viernes, 5 de febrero de 2010
Islam y altermundialismo
Yafar Abdellah
¿Es que no vais a combatir por la causa de Dios y de los hombres, mujeres y niños oprimidos que dicen: «¡Señor nuestro! Sácanos de este país de gentes opresoras y tráenos a alguien que, de Tu parte, nos proteja y auxilie.»
Sagrado Corán, 4:75
Cuando se habla de ideas que revolucionan totalmente a una sociedad, se enuncia solamente el hecho de que, en el seno de la vieja sociedad se han formado los elementos de una nueva y que la disolución de las viejas ideas marcha a la par con la disolución de las antiguas relaciones sociales.
El Manifiesto comunista
En Tu Nombre ¡Oh, la Justicia!
De las ruinas y la descomposición del viejo mundo, un nuevo mundo está naciendo.
El viejo mundo agonizante, basado en la lógica del beneficio usurero, se resiste a ceder su puesto a este nuevo mundo que nace cargado de fe en valores transcendentes, dispuesto a satisfacer simultáneamente las necesidades materiales, intelectuales y espirituales de la humanidad.
El nuevo mundo rescata con sus tiernas manos las viejas banderas de la justicia social, única garante de la verdadera libertad y de la felicidad humana, pero solamente quienes conciban al ser humano como un todo compuesto de tres dimensiones, material, intelectual y espiritual, podrán construir una sociedad capaz de satisfacer el conjunto de las necesidades humanas.
El viejo mundo usurero y totalitario pretende arrastrar a la humanidad a una guerra de destrucción total antes que permitir que el poder escape de sus manos ensangrentadas por siglos de opresión y tiranía.
Tratando de frenar su inevitable desaparición del escenario de la historia, inventa y alimenta grupos y atentados terroristas que le suministren la coartada necesaria para justificar su violencia belicista.
Precedido de sus mentiras, invade países y saquea los restos de la economía mundial antes de hundirse en el negro pozo del olvido.
El nuevo mundo, aun desde sus primeros e imprecisos pasos, extiende sus brazos solidarios a todos los pueblos del mundo y balbucea sus primeras palabras de hermandad antiimperialista, entendiendo su fe en un Dios de Verdad y Misericordia como un compromiso inevitable con la justicia, la defensa de los débiles, los explotados y oprimidos y la construcción de una sociedad mundial, justa, libre, solidaria y fraternal.
El triunfo de la revolución islámica en Irán, a principios del año 1978, proyectó al escenario mundial a una nueva fuerza revolucionaria que hunde sus raíces en la creencia en un Dios único y todopoderoso, un Dios de bondad y justicia, defensor de la verdad, del bien, de la justicia social y de la hermandad entre los pueblos y las gentes y que hace públicamente del Sagrado Corán su programa de partido.
Gracias a su fe en ese Dios todopoderoso, esas nuevas fuerzas revolucionarias dirigidas y guiadas por Imam Jomeini, fueron capaces de enfrentarse simultáneamente a todos los poderes imperialistas de la época y salir victoriosos de todas sus batallas.
Desde entonces, la fuerza expansiva de sus ideas no ha dejado de crecer y difundirse por todo el mundo, primero entre la oprimida comunidad islámica mundial y posteriormente entre todas las capas y pueblos oprimidos, alimentando sus ansias de liberación y precipitando la crisis de los grandes imperios en decadencia, primero de la agonizante Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y ahora de todo el bloque capitalista.
Para enfrentarse a ese nuevo fantasma, que esta vez no sólo recorre Europa sino el mundo entero, se reunieron en Santa Alianza todas las fuerzas reaccionarias de izquierda y derecha, la extinta Unión Soviética y los EE.UU., Francia e Inglaterra, Alemania y Francia, China y Japón, las monarquías petroleras y los gobiernos títeres de los países islámicos.
Durante más de ocho años la naciente revolución islámica fue combatida por una coalición mundial silenciosa que, tras el tirano Saddam, invadía Irán con sus ejércitos y sus armas más sofisticadas para terminar con una revolución que, en palabras de Kisinger: «Si no la frenamos ahora, la veremos extenderse desde Bangla Desh a Marraquesh.», y que durante los últimos treinta años ha venido siendo combatida sin éxito en todos sus frentes y mediante todos los recursos, militares, económicos y propagandísticos.
Para frenar ese movimiento revolucionario armado de fe en Dios y de los valores transcendentes que emanan del Sagrado Corán, los tiranos del mundo no han dudado en provocarse auto atentados terroristas con los que alimentar el espectro de ese nuevo fantasma que amenaza a la auto denominada «sociedad libre y democrática»: el fantasma del Islam.
La CIA y el Mosad han entrenado y entrenan grupos terroristas formados por ideólogos a sueldo de los imperialistas y por fanáticos ignorantes reclutados entre el lumpen del mundo islámico y entre las capas más ignorantes, empobrecidas e indignadas de la oprimida comunidad islámica, para organizar células terroristas con las que alimentar la ecuación Islam= Terrorismo.
Con el pretexto de combatir ese terrorismo islámico autofabricado, pero en realidad para tratar de impedir su desaparición como fuerza hegemónica, por un lado invaden países islámicos como Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano y Sudán o Etiopía.
Por otro, a través de sus principales agentes en el mundo islámico, las corruptas monarquías petroleras, gastan enormes sumas en propaganda sectaria impregnada de odio y mentiras contra los musulmanes revolucionarios; utilizan su control sobre los centros sagrados de peregrinación del Islam, Meca y Medina, para tratar de imponer a la comunidad musulmana su corrupto poder e impedir el despertar de los pueblos islámicos oprimidos por gobernantes vendidos al Imperio, reprimiendo a sangre y fuego las manifestaciones de solidaridad con el pueblo palestino y de rechazo al sionismo e imperialismo y multiplican las actividades de los agentes wahabitas, infiltrados en el cuerpo de la comunidad islámica disfrazados de musulmanes, con el único objetivo de dividir a los musulmanes y de combatir al movimiento islámico revolucionario inspirado en la verdaderas enseñanzas del Corán, deformando su interpretación con lecturas aberrantes que justifiquen una violencia sectaria y un rigorismo totalitario, completamente alejado de la flexible y unificadora filosofía presente en el texto sagrado, mientras se abrazan y se congratulan entre bastidores con sus amos sionistas.
Y, aun por otro, amenazan con el uso de bombas atómicas a los países que como la nueva Rusia y China ponen en peligro sus ansias de Imperio Universal y apuntan hacia el establecimiento del diálogo y la colaboración con los nuevos Estados revolucionarias emergentes y con los países oprimidos, agitando desvergonzadamente el fantasma del holocausto atómico con el que someterlos y someter a la opinión pública de sus propios países, que se opone abierta y públicamente a sus planes belicistas y a la continuidad de un sistema injusto, represor y depredador, militarista y violento, destructor de la convivencia entre los pueblos, de los recursos de la humanidad y de las propias condiciones de vida del planeta.
Por su parte los pueblos oprimidos del mundo, en particular América Latina, aprovechan la oportunidad que les brinda la total atención y empleo de recursos que sus despóticos amos han de prestar a la creciente y triunfante revolución islámica en Oriente Medio, para conquistar nuevos espacios de libertad, inimaginables hasta la llegada triunfante de la revolución islámica.
Con Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Paraguay a la cabeza, el continente americano comienza por fin a liberarse de la opresión imperialista y encuentra en la revolución islámica sus aliados naturales para defenderse contra un mismo enemigo agresor y militarista y para avanzar en la construcción de un mundo nuevo, basado en la justicia social y en el reparto equitativo de la riqueza, la sanidad, la educación, el habitat y el trabajo.
No encontramos, pues, asistiendo a un momento crucial en la historia de la humanidad: mientras el viejo sistema, basado en la lógica del beneficio industrial y financiero, y en última instancia, de la usura y el engaño, colapsa y se desmorona, nuevas fuerzas revolucionarias, que incorporan abiertamente al programa de la resistencia social una nueva dimensión espiritual de la que éste, al menos explícitamente, carecía, hacen su aparición triunfante en la arena internacional.
Desde el triunfo de la revolución islámica en Irán, estamos asistiendo a la última fase del enfrentamiento entre el viejo mundo que se resiste a desaparecer y el nuevo mundo que puja por surgir.
El viejo mundo, como un invierno que llega a su fin, en sus intentos desesperados por no desaparecer, parece dispuesto a destruir el mundo en una guerra nuclear antes que ceder el poder que ha detentado durante siglos.
Las fuerzas de una nueva primavera se extienden y coordinan, aun de forma tímida y primaria, pero imparables y decididas.
Los ejércitos del proyecto sionista de dominación totalitaria mundial son derrotados por la naciente resistencia en el sur del Líbano y en Palestina y se debaten impotentes en Iraq y Afganistán.
Sin lugar a dudas, el viejo poder imperial agoniza y muere, pero en su caída amenaza con arrastrar a toda la humanidad al caos y la destrucción.
Para impedirlo es necesario y urgente que las fuerzas del nuevo mundo que nace se organicen y comiencen a llenar el vacío que deja la caída de los viejos imperios con nuevas formas de acción directa, de organización social y de estructuras acordes con los ideales de justicia social y hermandad que propugna.
Si las fuerzas nacientes de la revolución islámica quieren jugar el papel que les corresponde en la creación de ese nuevo mundo, los musulmanes revolucionarios deberemos entender con claridad que el Islam no es una religión más y la última de ellas, sino la religión eterna del Único Dios. Que no existen muchas religiones y el Islam es la última de ellas, sino que sólo existe una religión a la que Dios ha denominado genéricamente Islam y musulmanes a quienes se someten voluntariamente a Sus mandamientos y orientaciones desde el principio de los tiempos.
Pero cuando Jesús sintió la falta de fe de ellos, dijo: « ¿Quiénes serán mis partidarios [en la defensa de la causa que lleva] hacia Dios? »
Los apóstoles dijeron: « Nosotros somos los partidarios de Dios. Hemos creído en Dios. Testifica, pues, que nosotros somos musulmanes [a Él sometidos] 3:52
Y cuando inspiré a los apóstoles para que tuvieran fe en Mí y en Mi Mensajero y dijeron: « Creemos. Sé testigo de que nos sometemos a Ti, de que somos musulmanes. » 5:111
¡Y esforzaos por Dios con un esfuerzo verdadero por Él!
Él os ha elegido y no ha puesto en la religión, la creencia de vuestro padre Abraham, ninguna dificultad para vosotros. Él os ha llamado musulmanes anteriormente y en éste (mensaje), para que sea el Mensajero testigo sobre vosotros y seáis vosotros testigos sobre la gente.
Por tanto, haced la oración, dad el impuesto purificador de la riqueza y aferraos a Dios. Él es vuestro Señor y Protector. Un excelente Protector y un excelente Defensor. 22:78
Aquellos a quienes Nosotros dimos la escritura ante del él (antes del Corán), creen en él y cuando se les recitan, dicen: “Creemos en él. Ciertamente, es la Verdad que proviene de nuestro Señor. Ciertamente, nosotros éramos musulmanes desde antes de él. ” 28:52 y 53
Y Abraham se lo encomendó a sus hijos y también Jacob:
« ¡Oh hijos míos! ¡Ciertamente, Dios ha escogido para vosotros la religión, no muráis sin ser musulmanes! 2:132
Decid: « Creemos en Dios y en lo que nos fue revelado y en lo que fue revelado a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob y a las Tribus, y en lo que fue dado a Moisés y a Jesús, y en lo que fue dado a los profetas por su Señor. No hacemos diferencias entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él. (wa nahnu la hu muslimún)» 2:136
Abraham no era judío ni era cristiano, sino que era un buscador de la Verdad, sometido a Dios [ muslim ] y no era de los politeístas. 3:67
Di: «Creemos en Dios y en la revelación que fue hecha descender para nosotros y en la que fue hecha descender para Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y las Tribus, y en lo que le fue dado a Moisés y a Jesús y a los profetas procedente de su Señor. No hacemos diferencias entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él. » 3:84
Y ¿Quién posee mejores creencias que quien inclina su rostro en señal de sometimiento a Dios y es bueno y sigue la creencia de Abraham, el buscador de la Verdad? 4:125
En verdad, Nosotros te hemos enviado la revelación [ ¡Oh Muhammad! ], tal como enviamos la revelación a Noé y a los profetas que vinieron tras él. Y enviamos la revelación a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, a las Tribus [ de los Hijos de Israel ], y a Jesús, Job, Jonás, Aarón y a Salomón. Y a David le otorgamos los Salmos. 4:163
Di: « En verdad, mi Señor me ha guiado a un camino recto, a una creencia auténtica, la creencia de Abraham, el buscador de la Verdad. No fue de los que adoran otros dioses junto a Dios. » 6:161
¡Y esforzaos por Dios con un esfuerzo verdadero por Él!
Él os ha elegido y no ha puesto en la religión, la creencia de vuestro padre Abraham, ninguna dificultad para vosotros.
Él os ha llamado musulmanes anteriormente y en éste, para que sea el Mensajero testigo sobre vosotros y seáis vosotros testigos sobre la gente.
Por tanto, haced la oración, dad el impuesto purificador de la riqueza y aferraos a Dios. Él es vuestro Señor y Protector. Un excelente Protector y un excelente Defensor. 22:78
Él ha establecido para vosotros los mandatos de la fe que ya había encomendado a Noé y que también Nosotros te hemos revelado a ti, y lo que habíamos encomendado a Abraham, Moisés y Jesús: «Estableced la creencia y no os dividáis por causa de ella.»
A los idólatras les resulta difícil aquello a lo que tú les convocas.
Dios escoge para Sí a quien Él quiere y guía a Él a quien se vuelve con arrepentimiento. 42:13
Y a Él pertenecen quienes están en los cielos y en la Tierra. Todos están sometidos a Él. 30:26
Debemos entender claramente que, puesto que sólo hay un Dios, sólo hay un mensaje divino para la humanidad, el mismo desde el principio de los tiempos y que el Sagrado Corán es el final de ese mensaje, que viene a eliminar las adulteraciones y omisiones de los mensajes anteriores y a completarlos definitivamente, el fin de un único y mismo mensaje liberador y guía de Dios para la humanidad.
En verdad, los creyentes, tanto judíos, como cristianos o sabeos, quienes crean en Dios y en el Último Día y actúen rectamente, tendrán su recompensa junto a su Señor. No tendrán que temer y no estarán tristes .2:62
En verdad, los creyentes, los judíos, los sabeos y los cristianos, quienes crean en Dios y en Último Día y obren rectamente, no tendrán por qué temer y no estarán tristes. 5:69
Y no seáis de los idólatras, de esos que escinden su religión haciendo partidos, cada partido contento de lo que posee. 30:31 y 32
Los musulmanes revolucionarios debemos, pues, llamar a nuestros hermanos musulmanes y a todos los creyentes a trabajar unidos por nuestra fe común, que nos compromete ante Dios y nos obliga a luchar por la creación de un mundo que responda a Sus parámetros de justicia y de defensa de los pobres y oprimidos, tal como, entre otros, lo entienden los seguidores de la teología de la liberación.
Nuestra tarea fundamental no es convertir a las personas al Islam, eso es algo que está en manos de Dios, nuestra tarea es responder al llamado divino para defender a los débiles y los oprimidos y para construir un mundo basado en la justicia social y comprometernos en ese camino con todos aquellos, musulmanes y no musulmanes, creyentes y no creyentes que estén implicados en esa misma tarea, aportando nuestras elaboraciones y puntos de vista y trabajando codo con codo y sin reservas con ellos, para construir ese mundo nuevo mejor que decimos es posible.
Por tanto los musulmanes revolucionarios tenemos ante nosotros varias tareas:
1. Liberar a nuestras creencias de deformaciones reduccionistas que pretender presentar el Islam como una religión más y que desde fuera y desde dentro del Islam lo presentan como una religión alternativa que pretende fagocitarse al resto de las creencias religiosas y no religiosas, y defender el carácter genérico del término Islam como el sometimiento voluntario y absoluto ante nuestro Creador y Señor que los hombres y mujeres han manifestado desde el principio de los tiempos, presentando al Sagrado Corán no como un texto opuesto a las Escrituras Sagradas anteriores, sino como lo que es: la palabra eterna de Dios, libre de adulteraciones y el texto final del único y eterno mensaje de Dios para toda la humanidad a lo largo de todos los tiempos.
Para ello deberemos redefinirnos en términos universales, no como una religión y una espiritualidad alternativa, sino como continuidad y realidad viva y final del único mensaje que el Dios único ha enviado eternamente a la humanidad, para guiarla y enseñarla a hacer buen uso de la libertad en la que Él nos ha creado.
2. Organizar nuestra actividad de manera militante, utilizando las mezquitas no sólo como centros de adoración, sino como lugares desde los cuales realizar nuestra reflexión, análisis y debate, y planificar y desarrollar nuestra labor social y nuestra lucha por un mundo mejor, tal y como Dios manda.
3. Asumirnos como motor de ese cambio universal, como ideólogos y vanguardia militante del movimiento altermundista y asumir el papel fundamental que debemos jugar en la organización de las fuerzas llamadas a construir un nuevo mundo, sentando las bases de una nueva forma de organización social, basada más en la acción directa y en la hermandad, la iniciativa y la creatividad de los pueblos y de las personas que en la autoridad coercitiva e incluso planificadora de los Estados.
Es decir, concibiendo la verdadera democracia no como una delegación del poder personal de cada uno en políticos profesionales, que, además, traicionan sistemáticamente sus promesas y nuestras esperanzas, sino creando organizaciones de base que asuman la responsabilidad de desarrollar las políticas económicas, sociales, asistenciales, culturales, sanitarias, médicas, culturales y educativas que queremos y necesitamos, dejando de pedírselas a y de esperarlas de gobiernos que jamás responderán a nuestras demandas porque su poder es el resultado de una apropiación violenta e injusta desde sus orígenes.
4. Desde esa asunción teórica y militante, debemos materializar, en la práctica un triple llamamiento:
a) Por un lado, al conjunto de la comunidad islámica.
b) Por otro, a todos los creyentes en el Dios único de las distintas religiones y creencias
c) Y por otro, a todas las personas y fuerzas que, no poseyendo fe en ese Dios único, son capaces de discernir entre la verdad y la falsedad, entre la justicia y la opresión, entre la distribución equitativa de la riqueza y la apropiación indebida, injusta y usurera, toman partido por la causa de los oprimidos y los explotados y están dispuestos a aportar su grano de arena en la construcción de un mundo nuevo, basado en valores humanos y no en valores bolsísticos.
Un llamamiento para llenar de manera directa, activa y creativa el vacío que dejan las fuerzas en extinción del viejo mundo que desaparece.
Allí donde existan estructuras altermundistas, como los foros sociales en las ciudades, deberemos incorporarnos a ellos, aportando nuestras ideas teóricas y nuestro esfuerzo práctico y crearlos allá donde no existan, sin pretender por ello adueñarnos de ellos, lo cual, no sólo limitaría su capacidad de convocatoria y su eficacia, sino que, además, desdeciría el verdadero espíritu de defensa del interés común que debe presidir nuestra actividad social.
Deberemos ponernos como meta dotar al movimiento altermundista de una organización permanente a escala local, que piense en términos globales y actué de forma continuada y no esporádica en el plano local, y que se coordine a escala provincial, nacional e internacional con todo el movimiento altermundista.
El movimiento altermundista de base, no debe disolverse en aquellos países en los que existan gobiernos revolucionarios.
Los contactos, acuerdos y colaboraciones que los gobiernos revolucionarios de distintos países establezcan entre sí, tanto para fortalecer el frente común antiimperialista como para avanzar en la construcción de sus propias, sociedades, deben contar con bases revolucionarias organizadas de manera autónoma y que desarrollan su propia practica autónoma de construcción social.
Y las organizaciones altermundistas podrán colaborar con esos gobiernos revolucionarios tanto en el plano de la reflexión teórica como en la práctica, si son sinceros, y criticar de manera positiva sus errores y, por supuesto, sus desviaciones y procesos de burocratización, sin disolverse en las estructuras gubernamentales y sus partidos, ya que los partidos, incluidos los partidos revolucionarios, tienden a anteponer sus propios intereses partidarios a los del conjunto de la población.
De la misma manera, los musulmanes revolucionarios no deberemos disolvernos dentro del movimiento altermundista.
Si no queremos tener en él una presencia exclusivamente testimonial, nuestra participación en los foros sociales deberá estar soportada en nuestra propia organización y actividad social directa como musulmanes revolucionarios.
Deber ser, por tanto, nuestra tarea prioritaria fortalecer nuestra organización con la incorporación de nuevos y antiguos musulmanes atraídos por la revolución islámica y educarles en la necesidad de concebir nuestra fe también en su dimensión social y no únicamente espiritual, generando una moral de trabajo voluntario que vertebre y dé sentido a nuestra organización como musulmanes revolucionarios.
Hemos de desarrollar en nuestras organizaciones y mezquitas un debate de cuáles son las necesidades de la sociedad en la que vivimos y la manera de comenzar a cubrirlas, convocando, por ejemplo, a maestros y profesores a teorizar sobre métodos y objetivos de la enseñanza y la educación, definiciones de los conceptos de educación, formación y enseñanza, elaboración de programas alternativos de educación y puesta en práctica de los mismos en nuestras escuelas, creación de escuelas y colegios de nuevo tipo, orientados a enseñar a los niños y jóvenes a pensar por ellos mismos y que desarrollen un nuevo modelo educativo y nuevos criterios y métodos pedagógicos, que hagan de ellos un modelo educativo atractivo para musulmanes y no musulmanes.
Y de la misma manera deberemos obrar en otras áreas, como la sanidad, la creación de riqueza y puestos de trabajo, la iniciativa empresarial, cooperativa, alimentación, ocio…
El mensaje del Islam no puede expandirse en el vacío. Debemos bajar al terreno de la práctica en el que contrastar la validez y la verdad de nuestras ideas y teorías.
Sólo en la práctica podremos agrupar y unificar a nuestros hermanos musulmanes.
Sólo ofreciendo un marco social que de una respuesta islámica a las necesidades de los musulmanes que viven en sociedades no islámicas en todos los terrenos: especialmente en el del ocio y la educación de los jóvenes, podremos atraer a nuestros hermanos musulmanes a la unidad de acción superadora de las diferencias ideológicas o sectarias o simplemente de la adaptación acomodaticia y miope al entorno social laicista en el que viven.
Además, sólo en la práctica podremos aparecer como una referencia capaz de atraer a las personas buscadoras de otras creencias a la unidad de acción.
Para que el movimiento altermundista y nuestras propias organizaciones de musulmanes revolucionarios puedan llevar adelante esa tarea, deberán plantearse desde el principio su independencia económica, de manera que no terminen siendo instrumentos a sueldo de los gobiernos y partidos gobernantes, más o menos revolucionarios, para que, la aparición de deformaciones burocráticas y/o partidistas de los mismos, no le impidan al movimiento de base cumplir su función crítica, creadora y constructiva.
La experiencia de las revoluciones del siglo veinte nos ha enseñado que los partidos y las organizaciones revolucionarias, tras la toma del poder, tienden a generar una capa burocrática que termina convirtiéndose en una nueva aristocracia, poseedora de intereses propios, de privilegios y de poderes particulares y opuestos al bien común.
Al mismo tiempo, mientras existan los Estados nacionales, éstos seguirán generando sus propias razones de Estado que les llevarán a anteponer sus intereses nacionales chovinistas a los intereses generales de la humanidad.
En nuestras organizaciones y en nuestra participación en el movimiento altermundista deberemos generar una conciencia general de que responsabilidad significa servicio y de que el ejercicio de la autoridad política, social, cultural, religiosa o de cualquier otro tipo, no puede jamás ser fuente de privilegios y enriquecimiento personales, sino todo lo contrario, una carga añadida a la responsabilidad personal, un servicio desinteresado a la comunidad, que encuentre su única y mejor satisfacción y recompensa en la misma realización del trabajo bien realizado.
Solamente las personas que respondan a ese perfil deberán ser elegidas para los cargos de responsabilidad y coordinación.
La búsqueda de privilegios deberá ser argumento suficiente para retirar la confianza y los cargos de responsabilidad a las personas que los pretendan.
Deberemos, por tanto, realizar un llamamiento general, primero a nuestros propios hermanos musulmanes, y en función del éxito de nuestra convocatoria entre ellos, al resto de las personas y fuerzas interesadas en la construcción del nuevo mundo, a la militancia activa y organizada de todos aquellos dispuestos a aportar su grano de arena en la construcción del mismo, de manera que podamos llegar a cubrir todas aquellas necesidades que hoy tienen las amplias masas de la población en los terrenos de habitat, laboral, sanitario, educativo, cultural, artístico, intelectual y espiritual.
Ese proceso no puede limitarse al plano del debate teórico únicamente, deberá ser una combinación creativa de teoría y práctica permanente, de manera que ambas se enriquezcan mutuamente de forma continua, permitiéndonos aprovechar y rentabilizar los aciertos y corregir los errores de análisis y de práctica en todo momento.
El proceso a desarrollar no es, ni puede ser seguramente, un modelo cerrado, ya que ha de ser resultado de una labor de debate teórico permanente sobre el mundo que queremos construir y cómo hacerlo y debe huir de modelos rígidos que maten la creatividad de las personas.
Pero debe aprender de los errores y aciertos del pasado para, así, tener en cuenta todas las iniciativas que impulsen los valores fundamentales de la justicia social, la hermandad, la libertad y la felicidad personales y considerar como negativos, y por lo tanto descartables, todos aquellos elementos que se opongan a estos valores.
El llamamiento debe ir dirigido a todas las capas y clases de la humanidad, de manera que todo individuo dispuesto a colaborar en la construcción del nuevo mundo, pueda incorporarse a ello y aportar algo de su tiempo, de su conocimiento y de sus medios a la creación y funcionamiento de nuevos marcos y estructuras productivas, sanitarias, educativas, culturales, artísticas, de ocio, intelectuales, espirituales,… basadas en estos valores, dejando abandonadas a su suerte a las clases políticas, actores voluntarios de una comedia escrita por el capital sionista y ocupadas en un juego de obtención de privilegios y beneficios personales cada vez más divorciado de la realidad y que no tiene, ni nunca tuvo, en cuenta las verdaderas necesidades y deseos de la inmensa mayoría.
Dejar abandonadas a su suerte a las clases políticas y ocuparse de llenar el creciente vacío social que el viejo poder deja en su proceso de extinción.
Áreas como la sanidad y la educación necesitan urgentemente ser atendidas de manera efectiva, eficaz y amorosa. Para ello se necesita también y principalmente del esfuerzo voluntario y creativo de profesionales concienciados e imaginativos.
Nuevos conceptos productivos y distributivos deben ser concebidos e impulsados por comerciantes y productores que utilicen su experiencia y conocimientos en estos temas para crear nuevas fuentes de riqueza orientadas a satisfacer la demanda y las necesidades de una nueva sociedad, centrada en proporcionar una cobertura general en todos los terrenos y un reparto general de la riqueza y no en la producción irracional y descontrolada de supuestos bienes, contaminantes, depredadores, fomentadores del caos social, la basura, la polución ambiental, la extinción de los recursos naturales y de las especies vivas y, en última instancia, innecesarios por irracionales y generadores de más desgracia y sufrimiento, desequilibrio físico, psíquico y espiritual que de bienestar y felicidad.
Los recursos generados por las nuevas actividades deberán ir encaminados a facilitar y mejorar las condiciones de vida generales, no al enriquecimiento material de unos pocos, sino al enriquecimiento intelectual y espiritual de la mayoría. No hacia la construcción de una sociedad cada vez más sofisticada y desequilibrada, sino de un mundo cada vez más feliz y de una vida sencilla, no consumista, y en contacto directo con la belleza y favores de la naturaleza.
Una sociedad que recupere las aguas, los ríos y los mares, las tierras y los bosques. Que recupere el respeto sagrado hacia la creación, que aprenda a vivir de manera menos complicada y que devuelva al tiempo la dimensión de eternidad que le pertenece, en las antípodas del frenesí y la fugacidad a las que el desquiciamiento actual le ha avocado y que nos permita a la especie humana recuperar el equilibrio, la sensatez, la tranquilidad y la armonía que tanto necesitamos y de la que hoy carecemos.
Los musulmanes revolucionarios, al impulsar y participar en las nuevas estructuras y actividades, deberemos fundamentar nuestra labor de difusión de nuestras ideas en el ejemplo ético y moral personal, más que en la propaganda teórica y abandonar toda actitud falsamente moralista que tienda a excomulgar aquellas tendencias que dentro del movimiento revolucionario no contemplen la dimensión espiritual de los seres humanos, o que no la contemplen de la misma manera que nosotros.
No deberemos permitir que los deseables e inevitables debates intelectuales que aparezcan vengan marcados por el sectarismo, el chovinismo, el racismo, el sexismo o cualquier otra forma de exclusivismo que fomente la división y la ruptura de los lazos fundamentales de hermandad y amor entre los seres humanos.
Los escritores, los poetas, los músicos, los artistas y las fuerzas creativas tienen un papel fundamental en la construcción del nuevo mundo.
Las ideas destructoras y negativas deben ser combatidas con ideas creativas y creadoras y nunca con la fuerza.
La sociedad que nace debe aborrecer de las medidas represivas y coercitivas. Responder a las ideas con ideas, a las palabras con palabras, a los escritos con escritos.
Deberá prohibirse el recurso a la violencia en todas sus manifestaciones, especialmente en contra de las ideas opuestas. De esa manera se acabará eficazmente con los violentos y la violencia. El nuevo mundo debe prohibir el uso de la fuerza, excepto para impedir a los violentos el uso de la violencia como manera de imponerse al resto, y aun así, de manera comedida.
Defenderá la erradicación absoluta de cualquier forma de tortura física o psicológica y se abordará la solución de comportamientos sociales patológicos con un espíritu basado en el amor, la comprensión, la moderación, la tolerancia y el bien.
En el cuerpo social, como en los cuerpos físicos, toda fuerza ejercida en una determinada dirección y con una determinada intensidad, genera una resistencia de la misma intensidad y de sentido contrario. Teniendo esto en cuenta, debemos diseñar una sociedad lo menos coercitiva posible.
Como musulmanes revolucionarios no propondremos la expropiación de los medios de producción por el Estado, modelo que ya ha demostrado que solamente sirve para fortalecer la aparición de una nueva clase burocrática, frenar la creatividad y la iniciativa personal y fomentar el parasitismo laboral y la pérdida del entusiasmo revolucionario, sino un reordenamiento social basado en la justicia y en la distribución equitativa de la riqueza.
No propugnaremos una revolución violenta contra el orden establecido, pues la violencia no genera más que violencia, sino una transformación creadora de la sociedad a partir de una práctica directa basada en valores humanos.
Eso no quiere decir que adoptaremos una actitud pacifista a ultranza. Defenderemos el derecho a defenderse de los oprimidos allí donde sean atacados. El derecho a la defensa armada de quienes son víctimas de la violencia armada del Estado, de los pueblos oprimidos por la violencia armada y de los pueblos y las naciones agredidas o invadidas militarmente, mientras dure esa agresión o invasión.
El modelo social que el Sagrado Corán propugna, tanto en sentido general como en sus particularidades, será el referente de nuestra acción y reflexión y la fuente de las propuestas que los musulmanes revolucionarios llevemos a los organismos de debate y acción del conjunto de las fuerzas activas de la sociedad.
Los musulmanes revolucionarios, en nuestra participación en el movimiento altermundista, no pretenderemos establecer una sociedad basada en el gobierno islámico, sino de contribuir con nuestros valores, y con una práctica ética consecuente con ellos, a la construcción de una nueva sociedad en la que todos quepan y todos participen.
Una sociedad orientada al bien, cuando la inmensa mayoría lo reconozca como bien y alejada del mal, cuando la inmensa mayoría lo reconozca como mal, y limitaremos al ámbito de nuestra comunidad espiritual y de nuestra vida personal la práctica de valores éticos y morales más estrictos, en conformidad con las orientaciones y mandatos coránicos.
No una nueva sociedad totalitaria y uniformizada, sino una sociedad hermanada en la justicia, el bien colectivo y la libertad respetuosa de los semejantes.
No una sociedad coercitiva, sino una sociedad tolerante, que proteja el espacio publico de la corrupción y el escándalo, pero que respete el espacio privado como un entorno sagrado e inviolable.
Una sociedad con valores espirituales, pero no dogmática e inquisitorial. Una sociedad que otorgue su derecho a la dimensión espiritual de los seres humanos, pero que no trate de imponérsela a nadie.
Dios ha creado al ser humano en una condición tal que le lleva a amar y buscar de manera natural y espontánea el bien, la belleza, el conocimiento y lo transcendente.
Para educar a la sociedad en esos valores no es necesario crear mecanismos impositivos, es suficiente con proporcionar a las personas, y en especial a las nuevas generaciones, un marco de confianza, de tranquilidad y de amor, que no coarte ni deforme la naturaleza esencial en la que hemos sido creados y en la que las ideas puedan fluir con entera libertad y creatividad.
El intelecto y raciocinio con los que Dios nos ha creado son instrumentos suficientes para permitirnos, siempre y cuando disfrutemos de libertad, distinguir las ideas y actitudes buenas y constructivas de las malas y corruptoras.
Una sociedad volcada al bien no es aquella que impone su verdad, sino aquella que facilita los medios para que cada uno la encuentre.
Él es Quien ha creado los cielos y la Tierra con la Verdad. 6:73
La Verdad procede de tu Señor, por tanto, no seas de los que dudan.2:147
Y ellos dirán: «¡Alabado sea Dios, que ha hecho realidad Su promesa y nos hizo heredar la Tierra para que nos establezcamos en el Jardín donde queramos!» ¡Qué buena la recompensa de los que actuaron bien! 39:74
Qom
6 de Enero del 2009
9 de Muharram del 1430
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1 comentario:
Mi mas sincera felicitacion por tu blog. Lo sigo, lo leo y lo reenvio a otros, siempre poniendo de quien es el autor. Espero que no te importe.
Sigue con ese espiritu, somos muchos mas de los que creemos que somos.
Y si luchamos por ese ideal, lograremos alcanzarlo con la ayuda de Allah.
Allah Uakbar.
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