sábado, 18 de julio de 2009

La “presión” no es el premio de Obama a Israel


19-07-2009
Ali Abunimah
The Electronic Intifada
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El 13 de julio el presidente Barack Obama recibió en la Casa Blanca a 16 dirigentes de las más importantes organizaciones por-israelíes. La reunión era un esfuerzo por calmar la preocupación de los judíos estadounidenses por las presiones de Estados Unidos sobre Israel en relación a la congelación de asentamientos en la ocupada Cisjordania.

Uno de los participantes argumentó que en el pasado sólo se habían hecho progresos hacia la paz cuando no había habido “distancia alguna” entre las posturas israelíes y estadounidenses. “No estoy de acuerdo”, respondió el presidente, según afirma un testigo, e indicó que durante los ocho años de administración Bush “no hubo distancia entre Estados Unidos e Israel, y no se consiguió nada!.

Obama reafirmó su compromiso con la resolución del conflicto árabe-israelí y enfatizó la importancia de no dejar pasar este momento único y la oportunidad especial que él tiene de consolidar dicha resolución en vista de su acercamiento a árabes y musulmanes.

Todo esto reforzará la fe de aquellos que están convencidos de que las políticas de Obama marcan un cambio decisivo respecto a sus antecesores, una ruptura en las relaciones israelo-estadounidenses, y puede producir lo que otros han eludido: una solución de dos Estados viable y consensuada.

Obama ha insistido constantemente en su creencia en una relación “irrompible” entre Estados Unidos e Israel. Considerando sus palabras y acciones hasta el momento, hay pocas razones para dudar de él. Pero a menos que esté dispuesto a ir mucho más lejos de lo que nadie haya contemplado públicamente en presionar a Israel, su iniciativa de paz tiene unas ínfimas posibilidades de éxito.

Durante meses el centro de la cuestión ha sido la petición de Obama de que Israel acceda a un cese completo de la construcción de asentamientos, incluyendo el subterfugio llamado “crecimiento natural”. Fue durante un “congelamiento” similar a principios de los noventa cuando Israel construyó miles de viviendas en tierra ocupada. El optimismo árabe y la preocupación israelí aumentaban mientras Obama y su enviado en Oriente Medio George Mitchell afirmaban repetidamente que esta vez querían una detención total [de los asentamientos].

Sin embargo, la firmeza da muestras de erosión. Informes de prensa israelí hablaron de que estaba tomando forma un “compromiso” en el que se permitiría a Israel completar miles de las viviendas ya planeadas. Aunque Estados Unidos ha negado estos informes, varios participantes en el encuentro de la Casa Blanca afirmaron que Obama hizo referencia a un compromiso no específico que estaba en marcha.

Todo lo que sea inferior a cese completo de los asentamientos supondrá un éxito para Israel; lo que es importante no es el número de viviendas que Estados Unidos pueda aprobar, sino el principio de que esta administración, como las anteriores, autorizará la ilegal colonización de Israel. Una vez establecido este principio, Israel puede presentar más hechos consumados y construir cuanto le plazca.

E incluso si Israel accede a un cese verificable, Estados Unidos ha estructurado la cuestión como un quid pro quo en el que no se exige e Israel que haga algo sin recibir una recompensa. El presidente [Obama] ha pedido a los Estados árabes que normalicen relaciones con Israel si éste congela los asentamientos, incluyendo abrir misiones diplomáticas y permitir sobrevolar [sus países] a los aviones [de la compañía aérea israelí] El Al (recordemos que cuando iban camino de bombardear un reactor nuclear iraquí en 1981, según se informó, los aviones israelíes se habían identificado falsamente como aviones comerciales). Dada la poca influencia que tiene el lado árabe, estaría totalmente desarmado si cede en alguno de estos gestos a cambio de tan poco.

Los asentamientos de Israel violan muchas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y la Cuarta Convención de Ginebra. No se debería recompensar más el detener la construcción de asentamientos que a Iraq por haberse retirado de Kuwait después de invadirlo en 1990. Mientras que el hoy ocupado por Estados Unidos y destrozado por la guerra Iraq todavía está pagando a Kuwait miles de millones al año en compensación por una ocupación de siete meses que acabó hace casi dos décadas, Estados Unidos ofrece premios a Israel no por acabar con una ocupación de 42 años sino meramente por dejar de cometer algunos crímenes.

Esto no se puede describir sino como un claro triunfo para Israel, especialmente porque el proyecto de asentamientos está llegando a su conclusión natural. Ya hay unos 500.000 colonos en Cisjordania, que con sus infraestructuras consumen más del 42% de la tierra. Nada de lo que Obama haya dicho nunca indica que se vaya a desviar de la política de sus predecesores de reconocer estos hechos y exigir a los palestinos que accedan a permitir que Israel mantenga los asentamientos ya construidos.

Mientras toda la atención se centra en la congelación [de asentamientos], Israel mantiene su asedio a Gaza (a pesar de los llamamientos de Obama a flexibilizarlo) y sigue construyendo el muro de Cisjordania cinco años después de que el Tribunal Internacional de Justicia ordenara demolerlo. El propio Estados Unidos sigue minando las posibilidades de una reconciliación entre palestinos y, por consiguiente, de negociaciones creíbles, al avivar una devastadora guerra civil entre, por una parte, las milicias palestinas apoyadas por Estados Unidos y, por otra, acciones de la resistencia dirigidas por Hamás.

Desde fuera puede que los israelíes estén llorando por las “presiones” estadounidense, pero desde dentro deben de sonreír plácidamente.

Co-fundador de Electronic Intifada, Ali Abunimah es autor de One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse. Este artículo se publicó originalmente en bitterlemons-international y se reproduce con permiso.

Enlace con el original: http://electronicintifada.net/v2/article10665.shtml


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