, su defensa acreditó sin mayor esfuerzo que Miguel se encontraba en La Serena cuando sucedieron los hechos en cuestión, a más de mil kilómetros de distancia, en una actividad de apoyo a Patricia Troncoso, que llevaba casi 100 días en huelga de hambre. Meses más tarde, Varela fue absuelto de todo cargo.
Por su parte, Erick Von Jenstick ha dejado claro junto a sus familiares y cercanos que el día de la quema de los camiones estaba en el velorio del weichafe Matías Catrileo, en el hogar Pelontuwe de Temuco. Lo mismo sucede con Juan Medina, quien tambien se encontraba junto a las redes de apoyo despidiendo a nuestro hermano Matías Catrileo. De este hecho innegable existen numerosos testigos.
Por su parte, Alex Bahamondes se encontraba trabajando en unas parcelas de Osorno durante esos días, lo que fue ampliamente denunciado por sus cercanos.
Las falaces pruebas de la fiscalía
La investigación se realizó por más de un año e incluyó desde espionaje y hostigamientos a familiares, hasta el show de las policías en la reconstitución de escena. La única prueba concreta del fiscal antimapuche Miguel Angel Velásquez es la palabra de los testigos protegidos, de los cuales nadie sabe su identidad. Ellos habrían identificado a los tres inculpados de entre un set de fotografías mostrado por la inteligencia policial.
Por otro lado, existe una enorme lista de elementos "acusatorios" incautados en los hogares de los procesados. Aquellas pertenencias constituyen pruebas tan ridículas como un libro del Che Guevara, documentales de conflictos sociales o ropa "oscura", entre otras.
En todo este proceso, nuestros tres hermanos y sus familias han debido soportar la prepotencia de las policías que desde antes de las detenciones ya se percibía la vigilancia y el hostigamiento permanente.
Ello hasta que se dejaron caer sobre sus hogares en hordas de policías con armamento de guerra, sin respetar la integridad de mujeres y niños. Esta es una constante de violencia que desde las comunidades mapuche se ha extendido hacia cualquiera alguna relación tenga con las reivindicaciones de un pueblo oprimido.
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