sábado, 16 de enero de 2010

Ucrania: un presidente, dos países y tres candidatos de la misma élite


Mañana, elecciones, mientras la miseria y el paro hunden al este industrial de Ucrania

16-01-2010
Dabid Lazkanoiturburu
Gara

Ucrania, a caballo entre Europa Central y el gigante euroasiático ruso, vota mañana en la primera vuelta en unas presidenciales que certificarán la muerte por inanición de la Revolución Naranja. Las encuestas auguran que el voto reflejará fielmente la división del país entre el oeste, ligado históricamente a Polonia y pro-occidental, y el este rusófono. Pero la pugna entre los principales candidatos responde a una dinámica de lucha por el poder en el seno de la élite de la Ucrania post-soviética.

Ucrania, «tierra de frontera» en lengua eslava. El término describe a la perfección la idiosincrasia de un país, mejor dicho de dos países, que conforman una entidad que 20 años después de la desaparición de la URSS, de la que formaba parte, sigue sumida en una crisis que puede calificarse de existencial.

Una crisis que tiene su plasmación en una inestabilidad política permanente y en una deriva económica que la actual crisis global no ha hecho sino acentuar.

Todo apunta a que las elecciones presidenciales cuya primera vuelta se celebra mañana certificarán la defunción de la Revolución Naranja, un seísmo político que, siguiendo la estela de la experiencia de las revoluciones de colores iniciada en Serbia en 2000, desalojó del poder hace ahora cinco años al hombre fuerte de la Ucrania postsoviética, el hasta 2004 presidente Leonid Kuchma.

Occidente, que financió este movimiento y lo utilizó como palanca en su pugna por aislar y arrinconar a Rusia, aplaudió, cómo no, a los líderes de esta revuelta y a su clara apuesta pro-atlantista y pro-europea.

Una revuelta que no tardó en descubrir su verdadero carácter palaciego cuando sus dos adalides, el actual presidente Viktor Yushenko, y la primera ministra, Yulia Timoshenko, se enzarzaron desde el día después de la victoria en una lucha descarnada por el poder.

Un lustro después, el delfín de Kuchma y víctima política de aquella pugna entre élites, Viktor Yanukovich, tiene grandes posibilidades de convertirse en el nuevo presidente de Ucrania.

Con un Yushenkoo al que las encuestas no auguran más de un 4% de votos, sólo Timoshenko está en condiciones de siquiera intentar disputar el liderazgo a quien fue postulado como primer ministro y se quedó en diciembre de 2004 con la miel en los labios después de que el movimiento naranja lograra que se certificara un pucherazo electoral y forzara nuevos comicios.

Esta vez todo apunta a que también habrá una segunda vuelta. Los sondeos auguran a Yanukovich entre un 34 y un 42% de votos, frente al 19-33% a Timoshenko.

En la más que presumible segunda vuelta, prevista para el 7 de febrero, las encuestas otorgan al líder del Partido de las Regiones 15 puntos de ventaja sobre la conocida como la «Juana de Arco» ucraniana, aunque hay quien otorga a esta última alguna posibilidad si logra movilizar a la mayor parte del electorado que rechaza a Yanukovich como futuro presidente.

De ahí sus intentos de última hora de movilizar a su electorado con promesas rayanas en el esperpento, como la de entrar en la UE en cinco años.

Lo que está claro es que, venza uno u otra, la fractura en dos del país seguirá en pie. De un lado, el oeste, en su día bajo el control del imperio austro-húngaro, habla mayoritariamente ucraniano, lengua que, aun escrita en cirílico, es cercana al polaco. Sus habitantes miran a Europa Central y fue el bastión de la Revolución Naranja.

Enfrente se sitúa el este, en su día bajo la bota zarista, y que habla preferentemente ruso. La región industrial de Donetsk (conocida como Donbass), de donde es originario Yanukovich, la Península de Crimea y los alrededores de Odessa, han mirado tradicionalmente a Moscú. Esta división se refleja milimétricamente en las encuestas.

No obstante, si Ucrania son dos países, la élite de la clase política ucraniana responde desgraciadamente a un sólo patrón.

Si Yanukovich es el representante de los intereses de las grandes empresas de la industria pesada del este del país, la biografía de sus rivales evidencia unos orígenes, si no similares, sí paralelos.

Curiosas biografías

Yushenko, el azote de Moscú, fue contable de un koljós soviético y dirigió el Banco Central entre 1993 y 1999, llegando a ser nombrado primer ministro por Kuchma. Timoshenko también tiene un pasado peculiar. Nacida en el este industrial, en Dnipropetrovsk, estudió economía e ingeniería y dirigió una gran compañía de gas tras la independencia de Ucrania en 1991.

Viceprimera ministra en 1999 en el Gobierno Yushenko, fue purgada por Kuchma y encarcelada bajo la acusación de haberse embolsado 1.000 millones de dólares destinados al pago del gas ruso, cargos que le fueron posteriormente retirados.

No extraña, por tanto, la tendencia marcada de la política ucraniana de hacer extraños compañeros de cama. En su pugna con Timoshenko, Yushenko no tuvo empacho alguno en nombrar a su gran rival, Yanukovich, primer ministro, aunque la experiencia de cohabitación duró un año.

Yanukovich, el «pro-ruso» ha limado su discurso y se ha rodeado de consejeros estadounidenses que le han asesorado para realizar una campaña tranquila, por no decir plana. Ha anunciado, incluso, que está aprendiendo inglés y defiende ya públicamente el ingreso de Ucrania en la UE. Timoshenko, por su parte, ha alimentado en los últimos tiempos una sintonía tal con el hombre fuerte de Rusia, Vladimir Putin, que no pocos aseguran que actualmente sería la candidata preferida de Moscú.

En esta línea, la conocida también como «Princesa del Gas» ha dejado sólo a Yushenko en su defensa de la entrada del país en la OTAN, una posición que rechaza muy mayoritariamente la población ucraniana, esta vez casi sin fisuras.

Ucrania es, en definitiva, otro ejemplo paradigmático de que las élites no mueren, sólo se transforman. Y de que, por mucho que revistan sus pugnas internas con el barniz que sea -incluso el de una supuesta revolución-, no tardarán en suspirar por una vuelta a la estabilidad.

Y esta última pasa, en Ucrania, por buscar un equilibrio de intereses entre Occidente y Rusia. Los intereses de la mayoría de la población ucraniana, del este o del oeste, son otro cantar.

http://www.gara.net/paperezkoa/20100116/177414/es/Ucrania-presidente-dos-paises-tres-candidatos-misma-elite-

16-01-2010
La miseria y el paro hunden al este industrial de Ucrania
Ana Tsukanova
France Presse / Gara

El este rusófono de ucrania, verdadero motor económico del país, ha sufrido duramente el embate de la crisis global. El paro se ha disparado y los sueldos se han desplomado con la caída a plomo de la demanda a las acerías y de la industria pesada que marca la vida de sus ciudades.

Desde las ventanas de su mísera casita, Olexandre Fiodorov contempla las chimeneas de la gigantesca acería de la que ha sido despedido recientemente, como tantos miles de trabajadores en el bastión industrial del este de Ucrania. «Fui despedido el 8 de enero, Todo el taller donde trabajaba ha sido suprimido», cuenta este joven parado de 36 años de edad.

A cientos de metros de su hogar, que no dispone de agua corriente, la silueta sombría de la acería Azovstal destaca en un paisaje desolado en el que incontables chimeneas escupen humo. La industria pesada, concentrada en esta región y motor de las exportaciones del país, ha sido alcanzada de lleno por la crisis con una brusca caída de la demanda de sus productos.

En Mariupol, ciudad de 500.000 habitantes y cuya vida está marcada por Azovstal y por otra gran acería, Illitch, así como por la fábrica de de maquinaria Azovmach, sus habitantes sobreviven con fuertes bajadas de los salarios cuando no han perdido el empleo.

«Desde finales de 2008 comenzaron a reducir el trabajo a 15 días al mes, con la correspondiente reducción de los sueldos», cuenta Leonid, electricista de Azovmach que perdió su empleo en mayo pasado.

La indemnización que recibe, 700 hryvnias (60 euros) al mes frente a su antiguo salario de 2.500 hryvnias (210 euros) no apaga ni de lejos su angustia. «Es muy duro, falta dinero hasta para la alimentación».

Ya no hay obras

Olexy Kostyliov, 34 años, se inscribió en las listas del paro en agosto. El sector de la construcción, en el que trabajaba, se ha hundido por la crisis. «Antes había un centenar de grandes obras en Mariupol. Ahora sólo quedan dos y los que trabajan en ellas ganan mucho menos». «Es casi imposible encontrar trabajo. Lo único que hay son empleos de guardias de seguridad por 800 hryvnias (65 euros) al mes», suspira.

Las estadísticas oficiales no pueden ocultar la evidencia. «Antes de la crisis recibíamos 2.500 ofertas al mes, período en el que se registraban 1.300 parados. Teníamos que acudir a otras regiones para buscar especialistas», recuerda con nostalgia el director de la agencia para el empleo local, Yuri Tchupine. «La tendencia ahora es la inversa. Tenemos 300-500 ofertas de empleo para 4.500 demandantes de trabajo y buscamos puestos vacantes en toda Ucrania».

Igor Simonik, responsable de un sindicato local, confirma esta tendencia y asegura que a muchos parados no les queda otra que ir a buscar trabajo a Rusia o a Europa Occidental.

Autoridades y expertos insisten en dar mensajes optimistas, asegurando que la economía habría tocado fondo y que registraría una ligera recuperación. Se apoyan para ello en previsiones del BM que auguran un incremento del 2,5% del PIB en el año que acaba de comenzar (el índice bajó un 15% en 2009).

Escaso consuelo para los habitantes de Mariupol. «Los precios suben, los salarios se desploman y esto va de mal en peor», sentencia resignado un taxista local.

http://www.gara.net/paperezkoa/20100116/177411/es/La-miseria-paro-hunden-este-industrial-pais




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