17-10-2009
Jacques Hersh
Monthly Review/CEPRID
Las celebraciones con ocasión del sexagésimo aniversario de la fundación del estado de Israel trajeron sentimientos encontrados para aquellos de nosotros que sobrevivimos al Holocausto. La razón de esta ambivalencia es que, mientras los supervivientes del genocidio Nazi celebraban la creación de un estado judío en 1948, pocos a la vez se daban cuenta de los costes humanos y las injusticias que se cometieron, se estaban cometiendo y se seguirían perpetrando contra los árabes palestinos en nuestro nombre.
El eslogan “Nunca Más” que era el pensamiento dominante en la psique judía en aquellos años se relacionaba principalmente con el destino de los judíos europeos. No obstante, algunos supervivientes encontraron difícil comprender por qué, tras la masacre científica e industrializada de millones de judíos, así como de otros grupos étnicos y nacionalidades, junto con el persistente antisemitismo tanto en la Europa de la posguerra como en América, las grandes potencias estuvieron entonces dispuestas a acceder al proyecto de una patria judía. ¿Era este cambio de corazón una mera reacción de culpabilidad por el trato dado a los judíos europeos o había algún “diseño inteligente” que implicaba el trazado de una futura arquitectura política internacional a cuyo advenimiento podía contribuir la formación del nuevo estado?
De hecho, con la creación de Israel parecía tener lugar un cambio en la cultura política de judíos, gentiles y árabes. En retrospectiva, esta transmutación demostraría ser de gran trascendencia en la forma del mundo por venir. El pleno alcance de este fenómeno histórico no se vio en aquel momento. No fue hasta el final de la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética cuando se pudo discernir el contorno del nuevo orden internacional. La verdad es que el mundo no había llegado a un punto final como sugería la tesis de Francis Fukuyama del “final de la historia”. En su lugar se propuso una estructura nueva de enfrentamiento formulada por el experto británico sobre Israel y el Islam, Bernard Lewis, y propalada más tarde por el científico político estadounidense Samuel Huntington. Básicamente, la tesis del “Choque de Civilizaciones” implantó un nuevo paradigma en la agenda de la política internacional que fue rápidamente adoptado por los neoconservadores de Estados Unidos y el Partido Likud de Israel.
Teórica e ideológicamente la tesis dibujó una línea divisoria entre “Occidente y lo demás” En esta proyección, Occidente es considerado depositario de la civilización judeocristiana y eso incluye al estado judío. Durante la era de la Guerra Fría Israel se fue desplazando desde su posición inicial de neutralidad entre las dos superpotencias en la época de su establecimiento, para convertirse en un bastión occidental en Oriente Medio. En este contexto a menudo se olvida que la Unión Soviética expresó su reconocimiento diplomático del nuevo estado a los pocos minutos de su proclamación – sin apenas considerar las consecuencias para los partidos comunistas del mundo árabe. El apoyo de la Unión Soviética al estado emergente, en forma de asistencia militar a la lucha de liberación sionista, se basaba en la razón lógica de que esto debilitaría el imperialismo británico en la región. Esta suposición se mostró correcta, pero con mayor perspicacia podía haberse previsto que Estados Unidos reemplazaría a Gran Bretaña y se convertiría en el actor principal en la región así como el principal aliado de Israel.
Las relaciones entre EE.UU. e Israel se han vuelto tan estrechas desde los años 60 que los intelectuales estadounidenses están empezando a debatir si no será el lobby israelí de Washington quien determina la política estadounidense en Oriente Medio a expensas de los intereses nacionales de los EE.UU.1 Desde el 11-S, esta alianza se ha hecho aún más fuerte. La fidelidad al estado de Israel se ha convertido en un criterio de corrección política para los candidatos a la Casa Blanca que debaten qué será lo mejor para proteger los intereses israelíes. En su discurso conmemorativo del Knesset (Parlamento israelí) el 15 de mayo de 2008, el presidente Bush declaró que Estados Unidos estaba orgulloso de ser el “mejor y más íntimo amigo del mundo” de una nación que era “la patria del pueblo elegido” que “ha trabajado incansablemente por la paz y… luchado valientemente por la libertad”.2 En lo que respecta a los palestinos, que conmemoraban la Nakba (“la catástrofe”) –cuando 700.000 de sus antepasados huyeron o fueron expulsados de sus casas por la violencia militar que acompañó a la declaración de independencia israelí—el presidente tuvo palabras “alentadoras”. Cuando Israel celebrase su 120 aniversario, él tenía la visión de que los palestinos tendrán “la patria que tanto tiempo han soñado y merecido –un estado democrático gobernado por la ley”. Para 2068, profetizaba el presidente, Oriente Próximo estará formado por “sociedades libres e independientes” y Hamás, Hizbulá y al-Qaeda habrían sido derrotadas. En otras palabras, serán necesarias seis décadas más antes de poder declarar la “misión cumplida” –la aceptación completa por parte del mundo musulmán-árabe de un orden regional impuesto por EE.UU e Israel. Incluso en comparación con los miembros de la administración Bush que creyeron que podrían crear su propia realidad, esta predicción parece ilusoria.
Aparte de las suposiciones futuristas respecto de la evolución de las políticas en Oriente Medio, este pronóstico se basa en el supuesto de que los países de la región aceptarán semejante régimen geopolítico y que los intereses políticos de EE.UU. e Israel permanecerán fijos en ese objetivo sin importar el coste que ello acarree. La crisis de hegemonía que actualmente sufre Estados Unidos no puede sino afectar a las posibilidades futuras de imponer una “Pax Americana” en el mundo. Ni siquiera hay alguna garantía de que las contradicciones de la sociedad israelí no influirán en las políticas del estado o de que la lealtad de la Diáspora judía con los objetivos a largo plazo del Sionismo vaya a seguir siendo viable. Después de todo, los primeros sesenta años de existencia de Israel no han logrado, incluso según las actuales propuestas del Sionismo, cumplir sus promesas de seguridad para los judíos en general. Esto a pesar del hecho de que el estado de Israel tiene un arsenal de doscientas bombas atómicas, una de las más fuertes y modernas maquinarias militares de Oriente Medio, una de las economías más desarrolladas del mundo, y por último pero no menos importante, una alianza con la primera superpotencia militar del mundo. A pesar del hecho de que la islamofobia ha reemplazado al virus de la judeofobia en occidente, los judíos de la Diáspora se sienten incómodos ante la perspectiva de identificarse con un estado que viola los derechos humanos de otro pueblo y que sirve a los intereses del imperialismo de EE.UU. en todo el mundo.
El propósito existencial de Israel ha sido cuestionado por muchos israelíes así como por una cantidad creciente de judíos de la Diáspora. El concepto de “patria nacional de los judíos” está perdiendo su atractivo. Según Tony Karon, “el hecho sencillo es que casi dos tercios de nosotros hemos elegido libremente vivir en otro lugar, y no tenemos intención de establecernos nunca en Israel”. Es en cierto modo paradójico que 750.000 israelíes vivan en Estados Unidos o en otros países europeos y que la norma hoy día sea que los ciudadanos israelíes que pueden adquieran un pasaporte extranjero. Una de las conclusiones más relevantes de Karon para el análisis de la problemática de Oriente Medio y en contradicción abierta con los pronósticos de Bush, es que “Israel puede que sea un hecho histórico inextricable, pero la ideología Sionista que espoleó su creación y dio forma a su identidad y a su sentido de propósito nacional se ha colapsado –no bajo la presión exterior, sino pudriéndose desde dentro. Son los judíos, y no los yihadistas quienes han enviado el Sionismo a la papelera de la historia”.3 ¿Se reafirmará la cuestión judía a si misma después del segundo fracaso de los tiempos modernos en hallar una “solución final”?
Un repaso a las raíces del sionismo
Para comprender lo que ha sucedido, puede ser útil volver a las raíces del Sionismo e incluir las fuerzas exteriores al movimiento que influyeron en la evolución de las políticas judías. Es importante tener en cuenta el pasado para analizar el presente así como los proyectos de futuro. La memoria colectiva judía está contaminada por el discurso sionista. A este respecto, tomar el Holocausto como punto de referencia de la rica experiencia del pueblo judío no es suficiente. De entrada debe quedar claro que el Sionismo es sólo un intento entre otros, en los tiempos modernos, de resolver la cuestión judía que causa su situación específica en el contexto europeo. El esfuerzo por unificar los diferentes elementos del judaísmo tras el proyecto sionista fue una apuesta hecha a finales del siglo diecinueve que nunca cristalizó hasta después del Holocausto. El nacionalismo secular entre las poblaciones judías de Europa apareció paralelamente al surgimiento de ideologías nacionalistas en el continente después de la década de 1840. Pero las ideas del movimiento empezaron a recibir el apoyo de una base judía sólo como resultado del surgimiento del antisemitismo después de 1881. Aunque la población judía pobre y discriminada de Europa del Este era la más receptiva al mensaje de una nueva vida en Palestina, la mayoría sin embargo, intentó emigrar a Europa occidental, las Américas y Australia.
La composición sociológica en la gestación del movimiento sionista se caracterizó por una gran variedad: judíos religiosos, judíos no religiosos identificados no obstante con la tradición judía, y hebreos sin interés en el judaísmo pero aun así considerados como judíos por los gentiles. El denominador común, además de su ascendencia, era la manera en que eran vistos por los otros: es decir, el antisemitismo. Los judíos europeos estaban dispersos y pertenecían (de modo desigual) a ciertas capas sociales en algunos lugares y a unas diferentes en otros. Algunos estaban más integrados mientras que otros no lo estaban tanto. Algunos compartían una particularidad cultural, por ejemplo, los hebreo-hablantes de Europa oriental, y de la misma manera, los judíos de Europa estaban divididos en muchas corrientes ideológicas.4 Los vínculos del pueblo llano judío estaban bastante limitados por su entorno inmediato y situación.
El nacionalismo reclutó sus tropas de apoyo entre los judíos pobres y perseguidos de Europa del Este. A este respecto es útil recordar que los judíos integrados en Europa occidental no eran demasiado entusiastas ante la idea de ver inmigrantes judíos de Europa del Este en sus países. Esto era debido al desdén que la burguesía judía occidental sentía por estos trabajadores pobremente cualificados así como a la aprensión porque semejante influjo pudiese reforzar el antisemitismo latente.5
Bajo estas condiciones, era casi natural que el liderazgo del movimiento sionista tendiese a ser de intelectuales de clase media de Europa central y occidental que buscaban el apoyo de la grande bourgeoisie judía de Occidente la cual, de acuerdo con Maxime Rodinson, era “simplemente demasiado feliz para desviarse de Europa Occidental y América; una oleada de inmigrantes de clase inferior con extrañas características étnicas y tendencias revolucionarias ponían en peligro sus propias posibilidades de integración”.6
En los años de la formación del sionismo, la izquierda política judía estaba escindida entre partidarios y opositores del nacionalismo judío. Ambas tendencias reclamaban un marco de clase para dar legitimidad a sus posiciones.7 En el contexto de los debates, los sionistas de izquierdas pusieron el énfasis en la fuerza del elemento proletario judío y la ideología socialista del movimiento sionista, sugiriendo que bajo determinadas circunstancias la formación de su estado ideal podría contribuir a la lucha antiimperialista a escala mundial. En cuanto a la izquierda antisionista, enfatizaba (al igual que algunos oponentes de derechas al sionismo) el liderazgo burgués y capitalista del movimiento así como sus ataduras imperialistas.
Las diferentes corrientes que contribuyeron a la aparición del sionismo hacen difícil considerar el movimiento meramente como el producto de una clase específica de judíos. Su relación con el judaísmo es igual de complicada. El Sionismo trató de instrumentalizar la religión para servir a su interés político. Quiso mantener intacta la función social del judaísmo para unificar al pueblo judío, eliminando al mismo tiempo su contenido místico. Entre las corrientes seculares favorables a la reunificación de los judíos hubo proyectos de patrias en otros lugares distintos de Palestina. Theodor Herzl, autor de Der Judenstaat (El Estado de los judíos sería mejor traducción que El Estado judío) manifestó su interés personal acerca de una entidad judía en Argentina o en África. Los judíos religiosos ortodoxos estaban prevenidos contra las paradojas contenidas en el proyecto Sionista, el cual por una parte, abogaba por mantener la identidad religiosa, mientras por otra amenazaba su existencia sustituyendo la constante del mesianismo judío con la extraña doctrina del nacionalismo judío. Como formuló Yakov M. Rabkin, el dilema era que “mientras (el Sionismo) se autodefinía como una fuerza modernizadora contra el peso muerto de la tradición y la historia, idealizaba el pasado bíblico, manipulaba los símbolos originales de la religión y proponía convertir en realidad los sueños milenarios de los judíos. Pero sobre todo, el Sionismo propuso una nueva definición de lo que significa ser judío”.8
Aunque el movimiento sionista acompasaba diversas tendencias políticas y sociales – desde las clases trabajadoras de Europa del Este y Rusia hasta la integrada clase media y los profesionales de los países occidentales— el proyecto no habría sido capaz de fundirse sin los esfuerzos de los elementos judíos integrados en Occidente que buscaron el apoyo de diversas potencias imperialistas europeas y americanas, a pesar del postulado del sionismo político en torno a la incompatibilidad entre los judíos, especialmente los de Europa del Este, y las poblaciones cristianas. Proyectó la emigración a un territorio extra-europeo para establecer una nación de corte occidental. Como hizo notar Nathan Weinstock: “Semejante ideología sólo podía aparecer durante la época del imperialismo y debe situarse en la continuación de la expansión colonial europea”.9
Los líderes sionistas de aquellos días estaban muy atentos a que su movimiento no operase en un vacío geopolítico o en un ambiente cultural globalizado. Entre las divisiones que había dentro del movimiento, como entre secularismo y religión, o entre la ideología de la clase trabajadora y el liberalismo capitalista, es la disonancia entre las identidades occidental y oriental del pueblo judío la que persiste en la sociedad israelí moderna. Mientras que el sionista cultural, Martin Buber, consideraba a los judíos de Palestina como pertenecientes a la esfera de las culturas orientales y enfatizó los lazos históricos judíos con Oriente por tradiciones culturales y religiosas, Theodor Herzl, en contraste, se adhirió a una conceptualización eurocéntrica de la identidad del judaísmo. En esta perspectiva, ¡sólo importaban los judíos askenazíes! El punto crucial en la visión de Herzl de la condición judía en el contexto europeo y la visión mundial de una entidad judía en la era del imperialismo se basa en la suposición de que aunque el antisemitismo no podía ser derrotado en la sociedad cristiana, ¡el estado judío podía sin embargo convertirse en parte de la comunidad imperialista! Como un estratega realista, se dio cuenta de que era necesario considerar el interés de las grandes potencias en el proyecto de una entidad judía en Palestina. En su importante documento Der Judenstaat (1886), escrito antes de la caída del Imperio Otomano, Herzl afirma claramente cómo un estado judío estaría a favor de la gran potencia que promoviera la causa sionista: “Si Su Majestad el Sultán nos diera Palestina, tomaríamos la responsabilidad de poner completamente en orden las finanzas de Turquía. Para Europa podríamos representar parte de la barrera contra Asia; serviríamos como puesto de avanzada de la civilización contra la barbarie. Como estado neutral seguiríamos aliados con toda Europa, que a cambio tendría que garantizar nuestra existencia”.10
La interesante paradoja de esta postura, que cobró preeminencia en la Organización Sionista Mundial (WZO), era que asumía que aunque la judeofobia no podía derrotarse en el mundo occidental, estas mismas potencias podían movilizarse para resolver su propio problema judío interno aceptando el establecimiento de una patria para los judíos. Como señalaba Lenni Brenner: “La acomodación al antisemitismo –y su utilización pragmática con el propósito de lograr un estado judío— se convirtió en la principal estratagema del movimiento, y permaneció fiel a su concepción primigenia antes de y durante el Holocausto”.11 En consecuencia, mientras una corriente del Sionismo, representada por Martin Buber, esperaba que los judíos asimilasen sus raíces y se convirtieran en parte de Oriente Medio, la corriente principal del Sionismo, en contraste, adoptó una postura colonialista ante la población árabe de Palestina. En la visión mundial de Theodor Herzl, la solución a la cuestión judía en Europa solo podía comprenderse comprometiéndose con las potencias imperialistas y presentando el proyecto sionista como concordante con sus intereses. Con lo que más tarde se llamaría solidaridad con el tercer mundo, Buber se opuso al eurocentrismo de esta postura, y puede decirse que su comprensión de la problemática fue uno de los primeros ejemplos de políticas de identidad étnica.12
La aparición del nacionalismo judío estaba teniendo lugar durante un periodo dramático de la historia europea. E. J. Hobsbawm etiquetó la evolución del capitalismo durante el siglo diecinueve tanto de Era de la Revolución como de Era del Imperio. Es en este contexto de disrupción sociopolítica que acompañaba al proceso de modernidad, en el que las poblaciones judías se vieron inmersas en el torbellino de las políticas europeas. El antisemitismo era parte de la xenofobia general que se hizo patente en tiempos difíciles. En países como Francia y Alemania donde los judíos representaban una pequeña parte de la población, el antisemitismo se dirigió contra los banqueros, empresarios, y otros a quienes la gente sencilla identificaba con los estragos del capitalismo. Hobsbawm hace notar que el antagonismo contra los judíos adquirió una nueva dimensión con el aumento de la xenofobia en la ideología de la derecha nacionalista: “El antisemitismo, dijo entonces el líder socialista alemán Bebel, era ‘el socialismo de los idiotas’. Aun así lo que nos choca acerca del ascenso del antisemitismo político de finales de siglo no es tanto la ecuación ‘judío ≈ capitalista’, lo que no era inverosímil en gran parte de Europa oriental y central, sino su asociación con el nacionalismo del ala derecha”.13
El siglo veinte abrió una ventana de oportunidad para el Sionismo, y el compromiso de la WZO con las grandes potencias le dio una influencia sustancial hacia el final de la inter-imperialista Primera Guerra Mundial. Aunque muchos sionistas habían sido pro-alemanes, la organización había hecho esfuerzos principalmente en Gran Bretaña. Aunque no directamente relacionado con estos esfuerzos, el curso de la Guerra y los acontecimientos en Rusia, con la caída del Zar, cambió las fortunas del proyecto sionista. Las fuerzas socialistas entre los judíos de las clases trabajadoras de Rusia y de otras naciones europeas inclinaban sus simpatías hacia la Revolución Soviética y una cantidad de judíos vinieron a jugar un papel influyente en el nuevo régimen. Visto desde Londres, la WZO apareció como una herramienta útil en su estrategia diplomática para debilitar el impacto de la Revolución Soviética así como, de acuerdo con Lenni Brenner, en influir para que los judíos de EE.UU presionasen a Washington para que tomara parte en la guerra de Europa.14
La relación de mutuo interés entre la WZO y el imperialismo británico dio como resultado la notoria Declaración Balfour. Esta fue una carta que el Secretario de Exterior Arthur James Balfour escribió a su amigo Lord Lionel Walter Rotschild. En ese documento Balfour prometía que el gobierno británico se esforzaría en facilitar la consecución de un “hogar nacional para el pueblo judío” con el complicado anexo de que “no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político disfrutados por judíos en cualquier otro país”.15 La ambivalencia del documento puede explicarse como el resultado de la insistencia del ministro judío, Edwin Montagu, quien acusó al gobierno de antisemitismo por convertir implícitamente a los judíos británicos en “extraños y ajenos”. De hecho, la comunidad anglojudía se encontraba dividida en la época del proyecto sionista. Mientras los Samuel y los Rotschild estaban a favor del apoyo británico a la creación de una patria judía, las familias Cohen, Magnus, Montefiore y Montagu estaban en contra.
El argumento de los opositores integrados a la conceptualización sionista de la condición judía se basaba en la suposición de que la integración era posible y que los judíos debían esforzarse en lograrla. En mayo de 1917, un comité publicó una carta en el London Times, en nombre de las principales organizaciones anglojudías, diciendo explícitamente que los judíos emancipados no tenían otra aspiración nacional distinta que la de ser británicos. Además el comité consideraba que el establecimiento de una nación judía en Palestina basado en la presunción del desamparo judío “tendría el efecto de mostrar a los judíos como extraños en sus países de nacimiento”.
Pero, la disputa sobre el caso no se quedó en un mero asunto entre las facciones sionista y no sionista dentro de la comunidad judía británica. De no haber participado otros actores hay pocas dudas acerca de que los judíos antisionistas hubieran podido ganar. Pero como afirmó Chaim Bermant “Había que tener en cuenta a los gentiles sionistas y ellos fueron los ganadores”.16
Sin embargo aplacar las presiones sionistas no era el interés primario del imperialismo británico en aquel tiempo. La ocasión de la Declaración Balfour es interesante desde el momento en que tuvo lugar hacia el final de la Primera Guerra Mundial y la disolución del Imperio Otomano. En ese momento Inglaterra estaba en proceso de posicionarse y redefinir con Francia el mapa de Oriente Medio. Estas dos potencias acabaron definiendo las fronteras de Palestina. Sin embargo, la élite política británica tenía que conciliar su compromiso en el establecimiento de un estado judío con su conocimiento de los intereses del movimiento nacionalista árabe para no defraudar las expectativas árabes en cuanto a Palestina en la nueva geopolítica de la región.
La amenaza de la Revolución de Octubre
Pero había otro desafío importante enfrentándose al imperialismo británico que afectó a su estrategia hacia el Sionismo durante este periodo. En 1917 estaba teniendo lugar una importante transformación política en Rusia. La Revolución de Febrero terminó con la abdicación del Zar Nicolás II, el colapso de la Rusia Imperial, la exigencia popular de paz con Alemania, y el fin de la dinastía Romanov. El gobierno provisional de Alexander Kerensky era una alianza entre fuerzas liberales y socialistas que esperaba reformar el sistema. Su fracaso, que condujo a la Revolución de Octubre, significó un cambio en la estructura sociopolítica de Rusia y supuso una amenaza para el sistema capitalista mundial. Esta era al menos la percepción en los círculos políticos de Londres. La elite política británica se opuso a la intención de los bolcheviques de sacara a Rusia de la guerra, lo que podría haber reforzado a los alemanes en el frente occidental. Pero aún más importante era el temor de que triunfase una revolución socialista que se extendiera por Europa debido en parte a la impopularidad del baño de sangre interimperialista. De hecho, la Primera Guerra Mundial terminó en 1918 a la sombra de la Revolución Rusa. La paz sin embargo no impidió una intervención militar aliada en la subsiguiente guerra civil rusa del lado de los Blancos contra los Rojos. El coordinador de este esfuerzo fue el joven Winston S. Churchill, entonces ministro de defensa del gobierno británico.17
La carta Balfour debe ser vista en este contexto. La población judía de Europa estaba dividida entre diferentes clases y diferentes filiaciones ideológicas y aspiraciones. Pero el intento del Sionismo de imponer límites nacionalistas a la identidad judía no era fácilmente aceptado. El Yiddishe Arbeiter Bund, el partido socialista judío más popular, era militantemente antisionista.18 Generalmente, la clase trabajadora judía se sentía atraída por las ideas del socialismo y algunos judíos jugaron un papel influyente en la Revolución Bolchevique. Bajo estas condiciones, el apoyo británico al Sionismo en aquel tiempo podría ser interpretado como un intento de debilitar el experimento soviético desde el principio desligando a los judíos del socialismo universalista. La proyección de una “conspiración judeocomunista” se convirtió en el elemento justificativo tras la estrategia británica así como de la posterior visión Nazi del mundo. Ambas posturas estaban basadas en un antisemitismo político implícito ¡y paradójicamente no en oposición a los principios fundadores del Sionismo!
En un interesante artículo publicado en el Illustrated Sunday Herald en 1920, Winston Churchill aclaraba la estrategia británica de ayudar al Sionismo al tiempo que surgía el espectro de la judeofobia. Bajo el título “Sionismo versus Bolchevismo – La lucha por el espíritu del pueblo judío”, el artículo distinguía entre “judíos buenos y malos". Los judíos buenos eran los “judíos nacionales” que estaban integrados en su país, practicantes de la fe judía, como era el caso en Inglaterra. Los judíos nacionales rusos que promovieron el desarrollo del capitalismo durante el régimen zarista también pertenecían a la categoría de “judíos buenos”. Los malvados son los “judíos internacionales” que pertenecen a una siniestra confederación atea y “han abandonado la fe de sus antepasados, y apartado de su mente toda esperanza espiritual en el otro mundo”. De acuerdo con Churchill, esta corriente incluía a Karl Marx, Leon Trotsky, Bela Kun, Rosa Luxemburgo, y Emma Goldman. Se decía que algunos de estos judíos internacionales malos habían jugado una parte importante en la creación del Bolchevismo y el advenimiento de la Revolución Rusa. En consecuencia, lo importante para el Sionismo era “promover y desarrollar cualquier movimiento marcadamente judío que conduzca directamente lejos de estas fatales asociaciones”. De acuerdo con esta línea de pensamiento, el Sionismo ofrecía así una tercera concepción política de “la raza judía”. En palabras de Churchill: “En claro contraste con el comunismo internacional, le muestra al judío una idea eminentemente de carácter nacional”. Incluso aunque no pudiese dar cabida a toda la población judía, la creación de un estado judío bajo la protección de la corona británica sería un evento que podría ser beneficioso y estaría en armonía con “los intereses más genuinos del Imperio Británico”.19
El anticomunismo de Churchill y la instrumentalización del Sionismo político para debilitar las aspiraciones socialistas de los judíos eran esfuerzos que no estaban libres de contradicciones. En la cuestión judía, el Bolchevismo de aquel tiempo se había opuesto al Sionismo en el frente ideológico y al antisemitismo a nivel político. En contraste, el imperialismo británico promovía el Sionismo en contra del Bolchevismo a la vez que apoyaba a los elementos de los Guardias Blancos en la guerra civil rusa, que tenían una larga tradición de antisemitismo y pogromes. Durante la guerra civil, las fuerzas antibolcheviques mataron a al menos 60.000 judíos.20 Otra dificultad para el imperialismo británico en Oriente Medio era que no podía actuar abiertamente en favor de la creación de un estado judío sin despertar la oposición árabe a los intereses del imperio.
Lo que logró este discurso prosionista fue sin embargo hacer ideológicamente aceptable el antisemitismo en términos sociales y políticos. Más sofisticado que los “Protocolos de los Mayores de Zion”, cuya inspiración retrocedía a los tiempos de la Revolución Francesa a finales del siglo dieciocho cuando los círculos reaccionarios franceses denunciaron una mano judía en aquel suceso histórico, Churchill repetía no obstante el bulo de una conspiración judía internacional. Semejante mito había seguido vivo en la Europa del siglo diecinueve, en países como Alemania y Polonia. La sofisticación tras el enfoque de Churchill era que su antisemitismo se basaba en un análisis clasista de la cuestión judía, ¡como muestra la diferenciación entre los “judíos buenos” (capitalistas integrados y sionistas) y los “judíos malos” (socialistas)!
En consecuencia, lejos de devolver a su lámpara al genio del antisemitismo moderno, el fenómeno se movilizaba ahora en la cruzada contra el socialismo y a favor del sionismo político. En lo que concierne al antisemitismo de aquel tiempo, acabó basándose en la noción de que los judíos ¡habían inventado el socialismo y el Bolchevismo con la intención de asumir el poder sobre los desamparados goyim (gentiles)! En el caso del antisemitismo continental, el postulado de un conglomerado judeosocialista coexistía con la visión de que los banqueros judíos controlaban el mundo. Mientras la postura de Churchill sobre la cuestión judía estaba basada en el odio de clase hacia los judíos socialistas, el antisemitismo de Adolf Hitler era más patológico. Como dijo en una frase del Mein Kampf citada a menudo: “Si, con la ayuda de su credo marxista, los judíos triunfan sobre los pueblos del mundo, entonces su corona será la corona funeraria de la humanidad”.
A pesar del antisemitismo primordial de Adolf Hitler y el proyecto de aniquilación de los judíos europeos, una faceta menos conocida del Holocausto es que había una implícita simpatía nazi por el proyecto sionista y paradójicamente un acuerdo con el axioma del sionismo en cuanto a la incompatibilidad de judaísmo y ciudadanía alemana. El eslogan “Juden raus!” y “¡Kikes a Palestina!” que estaban en boga en Europa en aquel tiempo reforzaban el mensaje sionista. Lenni Brenner en un capítulo de la relación nazismo-sionismo hace referencia a un dirigente político nazi de Bavaria que apostilló “que la mejor solución a la cuestión judía, para judíos y gentiles por igual, era la patria nacional palestina”.21 El objetivo original del nazismo había sido hacer a Alemania “Judenfrei“ lo que se extrapoló al resto de Europa. En principio ello no suponía el exterminio del pueblo judío. Los nazis habían planeado el proyecto de un “principado judío” en el centro de Polonia como una forma de reserva para los judíos alemanes. Tras la derrota de Francia, Adolf Eichmann trabajó un año entero en un proyecto para convertir la colonia francesa de Madagascar en un “principado judío” para los judíos europeos.22
En la recién nacida Unión Soviética—con la mayor concentración de judíos del mundo en aquel tiempo (cinco millones) —la cuestión judía requirió la atención inmediata del nuevo régimen por las condiciones específicas de los judíos en Rusia por una parte, y de otra por las presiones del Sionismo. En tiempos del Zarismo, la actividad económica tradicional de la mayoría de judíos se había concentrado en el comercio y la pequeña artesanía. Políticamente, y al contrario que otras minorías, los judíos no reclamaban una nacionalidad. Estaban dispersos entre las entidades nacionales y hablaban en yiddish. Como si se tratase de un principio de doctrina, el régimen soviético desde el principio combatió las manifestaciones de antisemitismo en una sociedad ya infectada por el virus, atrayendo así a los intelectuales judíos hacia el Partido Comunista. Mientras la Nueva Política Económica estuvo vigente, tras las penurias de las intervenciones extranjeras y la política económica del “comunismo de guerra”, la pequeña burguesía política se aprovechó de la reaparición del sector privado y consolidó su posición económica.
No obstante, esto junto con el empleo de judíos en la administración, avivó el antisemitismo entre los rusos de todas las nacionalidades. El nuevo régimen se encontró a sí mismo rodeado por el antisemitismo residual, y a veces virulento, de la sociedad rusa, por la necesidad de encontrar una solución socioeconómica y política a la situación de los judíos, la necesidad de desarrollo de las regiones remotas y económicamente atrasadas, la presión del Sionismo, y por último y no menos importante por su propia comprensión teórica de la cuestión nacional. En El Marxismo y la Cuestión Nacional (1913), Stalin, que tras la revolución se había convertido en Comisario Popular de Asuntos Nacionales, formuló la idea de que para ser calificada de nación, una minoría nacional debía estar caracterizada por una cultura específica, un idioma, y un territorio común. Por supuesto la última característica no se correspondía con los judíos de Rusia ya que vivían dispersos a lo largo del territorio. No obstante, eran identificados como una nacionalidad. Para desarrollar las regiones del Lejano Oriente y para paliar la ofensiva del Sionismo político por una patria, se lanzó una alternativa soviética al proyecto sionista en 1928, cuando Birobidzhan fue apartado de la colonización judía. En 1934, la región autónoma era proclamada como patria judía con una floreciente cultura yiddish. Como dijo Nathan Weinstock, este sustituto de Palestina tenía probablemente la intención de apartar a los judíos soviéticos de Palestina y de su lealtad al Sionismo político. Pero de hecho elevar la identidad de los judíos al estatus de nacionalidad no podía sino ser beneficioso para la construcción ideológica y el proyecto político sionistas. Contrarestar el sueño de un “Eretz Israel” (Tierra de Israel) con un “Ersatz Israel” (Sustituto de Israel),23 aunque una solución defensiva y pragmática a la cuestión judía rusa, supuso en última instancia reforzar los fundamentos ideológicos del nacionalismo judío.
Mucho se ha escrito sobre la persistencia del antisemitismo en la sociedad soviética así como en las luchas políticas internas del Partido Comunista de la Unión Soviética, pero el judaísmo occidental no ha prestado atención al hecho de que en los años 1935-43, fue el “Imperio del Mal” quien vino a dar cobijo a la mayoría de los judíos europeos que huían del genocidio nazi. Mientras Estados Unidos e Inglaterra permitieron sólo el 6,6 por ciento y el 1,9 por ciento de inmigrantes judíos respectivamente, el 75,3 por ciento de los refugiados judíos de Europa, que se acercan a los dos millones, encontraron refugio en la Unión Soviética.24
La tarea del nacionalismo judío como una construcción ideológica y política del Sionismo implicaba la remodelación de la psique de los judíos europeos en una (¿falsa?) conciencia de singularidad. Para hacer esto, la diversidad de experiencias de los judíos en la Diáspora se consideró de menor importancia que la presunta permanencia de la judeofobia, la cual llegó a su culmen en Europa con el Holocausto. El Sionismo era por supuesto un proyecto de los judíos europeos que para legitimar su reconocimiento debía aplicarse a la situación de judíos con experiencias históricas diversas. Incluso en el estado sionista, la dominación Askenazí ha sido evidente desde el principio. Como afirmó Ella Shohat: “Dentro de Israel, y en el escenario de la opinión mundial, la voz hegemónica de Israel ha sido casi invariablemente la de los judíos europeos, los Askenazíes, mientras que la voz Sefardí/Mizrahí (judíos orientales/árabes) ha sido en gran medida velada o silenciada”.25 Merece la pena señalar que aunque la situación de los judíos árabes no fuera idílica, los Sefardíes vivían, en términos generales, cómodamente dentro de la sociedad árabe-musulmana. Según Ella Shohat durante el año de la formación del Sionismo político, los judíos Sefardíes eran bastante indiferentes al respecto. En algunos casos, los líderes religiosos judeoárabes denunciaron el Sionismo protestando contra la Declaración Balfour. En su fase temprana, el movimiento árabe en Palestina y Siria distinguió cuidadosamente entre los inmigrantes sionistas y la población judía local (mayoritariamente Sefardí) que vivía pacíficamente con sus vecinos.26
En medio de la descolonización y del recrudecimiento de las luchas de liberación nacionales, la aparición en Oriente Medio de la nueva nación euro-israelí—cuya elite política se identificaba con Occidente—no podía dejar de influir en las políticas árabes. Las luchas antiimperialistas en estos países fueron desviadas en la dirección de hacer política en función de la relación o antagonismo hacia Israel. Como dijo Paul Sweezy tras la guerra de 1967 entre Israel y sus vecinos árabes: “El resultado de concentrar la lucha contra los actores locales en la alianza imperialista Israelí resulta ser lo contrario de lo que se pretendía: mantiene dividido al mundo árabe y lo debilita, a la vez que refuerza la garra del imperialismo”.
Implícitamente venía a decir que era una trampa que los árabes debían evitar.27 Esta reflexión es interesante hasta el punto de que muestra la comprensión del conflicto árabe-israelí que existía entre las fuerzas progresistas de Occidente en aquel tiempo. El consejo de que los progresistas árabes deberían tratar de acentuar las divisiones en la sociedad israelí buscando campos comunes con elementos del proletariado israelí, que comprende a la mayoría de los judíos provenientes de Asia y África, asignaba la responsabilidad de la madurez política a la parte árabe. Los judíos socialistas en la Diáspora mantuvieron una unilateralidad aún más acentuada. Esto se ejemplifica en un segundo comentario editorial del mismo ejemplar de Monthly Review, cuando Leo Huberman fue un paso más allá al escribir que: “Los socialistas árabes deberían mirar a su objetivo real—si van a tomar parte en una ‘guerra santa’ deberían dirigir esa guerra contra el enemigo número uno que no es Israel sino el feudalismo y el imperialismo”.28
El proto-fascismo de Israel
No fue hasta décadas después de la guerra preventiva del ejército israelí en 1967 que la Nakba (“catástrofe”) palestina recibió la atención o la simpatía del mundo occidental. Con la derrota de los ejércitos árabes y la conquista de Cisjordania y Gaza, la cultura política dominante de Israel tomó la forma de un proto-fascismo. Desconocida hasta el momento, una sensación de invencibilidad vino a permear los fundamentos ideológicos de la sociedad israelí y a hacer que la Diáspora prosionista pasara a considerar al Sionismo “real” como un derecho político. Como afirmaba un académico israelí: “Con la victoria aérea de 1967 y la ocupación de Cisjordania y Gaza, la expansión repentina de las fronteras de Israel dio lugar a una erosión más rápida de los valores socialistas y humanistas que fueron una vez el distintivo del Sionismo obrero”. Con la euforia hubo poca resistencia a “el nuevo y dinámico movimiento de un Gran Israel, que buscó convertir la conquista más reciente de Israel en una parte integral del país”.29 En este clima político la empatía con los palestinos entre los israelíes y los judíos de la Diáspora estaba a su nivel mínimo.
A pesar de lo cual, surgió una crítica radical desde el interior de la sociedad israelí. Un grupo de intelectuales y académicos empezó a reinterpretar el nacimiento de Israel reconociendo la limpieza étnica que acompañó a la imposición del estado judío sobre la población árabe-palestina. Esto sacó a la luz el aspecto más desagradable del Sionismo—el pecado original de Israel. Estos historiadores revisionistas y sociólogos críticos encapsulados bajo la denominación de “postsionistas” cuestionaron la narración oficial acerca de la formación del estado y desafiaron la comprensión aceptada de los orígenes del conflicto árabe-israelí. Al hacer esto se puso en tela de juicio el monopolio sionista sobre la historiografía y las suposiciones ideológicas.30 Rehabilitando a la identidad palestina como un pueblo y como víctimas históricas, el “postsionismo” hizo posible analizar la estrategia israelí en términos de un “politicidio” perpetrado sobre las poblaciones árabes con la intención de disolver al pueblo palestino como “entidad económica, social y política”.31 El eslogan sionista de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”, que había reducido a los árabes palestinos a un estatus de no existencia, demostraba ahora haber sido un mito, haciendo visible la “miopía moral” del Sionismo.32
La Intifada en los territorios ocupados contra las fuerzas armadas israelíes hizo más concreta la presencia del pueblo palestino. En consonancia con la cuestión judía en general y con el conflicto palestino-israelí en particular ha habido y hay aún un dilema para la opinión progresista en Occidente. Al tiempo que se reconoce que las políticas árabes y su cultura política se vieron afectadas por la intrusión del estado judío en la región y su alianza con los Estados Unidos, no se dio la misma consideración a la transformación de la cultura política judía, tanto en Israel como en la Diáspora, como resultado de la creación del estado sionista y su relación de patrón-cliente con los Estados Unidos. Los judíos proisraelíes de todas las corrientes políticas han sido embaucados por el discurso ideológico del Sionismo, que ha saludado la existencia del estado judío como garante de la seguridad de los judíos en todo el mundo.
Habiendo capturado las “alturas superiores” de la moralidad usurpando el manto del victimismo del judaísmo europeo, el estado sionista, en un raro ejemplo de chutzpah (“audacia” o también “insolencia”) transformó la experiencia del Holocausto en capital político. En este contexto es interesante observar que el Holocausto no se convirtió en un punto universal de referencia hasta pasada la década de 1960. El motivo de la demora tiene que ver con la convergencia de corrientes estratégicas e ideológicas en el periodo de posguerra. Tras la derrota de la Alemania nazi, la coalición antifascista dio lugar a la Guerra Fría entre el Este y el Oeste. La cuestión alemana jugó un papel central en el establecimiento del sistema de alianzas occidentales bajo el liderazgo de los Estados Unidos. Bajo estas condiciones había poco interés por parte de la política exterior de EE.UU y del mismo gobierno de EE.UU de alejar a Alemania de la responsabilidad Nazi en el exterminio de los judíos europeos. Además, mirar de cerca el Holocausto nos revela el provecho de las industrias de EE.UU al armar la maquinaria de guerra de Hitler. En lo que concierne a la élite judía americana, dio su aquiescencia al silencio público sobre este crimen monstruoso y aceptó la política de EE.UU de rearmar a una Alemania apenas desnazificada. Motivado tal vez por el interés en no reactivar el antisemitismo americano poniendo en riesgo su mejorada situación, el judaísmo de EE.UU siguió una estrategia oportunista.33
En el caso de Israel, la cuestión del Shoah (“el Holocausto”) reflejó la compleja relación de la ideología sionista hacia los judíos no israelíes. El exterminio de los judíos europeos legitimó la causa del Sionismo, hasta el punto de que el Holocausto confirmó que los judíos no podían sobrevivir y prosperar en la Diáspora y que la integración y la asimilación en estas naciones era una ilusión. Al mismo tiempo, había un sentimiento ampliamente extendido entre los israelíes tras la Segunda Guerra Mundial de que los judíos europeos eran culpables de su destino, por no haber recurrido a la resistencia armada. En contraste, los israelíes se vieron a sí mismos rechazando el pasado y creando una nueva clase de judío, capaz de defender a su pueblo y al estado judío.34 A medida que evolucionó el enfoque sobre el Holocausto, se hizo visible la transformación de la lucha por un Israel seguro en una de expansión y de Estado conquistador. El paradigma del Shoah se hizo útil para recordar a la opinión pública lo justificable de la creación de un estado judío y para desviar las críticas hacia las políticas israelíes, especialmente en los territorios ocupados de Palestina.
El discurso del Holocausto, sin embargo, era más importante en la Diáspora que en el propio Israel e introdujo un elemento de confusión en las filas de los políticos progresistas. Los sesenta habían sido una década de activismo juvenil en Occidente que había incluido la dirección de algunos participantes judíos. Muchos activistas antiimperialistas judíos en la Diáspora se vieron desequilibrados por el descubrimiento de que Israel, como encarnación del victimismo del pueblo judío, podía ser capaz de victimizar a otro pueblo y de seguir una política exterior a favor del imperialismo de EE.UU. En los términos de Churchill, los “judíos malos” (internacionalistas y antiimperialistas) se acabaron convirtiendo en “judíos buenos” (prosionistas y bien establecidos en Occidente). ¡Algunos de ellos se convirtieron en figuras clave del neoconservadurismo!
La desesperación con la que el paradigma del Holocausto es proyectado por los dirigentes políticos del Sionismo moderno y de Occidente (en especial EE.UU) no es kosher. El intento de adelantarse a las críticas a la política y estrategia de Israel y EE.UU en Oriente Medio difícilmente será viable a largo plazo. Además de la disidencia hacia la ideología dominante en Israel, el éxito del Sionismo en establecer un estado capitalista judío moderno contiene la semilla de su propio “post-Sionismo” social. Desde una proyección inicial de social-nacionalismo pionero, en los últimos años la sociedad israelí parece estar afectada por una crisis de identidad y material acentuada por la implementación del neoliberalismo. De haber sido inicialmente una de las sociedades occidentales más igualitarias, la sociedad israelí se ha convertido desde los años 80 en una de las más desiguales. El índice de pobreza en Israel es uno de los más elevados de los países capitalistas avanzados con aproximadamente el 22 por ciento de la población viviendo por debajo del umbral de pobreza.35 Los pronósticos socioeconómicos son sombríos para un número considerable de israelíes y esta crisis que se filtra se traduce en una crisis de identidad para la generación nacida en Israel que no sintoniza con el judaísmo. “Es ideológicamente indiferente, secular, pequeñoburguesa en su estilo de vida y en su visión general, apática respecto del mundo judío, e interesada solamente en su autosatisfacción”.36
El disidente político israelí Avraham Burg, antiguo portavoz del Knesset (Parlamento israelí), teme que el experimento sionista lleve al estado judío a la tragedia. Sin haberse convertido en antisionista, siente sin embargo que los principios originales del Sionismo y los valores de la declaración de independencia han sido traicionados y que Israel se ha transformado en un estado colonialista liderado por una camarilla corrupta de forajidos. En una entrevista en el periódico israelí Yediot Aharonot en 2003, prevé un futuro sombrío para el proyecto sionista: “El fin del Sionismo está a las puertas… es posible que sobreviva el estado judío, pero será otra clase de estado, alarmante por ser ajeno a nuestros valores”.37
Notas
1. John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt, El loby israelí y la política exterior de EE.UU— (New York: Farrar, Strauss and Giroux, 2007). Los autores del artículo escribieron un artículo sobre el mismo asunto que no pudo encontrar una editorial en EE.UU que lo quisiera publicar. Fue publicado en el London Review of Books 28, no. 26 (26 de marzo de 2003) con el título “The Israel Lobby.”
2. Donald Macintyre, “Bush aclama a Israel como ‘el pueblo elegido’ pero ignora a los palestinos en el día de ‘la catástrofe’” — The Independent, 16 de mayo de 2008.
3. Tony Karon, “Israel tiene 60 [años], el Sionismo ha muerto, ¿ahora qué?”
4. Ver Maxime Rodinson, Culto, gueto y estado— (London: Al Saqi Books, 1983), 144.
5. Ver Nathan Weinstock, Le pain de misère—Histoire du mouvement ouvrier juif en Europe, Volume II L’Europe centrale et occidentale jusqu’en 1914 (Paris: Editions La Découverte, 1984). V
6. Rodinson, Cult, Ghetto and State, 145.
7. Rodinson ironiza acerca de este tipo de análisis escribiendo que era “de acuerdo con el dogmatismo marxista” 144.
8. Yakov M. Rabkin, Una amenaza desde el interior— (London: Zed Books, 2006), 22.
9. Nathan Weinstock, Le zionisme contre Israel (Paris: Francois Maspéro, 1969), 44.
10. Theodor Herzl, El estado judío— (Northvale, NJ: Jason Aronson, 1997), 148–49.
11. Lenni Brenner, El Sionismo en la era de los dictadores— (Westport, CT: Lawrence Hill, 1983), 1.
12. Para una discusión sobre los dos enfoques ver: Nina Berman, “Pensamientos sobre el Sionismo en el contexto de las relaciones Alemania-Oriente Medio” — Comparative Studies of South Asia, Africa and the Middle East 24 (2004): 133–44.
13. E. J. Hobsbawm, La era del Imperio— 1875–1914 (London: Abacus, 1995), 158–59.
14. Brenner, Zionism, 10. Esta opinión es interesante en el contexto de la presente discusión acerca del poder del loby israelí en Washington, que es quien supuestamente determina la política de EE.UU en Oriente Medio (ver pie de página 1). No tengo pruebas que mostrar en contra, pero dudo mucho que Washington haya seguido el consejo de una organización judía para determinar su política y estrategia. Los intereses nacionales de EE.UU son en mi opinión el elemento determinante tras la decisión de entrar en la Segunda Guerra Mundial.
15. Walter Laqueur, El lector israeloárabe— (Middlesex, England: Penguin Books, 1970), 36.
16. Chaim Bermant, Los primos— (London: Macmillan, 1971), 260.
17. El inicio de la Guerra Fría puede datarse a partir de los sucesos que tuvieron lugar en aquel momento. Ver D. F. Fleming, La Guerra Fría y sus orígenes—, 1917-1950, vol. I (Garden City, NY: Double Day & Company, 1961).
18. Tony Karon, “Hay una Glasnost judía llegando a América?” September 14, 2007.
19. Winston S. Churchill, Zionism versus Bolshevism.
20. Brenner, Zionism, 10.
21. Brenner, Zionism, capítulo 7, p. 83.
22. Zygmunt Bauman, La modernidad y el Holocausto—, (Cambridge, UK: Polity Press, 1989), 15–16.
23. Weinstock, Le zionisme contre Israel, 31.
24. Weinstock, Le zionisme contre Israel, 146
25. Ella Shohat, “Sephardim in Israel,” de Adam Shatz, ed., El paria de los profetas—— (New York: Nation Books, 2004), 278.
26. Shohat, “El sefardismo en Israel— 290.
27. Paul M. Sweezy, “Israel e imperialismo— Monthly Review (octubre 1967): 5.
28. Leo Huberman, “Israel no es el enemigo principal— Monthly Review (October 1967): 9.
29. Simha Flapan, “El nacimiento de Israel y la destrucción de Palestina— de Shatz, ed., Prophets Outcast, 138.
30. Herbert C. Kelman, “Israel en la transición del Sionismo al postsionismo— The Annals of the American Academy (January 1998): 47.
31. Baruch Kimmerling, “Politicidio— Manière de voir, no. 98 (April–Mai 2008): 57–58.
32. I. F. Stone, “Guerra Santa— de Schatz, ed., Prophets Outcast, ver pie de página 24.
33. Norman G. Finkelstein, La industria del Holocausto— (London: Verso, 2000), 11–16.
34. Tony Judt, “Trop de Shoa, tue la Shoa,” Le Monde diplomatique, June 2008.
35. “Hunger in Israel”.
36. Sammy Smooha, “Implicaciones de la transición a la paz para la sociedad israelí— The Annals (January 1998): 33.
37. Quoted by Eric Rouleau, “L’autre judaisme d’Avraham Burg,” Le Monde diplomatique, May 2008, 27.
Jacques Hersh es profesor emérito de la Universidad de Aalborg, Dinamarca y ex director del Centro de Investigación sobre Desarrollo y Relaciones Internacionales. Este artículo fue publicado inicialmente en Monthly Review en el mes de junio y enviado corregido para el CEPRID.
Traducción para el CEPRID de Manuel Gancedo Florín
http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article611
sábado, 17 de octubre de 2009
Verdades inconvenientes acerca del Sionismo ‘realmente existente’
¿Por qué miente Felipe González sobre Marruecos y el Sahara Occidental?
17-10-2009
Carlos Ruiz Miguel
Desde el Atlántico (Blog)
Felipe González Márquez miente. El 26 de septiembre de este año Felipe González realizó unas declaraciones sobre el Sahara Occidental y Marruecos, afortunadamente grabadas en video, que no pueden calificarse como "errores" o "equivocaciones". Son mentiras. Siendo como es notoria la animadversión entre Felipe González Márquez y José Luis Rodríguez Zapatero, conviene preguntarse por qué Rodríguez Zapatero ejecuta la política de su odiado González en relación con el Sahara y Marruecos. Una política basada en mentiras. Demostración.
Felipe González estuvo el 14 de noviembre de 1976 en los campamentos saharauis de Tinduf. Allí, dijo estas palabras, que se pueden escuchar en este video (00:45 a ). Allí dijo, entre otras cosas, esto:
- "el pueblo saharaui va a vencer no sólo porque tiene la razón, sino porque tiene la voluntad de luchar por su libertad" (1:02 a 1:14) - "la mayor parte del pueblo español, lo más noble, lo más bueno del pueblo español es solidario con vuestra lucha" (1:16 a 1:26). - "como parte del pueblo español, sentimos vergüenza que (sic) el gobierno no haya sólo hecho una mala colonización, sino una peor descolonización entregándoos en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y el de Mauritania" (1:36 a 1:53). - "sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. No prometeros algo (sic), sino comprometerme con la historia: nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final" (2:35 a 2:51)
Han pasado 33 años. Sería injusto decir que Felipe González acaba de cambiar, pero no me consta que existiera un documento similar al anterior recogiendo sus posiciones actuales. En su blog, imprescindible para conocer la realidad del Marruecos "profundo", Luis de Vega reproduce el video de una intervención de Felipe González hace apenas unos días, el 28 de septiembre, en el salón de actos de Caixaforum en Madrid en un debate dentro del ciclo "En la frontera: diálogos de un mundo que cambia". En dicho video (también disponible en esta dirección), Felipe González ha dicho esto:
1º. "no sé donde está la expoliación de recursos que está arruinando el Sahara, porque realmente no hay actividad económica en el Sahara. No, no hay nada. Dice bueno, la que hay es absolutamente marginal respecto de las riquezas subyacentes del Sahara (...) no hay expoliación de recursos porque no hay ninguna actividad económica. Pues no" (1:19 a 1:36 y 3:54 a 3:58)
2º. "Marruecos, que es un país por el que siento simpatía, y no le debo nada a Marruecos, nada, en contra de las tonterías que dicen por ahí" (1:37 a 1:46)
3º. "El país con mayor espacio de libertades que conozco del mundo árabe se llama Marruecos... incluidas las autoridades del Sahara Occidental" (1:51 a 1:58 y 2:16 a 2:21)
4º. "con lo que estoy totalmente de acuerdo: una fuerte autonomía saharaui que les permitiera ser algo que muchos de ellos no saben, lo que históricamente fueron, pero que nadie lo ha puesto de manifiesto. Históricamente fueron una parte de ese Magreb (...) con derechos especiales en la relación con el sultanato de Marruecos" (5:08 a 5:33)
No se trata de incoherencia. No se trata de que ahora (en realidad desde mediados de los ochenta) Felipe González diga lo contrario de lo que dijo en 1976 en Tinduf. No se trata de ignorancia. No se trata de que Felipe González desconozca la cuestión del Sahara o la realidad marroquí. Aquí el problema no es de coherencia o incoherencia ni de ignorancia o sabiduría. El problema es de verdad o mentira. Y Felipe González miente. Demostración.
1º. Sí hay actividad económica en el Sahara. Felipe González sabe, perfectamente, que en el Sahara Occidental se explotan fosfatos y pesca mayormente. Fosfatos. En el Sahara Occidental, Marruecos sigue extrayendo los fosfatos de Bu Craa. Y los fosfatos tienen un precio elevadísimo. El periodista noruego Erik Hagen ha examinado esto para llegar a la siguiente conclusión:
Los ingresos anuales para Marruecos de los fosfatos de Bucraa en 2008 ascenderían a cerca de 1700 millones de dólares
Pesca. En las costas del Sahara Occidental, Marruecos sigue extrayendo pesca. Porque Felipe González sabe que hay mucha más pesca en el Sahara que en Marruecos. Si lo sabrá él, que firmó con Marruecos un acuerdo de pesca en 1983.... Felipe González sabe que en el año 2006 entró en vigor un nuevo acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos en virtud del cual
La UE pagará a Rabat una compensación financiera de 144 millones de euros para todo el periodo.
2º. Sí hay expoliación. Desde el momento en que el dinero que se obtiene de las riquezas saharauis se lo queda Marruecos, parece que no hay duda en que hay expoliación. Esto es lo que dice el ex-subsecretario general de la ONU, Hans Corell:
Como es de sobra conocido, la Comisión Europea firmó un Acuerdo de Asociación Pesquero con Marruecos en mayo de 2006 que se aplica a las «zonas de pesca marroquíes», lo cual quiere decir, las aguas bajo «soberanía o jurisdicción del reino de Marruecos» (artículo 2). Supongo que la expresión «o jurisdicción», que también se incluye en otros acuerdos firmados por la Comisión, se refiere a la Zona Económica Exclusiva Marroquí, pero es obvio que también se usa para indicar las aguas pertenecientes al Sáhara Occidental, pues en ninguna circunstancia se hace distinción alguna en relación a las aguas adyacentes del Sáhara Occidental. (...) En todas las circunstancias hubiera pensado que resultaba obvio que un acuerdo de este tipo, que no hace distinción alguna entre las aguas que bañan el Sáhara Occidental y las aguas del territorio de Marruecos, viola el derecho internacional.
3º. Felipe sí debe cosas a Marruecos. Sin ir más lejos, Luis de Vega recoge en su blog que alguien tuvo que dar "el visto bueno para levantar un chalé a pie de playa junto al lujoso hotel Le Mirage de su admirada Tánger". Pero el asunto es más grave. Cuando Felipe González hizo gestiones ante el Gobierno de Colombia para que retirara el reconocimiento de la RASD, ¿cobró dinero de Marruecos o lo hizo desinteresadamente? Cuando Felipe González hizo gestiones ante el gobierno de Chile para que no reconociera a la RASD ¿cobró dinero de Marruecos o lo hizo desinteresadamente? Cuando Felipe González intervino ante la FIFA para defender la candidatura de Marruecos para el mundial de Fútbol de 2010, ¿cobró dinero de Marruecos o lo hizo desinteresadamente?
4º. Marruecos no es el país árabe con mayor espacio de libertades. Felipe González ha viajado mucho. Conoce el Oriente Medio. De hecho fue con su gobierno cuando se organizó la Conferencia de Madrid para la paz en aquella región. Sabe perfectamente, por tanto, que es Líbano el país con mayor espacio de libertad. Pero si se excluye a Líbano, no ignora que en Jordania, por ejemplo, existe un espacio de libertad mayor que en Marruecos. Felipe González no es muy religioso, pero sabe que la situación de la libertad religiosa en ambos países no es la misma. Él que vive en Tánger sabe que el mismo obispo no puede andar por la calle siquiera vestido de obispo o que se persigue a quien no ayuna obligatoriamente en Ramadán. Felipe González sabe que se sigue torturando en Marruecos. Pero si nos centramos en los países del norte de Africa, Felipe González no puede ignorar que la libertad de prensa es mucho más amplia en Argelia o en Mauritania que en Marruecos. Como persona que presta atención a la actualidad política marroquí sabe que en apenas dos meses se ha producido una represión de la libertad de expresión como no se conocía desde Hassán II (el del régimen reaccionario que denunciaba en 1976), en Marruecos, se ha secuestrado ilegalmente y destruido toda la edición de una revista pro el "delito" de hacer una encuesta sobre el rey; se ha procesado a varios periodistas sólo por investigar las causas de la enfermedad del rey; se ha perseguido a un periódico por publicar una caricatura sobre la política exterior marroquí, etc. etc. En fin, si alguien quiere ver cómo funciona la "democracia" marroquí, que consulte este blog.
5º. El Sahara Occidental históricamente nunca fue parte de Marruecos. Felipe González conoce perfectamente el dictamen del Tribunal Internacional de Justicia sobre el Sahara Occidental de 16 de octubre de 1975 (del que mañana, por cierto, se celebra el aniversario). Y Felipe González, ha leído la conclusión del Tribunal en el parágrafo 162 de su dictamen (página 68):
"la Corte llegó a la conclusión de que los elementos e informaciones puestos a su disposición no demostraban la existencia de ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental, por una parte, y el Reino de Marruecos o el complejo mauritano, por la otra. Por lo tanto, la Corte no comprobó que existieran vínculos jurídicos capaces de modificar la aplicación de la resolución 1514 (XV) en lo que se refiere a la descolonización del Sáhara Occidental y, en particular, a la aplicación de la libre determinación mediante la expresión libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones del territorio"
En conclusión, no parece que sea discutible que Felipe González miente cuando habla de Marruecos y del Sahara Occidental. Supongo que alguien dirá que esto no es una novedad, pero sería gravísimo que la sociedad aceptara la mentira como algo "natural". La pregunta, por tanto, no es si miente, sino por qué lo hace. En relación con la implicación de su Gobierno en el terrorismo de Estado dijo Felipe González una vez aquello de "no hay pruebas ni las habrá". El hecho es que hoy todos conocemos la verdad de aquello. Algún día, espero que pronto, conoceremos la verdad de esto.
POST-SCRIPTUM
1º. Veo que con he coincidido con el "co-bloguero" Pedro Fernández Barbadillo en la elección del tema del día. Recomiendo vivamente su artículo.
2º. En la página web de la asociación UM DRAIGA, espléndida, ha aparecido una sección especial dedicada a Felipe González con enlaces, entre otros, a la noticia de la campaña que hizo a favor de que se concediera a Marruecos la organización del mundial de fútbol 2010.
Fuente: http://blogs.periodistadigital.com/desdeelatlantico.php/2009/10/15/felipe-gonzalez-miente-sobre-el-sahara-o
Obama ante el precipicio
Los tipos duros no necesitan bailar en Afganistán
17-10-2009
William J. Astore
TomDispatch.com
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Corría el año 1965 y el Presidente Lyndon B. Johnson se enfrentaba a una difícil decisión. ¿Debía intensificar la guerra en Vietnam? ¿Debía decir “sí” a la petición de los comandantes estadounidenses de que enviara más soldados? ¿O debía cambiar de estrategia, reducir el compromiso estadounidense, incluso retirarse del todo, una decisión que le ayudaría a concentrarse en sus principales prioridades internas, “La Gran Sociedad”, que confiaba en poder conformar?
Todos sabemos lo que sucedió. LBJ escuchó a los generales y a los expertos en política exterior e intensificó la guerra, con trágicas consecuencias para Estados Unidos y calamitosos resultados para el pueblo vietnamita como destinatario final del armamento estadounidense. Enfangado cada vez más profundamente en Vietnam, LBJ perdería pronto el norte y finalmente la voluntad, negándose en 1968 a presentarse a la reelección.
El Presidente Obama se encuentra ahora al borde de un precipicio similar. ¿Debería consentir en la petición del General Stanley A. McChrystal de enviar entre 40.000 y 60.000, o más, soldados estadounidenses a Afganistán? ¿O debería alentar una nueva estrategia, reducir nuestro compromiso, o incluso retirarse del todo, una decisión que le ayudaría a centrarse en el sistema sanitario nacional, entre otras importantes prioridades internas?
Me temo que la suerte está echada. Evidentemente, en su “guerra de necesidad”, Obama ha descartado ya siquiera considerar una opción de “reducción”, mucho menos una de retirada y, probablemente, se decidirá por un programa de “escalada ligera” que necesitará más tropas (aunque no tantas como las que McChrystal exige), más instructores estadounidenses para el ejército afgano e incluso un nuevo incremento de la guerra a base de aviones-robot sobre las fronteras pakistaníes, además de nuevas acciones de operaciones especiales.
Al fracasar de tal manera en su primera gran prueba como comandante en jefe, es posible que Obama se asegure una presidencia que le dure un mandato, y algún día se le considerará un hombre como LBJ, cuyos mejores sueños se rompieron contra las olas de una guerra imposible de ganar.
La ortodoxia convencional: Escalada militar
Podríamos preguntarnos a quién está escuchando Obama cuando adopta su decisión sobre la estrategia a seguir en Afganistán y los niveles de tropas. Podría asegurarse que, por supuesto, no está oyendo a los escépticos. Ni a los libres pensadores, ni a los equivalentes de Mary McCarthy o Norman Mailer. No, sin duda está escuchando a los generales y almirantes, o a los ex generales y almirantes que ahora ocupan importantes puestos “civiles” en la Casa Blanca y en Beltway [*].
Al parecer, y considerando sus acciones, Obama ha abrazado la ortodoxia convencional propia de los altos oficiales militares, ya estén en activo o retirados; como dicen por los pasillos del Pentágono, de los “expertos en la materia” en lo que se refiere a estrategia, guerra e incluso política exterior.
¿Acaso no conocemos más detalles? ¿Acaso no sabemos, como Glenn Greenwald nos recordó recientemente, que la revisión de la estrategia del General McChrystal fue escrita por una “comunidad de política exterior amante de la guerra” en la que los habituales de siempre –“los Kagan, un representante del Brookings, Anthony Cordesman, alguien del Rand”- se reunieron para defender la necesidad de enviar más tropas y de extender la guerra?
¿Acaso no sabemos, como Tom Engelhardt nos recordó hace poco, que entre los asesores “civiles” de Obama figuran “Karl W. Eikenberry, un teniente general retirado que es embajador de EEUU ante Afganistán; Douglas Lute, un teniente general que es el asesor especial del presidente sobre Afganistán y Pakistán (apodado el “zar de la guerra” por mantener la misma posición durante la administración Bush), y James Jones, un general retirado de la Marina, que es asesor de seguridad nacional, por no hablar del Secretario de Defensa Robert Gates, ex director de la Agencia Central de Inteligencia”? ¿Nos sorprende, pues, que cuando “hay que adoptar decisiones importantes en relación al ejército, [nosotros] le volquemos funcionalmente a ellos también la política exterior”? ¿Y que ellos, a su vez, opten siempre por más tropas, más dinero y más guerra?
Una persona a la que este estado de cosas no hubiera cogido por sorpresa hubiera sido Norman Mailer, que murió en 2007. Veterano de guerra, afamado autor de la novela bélica “The Naked and the Dead” (1948), así como de un informe sobre las protestas de la era Vietnam que ganó el Premio Pulitzer: “The Armies of the Night” (1968), en el que se autoproclamaba un tipo duro que no bailaba, Mailer presenció (y diseccionó) el equivalente a Vietnam en los sucesos afganos actuales. Volviendo a 1965, Mailer afirmó rotundamente que la mejor opción que EEUU tenía era “salir de Asia”. Y punto.
La ortodoxia no convencional: Sacar al ejército
¿Puede Obama encontrar el coraje y la sabiduría necesarios para sacar a nuestras tropas de Afganistán? Por cortesía de Normal Mailer, aquí van tres pistas no convencionales que estarían apuntando en esa dirección:
No combatas una guerra, y por supuesto no extiendas una guerra, en un lugar que no significa mucho para los estadounidenses. En palabras que podrían aplicarse fácilmente hoy a Afganistán, Mailer escribió en 1965: “Vietnam [para los estadounidenses] es un lugar anónimo. ¿Cuántos estadounidenses han visitado alguna vez ese país? ¿Quién puede decir qué lengua se habla allí, o que industrias pueden existir, o incluso cómo es el país? No nos importa. No estamos interesados en lo vietnamita. Si combatiéramos una guerra con los habitantes del planeta Marte, el pueblo estadounidense se implicaría emocionalmente más.
¡Cuidado con la cascada de dominós y metáforas engañosas, ya sea en el Sudeste Asiático o en cualquier otro lugar! La teoría del dominó mantenía que si Vietnam, entonces dividido en norte y sur, se unía bajo el comunismo, otros países asiáticos, incluidos Tailandia, Filipinas, quizá incluso la India, caerían también inevitablemente en el comunismo, justo como las fichas de un dominó. En vez de ocurrir eso, fue el comunismo el que cayó o, de forma alterna, se transformó en una versión con la que podíamos hacer negocios (por parafrasear a la ex Primera Ministra británica Margaret Thatcher).
No podemos hablar metafóricamente de dominós desplomándose en el actual escenario de operaciones de Af-Pak. Sin embargo, nuestros temores vienen provocados por una imagen igualmente engañosa: Si Afganistán cae ante los talibanes, seguramente le seguirá Pakistán, abriendo una Caja de Pandora nuclear a los terroristas anti-estadounidenses en la cual, en nuestra febril imaginación, las pistolas humeantes se convertirán de nuevo en hongos atómicos.
A pesar de las febriles charlas sobre dominós cayendo de su época, Mailer siguió inconmovible. Tal retórica sugiere, escribió en 1965: “Que no estamos protegiendo una postura de baluartes relacionados sino que estamos intentando ocultar el hecho de que tales baluartes están a punto de desaparecer, que no son dominós sino castillos de arena, y que está en marcha una oleada nacionalista. Es curioso que la política exterior utilice metáforas en defensa de una guerra; cuando las metáforas son imprecisas, no son más que un timo”.
A esto yo añadiría que, al considerar siempre a los países y a los pueblos como dominós que por las acciones –o la inacción- de EEUU se levantan o se derriban, exageramos inmensamente nuestra intervención y ponemos de relieve nuestro engreimiento. Y antes de meternos en la inevitable discusión de “¿Quién perdió Afganistán?” o “¿Quién perdió Pakistán?”, resulta demasiado obvio decir que nunca, ni por un momento, fuimos dueños de esos países ni de esos pueblos.
Los palos y las zanahorias pueden funcionar juntos para mover a un caballo testarudo, pero no a un pueblo orgulloso determinado a encontrar su propio camino. Como Mailer señaló, con un giro diferente: “Bombardear un país al mismo tiempo que le estás ofreciendo ayuda es tan repulsivo moralmente como golpear a un niño en una avenida y parar de hacerlo para pedirle un beso”.
Como nuestros aviones teledirigidos Predator y Reaper escudriñan el terreno afgano allá abajo y lanzan misiles para decapitar terroristas mientras nos llevamos, involuntariamente, a un montón de inocentes con ellos, nos consolamos a nosotros mismos ofreciendo ayuda a los afganos para colaborar en la mejora y reconstrucción de su país. Da la casualidad de que cuando la hidra enemiga pierde una cabeza, le crece sencillamente otra en su lugar y los daños colaterales sólo provocan una nueva generación de buscadores de venganza. Mientras tanto, la ayuda prometida va a parar a manos de las corporaciones multinacionales o es desviada por corruptos funcionarios gubernamentales, dejando bien poco a los campesinos afganos, desde luego no lo suficiente como para poder ganar su lealtad y menos aún sus “corazones y mentes”.
Si continuamos hablando con bombas mientras engrasamos las palmas de las manos con dólares, no conseguiremos más que unas cuantas explosiones a cambio de nuestros 228.000 millones de dólares (y seguimos contando).
¿Qué hubiera pasado si LBJ hubiera escuchado a Mailer en el 65?
No mucho antes de que LBJ cruzara su Rubicón y apoyara la escalada en Vietnam, podría haber decidido la retirada. Mailer escribió:
“Se había preparado el camino para marcharnos: no oíamos hablar más que de la corrupción del gobierno de Vietnam del Sur y de la cobardía profesional de los generales survietnamitas. Leíamos como un ejército Vietcong de 40.000 hombres estaba fustigando a un ejército gubernamental de 400.000 hombres. En nuestros propios periódicos se nos decía cómo el Vietcong se armaba con armas estadounidenses que les llevaban desertores o capturados en batalla con las tropas gubernamentales; sabíamos que era una guerra sin sentido para nosotros”.
Sustituyan “el gobierno de Hamid Karzai” por “el gobierno survietnamita” y “talibanes” por “Viet Cong” y ayer podría haberse escrito el mismo pasaje sobre Afganistán. Sabemos que el gobierno de Karzai es corrupto, que robó el voto en la última elección, que el ejército afgano no es más que un producto de la imaginación de Washington, que sus tropas venden sus armas hechas en EEUU al enemigo. Entonces, ¿por qué nuestros dirigentes fracasan de nuevo a la hora de ver, como Mailer vio con el caso de Vietnam, que esto, es también, claramente, una “guerra sin sentido para nosotros?”
Mailer experimentó como un misterio el implacable egoísmo y la estupidez estratégica de Washington, pero eso no le impidió condenar la decisión del Presidente Johnson de intensificar la guerra en Vietnam. Para Mailer, JBL se le reveló como “un hombre dirigido por la necesidad, un jugador que teme que si se detiene, alguien le va a sacar del juego y su corazón se va a romper con la tensión”. Johnson, como casi todos los estadounidenses, concluía Mailer, era miembro de un grupo minoritario, definido no en términos raciales o étnicos sino en términos de “alienación del yo por un doble sentido de identidad y por tanto a merced de un yo que exige acción y más acción para poder definir los límites más rudimentarios de su identidad”.
Esta deriva estadounidense hacia la autodefinición a través de la acción constante, a través de la aceleración precipitada, incluso a través de la escalada militar, la describía el novelista mediante una especie de metáfora mixta: como “las ciénagas de una plaga” en la que los estadounidenses se han quedado atrapados y continúan hundiéndose. Veía que sólo buscaban aliviar esa condición desesperada a través de una única vía: “masacrar a los pueblos extraños”.
Siendo honesto, no estoy muy seguro de qué hacer aquí con el análisis de Mailer, más emocionalmente “Corazón de la Tinieblas” que fríamente racional. Pero eso es precisamente por lo que quiero que alguien del estilo de Mailer –beligerante, capaz de desbordarse de forma libre, profético, provocativo y profano- aconseje a nuestro presidente. Justo ahora.
Como los expertos militares de Obama blanden su métrica del campo de batalla y piden más fuerza (para usarla, por supuesto, con mayor precisión y habilidad incluso), creo que Mailer podía haberles contestado: “Nosotros pensamos que lo único que ellos entienden es la fuerza. ¿Y si resulta que eso es lo único que nosotros comprendemos?”.
Mailer, no tengo duda, habría tenido el valor de que no le importara nada que le consideran como un ser “débil” para la defensa, porque hubiera sabido que a los estadounidenses no se les había perdido nada en concreto en este combate. Creo que intuitivamente habría reconocido la sabiduría del gran estratega chino Sun Tzu, que escribió hace más de dos mil años en El arte de la guerra que “Conseguir cien victorias en cien batallas no es el colmo de la habilidad”. En cambio, nuestros generales, parecen querer combatir esas cien batallas con muy pocas esperanzas de conseguir someter al enemigo.
Es decir, que lo que Obama necesita, son menos generales y ex generales y más Norman Mailers: más librepensadores sinceros y honestos que no tengan interés alguno en permanecer en la caja pentagonal que hace que el pensamiento de Washington sea tan rígido. Lo que Obama necesita es silenciar los inacabables gritos pidiendo más tropas y más guerra que salen del ejército y de los “expertos” en política exterior que le rodean, para que podamos escuchar las voces de los Mailer de hoy, de los sólidos disidentes actuales. Si así lo hiciera, podría evitar repetir el mayor error de LBJ y podría librarse de tener que sufrir su mismo destino político.
[Nota sobre las fuentes: La mayor parte de las citas de Mailer que aparecen en este artículo se han sacado del discurso que escribió el 25 de mayo de 1965 para el “Día de Vietnam” en Berkeley, California.]
[*] En el caso que nos ocupa, Beltway, se refiere a la autopista que circunda Washington DC en alusión a todo lo relativo al gobierno y políticas estadounidenses.
William J. Astore es un teniente coronel retirado (Fuerzas Armadas de EE.UU.), que colabora habitualmente con Tom.Dispatch. Ha dado clase en la Academia de la Fuerza Aérea y en la Escuela de Postgraduados Navales, y en la actualidad enseña Historia en la Facultad de Tecnología de Pensilvania. Puede contactarse con él en: wastore@pct.edu
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175125/william_astore_apocalypse_then_afghanistan_now
"Pakistán sólo puede pedir a Estados Unidos que salga de Afganistán"
17-10-2009
Félix Flores
La Vanguardia
Entrevista con Tariq Ali, novelista y analista político
Tariq Ali (Lahore, 1943), novelista, historiador y analista político pakistaní, suele decir que la política no le deja tiempo para la ficción. En el tercer libro que ha escrito sobre su país, El duelo. Pakistán en el punto de mira de EE.UU., carga contra la política estadounidesen de apoyo a las dictaduras militares y la guerra de Afganistán. Ali hablará hoy sobre El tablero de ajedrez mundial en la Residència d'Investigadors, invitado por Justícia i Pau.
El paquete Kerry-Lugar –promovido por el senador John Ferry- de ayuda estadounidense a Pakistán, supone 7,5 millardos de dólares para los próximos cinco años. Se trata de ayuda civil, pero condicionada a que el Gobierno del presidente Asif Zardai controle a los militares. De hecho, el texto del proyecto de ley no es muy sofisticado…, y los militares pakistaníes han reaccionado molestos. ¿Qué consecuencias puede haber?
Los estadounidenses han sido muy estúpidos. La función de este proyecto es apartar a los militares pakistaníes y decirle al Gobierno: te vamos a dar mucho dinero, debes hacer cosas buenas con él porque te fortalecerá. Es la mayor suma de dinero no con fines militares que Pakistán ha recibido en mucho tiempo. Pero en Pakistán todo el mundo sabe que el grado de corrupción en la élite política es tan alto que muy pocos creen que ese dinero será para hacer escuelas y hospitales o mejorar las condiciones de la gente. El 90% de la gente cree que el dinero servirá para enriquecer todavía más al presidente Zardari y a todos los que trabajan para él, y la gente común verá muy poco de ese dinero. En segundo lugar, pero en combinación con lo anterior, la decisión de EE.UU. de construir más bases en Pakistán con permiso del Gobierno ha irritado al ejército. La cosa es irónica: en el pasado, EE.UU. trataba con Pakistán sólo a través de los militares; hoy intentan cambiar y hacerlo con el Gobierno civil, y es el ejército el que defiende ahora el nacionalismo pakistaní, diciendo que nuestra soberanía está en peligro. En el pasado, los políticos solían decir que nuestra soberanía estaba en peligro porque los militares colaboraban con EE.UU. Esto está relacionado con la guerra afgana. La presión de EE.UU. sobre los militares pakistaníes para que vayan a matar a su propia gente en Pakistán ha creado una tensión muy seria en el ejército. Y ése es el problema.
¿Puede haber una división entre los militares a partir de otra ofensiva sobre las zonas tribales como el sur de Waziristán, una revuelta de oficiales de rango medio, quizás?
Creo que la división ya existe, pero no en términos de guerra civil ni nada de eso. Pero los oficiales jóvenes y muchos soldados que están muy disgustados porque los envían a matar a su propia gente, pashtunes pakistaníes, están desertando. Y esa es una decisión muy seria, porque todo el mundo sabe que seguir en el ejército es una oportunidad de enriquecerse. Muchos se van. Tenemos ejemplo de muchos que se niegan a disparar a otros musulmanes. La ideología del ejército en los años ochenta cambió: de lo apolítico a lo islámico. ¡Con la presión de EE.UU., porque quería combatir a los rusos en aquella época! Enviaban mulás al ejército y los soldados eran educados en el Islam con la India o los comunistas como enemigos. Ahora envían a las tropas, 25 años después, a matar musulmanes. Pero, además, a ningún ejército le gusta matar a su propia gente. Muchos resisten pasivamente: por ejemplo, saben que va a haber un ataque y avisan, y cuando las tropas llegan no hay nadie, o hay una emboscada… Ese es el grado de tensión que existe.
A la vista de los últimos ataques, el de la FIA (que es la versión pakistaní del FBI) en Lahore se produce contra la persona que la dirige y que es la mano derecha de Zardari, el ministro del Interior. Y la FIA se ha usado para espiar a mucha gente, incluido el ejército. ¿Tuvieron ayuda para realizar el ataque? No lo se…
Cuando los extremistas son capaces de atacar el cuartel general del ejército en Rawalpindi… Exacto. Para eso hace falta ayuda desde dentro…
…¿Quiere decir que el ejército está tan infiltrado por la insurgencia?
Cuanto más dure la guerra en Afganistán y se propague en Pakistán, mayor será la amenaza de una división en el ejército pakistaní. El jefe lo sabe, yo lo se… El proyecto de ley Ferry-Lugar ha sido la gota que colma el vaso. Eso es lo que pasa. La embajadora estadounidense ha dicho abiertamente a la inteligencia europea (yo lo he escuchado): cuando el general Pervez Musharraf estaba en el poder teníamos problemas porque prometía una cosa y hacía otra, y ahora con este Gobierno no los tenemos porque hace exactamente lo que le pedimos.
El día del ataque al cuartel general de Rawalpindi, Hillary Clinton dijo que confiaba en que los militares sigan controlando el arsenal nuclear pakistaní… Si hay una fractura en el ejército, ¿los radicales islamistas podrían llegar a tener acceso a estas armas? La gran pregunta es: muchos medios occidentales dicen que los radicales son capaces de eso. Tonterías. El ejército pakistaní tiene un millón de soldados y sólo unas seis personas conocen los códigos, y están vigiladas por los estadounidenses. Eso es alarmista. Pero, si los militares se dividen como usted dice, no sabemos qué puede pasar. La situación en la región es más seria de lo que se imaginan, por las repercusiones en el ejército pakistaní. ¿Y qué van a hacer los estadounidenses, ocupar Pakistán? Este es un país de 160 millones de personas. Afganistán tiene 24 millones. Los ataques de los aviones no pilotados están poniendo a prueba a la gente; hay dos millones de refugiados, y habrá más. Los estadounidenses, que han estado controlando esta región, tienen que hacer algo constructivo.
Se dice que los atacantes de Lahore no eran del Waziristán sino del Punjab. ¿Cómo puede el Gobierno afrontar la situación? No puede. Necesita una estrategia. Por un lado, presionar, privadamente por supuesto, a EE.UU., diciendo "por favor" (este es un gobierno muy débil) busquen una estrategia para salir de Afganistán. En tres meses, seis meses… Para el futuro de Pakistán hay algo incluso más importante: es un país donde la malnutrición es muy elevada, donde la estatura media está descendiendo, un país en su mayoría analfabeto; los hijos de los pobres, incluso los de clase media, no reciben educación. La élite es quizá la más venal y corrupta de Asia. Ningún gobierno ha hecho nada para mejorar la vida de la gente. Y lo que me sorprende es que no haya más que se conviertan en religiosos extremistas. ¡De verdad que me sorprende! De hecho, es una pequeña minoría…
¿Qué quieren los extremistas?
Desde luego, que los estadounidenses se vayan de la región. Y si esto sucede, lo más importante es que los gobiernos que entendieron que debían salir de Iraq hagan ahora lo mismo con Afganistán. Cuanto más se queden, peor se pondrán las cosas. Esos militantes extremistas pueden ser controlados, porque no tienen un gran apoyo popular en Pakistán. La guerra de Afganistán es lo que les respalda. Los militares pueden pueden seguir atacando pueblos y ellos seguir ganando adeptos de pashtunes no religiosos.
¿Quiénes son los "neotalibanes"?
Esencialmente son afganos que han incrementado sus miembros desde la ocupación de EE.UU. Llevan trajes modernos, tienen asesores, hablan por televisión, hacen videos… ¡Antes, los talibanes rompían televisores! Manejan mecanismos modernos y te dicen que no quieren cometer los errores del pasado. Entre los talibanes, incluso en el pasado, había dos facciones: la pro saudí, del mulá Omar, que acogió a Osama Bin Laden. Y la otra facción, totalmente creada por el ejército pakistaní y dependiente de él. No se puede entender este fenómeno en Afganistán sin Pakistán. Para los militares pakistaníes, los talibanes supusieron una gran victoria, la única que han tenido como ejército.Tras el 11-S surgen las contradicciones y tienen que decir a sus talibanes que se afeiten las barbas, pasen a Pakistán y se calmen en espera de mejores tiempos. Ahora, con los estadounidenses montando un lío, digan lo que digan los generales, Pakistán es un elemento principal en el conflicto.
Según usted sólo hay una solución para Afganistán: un pacto regional que incluya Pakistán, India, EE.UU., Rusia, China… Pero incluso si Washington cambiara ahora de parecer, ¿cree que los otros actores colaborarían?
Depende. Creo que los chinos son muy importantes, porque la solución es la reconstrucción de Afganistán. Mire, hubo una pequeña oportunidad para Occidente ocho meses después de la ocupación. Si se hubieran concentrado en construir casas, escuelas, en el bienestar de la gente, proveer alimentos…, en vez de facilitar que los corruptos venidos de fuera se enriquecieran como lo hacen… China es la única que tiene dinero para esa reconstrucción y puede crear una base económica para el país. Y a China le interesa, porque puede demostrar a los musulmanes de Xinjiang: mira lo que hacemos por los musulmanes de Afganistán. Pero lo que pase depende de Washington. Los de la OTAN dicen que la razón principal para seguir en Afganistán es que la Alianza tiene que moverse al este porque China será el nuevo enemigo.
Los militares que están en los PRT o "equipos de reconstrucción provincial", como los españoles, creen de verdad que ayudan a la gente… Creo que el Gobierno español sabe que esto es una guerra de escalada, con más y más tropas…
Pero se insiste en que es una misión bajo mandato de la ONU. ¿Por qué habría que salir de Afganistán?
Porque se ha fracasado completamente. La guerra fue declarada por Bush para acabar con Osama Bin Laden, era una guerra de venganza. No había nada humanitario en todo esto. Nueve años después, el mulá Omar sigue vivo y coleando, lo que me deja estupefacto. Y no sabemos dónde está Bin Laden, si vivo o muerto. No ha salido en imágenes de video desde 2004. Y da igual si está vivo o muerto –que es lo que creo-, porque sirve a los militares pakistaníes para seguir recibiendo dinero con esto de la guerra contra el terror, etc. Todas las agencias de inteligencia de EE.UU. y europeas dicen que Al Qaeda ya no supone una gran amenaza. Entonces, ¿qué hacen en Afganistán? Secretamente, han estado negociando con los neotalibanes para convencerles de que se unieran al gobierno de Hamid Karzai. Los neotalibanes dicen que están preparados para eso, pero sólo si las tropas extranjeras se van. ¡Demuestran hacerlo mejor que los chiíes en Iraq! Dicen que no participarán en nada mientras siga la ocupación. Si eso es verdad, sienta las bases para crear un gobierno de coalición. Los rusos e iraníes son importantes para formar esa coalición… La única otra opción es enviar medio millón de soldados y matar un millón de afganos y pakistaníes, y eso no necesariamente funcionaría porque habría una gran fractura en Pakistán.
Se sabía que las elecciones afganas serían un desastre. ¿A qué juega el presidente Karzai?
Las elecciones fueron fraudulentas, del todo. Creo que parte de la élite estadounidense quería poner a Abdullah Abdullah de presidente pero se les asustó con que si la pérdida de poder, etc. Abdullah habría sido lo mismo pero quizás hubiera convenido por razones cosméticas, para decir que Afganistán es una democracia.... Karzai lo que quiere es seguir en el poder y hacer negocios con los grupos religiosos locales más extremistas. Yo diría que si la OTAN se va, se tendrá que llevar a Karzai, porque no resistirá una semana. Algunos de los asesores de Obama me han dicho que están de acuerdo conmigo y que deben salir de Afganistán.
Fuente: http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20091016/53805255160/pakistan-solo-puede-pedir-a-estados-unidos-que-salga-de-afganistan-afganistan-pakistan-karzai-lahore.html
Avergonzados y denunciados
17-10-2009
Khalid Amayreh
Al Ahram Weekly
Traducido para Rebelión por Loles Oliván
La Autoridad Palestina (AP) se enfrenta a una situación extremadamente embarazosa a raíz de su decisión a principios de esta semana de aprobar el aplazamiento de la ratificación del Informe Goldstone en el Consejo de Derechos Humanos (CDH) en Ginebra.
El informe, elaborado por el juez sudafricano Richard Goldstone, acusa a Israel de cometer a sabiendas y deliberadamente, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad durante su ofensiva del invierno en la Franja de Gaza, en la que murieron más de 1.400 palestinos, la mayoría de los cuales eran civiles inocentes, incluidos más de 300 niños, y otros miles de heridos abrasados por bombas de fósforo. Miles de hogares, mezquitas y edificios públicos fueron destruidos en los 22 días de arrase. La adopción del informe por el CDH probablemente habría conducido a la petición de remisión a la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya y, eventualmente, podría haber llevado a la persecución de los presuntos criminales de guerra israelíes. Sin embargo, la inexplicable decisión de la AP de apoyar la paralización de la discusión del informe hasta marzo ha permitido eficazmente a Israel eludir su culpabilidad al enterrar y neutralizar el informe, al menos de momento. Condena palestina y árabe
En Palestina ocupada y en gran parte del mundo árabe el escandaloso paso en falso de la AP ha provocado la condena universal desde la derecha política a la izquierda, derivando en que los funcionarios de la AP, incluido el presidente Mahmud Abbas, se encuentran sumidos pensando en cómo protegerse de una avalancha de condenas y acusaciones virulentas que van desde la comisión de traición a las [muestras de] debilidad, incompetencia e impotencia ante Israel y EE.UU. De hecho, ningún otro acto de la AP/OLP (Organización para la Liberación de Palestina) desde la firma de los Acuerdos de Oslo hace más de 16 años ha conocido un rechazo tan unánime, lo que explica las reacciones de perplejidad y confusión de los funcionarios de la AP y sus portavoces. Además, la mayoría de las críticas han venido de los grupos laicos incluidas organizaciones asociadas a la OLP en sí, lo que refuta la afirmación de que la indignación generalizada forma parte de la confrontación de las relaciones públicas entre Al Fatah y el campo islamista. Incluso Fatah, el propio partido de Abbas, que es la columna vertebral política tanto de la OLP como de la AP, tuvo que "seguir la corriente", al menos públicamente, y criticar el "gesto irresponsable" en Ginebra. Fatah está preocupada de que el fracaso de Ginebra pueda hacerle perder popularidad antes de las elecciones palestinas que podrían tener lugar en la segunda mitad de 2010. El presidente de la AP, Mahmud Abbas, dispuesto a limitar los daños, ha ordenado una investigación sobre lo ocurrido. Sin embargo, muy pocos palestinos se toman tal medida en serio, ya que se cree que fue el propio Abbas quien pidió al embajador de Palestina ante NNUU que recomendara la congelación del Informe Goldstone hasta marzo. Hamas utilizó fuertes calificativos para denunciar la decisión de la AP de aplazar el debate sobre el Informe Goldstone. Los dirigentes de Hamas en Gaza y Damasco calificaron la decisión como una muestra de "servidumbre y sumisión total a la voluntad sionista”. Ismail Haniyeh, el primer ministro del gobierno de Hamas en Gaza, ha culpado a Abbas de la debacle afirmando que fue Abbas quien tomó la decisión. "La decisión de abandonar el Informe Goldstone vino de las altas instancias de la Autoridad en Ramallah," ha afirmado. Palabras más duras vinieron de Sami Abu Zuhri, portavoz de Hamas en Gaza. "El pueblo palestino querría saber si la dirección de Ramallah es la defensora del pueblo palestino y de su justa causa o si es un abogado de Israel. No estaríamos exagerando si decimos que este comportamiento irresponsable raya con la traición", dijo. Hamas había atenuado su guerra de propaganda contra Al Fatah, al parecer, con el fin de ayudar a crear el ambiente propicio para la posible reconciliación entre ambos grupos. Sin embargo, parece que Hamas ha encontrado el último desastre de relaciones públicas realizado por Abbas demasiado valioso como para dejarlo pasar en silencio —especialmente porque el paso en falso de la AP se considera ampliamente como una gran traición para las víctimas de la guerra y para todo el pueblo de la Franja de Gaza. El Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), una facción de la OLP también ha denunciado enérgicamente el aplazamiento del informe Goldstone como "irresponsable, derrotista" y que representa una "afrenta a la gran lucha de nuestro pueblo por la justicia". "Este comportamiento sospechoso", continúa, "es una receta para corroer una herramienta importante de nuestra lucha contra la ocupación israelí". La declaración del FPLP rechaza como "mentirosas y estúpidas" las justificaciones de la AP para "este acto irresponsable" que sólo sirve a los objetivos e intereses de Israel. De la Yihad Islámica han surgido palabras incluso más fuertes al condenar enérgicamente a la AP de "connivencia con el enemigo". "El comportamiento de la AP en Ginebra es una vergüenza y un deshonor para la dirección de Ramallah y pone de relieve el grado en que esa dirección está conspirando con el régimen sionista contra los intereses de nuestro pueblo". Según Mohamed al-Hindi, un prominente líder de Yihad Islámica en la Franja de Gaza, "es lamentable que mientras el pueblo palestino está celebrando la liberación de sus honorables presas de las cárceles israelíes, la AP esté conspirando con Israel para encubrir sus crímenes contra nuestro pueblo en Gaza ". El sector de las ONG también ha denunciado enérgicamente la “retirada” palestina en Ginebra. En un llamamiento difundido ampliamente bajo el título "Justicia demorada, justicia denegada", 16 organizaciones civiles y de derechos humanos exponen que el consentimiento de la AP para aplazar la ratificación del Informe Goldstone hasta marzo "niega de hecho al pueblo palestino el derecho a la tutela judicial efectiva y la protección igualitaria de la ley. Igualmente, representa el triunfo de la política sobre los derechos humanos. Es un insulto a todas las víctimas y un rechazo a sus derechos ". La misma declaración sostiene que el derecho a la justicia de las víctimas de la guerra israelí en Gaza no debe ser objeto de maniobras políticas. "Estos derechos son universales, no están sujetos a consideraciones políticas. En los nueve meses [transcurridos] desde la operación “Plomo Fundido”, no se ha llevado a cabo ninguna investigación judicial sobre el conflicto". Todavía no está claro por qué la AP ha adoptado una decisión tan impopular. Algunos funcionarios no identificados de la AP han revelado que la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, amenazó a Abbas para que aplazase la discusión del Informe Goldstone argumentando que la ratificación del informe en la CDH avergonzaría a Israel y socavaría gravemente los esfuerzos estadounidenses para reiniciar el estancado proceso de paz. Las mismas fuentes han indicado que el gobierno de Obama había amenazado con suspender su papel como agente de los esfuerzos de paz en Oriente Medio y con congelar la ayuda financiera al gobierno de la AP si éste no hacía caso a los "consejos" de EEUU. Israel también amenazó a la AP con que se denegaría la licencia para una nueva compañía de telefonía móvil palestina, en parte propiedad de uno de los hijos de Abbas, si la AP presionaba para la adopción del Informe Goldstone en Ginebra. Sin embargo, la razón más probable para la decisión de la AP puede que tenga que ver con la amenaza israelí de hacer públicas las grabaciones de las conversaciones entre israelíes y funcionarios de la AP que revelan como estos últimos solicitaban a los primeros que prosiguieran la guerra contra Gaza hasta el final para aplastar a Hamas [durante la ofensiva de la operación Plomo Fundido”]. La AP se ha mostrado reservada respecto a estas acusaciones específicas, lo que únicamente mueve a la especulación sobre rumores públicos. Lo que está claro es que el último escándalo, o "Goldstonegate", como algunos periodistas palestinos están empezando a referirse a los acontecimientos de Ginebra, es probable que mine gravemente la posición de la AP entre el público palestino. La debilitada popularidad, el fracaso evidente de EEUU para obligar a Israel a congelar la expansión de los asentamientos para judíos en Cisjordania y Jerusalén Oriental, y la creciente tensión en torno a Al-Aqsa, podrían constituir un disparador incendiario que eventualmente podría explotar en una nueva ola de violencia: una tercera Intifada.
Fuente: http://weekly.ahram.org.eg/2009/967/re72.htm
El diálogo en Honduras ''se ha roto'' por la intransigencia de la dictadura, afirma canciller Rodas
17-10-2009
TeleSUR
La Ministra de Relaciones Exteriores de Honduras, participó en la VII Cumbre del ALBA, como delegada constitucional, del país centroamericano, sumido en una profunda crisis política y humanitaria desde el golpe de Estado del 28 de junio. La canciller informó que la mesa de diálogo auspiciado por la OEA se rompió porque ''la intransigencia de la dictadura no acepta la restitución'' de Zelaya.
La canciller de Honduras, Patricia Rodas, anunció este viernes que el proceso de diálogo que se había instalado con el acompañamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA), para intentar buscar una salida a la crisis política en el país centroamericano "se ha roto" por la intransigencia del gobierno de facto para aceptar la restitución del presidente legítimo, Manuel Zelaya.
"Esta tarde el proceso de diálogo, iniciado por la OEA a instancias de nuestros cancilleres, ha sido definitivamente roto y la intransigencia de la dictadura lo hizo fracasar en su parte medular", dijo Rodas ante la plenaria de jefes de Estado de la VII Cumbre de la Alianza Boliviariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se celebra en Cochabamba, Bolivia.
Rodas, quien dijo que el naufragio de las mesas de diálogo ya era algo que esperaban, explicó que el gobierno inconstitucional de Honduras se negó a permitir la restitución de Manuel Zelaya en la presidencia y que por el contrario propuso llevar a la Corte Suprema de Justicia, todos los supuestos casos de los que se le acusan.
"La intransigencia de la dictadura no acepta la restitucion y todo lo contario, propuso llevar a la Corte Suprema de Justicia, pasó lo que iba a sudecer", añadió.
Calificó el resultado de estas mesas de negociación de inaceptable y una "flagrante burla" a los esfuerzos del ALBA.
"Ha sido el resultado absolutamente inaceptable y lo consideramos una burla flagrante contra los esfuerzos patrióticos y hermanos de los países del ALBA. Nos queda entonces plantear el proyecto (declaración de solidaridad con Honduras) que se ha elaborado en la reunión de cancilleres porque han de venir situaciones concretas", sentenció.
Relató que la mesa de diálogo, que el presidente constitucional Manuel Zelaya aceptó, bajo un supuesto acierto pero casi seguro de que era una compra de tiempo por parte de los golpistas, condujo a dos situaciones: "primero poner un ultimátum a los resultados del diálogo que era la restitución del presidente de Honduras". Segundo el ultimátum venció el 15 octubre a las 12 de la noche (06H00GMT), "ese día en forma permanente pidieron treguas y espacio a lo que el presidente (Zelaya) dijo: 'le daremos una oportunidad más a la paz'".
Recordó que cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) planteó por vez primera una misión para negociar la vuelta a la democracia en Honduras, Zelaya decidió "darle un voto de confianza a la paz".
"Este organismo acogió en su seno el proyecto de EE.UU. y aún nuestro presidente (y quienes lo acompañamos) decidió darle un voto de confianza a la paz", manifestó al recordar los primeros días del golpe, cuando el presidente de Costa Rica, Óscar Arias y Washington propusieron el acuerdo de San José, para poner fin a la crisis hondureña.
Eso condujo a una conciencia fundamental "que cada etapa hay que quemarla, nuevas ideas, nuevas alternativas, produjo un dialogo, en la mesa de diálogo".
Rodas manifestó que cada día la resistencia popular se consolida, y que es una organización más fuerte, que ha luchado de manera pacífica y "que ha seguido las instrucciones del presidente Zelaya, de marchar pacíficamente" y acotó que esa será la fuerza política alternativa.
"Marcharemos hacia nuestra Asamblea Constituyente, la que han querido aniquilar la verán surgir, como el ave fénix, al lado del pueblo soberano", afirmó la canciller y advirtió que "vamos por el descoloniaje que parece revivir en latinoamérica" (...) los venceremos".
Tras la intervención de Patricia Rodas, los jefes de Estado y de Gobierno, aprobaron un proyecto de Declaración Especial sobre Honduras, en solidaridad con el país centroamericano miembro del ALBA. La propuesta fue llevada a la plenaria por la delegación constitucional de Honduras. Fuente: http://telesurtv.net/noticias/secciones/nota/59792-NN/dialogo-en-honduras-ha-sido-roto-por-intransigencia-de-dictadura-afirma-canciller-rodas/