8 de junio de 2009
Roberto Pérez Betancourt (AIN, especial para ARGENPRESS.info)
¿Quién lo iba a decir? Buena parte de lo que más apesta de la podredumbre mafiosa de Miami y sus acólitos se ha virado en contra de la Organización de Estados Americanos (OEA), al punto de calificarla de "bochorno putrefacto".
El calificativo ha sido atribuido por la prensa del sur de la Florida, en Estados Unidos, nada menos que a los hermanos Díaz-Balart, congresistas federales, acérrimos enemigos del pueblo cubano, quienes comparten puntos de vista e ideología anexionista con lleana Ross-Lehtinen, más conocida en círculos periodísticos como "Loba Feroz".El detonante de la ira mafiosa es la reciente Resolución de los cancilleres de la OEA -incluido el norteamericano- quienes derogaron la expulsión en 1962 de esa organización de la Cuba revolucionaria, con lo cual admitieron el error histórico y probaron que los tiempos actuales no admiten injerencismos ni imposiciones imperiales en el área.Los que patalean amenazan adicionalmente con luchar para "eliminar el financiamiento a la OEA por parte de Estados Unidos".El Departamento de Estado ha pedido más de 47 millones de dólares para la OEA --integrada por de 34 países--, en su solicitud de presupuesto para el año 2010."Yo tendría que cuestionarme seriamente por qué el gobierno de EE.UU. querría pagar el 60 por ciento de una organización que no se compromete con la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho'', aúlla Robert Menéndez, senador demócrata por Nueva Jersey, miembro de la misma cofradía apocalíptica.Menéndez acaba de descubrir una parte de la verdad histórica de la OEA, solo que sus propias definiciones de democracia, derechos humanos y estado de derecho parten de la clásica percepción del amo, se acomodan a las exigencias sin frenos del que paga a una meretriz.¿Se darán cuenta de que tanta perreta pone en evidencia lo que siempre negaron los defensores del interamericanismo según la conveniencia de Washington?La cuota monetaria que sufraga el gobierno de EE.UU. para sostener el obsoleto andamiaje burocrático de la OEA le ha servido siempre para chantajear e imponer su voluntad a los gobiernos latinoamericanos y caribeños.Basta la propia letra del Departamento de Estado para desentrañar esa verdad, cuando explica en mayo último su petición de presupuesto, y afirma que la OEA "trabaja con asociados en todo el hemisferio para fomentar prioridades de EE.UU en las áreas del comercio, la seguridad y la democracia''.Obviamente, la OEA siempre ha sido instrumento de Estados Unidos, como implícitamente reconoce el Departamento de Estado.Esa larga etapa va quedando atrás. Otras entidades regionales ya agrupan voluntades participativas con vocación de futuro, como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y El Grupo de Río, ambas con exclusión de EE.UU.Hoy, voces sabias de numerosos mandatarios se alzan para argumentar la importancia de que las naciones americanas al sur del río Grande dispongan de su propia organización regional, sin sufrir las pretensiones hegemónicas del poderoso vecino del norte.
Roberto Pérez Betancourt (AIN, especial para ARGENPRESS.info)
¿Quién lo iba a decir? Buena parte de lo que más apesta de la podredumbre mafiosa de Miami y sus acólitos se ha virado en contra de la Organización de Estados Americanos (OEA), al punto de calificarla de "bochorno putrefacto".
El calificativo ha sido atribuido por la prensa del sur de la Florida, en Estados Unidos, nada menos que a los hermanos Díaz-Balart, congresistas federales, acérrimos enemigos del pueblo cubano, quienes comparten puntos de vista e ideología anexionista con lleana Ross-Lehtinen, más conocida en círculos periodísticos como "Loba Feroz".El detonante de la ira mafiosa es la reciente Resolución de los cancilleres de la OEA -incluido el norteamericano- quienes derogaron la expulsión en 1962 de esa organización de la Cuba revolucionaria, con lo cual admitieron el error histórico y probaron que los tiempos actuales no admiten injerencismos ni imposiciones imperiales en el área.Los que patalean amenazan adicionalmente con luchar para "eliminar el financiamiento a la OEA por parte de Estados Unidos".El Departamento de Estado ha pedido más de 47 millones de dólares para la OEA --integrada por de 34 países--, en su solicitud de presupuesto para el año 2010."Yo tendría que cuestionarme seriamente por qué el gobierno de EE.UU. querría pagar el 60 por ciento de una organización que no se compromete con la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho'', aúlla Robert Menéndez, senador demócrata por Nueva Jersey, miembro de la misma cofradía apocalíptica.Menéndez acaba de descubrir una parte de la verdad histórica de la OEA, solo que sus propias definiciones de democracia, derechos humanos y estado de derecho parten de la clásica percepción del amo, se acomodan a las exigencias sin frenos del que paga a una meretriz.¿Se darán cuenta de que tanta perreta pone en evidencia lo que siempre negaron los defensores del interamericanismo según la conveniencia de Washington?La cuota monetaria que sufraga el gobierno de EE.UU. para sostener el obsoleto andamiaje burocrático de la OEA le ha servido siempre para chantajear e imponer su voluntad a los gobiernos latinoamericanos y caribeños.Basta la propia letra del Departamento de Estado para desentrañar esa verdad, cuando explica en mayo último su petición de presupuesto, y afirma que la OEA "trabaja con asociados en todo el hemisferio para fomentar prioridades de EE.UU en las áreas del comercio, la seguridad y la democracia''.Obviamente, la OEA siempre ha sido instrumento de Estados Unidos, como implícitamente reconoce el Departamento de Estado.Esa larga etapa va quedando atrás. Otras entidades regionales ya agrupan voluntades participativas con vocación de futuro, como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y El Grupo de Río, ambas con exclusión de EE.UU.Hoy, voces sabias de numerosos mandatarios se alzan para argumentar la importancia de que las naciones americanas al sur del río Grande dispongan de su propia organización regional, sin sufrir las pretensiones hegemónicas del poderoso vecino del norte.
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