miércoles, 3 de febrero de 2010

Nuestros soldados "abaten”, ellos “asesinan”


Cigala News
Miércoles.3 de febrero de 2010

Tras la primera entrega sobre juegos de palabras y lenguaje de diseño en los medios de comunicación ¿Por qué en Irán hay “régimen” y en Afganistán “gobierno”?, aprovechamos la enésima muerte de un soldado español en Afganistán para mostrar otro interesante truco que el poder emplea para manipular.

Según el lenguaje de los medios de masas, los militares españoles son siempre eso; militares, soldados, en algunas ocasiones funcionarios del estado, trabajadores como otros cualesquiera con el plus de una mayor abnegación al servicio “de todos”. A pesar de que todos y cada uno de ellos trabajan en una organización armada cobrando un sueldecito medio qué, que se convierte en las misiones bélicas en el extranjero en una cantidad que ya desearía para sí cualquier otro funcionario público, y de que un porcentaje nada desdeñable de los efectivos está conformado por personas extranjeras procedentes de países pobres, nunca oirán el término “mercenarios” que podría corresponderles en justicia semántica y otros tipos de justicia.

En cambio las tropas que se le oponen en guerras asimétricas como la de Afganistán nunca están conformadas por militares o soldados, ni siquiera de guerrillas. En el mejor de los casos son “insurgentes”, aunque lo más corriente sea llamarles directamente “talibanes” (que traducido a lo que entiende el común de los mortales que ha visto ya muchos telediarios y leído mucho El País y el ABC significa algo así como “fanáticos e incivilizados islamistas con barba y turbante que se dedican a ponerle burka a las mujeres”). En ocasiones como la que acabamos de contemplar se les llega a llamar directamente "terroristas". Como si no fueran ellos los invadidos y sus civiles los que mueren a paladas “por error” en los bombardeos brutales de nuestra aviación aliada. Encima de cuernos penitencia…

El mercenario colombiano al servicio del estado español que perdió su vida anteayer en Afganistán en una operación militar en la que también perdieron su vida al menos tres militares insurgentes afganos (según nuevas informaciones de hoy mismo no son tres sino ocho los afganos muertos) fue, según el criterio casi unánime empleado en la prensa española, “asesinado”. En cambio los afganos fallecidos fueron “abatidos”, “muertos” o “dados de baja” –según el medio- por nuestras tropas, las cuales lo hicieron, según nos comenta por ejemplo el diario La Razón en “venganza” por la muerte del colombiano. Hay que entender que este diario aprueba y se enorgullece de dicha actitud vindicativa tan lejos del espíritu de las "misiones de paz" que nos propone la propaganda del gobierno. No pensamos que a nuestros y nuestras lectoras se les escapen las diferentes connotaciones de los términos empleados, unos de los cuales transmiten conceptos de legalidad y legitimidad, mientras que el otro -“asesinado”- pretende afirmar con crudeza la miseria moral en la que vive “el enemigo”.

Y no es que nos resulte inapropiada la palabra “asesinar” aplicada al hecho de que a una persona se le arrebate su vida por medios violentos en el transcurso de una operación bélica. Lo que nos ofende es el doble rasero. En tal caso empleémosla siempre. Tan asesinado fue el mercenario colombiano como los tres (u ocho) militares insurgentes afganos. Y no digamos nada del civil afgano que fue acribillado hasta la muerte hace pocos días por soldados del ejército español solo porque tenía prisa y trataba de adelantar con su motocicleta a un convoy de vehículos militares. Para este hombre (también hirieron a otro que iba de paquete en la moto) que ni siquiera participaba en la guerra y que fue -podemos decir sin duda- asesinado por nuestras tropas, no habrá ministras que vayan a averiguar qué pasó ni a trasladar su cadáver, no habrá emotivos funerales de estado, no habrá telediarios que loen su figura hasta aburrir, no será primera página de ningún periódico durante varios días y nadie enjuiciará al culpable o culpables de su muerte.

Porque igual que pasa con las palabras, hay asesinados de más categoría que otros…

Artículo de La Razón, con interesantes datos sobre el incidente:

Las tropas vengan al soldado asesinado y matan a tres talibán

El militar fallecido tenía 21 años, era colombiano y viajaba en un BMR que está a la espera de ser sustituido por los RG-31.

A la una de la tarde de ayer, hora española, un convoy compuesto por BMR y Linces españoles cubría un tramo de la ruta Lithium, que une el oeste y el norte del país, entre las localidades de Qala-i-Now y Bala Murgab. Según el Ministerio de Defensa, el primero de los vehículos pisó una mina de gran potencia, lo que provocó la muerte del soldado John Felipe Romero Meneses, de 21 años, y heridas de diversa consideración a otros seis miembros de la sección. De hecho, el jefe de la misma, el teniente Jordi Francesc Rubio Canceller, resultó herido grave. Según fuentes militares consultadas por este periódico, el soldado Romero era el tirador del vehículo.

Tras la explosión de la mina, un grupo de talibanes inició un hostigamiento al convoy español, que respondió causando la muerte de, al menos, tres insurgentes. A la columna de vehículos españoles, entre los que no había ningún RG-31, el nuevo y más seguro blindado adquirido por Defensa precisamente para las misiones en el exterior, acudió en auxilio una pareja de helicópteros de ataque Mangusta italianos que abrieron fuego sobre posiciones enemigas, sin que se sepa con seguridad el número de bajas causadas.

El lugar del ataque vuelve a ser el norte de la localidad de Sangh Atesh, escenario de otros combates contra la insurgencia, que hasta hace unos meses controlaba completamente esta zona. La extensión de la presencia española a una zona antes «abandonada» ha provocado que ambos bandos protagonicen una encarnizada lucha por el control de la ruta Lithium, una vía fundamental para nuir el oeste y el norte afgano y evitar el fácil tránsito de la insurgencia por la provincia «española». De hecho, desde mayo, en ese tramo se han producido, al menos, seis ataques o enfrentamientos con la insurgencia.

Los seis heridos fueron evacuados en helicóptero al hospital de la base de Herat y, según su estado, serán repatriados a España en el mismo avión en el que viajarán los restos del soldado fallecido y la ministra de Defensa, Carme Chacón. Todos ellos pertenecen al Regimiento de Cazadores de Montaña «Arapiles 62».

El convoy realizaba tareas de protección en la citada ruta. El control de esta carretera supone en gran medida cortarle las alas a los insurgentes, entendiendo por estos tanto a los talibanes como a los señores de la guerra e incluso a la delincuencia organizada. Amén de que supone un buen negocio para los talibanes controlar esta ruta, ya que de ella obtienen dinero en concepto de «peajes», sacarlos de allí implica para las tropas limitar la capacidad de movimiento del enemigo en el oeste y extender más fácilmente la presencia de efectivos internacionales a puntos hasta ahora «no conquistados».

El refuerzo de 511 militares que se desplegará en los próximos meses tendrá como una de sus misiones, precisamente, asegurar esta ruta y controlar Bala Murgab, el área más conflictiva. Liberar la zona permitirá que ésta localidad no quede aislada del resto.

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