jueves, 1 de octubre de 2009

En 1989, Lewis Amselem, representante USA en la OEA encubrió un caso de tortura, en Guatemala


30 de septiembre de 2009
Jean-Guy Allard

Lewis Amselem, el jefe de la delegación norteamericana ante la OAS quién calificó de “irresponsable” e “idiota” el regreso a su país del Presidente Manuel Zelaya fue denunciado, hace años, por haber encubierto a los individuos, uno de ellos de nacionalidad estadounidense, que torturaron y violaron una monja norteamericana en Guatemala

El 2 de noviembre de 1989, Dianna Ortiz, fue secuestrada, ultrajada y torturada por elementos de las fuerzas de seguridad de Guatemala vigilados por un ciudadano norteamericano.
Desde entonces, Ortiz ha intentado, incansablemente, obtener del gobierno de los EE.UU. la reapertura de los expedientes de todos aquéllos que fueron víctimas de actos brutales en Guatemala en el periodo de las dictaduras pro-USA.
"El retorno del presidente Zelaya a Honduras es irresponsable e idiota y no sirve ni a los intereses de su pueblo ni a aquellos que buscan el restablecimiento pacífico del orden democrático en Honduras", ha declarado Lewis Amselem, con una arrogancia correspondiente a su papel de representante alterno de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos,
Amselem estuvo en Guatemala como “Oficial de los Derechos Humanos” de la Embajada USA en la época del gobierno de Vinicio Cerezo, una administración civil bajo la cual el ejército seguía combatiendo de manera salvaje a la guerrilla. Cerezo fue criticado por su inercia ante los casos de violaciones de derechos humanos.
Coincidencia, 1989 es el año cuando el agente CIA y terrorista de origen cubano Luis Posada Cariles pasa a Guatemala donde se le fabrica una cobertura de jefe de seguridad de la telefónica estatal Guatel. El presidente Vinicio Cerezo le otorgará poderes especiales que lo convertirán virtualmente en gánster. Se le atribuye durante ese período toda una serie de ejecuciones, secuestros, estafas y ajustes de cuentas.
Una fosa llena de cadáveres
Dianna Ortiz era monja de las Hermanas Ursulinas cuando decidió consagrarse a los más humiles, al irse en América Central con otras hermanas, consagrándose a trabajar de enfermera en pequeñas aldeas indígenas. Pronto recibió amenazas anónimas acusándola de complicidad con la guerrilla y ordenándola de irse del país.
Según su recuento de los acontecimientos de aquel día de noviembre de 1989, dos hombres la capturaron en un jardín de una centro comunitario y la llevaron en un carro de policía no identificado a la Antigua Escuela Politécnica, una academia militar de la Ciudad de Guatemala.
Empezó un horrible interrogatorio en el curso del cual Dianna Ortiz fue quemada más de 100 veces con cigarrillos y violada repetidamente por sus torturadores que le ordenaban identificar a “subversivos”. Tanto fueron los malos tratos que la mujer se desmayó.
Según el informe publicado en 1996 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Dianna Ortiz “en un momento dado recuperó el conocimiento y comprobó que la habían atado de las muñecas a un sostén por encima de su cabeza. Le pareció que estaba en un patio. Entonces ella sintió que varias personas movían una loza pesada en el piso. La bajaron a un foso lleno de cuerpos. Se volvió a desmayar. Cuando despertó estaba en el suelo y los hombres habían comenzado otra vez a abusar de ella sexualmente”.
La interminable sesión de tortura se interrumpió cuando llego un personaje, que dijo llamarse Alejandro, quién explicó que se la había confundida con una líder de la guerrilla llamada Verónica Ortiz Hernández.
Mientras “Alejandro” la llevaba en su Jeep a la “casa de un amigo de la embajada”, Dianna se escapó aprovechando una parada en un semáforo.
Un residuo de los Bush
Lo que iba a seguir, en los años siguientes, fue un verdadero calvario para la mujer ya destruida por esta infernal experiencia.
El ministro guatemalteco de la Defensa Hector Gramajo dijo públicamente que Dianna Ortiz había inventado su historia, añadiendo insultos y insinuaciones infamantes de carácter sexual.
Investigando el tema, reporteros de la la cadena televisiva ABC News identificaron la fuente de estas rumores degradantes. Provenían del Oficial de Derechos Humanos Lewis Amselem quién, al ser interrogado, negó vehementemente cualquier implicación.
El Reverendo Joseph Nangle de la Comunidad de San Francisco reveló más tarde que Amselem habló ante él del tema, con una grosería que lo escandalizó.
Otras confidencias de personas que conversaron entonces con el diplomático estadounidense confirmaron los comentarios de Nangle y añadieron que Amselem multiplicaba las referencias injuriosas hacia la presencia de voluntarios religiosos en comunidades indígenas de Guatemala.
El 16 de octubre de 1996, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, basándose en la información presentada y su investigación y análisis del caso, reconoció la veracidad de las declaraciones de Dianna Ortiz y condenó al Gobierno de Guatemala.
Sin embargo, Estados Unidos su embajador Thomas F. Stroock y el funcionario Amselem que constantemente obstaculizaron la investigación, no son mencionados por el documento.
En 1995, un tribunal norteamericano condenó a Hector Gramajo a pagar 47 millones de dólares a Dianna Ortiz y otras de sus víctimas.
Amselem fue un diplomático que disfrutó las administraciones Bush y que se quedó de residuo, como muchos otros elementos ultraderechistas, en la actual administración Obama.

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