domingo, 18 de abril de 2010
Richard Colvin mantiene su testimonio sobre la tortura en Afganistán
La Comisión canadiense encargada de examinar las quejas contra la policía militar (CEPPM) dedicó finalmente 6 horas a escuchar el testimonio de Richard Colvin, el 13 de abril de 2010.
Apoyándose en la obligación de reserva impuesta a Colvin en su condición de diplomático, el Partido Conservador había tratado de impedir a toda costa que el diplomático declarara ante la comisión.
Richard Colvin, quien trabajó en Kandahar durante 18 meses, de 2006 a 2007, confirmó así el testimonio que ya había presentado el 5 de octubre de 2009 a la Comisión parlamentaria sobre la misión en Afganistán. Según Richard Colvin, todos los prisioneros que las fuerzas canadienses entregaron a las autoridades afganas fueron torturados por estas últimas. La entrega de prisioneros a terceros a sabiendas de que pueden ser torturados constituye un crimen de guerra tipificado en la Convención de Ginebra.
Durante su trabajo en Afganistán, Richard Colvin envió a sus superiores en Ottawa 17 detallados informes y no vaciló en distribuir hasta 75 copias de dichos informes a diferentes responsables del ministerio de Relaciones Exteriores y del ministerio de Defensa de Canadá.
Durante su anterior misión en Ramallah, después del deceso del presidente Yaser Arafat, Richard Colvin había alertado a sus superiores sobre las circunstancias del envenenamiento del líder palestino y la evolución interna de Al Fatah. Colvin es actualmente primer secretario de la embajada de Canadá en Washington y oficial de enlace de inteligencia.
La Comisión tuvo también conocimiento de los informes de otro diplomático canadiense, Chris Alexander, asignado a la ONU. Según este alto responsable, el ex gobernador de Kandahar, Asadullah Khalil, ordenó el asesinato de 5 empleados de la ONU y tenía una cárcel secreta debajo de su residencia privada.
Chris Alexander reveló también que la mayoría de los atentados perpetrados contra extranjeros no son obra de los insurgentes sino de los traficantes de drogas vinculados al gobierno afgano, interesados en mantener un ambiente de inseguridad.
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