sábado, 24 de octubre de 2009
“Uno de los principales desafíos es la unidad de campo y ciudad”
ROSANA FERNÁNDEZ, DE LA DIRECCIÓN NACIONAL DEL MST
La entrevistada repasa la coyuntura política de Brasil en torno a las elecciones de 2010 y los principales retos del MST para construir una Vía Campesina Internacional.
Berta Iglesias Varela. Madrid (Quién Debe a Quién)
Viernes 23 de octubre de 2009.
DIAGONAL: ¿Cómo valora el MST la coyuntura política brasileña actual?
ROSANA FERNÁNDEZ.: El contexto de lucha de clases en Brasil continúa cada día más fuerte, especialmente desde los años ‘90, en que [el entonces presidente] Collor de Mello inició el proceso privatizador que luego continuó Cardoso. La llegada de Lula a la Presidencia supuso una conquista de la clase trabajadora. Sin embargo, la esperanza que el pueblo organizado del campo y de la ciudad tenía, se esfumó cuando la política gubernamental dio continuidad al proyecto neoliberal, incentivando aún más la especulación de las empresas, bajo el dominio del capital financiero internacional. En el caso del campo, se había comprometido a llevar a cabo la reforma agraria. Pero estamos llegando al final del segundo mandato y los asentamientos que se han conseguido para las familias han sido conquistados mediante la lucha permanente. La reforma agraria prometida se ha quedado en mero discurso. A la vez, las grandes empresas nacionales e internacionales están acaparando más tierra para monocultivos de exportación (caña, eucalipto, pino, soja...) por no hablar de las grandes áreas de experimentos con transgénicos, de soja y maíz. Todo esto apoyado con ayudas fiscales, para continuar explotando los bienes de nuestro país.
D.:¿Cómo veis el futuro electoral en Brasil?
R.F.: Es pronto para tener una visión clara del proceso electoral de 2010. Hay muchas especulaciones sobre posibles candidaturas, tanto de extrema derecha como de la izquierda. El Partido de los Trabajadores, la izquierda gobernante, mantiene el propósito de asegurar un sucesor para Lula. Sin embargo, la derecha se está articulando con fuerza para evitarlo. Creemos que el proceso electoral debe ser entendido como una estrategia dentro del proyecto de transformación social que anhelamos. Podemos acumular fuerzas conquistando algún gobierno, sea municipal, de Estado o federal, pero sin la pretensión de que sea ahí donde se resuelva el problema de la clase trabajadora. Aprovecharemos el momento electoral para politizar el debate y evidenciar un proyecto popular para Brasil, construido por varias fuerzas de la izquierda.
D.: ¿En qué nivel de desarrollo se encuentra la reforma agraria?
R.F.: En Brasil no existe política de reforma agraria. Lo que ha existido han sido políticas de asentamientos, como respuesta a la presión que los movimientos sociales hacen para que el Gobierno federal adquiera latifundios, a través de la compra directa o la expropiación. La lucha por la tierra es una constante en la historia brasileña. Entendiendo que la sola conquista de la tierra no resuelve el problema de los agricultores, es necesario que haya una política de reforma agraria en la que se garanticen los subsidios para la producción, créditos para infraestructuras, vivienda digna, educación, salud, ocio... Un conjunto de cuestiones necesarias para que una familia pueda vivir en la tierra conquistada.
D.: ¿Cómo valoran las jornadas de lucha que organizaron en el mes de agosto en todo el país?
R.F.: Fue otro paso importante por recolocar la cuestión de la reforma agraria en el debate público, implicando al Gobierno. Hubo logros políticos importantes, como la expropiación de un área emblemática del Estado de Minas Gerais en la que habían sido asesinados cinco compañeros, la fazenda Alegria.
D.: Ante el panorama mundial de deterioro ambiental, ¿qué dificultades y qué líneas de trabajo tienen para fomentar la agroecología?
R.F.: Ésta es una cuestión muy compleja. Es necesario entenderla dentro de todo un proyecto de reforma agraria popular que estamos debatiendo, en el marco general de la relación del ser humano con la tierra, con todas las formas de vida. Es un debate que, en primer lugar, cada compañera y compañero necesita mantener en su propia conciencia, ya que hemos sido formados en la visión capitalista de explotación de los otros seres y de la naturaleza. Es necesario deconstruir algunos vicios y reconstruir nuevos valores. Otro elemento es la formación y capacitación técnica en la línea agroecológica, que es preciso intensificar, especialmente formando a jóvenes agricultores para poder esparcir la idea en la práctica en las áreas de asentamientos. También el propio Gobierno debería crear políticas de incentivos para este tipo de producción en la agricultura familiar y campesina.
D.: Es frecuente escuchar noticias sobre la violencia policial en las favelas. Menos frecuente es tener noticias sobre la represión en el campo. ¿Qué tipos de violencia sufren las personas sin tierra?
R.F.: La primera violencia es la negación del derecho a la tierra, garantizado en la Constitución. A partir de ahí, la violencia llega de mano de las fuerzas represoras del Estado contra quienes buscan, mediante la organización social, ejercer ese derecho. Todos los movimientos sociales sufren de alguna manera violencia institucional. El MST, desde su origen, sufre violencia directa de las milicias armadas privadas de los terratenientes o de la propia policía cuando desaloja los latifundios ocupados. Si hablamos de violencia física, registramos altos índices de muertes, masacres de trabajadores... Pero existe también una violencia psicológica, para disuadir a las personas de organizarse. Es la satanización del movimiento organizado, tachando de alborotadores a quienes forman parte de él. Este tipo de violencia la ejercen sobre todo los medios de comunicación de masas. Además, sufrimos la criminalización de los movimientos sociales y de sus líderes. Ahora están tramitando en el Senado y la Cámara Federal una propuesta de fiscalizar todas las entidades jurídicas del MST para imposibilitar cualquier colaboración con instituciones gubernamentales en favor de los trabajadores.
D.: ¿Cómo os planteáis las relaciones con los movimientos sociales urbanos?
R.F.: Uno de los grandes desafíos que tenemos como clase trabajadora brasileña es la unidad del campo y la ciudad. De hecho, el MST está construyendo relaciones políticas con distintos movimientos urbanos. Creemos que son grandes defensores de la lucha por la tierra, especialmente las centrales sindicales. Aunque también es complejo hablar sobre esto, porque en Brasil hay una división enorme entre las organizaciones de trabajadores. En el campo, por ejemplo, existen al menos 90 movimientos sociales, y en las grandes ciudades, unas siete centrales sindicales, además de sindicatos y movimientos autónomos.
D.:. ¿Qué líneas de acción tiene previstas el MST?
R.F.: Son muchas y en diferentes frentes. En primer lugar, construir el Proyecto Popular para Brasil. Para ello, defendemos no sólo el reparto de la tierra, sino también un nuevo modelo de agricultura que produzca alimentos sanos para el pueblo, cuide de las semillas y sustituya los agrotóxicos por la agroecología y la producción cooperativa. Otra línea es elevar el grado de escolarización en el campo, desde la infancia a los cursos de enseñanza superior. Ampliar la fuerza social del movimiento en número y en aumento de la conciencia política e ideológica es otra línea, articulándonos con la clase trabajadora de América Latina, especialmente en la construcción de la Vía Campesina Internacional.
D.: ¿Cuáles son para ti los motivos para la esperanza
R.F.: Me gustaría responder a esta pregunta con un poema de Casaldáliga: Confesiones del latifundio: Por donde pasé/ planté la alambrada/ planté la quema provocada/ Por donde pasé planté la muerte matada/ Por donde pasé maté la tribu callada/ la siembra sudada/ la tierra esperada... Por donde pasé/ conforme a la ley/ planté la nada. Los motivos para la esperanza son los contrarios de las Confesiones del latifundio de Casaldáliga: la tierra para los sin-tierra, el cuidado de la naturaleza, el respeto a las etnias, los alimentos saludables... plantar la vida.
MST, SIN PAUSA
El MST organizó en agosto unas jornadas de lucha por la reforma agraria con ocupaciones de organismos públicos y empresas de agronegocio, entre otras acciones. Estas jornadas se enmarcaron en el seno de Vía Campesina Brasil y centraron el foco crítico en las políticas productivistas del Gobierno del PT, especialmente el impulso del agronegocio en detrimento de la agricultura campesina, que supone el 75% del empleo rural.
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