sábado, 24 de octubre de 2009

Comentario de Cuarenta hadices -XXXVIII


Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní


Traducción de Raúl González Bórnez

Sexto hadíz
Amor a las cosas mundanales


Transmitió Muhammad ibn Yaqub al-Koleyni, de Muhammad ibn Yahia, de Ahmad ibn Muhammad, de Ibn Mahbúb, de Abdel lah ibn Sinán, de Abdel Azíz al-Abdí, de Abdel lah ibn Abu Yafúr, que relato que Abu Abdel lah Imam As-Sádeq, sobre él la paz, dijo:

Dios decreta la pobreza para quien pasa los días y las noches ocupado fundamentalmente de las cosas de este mundo y desbarata sus asuntos, de manera que no le alcance de este mundo más que aquello que ha sido decretado para él. Y a quien pasa el día y la noche ocupado fundamentalmente de lo que tiene que ver con la otra vida, Dios le pone la riqueza en su corazón y reúne sus asuntos.

Debes saber que entre los sabios existen diferentes interpretaciones de los términos «este mundo» (duniá) y «el otro mundo» (ájirah) dependiendo de la ciencia que dominen. Pero no es nuestro objetivo entrar en un análisis especializado sobre los diferentes significados que se pueden atribuir a estos términos. Lo que es esencial para nosotros aquí es entender lo que significa «el mundo censurable» (duniá-ye madmumeh) del que la persona que busca el otro mundo si quiere alejarse de él lo haga sabiendo cómo debe hacerlo y lo que ayuda a la persona en este camino espiritual hacia su salvación. Si Dios quiere nos ocuparemos de ello es varios capítulos y pedimos a Dios que nos otorgue éxito para recorrer esta senda.

Explicación de las palabras de Mawlana Maylesí sobre la realidad del mundo censurable.

El gran investigador y recopilador de hadices Maulana Machlesí, la misericordia de Dios sea con él, dice:
Debes saber que lo que se deduce de los versículos coránicos y de la información procedente del Profeta conforme a nuestro entendimiento, el significado de «el mundo censurable» (duniá madmúmah), es la suma de todas aquellas cosas que impiden a la persona obedecer a Dios, ser Su amigo y prepararse para la otra vida. Por tanto, duniá y ájira son dos conceptos opuestos. Todo aquello que causa satisfacción a Dios glorioso y acerca a Él pertenece al Ájirah, aunque sea parte de la duniá aparentemente. Por ejemplo, el comercio, la agricultura, la industria, actividades cuyo propósito es obtener la provisión necesaria para la subsistencia familiar tal y como Dios nos ordena y para gastarla en buenas obras y en ayudar a los necesitados y no depender de los demás y necesitar su ayuda, y cosas semejantes. Todas esas cosas son parte del Ájirah aunque las personas las consideren cosas propias de la duniá. Mientras que las prácticas innovadoras en las cuestiones religiosas o el actuar para ser visto y admirado, aunque se realicen con gran devoción y cuidado, pertenecen a la duniá, ya que alejan de Dios en lugar de acercar a Él, como sucede con las obras de quienes niegan a Dios y actúan en oposición a Su mandamientos.
Y, en palabras de otro de los grandes pensadores e investigadores tu duniá y tu ájirah son dos estados internos de tu corazón. El que está más cerca y es anterior a la muerte se denomina duniá y el que viene después y es posterior a la muerte se denomina ájirah. Por tanto, ese estado en el que hay para ti placer y disfrute antes de la muerte es tu duniá.
Este humilde servidor opina que se puede decir que algunas veces se denomina duniá al nivel inferior de la existencia, que es la morada del cambio, la transformación y la ilusión y ájirah al regreso desde ese plano inferior de existencia al plano superior, celestial, interior, que es la morada de lo inmutable, lo eterno y lo estable. Y estos dos estados o niveles existen en todas las personas y en todas las almas.
En resumen: Cada ser existente ocupa una posición manifiesta, un dominio y una presencia testimonial, y eso corresponde al nivel más bajo de su existencia y una posición no manifiesta, angélica y oculta a los sentidos corporales y ese es su nivel elevado y espiritual. El nivel inferior y mundanal, aunque en su propia esencia es imperfecto y el último grado de la existencia, es el lugar en el que se educan y forman las almas sagradas, la escuela en la que se adquieren las estaciones más elevadas y el campo de cultivo en el que se cosechan los frutos de la otra vida y, por eso, para los santos y la gente que sigue la senda espiritual es el mejor lugar para alcanzar los grados superiores del testimonio existencial y el más valioso y beneficioso de los mundos. Y si este reino material, impermanente y esencialmente cambiante de la naturaleza y de la voluntad no existiera y Dios Altísimo no lo hubiera establecido como el lugar de los cambios y ls transformaciones, ni una sola de las imperfectas almas habría podido alcanzar su perfección prometida y llegar a la morada de la estabilidad y la quietud propia y los seres incompletos no habría podido acceder al reino divino.
Y las condenas a la duniá que en el Corán y en la tradiciones proféticas aparecen se refieren, no al mundo es sí mismo, sino al amor y la atracción que los corazones sienten por ella.
Por tanto queda claro que para la persona existen dos dunias: una alabada y otra censurada. La alabada es aquella que representa la escuela en la que el alma se forma, el lugar en el que se accede a las estaciones espirituales y a la perfección y en el que se sientan las bases para disfrutar de una vida eterna de felicidad a la que no sería posible acceder sin pasar por ella.
Tal y como dice el Señor de los Monoteístas y Príncipe de los Creyentes Ali ibn Abu Táleb en uno de sus discursos, después de oír a una persona que maldecía este mundo:
En verdad, este mundo es la morada de la sinceridad para quien es sincero con él; la morada de la prosperidad para quien lo entiende; la morada de la riqueza para quien acumula provisiones para la otra vida y la morada del consejo espiritual para quien se deja aconsejar por ella. Es la mezquita de quienes aman a Dios y el lugar de oración de los ángeles divinos. El lugar al que desciende la revelación de Dios y el mercado en donde los amigos de Dios adquieren las provisiones para la otra vida. En él obtiene la misericordia y los beneficios que les llevarán al Paraíso.[1]
Y las palabras de Dios Altísimo:
¡Que bendición es la morada de los temerosos![2]
Conforme a las palabras del Imam Muhammad al-Baqer, la paz sea con él, recogidas y transmitidas por Ayáshí, se refieren a duniá.
Por lo tanto, contemplado desde ese punto, no hay motivo para condenar este mundo, que es el lugar epifánico de la Belleza y la Majestad divinas y de la Presencia Testimonial Absoluta.
Lo que es censurable es el propio mundo del ser humano cuando se sumerge en su naturaleza material y se enamora de ella, pues entonces es la fuente de todos los vicios y errores internos y externos, tal y como en la noble obra Al-Káfí se recoge que dijo el Imam Yafar as-Sádeq, sobre el la paz:
La causa de todos los errores es el amor a este mundo.[3]
Y de su padre, el Imam Muhammad al-Baqer, sobre el la paz, que dijo:
El daño que causan dos lobos atacando uno por delante y otro por detrás al rebaño sin pastor no es nada comparado con el que causan a la fe del creyente el amor por la riqueza y por la posición social.[4]
Por tanto, el significado de duniá-ye madmúm es el amor y la atracción por este mundo y cuanto más atraído se esté mayor y más espeso será el velo que separa a la persona de la morada de la bendición y a su corazón de la Verdad.
Y leemos en algunos nobles ahadíz que entre Dios y la persona existen setenta mil velos de luz y oscuridad.[5]
Es posible que los velos de oscuridad sea esa misma atracción que el corazón siente hacia este mundo. Cuanto mayor sea esa atracción más serán los velos entre él y Dios y cuanto más intensa sea esa atracción más densos serán los velos y más difíciles de eliminar.
[1] Cfr. Feid ul-Islám, Nahy ul-Balága, p. 1138, hikam 126,
[2] Cfr. Sagrado Corán, 16:30.
[3] Cfr. Koleyni, Usul al-Káfí, t, II, p. 315. hadiz 1.
[4] Cfr. Koleyní, Usul al-Káfí, t, II, p. 315. hadiz 1, pie de página 56.
[5] Machlesí, Bihár al-anwár, t. 55, p. 45, hadíz 13.

No hay comentarios: