sábado, 9 de mayo de 2009
Entrevista con Jesús Santrich, Comandante FARC-EP: Una plática entre hermanos
8 de mayo de 2009
Diógenes Alejandro Xenos (especial para ARGENPRESS.info)
Jesús Santrich gracias por esta conversación por medio de la cual se podrán conocer algunos aspectos de tu vida y, a través de lo que tú eres, entender también, de alguna manera, como son las y los revolucionarios que integran las FARC-EP.
Camarada: ¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu posición ideológica? ¿Por qué decidiste integrar una organización político-militar como las FARC-EP?
Primero que todo te saludo con mucho cariño, con un sentimiento de profunda gratitud por tenerte aquí en nuestro campamento, porque eso implica una disposición tuya a encontrarte con la realidad, con la verdad y no con lo que mediáticamente pueda estar influyendo en la consciencia de un gran público que, hoy por hoy, a través de los medios de desinformación, la oligarquía trata de captar a través de la mentira. Te recibimos con mucho cariño, con mucha fraternidad como compatriota de la misma América nuestra que somos.
¿Quién soy yo?
Tal vez no es tan importante la persona, sino lo que nosotros logramos construir como colectivo, lo que nosotros logramos hacer poniendo a converger ideales, esfuerzos.
En todo caso podría decirte de mí que yo soy una persona común y corriente, hija de este pueblo colombiano pero con un sentimiento de Patria Grande y de socialismo a toda prueba.
Yo nací en una pequeña población del Departamento de Sucre, en Colombia. Eso queda en el norte, en la región Caribe de nuestro país. Cerca al mar Caribe nací yo en el año de 1967. Tengo 42 años.
Tuve la posibilidad, porque mis padres hicieron todo el esfuerzo de educar a los ocho hermanos que somos, de ir a la primaria, a la secundaria y luego a la universidad.
Mi padre es de la región Caribe, mi madre es de la región Andina; ella es de una localidad que se llama Guaycarilla, a orillas del río Guaycara. En quechua Guaycarilla es canasta de flores y mi madre es como eso, como una canasta de flores.
Mi padre y mi madre se casaron. Se conocieron en alguna institución de formación de maestros. Ellos han sido maestros desde siempre, desde muy jóvenes; y desde muy jóvenes constituyeron su hogar. Yo me formé en ese seno familiar de maestros. Mi madre y mi padre fueron primero profesores de escuela. Después fueron profesores de secundaria y luego, pues, estuvieron vinculados a algunas universidades del país.
La formación mía primero es la del hogar, un hogar muy tranquilo, muy unido no solo en lo que constituía la familia: papá, mamá e hijos; sino todos los hermanos de mi padre, de mi madre estaban muy vinculados porque mi padre era como el jefe familiar, tanto de la familia de él, como de la familia de mi madre. Ahí fuimos haciendo la vida con unos principios muy grandes de amor hacia los más pobres, de compartir lo poco que teníamos.
Mi primaria la hice en Pasto. Ese es un Departamento al sur, en Nariño. Luego la secundaria la hice entre Toluca, que es una zona del Caribe, y Sincelejo, que es la capital del Departamento de Sucre. Terminé mi secundaria a los 16 años. Inmediatamente me vinculé a la universidad. Yo estudié en la Universidad del Atlántico, pues tuve esa posibilidad porque mis padres me apoyaron mucho y dos tíos muy queridos, que también son marido y mujer, me acogieron como un hijo y me dieron mucho apoyo. Entonces, yo sin la necesidad de trabajar, que es muy raro que eso pueda ocurrir en Colombia, tuve la posibilidad de estudiar. Estudié en una jornada en la mañana Derecho y en la otra jornada en la noche estudié Ciencias Sociales.
Mi formación ha sido esa, pero fundamentalmente la de mis padres. Ellos se preocupaban mucho con todos mis hermanos por ponernos a estudiar, a leer. Mi padre y mi madre eran profesores de Filosofía. Ellos estaban muy ligados a la Filosofía Latinoamericana y yo creo que eso tiene un peso fundamental en lo que puede ser el pensamiento que me impulsó a tomar esta vía de la lucha por los desposeídos.
En la universidad terminé la carrera de Licenciatura en Educación con especialidad en Ciencias Sociales. Tuve la posibilidad de hacer un corto postgrado en Historia y luego de terminar la carrera me vincule a las FARC.
Desde la época universitaria yo estaba ligado a la Juventud Comunista; es más, desde la secundaria, en el último año, ahí tenía unos 15 o 14 años, cuando me vincule a la Juventud Comunista. Luego, en la universidad proseguí militando en la juventud y en la Unión Patriótica, cuando surgió este movimiento. Mi militancia ha sido siempre en las filas revolucionarias.
Cuando la situación en Colombia se agrava por la guerra sucia y se da la persecución a la Unión Patriótica, yo decidí apresurar el paso hacia la lucha guerrillera que ya yo apoyaba en la universidad, al 19 Frente que era el que tenía más connotación en la región Caribe. En ese entonces, al mando del 19 Frente estaba el camarada Adán Izquierdo. Un gran hombre. Ya él murió.
Yo tenía noticias de las FARC por toda la literatura política a la que uno tiene acceso en la militancia política. Podría decir que entonces a Manuel Marulanda Vélez lo comencé a conocer a través de los escritos de Arturo Alape, un gran escritor, en “Las vidas de Pedro Antonio Marín”, en “Las muertes de ‘Tirofijo’”. Toda esa lectura la fui asimilando. Tenía una gran admiración desde muy joven por Manuel Marulanda Vélez y creo que ese fue uno de los halagos de la formación familiar, una formación, como te decía, humanista, de amor al pueblo, de compartir todo lo poco que uno tiene y también de la formación política dentro de las filas del partido, luego la formación universitaria donde jugó un magnífico papel, ¡un gran papel! como amigo y como maestro el profesor Amilcar Guido a quien le guardo un inmenso cariño y respeto como maestro y como compañero de lucha.
Entonces después di el salto para acá, para la montaña. Antes hice algunas actividades por ahí, también estuve de personero por allá, en un municipio de Sucre, en Colosó. Por allá la acción paramilitar era muy fuerte, entonces, repito, yo decidí acelerar una decisión que estaba tomada. Es decir, yo no puedo expresarte que me vine por la persecución. Sí, había mucha persecución; pero esa era la decisión que yo ya tenía tomada desde muy joven: vincularme a la lucha insurgente.
Desde joven notaba que la situación en el país, aun habiendo esa idea general de que Colombia es un país en democracia, que incluso nuestra propia izquierda hablaba de que existía una “democracia restringida”, pero que al fin y al cabo había democracia, yo estaba en la línea y en la posición de que lo que existía era un terrorismo de Estado y que nosotros no podíamos seguir participando de esa farsa de dar a entender al mundo como que nada estaba ocurriendo y que aquí se puede hacer el debate político abierto, legal, amplio. Eso es lo que a mí me lleva fundamentalmente a vincularme a la guerrilla de las FARC.
En Colombia existieron y existen muchos grupos guerrilleros como el ELN, el EPL el PRT, la Autodefensa Obrera, el M-19 y las FARC. Yo decidí vincularme a las FARC porque creí que era el pensamiento más coherente, más consecuente. La afinidad entre el Partido Comunista y las FARC, la afinidad ideológica, también me condujo a vincularme en las filas de las FARC, en el 19 Frente, en la Sierra Nevada de Santa Martha.
Mi militancia política en las FARC, ya en las montañas, es desde la edad de los 21 años. Cuando yo termino la universidad me vinculo a filas. Antes la actividad era dentro de la universidad. Al lado del estudio, la actividad política. Yo fui representante estudiantil varios años. En alguna ocasión fui representante en el Consejo de la Facultad de Educación, que era la facultad más grande en la Universidad del Atlántico; luego en el Consejo Académico Universitario, ahí sí como estudiante de Derecho.
Ese es en resumen la vida mía.
Lo otro ha sido aquí dentro de las montañas, en algunas ocasiones en la Sierra Nevada, en otras ocasiones en la serranía del Perijá, en algún momento en el Caguán, en otro en los montes de María. En fin, como la guerrilla es un ejército revolucionario móvil, a veces estamos en un lado y a veces estamos en otro.
¿Qué ha significado y cómo ha influido en tu vida las FARC-EP? ¿Qué te ha posibilitado y qué has logrado al estar en las filas farianas?
Lo que ha significado es la posibilidad de ser consecuente con un pensamiento.
Yo te explicaba que desde muy joven a mí me parecía en primer lugar que había que compartir con mucha gente desposeída que hay en Colombia, pero que nosotros no podíamos estar practicando la limosna.
Lo que hay que empeñarnos es en la lucha para que en Colombia haya cambios estructurales, porque este es un país que tiene muchos padecimientos desde el momento mismo en que la Patria es tomada por el santanderismo con el declive de la lucha bolivariana. Eso, entonces, se ha convertido en una necesidad. Generar un proceso revolucionario que propicie cambios estructurales en este país para establecer la justicia social.
Las FARC lo que me han brindado es la posibilidad de realizar esa expectativa, ese sueño, esa utopía. Aquí se me ha brindado un lugar de lucha que es lo fundamental, y el lugar de lucha ha sido en todos los campos. Yo aquí he tenido la posibilidad, en primer lugar de empeñar los esfuerzos en hacer la resistencia armada; en segundo lugar he podido plantear mis opiniones, mis puntos de vista, ser escuchado por un colectivo que a diario está tratando, buscando captar cuáles son los sentimientos, las reivindicaciones más sentidas del pueblo colombiano para elevarlas como bandera y yo creo que aquí he podido lograr eso: participar de un proceso en el que uno empeña la vida para lograr un cambio, no para uno, sino para beneficio de todo el pueblo colombiano.
¿Qué significación tiene para ti Manuel Marulanda Vélez? ¿Cuál es su legado?
Manuel Marulanda Vélez es el compendio de un ejemplo en el altruismo, Manuel Marulanda Vélez es la consecuencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace y es la consecuencia con ese pensamiento por el comunismo, por ese pensamiento que tiene que ver con la definición o la concreción del ideario bolivariano de justicia social.
Eso es para mí Manuel Marulanda Vélez.
Un hombre, como decía Ernesto Che Guevara, que actuaba como pensaba.
Él pensaba en función de las pobrerías y actuaba en función de las pobrerías no solamente en el discurso, sino en la práctica. Una práctica de respeto hacia los intereses de las comunidades más empobrecidas y más marginadas y el compromiso por ese ideal era hasta la muerte y así lo dejó plasmado.
Una de tus pasiones es escribir. ¿Cómo surge eso?
Yo pienso que esa es como una necesidad del espíritu.
Pero siempre hay una influencia y yo la influencia que debo agradecer, entre otras cosas, con profundo sentimiento de admiración y amor, es la de mis padres. Mi madre, mi padre, constantemente, a todos mis hermanos y a mí, nos insistían en que debíamos estudiar y que debíamos expresar con sinceridad lo que pensábamos y que en ese sentido cada día debíamos cualificar más el pensamiento y la forma como debíamos expresarlo.
Cotidianamente en nuestro hogar mi madre, mi padre se turnaban para ponernos a escribir algunas planas para corregirnos en la ortografía, en la redacción y en lo esencial yo creo que de ahí se desprende el amor por la lectura, el amor por buscar formas de expresar lo que se piensa de la manera más sincera y además de una forma sencilla que pueda ser compartida con los demás.
¿Qué significa para ti la literatura y el arte revolucionario?
La literatura, y el arte en general, es una de las maneras más hermosas de realización del hombre, porque la literatura y todo tipo de arte son como una forma en que la interioridad del ser humano logra materializarse y jugar un papel en el desenvolvimiento de la vida.
Y si se trata de una literatura, de un pensamiento, de un arte revolucionario eso obligadamente implica un compromiso para con los demás. En el caso de Colombia y de la América nuestra es un compromiso de transformación social.
La realización del pensamiento a través de estas formas de la expresión humana es una de las oportunidades que nos da la vida para poder desempeñarnos en la búsqueda de las finalidades, de los propósitos que uno tiene.
¿Cómo conjugar poesía y revolución sin caer en lo que se dio en denominar en la ex Unión Soviética como el “realismo socialista”, que no fue otra cosa que la repetición mecánica de consignas o simplemente propaganda al servicio de la burocracia? ¿Cómo evitar eso?
Siendo auténticos. El revolucionario debe expresar lo que verdaderamente siente desde su realidad y la realidad de la comunidad o de la sociedad de la que uno hace parte. Eso no implica que uno deba casarse solamente con su pequeño mundo o la parcela inmediata que lo rodea a uno. El revolucionario debe tener un sentimiento universal, debe dolerle tanto lo que ocurre en su alrededor más inmediato, como lo que ocurre en el extremo más remoto del mundo. Entonces, yo pienso que eso de la autenticidad no quiere decir que uno rechace lo que algunos llaman extranjero. Debemos ser ciudadanos del mundo y debemos recoger el sentimiento de toda la humanidad, lo mejor de esos sentimientos y de los valores de la humanidad y saberlos compaginar, cohesionarlos sin que choquen los unos con los otros.
En ese sentido pienso que América Latina es un continente lleno de magia, a pesar de la tortura permanente que significan las imposiciones de las oligarquías. Hay una historia concreta que se va desenvolviendo y que tiene que ver con los sentimientos propios de nuestros pueblos.
Para no caer en posturas equívocas como puede ser esa interpretación errada de lo que es el realismo, se evita eso sencillamente actuando según lo que le indica su propio entorno.
En la guerrilla la literatura, el arte, la poesía, cualquier forma de expresión del pensamiento tiene que ir en consonancia con lo que es la vida de uno mismo. No puede ser como una burbuja aparte en la que uno se mete para lucubrar, sino que tiene que ser parte del desarrollo del desenvolvimiento de la conciencia según la manera como nosotros estamos asumiendo la vida. Eso es la vida misma, en conclusión.
¿Cómo motivar a los jóvenes para que lean, para que escriban, para que hagan sus propias producciones?
Yo creo que eso tiene que ser producto fundamentalmente de la educación. Eso no se circunscribe a consignas, solamente, o a un discurso político hueco, vano meramente retórico, sino que eso tiene que estar combinado con la práctica.
Hay un gran problema en América Latina y es que aproximarse a la literatura, a la poesía, a la pintura universal, a todas las formas de expresión del arte, es difícil porque existen muchas restricciones que las ha impuesto la propia oligarquía.
Incluso no hay siquiera forma de acceder en muchas ocasiones a lo que nosotros mismos hemos sido raizalmente, desde nuestros orígenes como pueblos autóctonos, porque se ha tratado de mantener aún aquella matriz del colonialismo invasor que pretendió que sintiéramos vergüenza de nosotros mismos y de lo que somos como indígenas, negros o mestizos.
Entonces, lo primero que debemos hacer es romper con esas matrices que ha impuesto el colonialismo que hoy se reproducen en estas clases gobernantes oligárquicas que ven como menos a los pueblos originarios, que ven como menos a las negritudes, que ven como menos a las pobrerías mestizas, que son mayoritarias no solo en Colombia, sino en todo el continente.
¿Qué puedes contar sobre tu libro “Relatos Tayronas”?
Bueno, fíjate, eso es la expresión de lo que es nuestro mundo. No hay que montarse en la estratosfera para poder escribir un pequeño documento como ese. Es simplemente vivenciar lo que nosotros somos.
Yo he tenido la oportunidad de en el trasegar guerrillero compartir con los pueblos originarios, tan queridos por nosotros. Particularmente yo tuve la posibilidad de convivir unos doce o trece años con las comunidades Arhuacas, Wiwas, Koguis, Kankuamas; y en esa interrelación de hombre a hombre, de persona a persona, de nosotros como parte de una comunidad y no como alguien que viene desde fuera a estudiar algo o alguien haciendo de las mismas comunidades un objeto de estudio, sino, por el contrario, en una integración de hermandad, uno logra ser lo que ellos son y el ellos y el nosotros se diluye para convertirse en una misma cosa. En ese momento entonces tú puedes pensar como siempre ha debido pensar el hombre latinoamericano: integrando lo que han sido sus pueblos originarios.
Entonces, este documento lo que hace es eso, expresar lo que está allí, pero que todos lo quieren… todos no, las oligarquías, quienes están en el poder lo quieren ocultar o quieren moverlo o simplemente lo quieren marginalizar.
Ahí lo que tú vas a encontrar, en ese pequeño documento es no lo que yo pienso como persona en particular, sino la creación, el sentimiento, la cosmogonía, la cosmovisión de lo que es nuestro ser internamente. Porque los Koguis, los Arhuacas, los Wiwas, todos los pueblos originarios, hacen parte, deben hacer parte, de lo que nosotros somos como latinoamericanos y el Caribe.
En algún rincón de la Patria Grande, marzo de 2009
Foto: Colombia - Jesús Santrich, Comandante de las FARC-EP. / Autor: ABP
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