jueves, 11 de febrero de 2010

Reflexiones en torno a un nuevo aniversario de la Revolución Islámica de Irán

General San Martín


Por Kamel Gomez
kamelmdp@gmail.com
C.I.M.
Centro Islámico Marplatense
www.islammdp.blogspot.com

Desde hace algún tiempo, vemos con intensidad el acercamiento de algunos países latinoamericanos a Irán y viceversa. Este interés, encabezado por Bolivia y Venezuela, tiene un carácter tanto político como económico bien marcado. La alianza de estos tres países puede fundamentarse en sus fuertes posturas anti-imperialistas, anti-sionistas, anti-capitalistas, y en especial entre Bolivia e Irán, con un discurso anti-occidental.

Efectivamente, el Occidente que se repudia es el Occidente Moderno que nace en Europa, se desarrolla en su extremo en Estados Unidos y se ha infiltrado en todo el mundo, proceso propio de su carácter proselitista y espíritu de conquista que, en nombre de la “libertad”, obliga a todo el planeta a imitarlo.

Existe una pasividad generalizada, una “occidentósmosis” que se desarrolla en todos los ámbitos, en especial en las principales urbes y, Latinoamérica toda, no es la excepción. Hay unos pocos que resisten y que, por supuesto, son bombardeados y considerados parte de la “barbarie”, la respuesta “irracional”.

En efecto, se conjugan en nuestro continente dos procesos revolucionarios:

-Un renacimiento indígena, con una cosmovisión muy destacada: el “Vivir Bien”, en especial con la Pachamama, o la Madre Tierra, que debe ser liberada de las cadenas del Capitalismo, el lujo del Consumismo y de la cultura de la muerte. Los pueblos indígenas son parte de la vanguardia de la defensa de la Naturaleza y de la vida. Además, las raíces culturales Andina y Amazónica, luego del ataque europeo de cinco siglos, se levantan emancipadas de la cultura occidental.

-El proceso de Socialismo del Siglo XXI, que en general es definido en forma negativa: anti-imperialista y anti-capitalista. Hay, digámoslo de una vez por todas, cierto vacío teórico que invita a “crearlo”, permitiendo así no depender de experiencias pasadas, y reelaborar una teoría nueva: es interesante destacar que este socialismo no es ateo por definición.
Alejados de las cosmovisiones de occidente y del materialismo europeizante, el “socialismo del siglo XXI” enunciado por estos procesos populares, toma justamente su denominación de la búsqueda de construir una sociedad radicalmente más justa y equilibrada sin retomar caminos ni reflotar doctrinas que han significado un estrepitoso fracaso para las aspiraciones revolucionarias de los pueblos del mundo.

Estos dos procesos se identifican también culturalmente con el proyecto de la Revolución Islámica en Irán. Esta última, anclada en una espiritualidad que nace con el hombre mismo, reivindica con el mensaje de su fundador, el Imam Jomeini, la lucha de todos los oprimidos del mundo. Además, posee en su mensaje la excelencia de la espiritualidad por sobre cualquier otra cualidad en el hombre. Dijo el imam Jomeini: “Nuestra gran Revolución Islámica es más bien una revolución moral y espiritual que política y social.”

Vemos cómo la revolución islámica, se refugia en la tradición de todos los Profetas y Mensajeros de Dios, quienes emancipan y liberan a los hombres de los males del politeísmo social, la opresión y la explotación en cualquiera de sus formas. Los Profetas inculcaban el amor a Dios y la afirmación de Su unidad para liberar a los hombres de la perversión moral y de la injusticia, consecuencia del politeísmo que Occidente ha establecido.

Es nuestra intención en estas palabras, destacar las coincidencias y el rol positivo que pueden tener los musulmanes en nuestra lucha por la libertad. Precisemos algunas características de la comunidad islámica en nuestras tierras:

Los musulmanes de América Latina tienen una invitación a participar de estos dos procesos. Sin embargo, y siendo realistas, la comunidad islámica sólo aparece en relación a conflictos ubicados en el Mundo Árabe (Palestina, Líbano, Iraq, etc.), tomando entonces características de una colectividad.

Sin duda, ese carácter ajeno a la realidad de nuestro continente indo-afro-latinoamericano se debe principalmente a dos razones:

-Los dirigentes de la Comunidad Islámica Latinoamericana en general, son árabes o de origen árabe y mantienen estrechas relaciones con sus países de origen (Siria, Líbano, etc.). La introducción del Islam en América Latina y en particular en nuestro país, la República Argentina, está sujeta a las sucesivas oleadas inmigratorias, fundamentalmente de familias árabes –sirio libanesas en su gran mayoría o palestinas en el caso de Chile, por ejemplo-.
Ahora bien, no podemos dejar de decir que el modelo inmigratorio tuvo sus éxitos y sus límites, tuvo la privilegiada misión y altísima virtud de poner en nuestras manos el Islam y desarrollar nuestra fe y prácticas en el camino del conocimiento de Dios. Agradecemos a todos aquellos que abonaron con mucho esfuerzo y sufrimiento este trabajo por nuestra tierra, la humanidad y el Islam. Pero, convencidos del agotamiento de dicho proceso, creemos que su extensión en el tiempo, al no dar lugar al advenimiento de un nuevo proceso ordenado y planificado por los más fervientes y comprometidos creyentes, apoyados por quienes como la Revolución Islámica, cargan hoy y por mérito propio, con todo el peso de la responsabilidad ante Dios y los musulmanes del mundo, no sólo pone en peligro la esencia del Mensaje Profético en nuestra región, sino que pone en riesgo la existencia misma del Islam en el continente, reduciendo al Islam (en los hechos, mas nunca en las intenciones) a la categoría de “tradición nacional” de los antepasados nacidos en otras tierras.

-Los nuevos musulmanes, que gracias a Dios son cada vez más, generalmente se arabizan (no tienen otra forma de relacionarse si quieren permanecer dentro de la comunidad) o toman “localismos” propios de otros países, transformándose así en embajadores de éstos antes que difusores del Islam en nuestro continente y conformar así una identidad nueva, propia de la Comunidad Islámica Latinoamericana.
Quienes ingresan al Islam desde fuera del círculo árabe desarrollan una especie de “complejo de inferioridad religioso” con respecto a las familias árabes –cuyo sentimiento de “superioridad” los hace parecer acreedores del Islam en nuestro continente- y por consecuencia, también respecto de otras comunidades del mundo islámico, en especial, las del Mundo Árabe.

Como expresión en este sentido, podremos encontrarnos con que cada “comunidad nacional” tiene un Islam genuinamente representativo e imbricado en su especificidad nacional (los árabes, los persas, los turcos, los paquistaníes, incluso los europeos, por ejemplo), con una consecuente ausencia de un “Islam Latinoamericano”.
Es entonces este artículo una invitación a toda la comunidad islámica a entregarse de lleno a las necesidades de nuestras tierras y gentes, pues el mismo Profeta Muhammad nos ha enseñado: “El amor a la patria es parte de la fe”. Por supuesto, la invitación no incluye a los musulmanes de los dos extremos: por un lado, encontramos a los formalistas, wahabíes a la cabeza, y, por el otro, a los (pseudo) sufíes, ambos alejados por definición de la realidad social y sumergidos en un mensaje individualista: los primeros y los segundos coinciden por su extrema preocupación por los pormenores de la Tradición. Los primeros, reducen el Islam a un mensaje estrictamente legalista y, los segundos, lo transforman en un moda new age. Unos se parecen a los tele-evangelistas, los otros, magnifican lo insignificante. Unos adoran a Arabia Saudita, otros toman localismos de tal o cual país o maestro.

Por lo tanto, esta invitación es para musulmanes shíes y sunníes que levantan la bandera de la Revolución Islámica, de Hezbollah y de Hamas; teniendo como eje principal las enseñanzas de “Az-zaqalain”, los dos tesoros del Islam: El Corán y Ahlul Bait (la Familia del Profeta Muhammad).

Citando al Imam Jamenei: “las diferentes tendencias de los musulmanes tienen todas afecto por Ahlul Bait y aceptan su elevada posición en lo concerniente a su conocimiento y accionar, sólo que los shiítas son aquellos… conocidos por seguir y corroborar a los Imames y son quienes conocen sus rangos espirituales y su posición en la comunidad islámica, aceptando su condición de sucesores del Profeta”.

La derrota del 2006 a manos de Hezbollah (musulmanes shíes) en el Líbano, sumada a una humillación más dura aún para los criminales de guerra de la entidad sionista ejecutada por Hamas (musulmanes sunníes), merece también un interrogante: ningún “analista” ve la unidad de los musulmanes ante el agresor imperialista- sionista. Es una pena que insistan con una tesis vinculada a las necesidades del Pentágono, en donde se retuerce la realidad para ver siempre lo que se necesita: facciones enfrentadas entre sí por supuestos intereses religiosos, y no unidad ante el invasor, la agresión y el colonialismo. Los musulmanes debemos trabajar internamente en pos de la unidad, y externamente en los procesos revolucionarios de nuestro continente.

Retomando a la idea del Socialismo del siglo XXI, debemos dejar en claro algunas consideraciones preliminares.

En primer lugar, la desconfianza que se presenta algunas veces entre los musulmanes y los militantes de estas ideas. Por supuesto, aquí dejamos afuera, porque no nos interesa compartir absolutamente nada, a los sectores que hablan del Socialismo “marxistoide”, que tienen sueños con bolcheviques, fundamentalistas que no se permiten ver en el Islam y en las cosmovisiones indígenas una realidad que no sea material. También consideramos inadecuados, por ser muestra del triunfo del ego, a aquellos que, influidos por la civilización occidental, sólo ven las cosas desde la política, porque “respiran política”. Debemos entender que ha llegado, como lo señala Evo Morales, el momento de una revolución ética y moral.

Efectivamente, nos sumamos a esta frase perteneciente al indigenismo: “Derecha e izquierda adoran al desarrollo y progreso, es decir la destrucción ilimitada de la Naturaleza y los pueblos”.
También: “Capitalismo y Comunismo no sólo se parecen, se complementan. Aquél despoja a los pueblos de su habilidad para alimentarse, vestirse, alojarse, educarse, curarse, divertirse, vivir por sí mismos. Prepara la ecuación comunista: más pequeños e inhábiles los pueblos, más grande y poderoso el gobierno. El partido sabe y manda, la masa aprende y obedece”.

Sin embargo, existen ciertos prejuicios. Los prejuicios de algunos militantes en relación al Islam son principalmente los relacionados con la religión en sí misma, y una justa crítica a sectores cristianos que, por inducción, aplican a todos los musulmanes. O sea, lo que hicieron/hacen algunos cristianos (no todos), lo hacen por culpa de la religión, el Islam es una religión, entonces los musulmanes hacen lo mismo. Dejamos aquí sin desarrollar si el Islam es una religión, y qué entendemos por esta palabra.

Los musulmanes somos conscientes de que el hombre occidental se jacta de su herencia judeo-cristiana cuando le molesta la presencia de otras religiones. Por lo menos, el secularismo las reconoce en la historia porque el presente de estas religiones, hoy ancladas en la modernidad y sus “beneficios”, es el del opio de los pueblos y el del acompañamiento de la empresa imperialista occidental. De más está decir que los verdaderos judíos antisionistas y los verdaderos cristianos seguidores del mensaje del Cristianismo son escondidos, negados y rechazados por el occidental y se los tendrá en consideración sólo ante la “amenaza del Islam”.

También los musulmanes sabemos las dificultades del Cristianismo con la Tradición Indígena. Citando a Humberto Cholango, hermano Kichua del Ecuador:

“En nuestros días, muchos europeos y eurodescendientes, quienes se pretenden “tradicionales”, debido a una lectura amateur de carácter ideológico de la obra magistral y providencial de René Guénon y sin vivencia ni ningún compromiso tradicional (salvo su jactanciosa pertenencia a ciertas “organizaciones fraternales”), nos presentan como si fuéramos enemigos de la tradición cristiana, hecho que es totalmente falso: la verdad más bien es que somos intransigentes con el “cristianismo moderno” y sus actuales manifestaciones (católica, protestante, anglicana, para-cristiana o neo-cristiana), a las que consideramos como agentes vectores del espíritu occidental moderno que es completamente antitradicional.”

Otro prejuicio bien establecido es el de la mujer, aquí penosamente los sectores que se suman a la idea del Socialismo del Siglo XXI se tragan el verso de Occidente. Es cierto también que a veces más que prejuicios los musulmanes tenemos un gran debate en relación al rol de la familia, al rol de la mujer en la sociedad, etc. Debemos sepultar a Occidente de nuestros corazones, y en esto el Islam tiene una gran experiencia.

Ese debate, como el de la Naturaleza, es junto a los hermanos indígenas el debate a ganar a aquellos que quieren ser occidentales en vida. Aquí merece la pena señalar que muchos “progresistas”, enamorados de las ideas de “los pueblos originarios”, que antes soñaban con viajar a Cuba y hoy lo hacen con viajar a Bolivia, padecen las mismas deficiencias y vicios que Occidente vende, ese Occidente que hace ver los defectos humanos como virtudes a desarrollar.

No podemos olvidar que el hombre moderno le declara la guerra a la Divinidad en todos sus frentes. Sin embargo, en este afán de negar el ámbito religioso, Occidente nos ha llenado de ídolos incuestionables y ha desarrollado dogmas en cantidad, en nombre de la “libertad de pensamiento”. Así, nos hemos convertido en cultores de la imagen y de la forma: en nombre de la igualdad de género adoramos el cuerpo de las mujeres, nos esclavizamos con el dinero, la promiscuidad, las drogas, el juego, las modas, el consumismo, todo en nombre de la libertad del individuo. Es que la Civilización Moderna multiplica las necesidades artificiales que nunca acaban, se nos excitan los sentidos en todo momento y utilizamos todos los medios disponibles para adquirir las satisfacciones materiales, reduciendo la vida a una multiplicidad de placeres para el cuerpo atado a la cantidad de cosas que, lejos de llenarnos, nos ahuecan.

Todas estas ilusiones crecen y se reproducen en cantidad como es propio de la naturaleza inestable y cambiante de la mente occidental.

Siguiendo a la Tradición Indígena:
“El denominado siglo de las luces de Occidente ha caducado y ya no es ninguna opción para la humanidad”.

En segundo lugar, no podemos descuidar que una enorme cantidad de musulmanes escuchan palabras como socialismo y piensan que es el proyecto político del ateísmo. Podemos estar seguros que este no es el caso. Por su parte, los musulmanes, que sufren como pocos el estereotipo que prolifera por la constante tergiversación llevada a cabo por medios de comunicación, somos receptáculos pasivos para aceptar todas las mentiras que se dicen en relación al tema que nos compete. Nos duele en el alma cada vez que escuchamos a algún musulmán criticando a Evo y/o a Chávez por lo que leyeron en algún medio occidental, en vez de reivindicarlos por su coraje al haber echado a toda la diplomacia israelí luego de
la masacre terrorista de los sionistas en Gaza. Algo que muchos países árabes y musulmanes no hicieron. Basta recordar las palabras de Seyed Hasan Nasrallah, quien públicamente ha reivindicado a Chávez con su visión revolucionaria y ha criticado a países como Egipto por su postura en la causa palestina.
Es más, nos dice Seyed Alí Jamenei de Evo Morales:
“...Su espíritu popular, su atención a las capas pobres y desfavorecidas y su labor por servir a la nación. Es un espíritu valioso el cual honra a los pueblos”.

El Socialismo del siglo XXI, debe ser creado, y citando a Chávez, se deben encarar cinco frentes:

-El territorial
-El político
-El económico
-El social
-El moral y espiritual.

En general, se destaca el rol del pueblo como protagonista, generando auto-gobiernos, entregándole el poder a los oprimidos. También, el papel del estado en la sociedad, subordinando al sector privado. Además, establecer iguales derechos, destacando la importancia de la educación, desarrollando una sociedad “culta”, pues como enseñó Bolívar, un pueblo ignorante se condena a la propia destrucción.

Los musulmanes estamos de acuerdo con tales ideas. Ahora bien, estamos convencidos que es en el frente moral y espiritual donde los musulmanes tenemos una batalla muy dura. Nuestra Tradición es rica en contenidos para perfeccionar al alma de sus vicios y defectos. Tenemos una enorme cantidad de material y maestros que pueden encaminar a sociedades perdidas, sin rumbo, ahogadas en la ignorancia materialista.

Todos los sistemas occidentales nacidos de sistemas individuales de algún que otro europeo, han rendido examen y todos han desaprobado.

Enviar a Occidente a la Historia, tarea a largo plazo, exige la necesidad de depurar prejuicios y estereotipos fundados en la ignorancia y, luego, invitar a transformar nuestra realidad a través de una revolución que comprenda un compromiso dual, queremos decir: una revolución externa y, principalmente, una revolución interna. Ambas interactúan y se fomentan.

Dicha revolución dual debe estar presente en un nuevo paradigma que establezca las relaciones del hombre con el hombre, del hombre con la sociedad, del hombre con la naturaleza y del hombre con la Divinidad.

Cuando decimos revolución interior nos referimos a proponernos nosotros mismos realizar un viaje espiritual profundo, que seamos espejos que reflejen los valores éticos y la verdad que afirmamos. En este sentido, el compromiso es total. Debemos practicar lo que decimos y ser un ejemplo para las generaciones venideras. Nuestros modelos son los Profetas y Enviados de Dios. Entre ellos, Moisés, Jesús y Muhammad. Es necesario estudiar sus vidas y enseñanzas para que nuestros corazones sepulten a Occidente y se llenen de amor a Dios y sus Mensajeros, guías para la Humanidad.

Los Profetas son quienes nos guían a las tres grandes Revelaciones que deben armonizar en nuestro interior. Hablamos, en primer lugar, del Libro de la Naturaleza y el Universo, el cual debe ser contemplado, descifrado pero nunca conquistado; luego, el Libro Interior de nuestra Alma, el cual nos invita a luchar en todo momento contra nuestros defectos y vicios; por último, la Revelación de las Escrituras Sagradas, como es el Noble Corán en el Islam, que ayudan hoy a las mentes confundidas en la búsqueda de guía y amor, son enviadas por Dios por medio de su Misericordia y contienen las claves para la lectura de los primeros dos libros.

Todas estas revelaciones deben acompañarnos en la conformación de una cosmovisión que incluya al Ser Humano integralmente. Para así, luego de conocer todas sus necesidades verdaderas (que no son las que nos vende Occidente), trabajar en el desarrollo de una sociedad justa.

En palabras del líder de la Revolución Islámica de Irán, Seyed Alí Jamenei:
“Se debe saber que la misericordia y asistencia divinas dependen del movimiento y esfuerzo de la persona creyente y de sus buenas acciones. Debemos estar presentes en la escena y no debemos olvidar el sentido de la responsabilidad y la lucha; lucha que en los diferentes planos es nuestra función y garantiza nuestro progreso y victoria. En el plano político también hay lucha. En el plano cultural también hay lucha. En el plano social también hay lucha, la lucha no es sólo la militar. Los diferentes y diversos ámbitos de la vida humana son ámbitos de lucha.”

Los musulmanes nos entregaremos a cuatro caminos: el sudor, las lágrimas, la tinta y la sangre, para cumplir in sha Allah, con la máxima del General San Martin:

“Seamos libres, y lo demás no importa nada”.

Y que la paz de Dios sea con todos ustedes.

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Publicado por Centro Islámico Marplatense para Islam en Mar del Plata el 2/11/2010 03:00:00 PM

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