Emilio Marín (LA ARENA)
VIERNES 5 DE JUNIO DE 2009
EE UU califica a Corea del Norte como "estado delincuente", "terrorista", "dictadura", etc. Y es lógico que el aludido trate de defenderse. Pero cuando lo hace, es acusado de tener armas y violar "la paz mundial".
La campaña de Washington no se queda en meras resoluciones de la ONU. El secretario de Defensa heredado de Georges Bush, Robert Gates, está viajando entre Singapur, Filipinas, Japón y Corea del Sur, para coordinar los planes militares contra Pyongyang, capital de la República Democrática Popular de Corea.
El contexto de confrontación en la península, por ahora limitada a la esfera política y diplomática, ha sido propicio para que Gates le haga firmar al aliado de Corea del Sur su adhesión al programa PSI, relativo a las Inspecciones de Seguridad contra la Proliferación nuclear. Ese gobierno semicolonial era observador solamente porque sabía que sus vecinos del norte no admiten ese instrumento. En Seúl saben que abordar barcos socialistas en los mares adyacentes para inspeccionarlos es considerado un "casus belli" por Pyongyang. Y que tal caso habrá tiros.
Ahora con el respaldo directo de EE UU en lo militar, de Japón y otras potencias, el presidente surcoreano Lee Myungbak se atrevió a dar ese paso. Su contraparte al norte del paralelo 38, que dividió el país al finalizar la guerra de agresión norteamericana, ratificó que no permitirá la intrusión en sus naves y que cualquier intento será respondido "en lo militar en forma fuerte e inmediata".
¿Por qué se ha llegado a esa nueva instancia de pulseada política que amenaza con desbordarse hacia el plano bélico?
Se podría decir que en el fondo para los norteamericanos no ha terminado la guerra librada entre 1950 y 1953. El resultado de la misma puede ser entendido como la primera derrota desde el fin de la II Guerra Mundial. Y como corolario del armisticio, se consolidó en la porción septentrional una nación socialista presidida por Kim Il Sung, aliado de China y la URSS, sobre todo de la primera.
Han pasado 56 años y la belicosidad norteamericana debería haber amainado. Es cierto. Pero para los planes de dominación estadounidense del mundo sigue siendo importante la posición geoestratégica de Corea del Sur, donde tiene bases militares y 38.000 soldados propios en forma permanente. Esto, además de los que sumaba durante los ejercicios anuales "Team Spirit" (1976-1990), los "Águila" y recientemente los simulacros de guerra "Key Resolve".
No hay que olvidar que en los documentos del Pentágono y el Consejo Nacional de Seguridad de EE UU, desde tiempos de Bill Clinton en adelante, se admitía que en el siglo XXI la zona más caliente de desafío a su hegemonía global estaba ubicada en el Pacífico. Subordinar y proteger a Japón, contener a China, Rusia y otros aliados del "Pacto de Shanghai", y eventualmente hacerles la guerra, demanda para el Pentágono una península coreana obediente. Y el Partido de los Trabajadores de Corea y su Ejército Popular, presididos desde 1994 por Kim Jong Il, son un obstáculo a ese plan.
Los misiles
Corea del Norte firmó en 1998 un acuerdo en las conversaciones a seis bandas (China, Rusia, EE UU, Japón y Corea del Sur), según el cual desactivaba su planta nuclear de Yongbyon e informaría de sus programas de investigación nuclear. A cambio, recibiría un millón de toneladas de petróleo o ayuda equivalente. Esto ocurrió en tiempos de Clinton, que retaceó el cumplimiento de esas contraprestaciones. Luego, con Bush, directamente el acuerdo fue desconocido y en consecuencia, el gobierno de Kim reanudó la operatoria de Yongbyon.
Lo hizo con la alegación pública de que estaba en su derecho proseguir el proceso de enriquecimiento de uranio para la producción de electricidad, un programa que muchos países del mundo tienen pero que pocos ven coartado. Entre los réprobos, además de Corea, está Irán.
Corea se siente amenazada por las bases extranjeras en su bajo vientre, el depósito de armas allí y en países utilizados por EE UU como bases militares. Las últimas sumatorias fueron el portaaviones "George Washington" reemplazando al" Kitty Hawk" y el traslado desde Tokio a Seúl de 14 cazas "F-16" y 400 efectivos de la Fuerza Aérea.
El gobierno de Kim denunció que en abril del año pasado entre Estados Unidos y Corea del Sur cometieron 170 casos de espionaje aéreo, empleando aviones RC-135.
En esas condiciones hay que ser muy hipócrita para negar que a Corea del Norte le asiste el derecho de defenderse. Sin pedir permiso a la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN, el buró del FMI o el Foro de Davos, es evidente que Pyongyang lo vieje ejerciendo.
En abril de 2006 detonó en forma subterránea, controlada y segura, una carga nuclear pequeña, en forma experimental. Eso le provocó una catarata de denuncias en la ONU y las primeras sanciones. En 2008 hizo una prueba con un misil de mediano alcance, con la idea de emplearlo como portador de un satélite de utilidad social. Hubo otro escándalo mundial y nuevas sanciones. En abril de 2009 experimentó con un misil similar. La semana pasada, el gobierno coreano democrático-popular produjo una segunda prueba subterránea controlada, de entre 1 y 4 kilotones de potencia. Y también lanzó en forma exitosa cinco o seis misiles de corta distancia sin matar ni una mosca.
¿Hecatombe nuclear?
La reacción de Barack Obama y Hillary Clinton, secundados por Nicolas Sarkozy y el primer ministro de Japón, Taro Aso, fulminaron los experimentos coreanos como si fueran un atentado gravísimo contra la paz mundial. Ellos repitieron que no permitirán que ese país tenga armas nucleares.
La pregunta es ¿por qué? ¿Por qué EE UU tiene derecho a almacenar 6.000 ojivas nucleares con miles de misiles estratégicos o intercontinentales, contar con flotas de modernos submarinos y aviones que pueden transportarlos para su empleo desde distintos lugares del mundo, amén de sus bases terrestres, y otros países no tienen igual derecho? ¿Por qué en el laboratorio de Los Alamos, la superpotencia pudo perfeccionar desde 2007 sus ojivas atómicas y los coreanos no tienen derecho a una sola bomba para defenderse?
Y conste que Corea del Norte no tiene el antecedente de haber empleado ese tipo de armas en agosto de 1945, en Hiroshima y Nagasaki, con bombas de 15 o más kilotones y que exterminaron a 140.000 personas sólo en la primera ciudad. Se sabe quién fue el autor de la masacre.
Los experimentos subterráneos coreanos han sido controlados y limpios, sin matar a ningún ser humano, lo mismo que sus lanzamientos de cohetes al mar. Es una grosera manipulación mediática plantear que esos programas (y los iraníes) afectan la paz internacional y suponen el peligro de una "hecatombe nuclear".
Allí aparece el doble rasero de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad ha acogido otra vez las preocupaciones de la representante norteamericana Susan Rice (cualquier semejanza con Condoleezza Rice es mera coincidencia). Se han reunido varias veces en Nueva York desde el 25 de mayo, bajo la presidencia de turno de Turquía, pero no han podido alumbrar otra resolución con las sanciones urgidas por Washington.
Lo previsible es que al final voten algo así, aunque sin llegar a bloqueos o agresiones legalizadas en la ONU pues Beijing se opone a esos extremos. Corea del Sur tiene una buena ficha allí pues el secretario general, Ban Ki moon, es de esa nacionalidad y tiene posición tomada.
De Corea del Norte se pueden decir cosas sobre su sistema político, donde al viejo Kim sucedió en 1994 su hijo Kim Jong, de méritos propios. Pero no se pueden decir mentiras como que el hambre mató a 4.000.000 de personas, como lo afirmó en 2006 el corresponsal de Clarín.
Es un país orgulloso de su independencia nacional, que está aumentando su producción agroalimentaria y diversifica su economía con su Complejo de Acero Chollima. Que procura más electricidad vía energía nuclear a pesar de los "úkase" de las grandes potencias. Los coreanos no tienen vocación de suicidas. Saben en carne propia lo que es una guerra, porque perdieron millones de vidas. Si eventualmente buscan una bomba y contar con un misil portador, es para defenderse. No están a la búsqueda del dominio mundial ni del chantaje nuclear, como es el caso de la Casa Blanca.
Los coreanos se apoyan en sus propias fuerzas y están tan encerrados en sus propias fronteras que son criticados por los teóricos de la globalidad. ¿Ahora los quieren pintar como modernos salvajes que quieren salir a adueñarse de Detroit? ¿Para qué, si son comunistas, no consumistas, y encima la General Motors quebró?.
VIERNES 5 DE JUNIO DE 2009
EE UU califica a Corea del Norte como "estado delincuente", "terrorista", "dictadura", etc. Y es lógico que el aludido trate de defenderse. Pero cuando lo hace, es acusado de tener armas y violar "la paz mundial".
La campaña de Washington no se queda en meras resoluciones de la ONU. El secretario de Defensa heredado de Georges Bush, Robert Gates, está viajando entre Singapur, Filipinas, Japón y Corea del Sur, para coordinar los planes militares contra Pyongyang, capital de la República Democrática Popular de Corea.
El contexto de confrontación en la península, por ahora limitada a la esfera política y diplomática, ha sido propicio para que Gates le haga firmar al aliado de Corea del Sur su adhesión al programa PSI, relativo a las Inspecciones de Seguridad contra la Proliferación nuclear. Ese gobierno semicolonial era observador solamente porque sabía que sus vecinos del norte no admiten ese instrumento. En Seúl saben que abordar barcos socialistas en los mares adyacentes para inspeccionarlos es considerado un "casus belli" por Pyongyang. Y que tal caso habrá tiros.
Ahora con el respaldo directo de EE UU en lo militar, de Japón y otras potencias, el presidente surcoreano Lee Myungbak se atrevió a dar ese paso. Su contraparte al norte del paralelo 38, que dividió el país al finalizar la guerra de agresión norteamericana, ratificó que no permitirá la intrusión en sus naves y que cualquier intento será respondido "en lo militar en forma fuerte e inmediata".
¿Por qué se ha llegado a esa nueva instancia de pulseada política que amenaza con desbordarse hacia el plano bélico?
Se podría decir que en el fondo para los norteamericanos no ha terminado la guerra librada entre 1950 y 1953. El resultado de la misma puede ser entendido como la primera derrota desde el fin de la II Guerra Mundial. Y como corolario del armisticio, se consolidó en la porción septentrional una nación socialista presidida por Kim Il Sung, aliado de China y la URSS, sobre todo de la primera.
Han pasado 56 años y la belicosidad norteamericana debería haber amainado. Es cierto. Pero para los planes de dominación estadounidense del mundo sigue siendo importante la posición geoestratégica de Corea del Sur, donde tiene bases militares y 38.000 soldados propios en forma permanente. Esto, además de los que sumaba durante los ejercicios anuales "Team Spirit" (1976-1990), los "Águila" y recientemente los simulacros de guerra "Key Resolve".
No hay que olvidar que en los documentos del Pentágono y el Consejo Nacional de Seguridad de EE UU, desde tiempos de Bill Clinton en adelante, se admitía que en el siglo XXI la zona más caliente de desafío a su hegemonía global estaba ubicada en el Pacífico. Subordinar y proteger a Japón, contener a China, Rusia y otros aliados del "Pacto de Shanghai", y eventualmente hacerles la guerra, demanda para el Pentágono una península coreana obediente. Y el Partido de los Trabajadores de Corea y su Ejército Popular, presididos desde 1994 por Kim Jong Il, son un obstáculo a ese plan.
Los misiles
Corea del Norte firmó en 1998 un acuerdo en las conversaciones a seis bandas (China, Rusia, EE UU, Japón y Corea del Sur), según el cual desactivaba su planta nuclear de Yongbyon e informaría de sus programas de investigación nuclear. A cambio, recibiría un millón de toneladas de petróleo o ayuda equivalente. Esto ocurrió en tiempos de Clinton, que retaceó el cumplimiento de esas contraprestaciones. Luego, con Bush, directamente el acuerdo fue desconocido y en consecuencia, el gobierno de Kim reanudó la operatoria de Yongbyon.
Lo hizo con la alegación pública de que estaba en su derecho proseguir el proceso de enriquecimiento de uranio para la producción de electricidad, un programa que muchos países del mundo tienen pero que pocos ven coartado. Entre los réprobos, además de Corea, está Irán.
Corea se siente amenazada por las bases extranjeras en su bajo vientre, el depósito de armas allí y en países utilizados por EE UU como bases militares. Las últimas sumatorias fueron el portaaviones "George Washington" reemplazando al" Kitty Hawk" y el traslado desde Tokio a Seúl de 14 cazas "F-16" y 400 efectivos de la Fuerza Aérea.
El gobierno de Kim denunció que en abril del año pasado entre Estados Unidos y Corea del Sur cometieron 170 casos de espionaje aéreo, empleando aviones RC-135.
En esas condiciones hay que ser muy hipócrita para negar que a Corea del Norte le asiste el derecho de defenderse. Sin pedir permiso a la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad de la ONU, la OTAN, el buró del FMI o el Foro de Davos, es evidente que Pyongyang lo vieje ejerciendo.
En abril de 2006 detonó en forma subterránea, controlada y segura, una carga nuclear pequeña, en forma experimental. Eso le provocó una catarata de denuncias en la ONU y las primeras sanciones. En 2008 hizo una prueba con un misil de mediano alcance, con la idea de emplearlo como portador de un satélite de utilidad social. Hubo otro escándalo mundial y nuevas sanciones. En abril de 2009 experimentó con un misil similar. La semana pasada, el gobierno coreano democrático-popular produjo una segunda prueba subterránea controlada, de entre 1 y 4 kilotones de potencia. Y también lanzó en forma exitosa cinco o seis misiles de corta distancia sin matar ni una mosca.
¿Hecatombe nuclear?
La reacción de Barack Obama y Hillary Clinton, secundados por Nicolas Sarkozy y el primer ministro de Japón, Taro Aso, fulminaron los experimentos coreanos como si fueran un atentado gravísimo contra la paz mundial. Ellos repitieron que no permitirán que ese país tenga armas nucleares.
La pregunta es ¿por qué? ¿Por qué EE UU tiene derecho a almacenar 6.000 ojivas nucleares con miles de misiles estratégicos o intercontinentales, contar con flotas de modernos submarinos y aviones que pueden transportarlos para su empleo desde distintos lugares del mundo, amén de sus bases terrestres, y otros países no tienen igual derecho? ¿Por qué en el laboratorio de Los Alamos, la superpotencia pudo perfeccionar desde 2007 sus ojivas atómicas y los coreanos no tienen derecho a una sola bomba para defenderse?
Y conste que Corea del Norte no tiene el antecedente de haber empleado ese tipo de armas en agosto de 1945, en Hiroshima y Nagasaki, con bombas de 15 o más kilotones y que exterminaron a 140.000 personas sólo en la primera ciudad. Se sabe quién fue el autor de la masacre.
Los experimentos subterráneos coreanos han sido controlados y limpios, sin matar a ningún ser humano, lo mismo que sus lanzamientos de cohetes al mar. Es una grosera manipulación mediática plantear que esos programas (y los iraníes) afectan la paz internacional y suponen el peligro de una "hecatombe nuclear".
Allí aparece el doble rasero de la ONU, cuyo Consejo de Seguridad ha acogido otra vez las preocupaciones de la representante norteamericana Susan Rice (cualquier semejanza con Condoleezza Rice es mera coincidencia). Se han reunido varias veces en Nueva York desde el 25 de mayo, bajo la presidencia de turno de Turquía, pero no han podido alumbrar otra resolución con las sanciones urgidas por Washington.
Lo previsible es que al final voten algo así, aunque sin llegar a bloqueos o agresiones legalizadas en la ONU pues Beijing se opone a esos extremos. Corea del Sur tiene una buena ficha allí pues el secretario general, Ban Ki moon, es de esa nacionalidad y tiene posición tomada.
De Corea del Norte se pueden decir cosas sobre su sistema político, donde al viejo Kim sucedió en 1994 su hijo Kim Jong, de méritos propios. Pero no se pueden decir mentiras como que el hambre mató a 4.000.000 de personas, como lo afirmó en 2006 el corresponsal de Clarín.
Es un país orgulloso de su independencia nacional, que está aumentando su producción agroalimentaria y diversifica su economía con su Complejo de Acero Chollima. Que procura más electricidad vía energía nuclear a pesar de los "úkase" de las grandes potencias. Los coreanos no tienen vocación de suicidas. Saben en carne propia lo que es una guerra, porque perdieron millones de vidas. Si eventualmente buscan una bomba y contar con un misil portador, es para defenderse. No están a la búsqueda del dominio mundial ni del chantaje nuclear, como es el caso de la Casa Blanca.
Los coreanos se apoyan en sus propias fuerzas y están tan encerrados en sus propias fronteras que son criticados por los teóricos de la globalidad. ¿Ahora los quieren pintar como modernos salvajes que quieren salir a adueñarse de Detroit? ¿Para qué, si son comunistas, no consumistas, y encima la General Motors quebró?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario