miércoles, 28 de abril de 2010

Egipto: Más allá de Baradei


Dina Heshmat
Protection Palestine
Traducido para Rebelión por Jorge Aldao y revisado por Caty R.


Con la recuperación de las luchas obreras de dos últimos meses, las manifestaciones contra Mubarak y el regreso del ex director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que ya ha impulsado una “Asociación Nacional para el Cambio”(1) de cara a las elecciones presidenciales de 2011, el país pasa por una auténtica primavera reivindicativa.

Con eslóganes contra el interminable “reinado” de Mubarak, en el poder desde 1981, un llamado para obstaculizar el acceso al poder de su hijo Gamal y las reuniones de Kifaya (¡Basta!) (2), la cuestión del “cambio” ha vuelto a los titulares. Una manifestación por iniciativa de “los jóvenes del 6 de abril”, luego otra manifestación una semana después convocada por Kifaya, esta vez para exigir la liberación de los jóvenes detenidos el 6 de abril, que se enfrentaron a una represión salvaje y excepcional, y dos parlamentarios preocupados que incluso habían presionado al ministerio del Interior para que utilizase armas de fuego contra ellos.

Al leer los titulares de la prensa independiente egipcia y los despachos de las agencias internacionales, sin duda esta efervescencia está relacionada con el regreso de Mohamed El-Baradei. Si los creemos, esta nueva “primavera de Kifaya”, según la expresión del Coordinador general del movimiento, Abdel Halim Qandil, se debería a la presencia mágica del ex director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA)

Llegado a El Cairo el pasado mes de febrero después de 19 años en el extranjero, El-Baradei fue recibido en el aeropuerto por cientos de partidarios entusiasmados, entre ellos intelectuales y escritores como Alaa al-Aswani. Prudentemente, El-Baradei hizo una declaración bastante vaga, en respuesta a los periodistas que indagaban sobre su voluntad de presentarse a las elecciones presidenciales de septiembre de 2011, diciendo que estaba “listo” para “lanzarse a la vida política egipcia, a condición de que hubiera elecciones libres y el primer paso en esta dirección es una enmienda de la Constitución”.

Pero el premio Nobel de la Paz de 2005 se encuentra envuelto desde entonces en una verdadera agitación para el “cambio”, pese a declarar que no se consideraba forzosamente “presidenciable” sino que simplemente quiere participar en la dinámica del cambio en Egipto. Sin embargo no ha escatimado apariciones públicas -como la del viernes 16 de abril durante la oración en la mezquita de Al-Azhar–. Y de repente su nombre se encuentra en la boca de todo el mundo. Médicos de su generación, ancianas jubiladas activas; sobre todo en la clase media El-Baradei ha levantado esperanzas. De repente es normal hablar de él como el posible presidente de un país de 85 millones de habitantes. ¿Qué la Constitución exige a los candidatos independientes a la presidencia el apoyo de 250 elegidos (de los cuales por lo menos 65 deben ser diputados de la Asamblea del pueblo)? No hay problema. A pesar de los patéticos esfuerzos de la prensa, que repite constantemente que Baradei es un “pachá” desconectado de las realidades de su país –como si Gamal Mubarak no lo fuera-, nada puede frenar el entusiasmo.

En apenas dos meses, Baradei se ha encontrado en el centro de cualquier debate sobre el “después de Mubarak”. Y ya ha conseguido imponerse en el escenario político egipcio al participar en el lanzamiento de una “Asamblea Nacional para el Cambio”, de la que actualmente es presidente. Esta “alianza abierta a todos los egipcios” tiene el objetivo de “trabajar para la modificación de los artículos 76, 77 y 88 de la Constitución” –los cuales reglamentan las candidaturas a las elecciones presidenciales, determinan el número de mandatos presidenciales y establecen las instituciones encargadas de garantizar la transparencia del proceso-.

Los representantes del conjunto de las fuerzas de la oposición no legal, incluido el presidente del grupo parlamentario de los Hermanos Musulmanes, Saad Katatini, asistieron al lanzamiento de esta Asamblea. También estaban presentes los otros dos "presidenciables" de la oposición, Ayman Nour (de 45 años), presidente del partido Al-Ghadd (liberal), y Hamdine Sabahi (de 55 años), presidente del partido al-Karama (nasseristas radicales de izquierda). El primero ya se presentó a las elecciones presidenciales de 2005, lo que le costó cerca de cuatro años de detención en condiciones muy duras, y el segundo no carece de anécdotas para contar sobre sus diversas estancias en las cárceles del poder, por razones que van desde el activismo estudiantil al apoyo al movimiento de los campesinos contra la liberalización de los arrendamientos agrarios en 1997. Dos personalidades que no carecen de legitimidad en comparación con Baradei, incluso aunque el nombre de Nour levante algunas reticencias debido a supuestos vínculos con el Gobierno estadounidense.

Si los medios de comunicación de corta memoria han atribuido rápidamente esta efervescencia por el cambio al retorno del niño prodigio, ésta también se debe relacionar, más seriamente, con la recuperación de las luchas obreras desde diciembre de 2006. Una larga huelga victoriosa en el bastión histórico del textil en el norte del país, en al-Mahalla (todavía trabajan allí 24.000 obreros), devolvió la confianza a los trabajadores de muchos sectores, en el textil, pero también en los ferrocarriles y hasta en las empresas privadas de las nuevas ciudades industriales.

La fiebre de las huelgas y las sentadas incluso se apoderó, en los años precedentes, de sectores inesperados: después de las enfermeras, los maestros y los médicos, los profesores de al-Azhar y los recaudadores de impuestos no se quedaron atrás. Estos últimos organizaron una huelga con mucha participación y saltaron a los titulares por una sentada de 3.000 participantes en pleno centro de El Cairo, acampando con mujeres y niños frente a su ministerio. Terminaron ganando y lograron registrar en abril de 2009 el primer sindicato independiente de la historia del Egipto post Nasser. Con el apoyo de 35.000 firmas se impusieron en el Ministerio del Trabajo frente a una contrariada Unión de Trabajadores oficial. Una primicia que ha reforzado su determinación así como la de otros trabajadores.

Desde febrero de 2010 estas luchas se radicalizaron. Los obreros de las fábricas textiles Tanta y Salemco y los empleados del “Centro para la Información” dependiente del Consejo de Ministros organizaron sentadas ante la Asamblea del Pueblo, que para algunos duraron cerca de tres semanas. Una efervescencia que permitió la organización, el pasado 3 de abril, de una manifestación conjunta que respondió al llamado de diferentes comités sindicales así como del sindicato de recaudadores con la reivindicación del aumento del salario mínimo a 1.200 LE (217 dólares).

Los sindicalistas enarbolaban carteles que decían: “queremos alcanzar el umbral de pobreza”. En efecto, su reivindicación se ha calculado sobre esta base: dos dólares diarios para cuatro personas. Aunque esta reivindicación rápidamente fue tachada de falta de realismo por numerosos detractores –el salario mínimo oficial actual que es de 112 LE mensuales, aumentado con primas que no se incluyen en el cálculo de la jubilación- la amenaza de organizar esta manifestación fue suficiente para que el presidente de la oficialista Unión de Trabajadores, Hussein Mugawir, declarara que estaba dispuesto a interceder para negociar un salario mínimo de 900 LE. Y los trabajadores obtuvieron un fallo judicial que decretaba la revisión del salario mínimo. Ahora convocan una nueva manifestación ante la Asamblea del Pueblo, el 2 de mayo, para presionar y lograr la aplicación de ese fallo judicial.

La relación con las luchas sociales se encuentra en el centro de un llamamiento para «un movimiento popular del cambio» lanzado en los últimos días. Impulsado por los militantes de izquierda y extrema izquierda y firmado por el “presidenciable” Hamdine Sabahi, el llamamiento propone un programa centrado en la justicia social y la igualdad para todos, hombres y mujeres, coptos y musulmanes. Un llamamiento en el que los militantes participan también, por mayoría, en la Asociación presidida por Baradei.

En este contexto, el esfuerzo de las fuerzas políticas opositoras para unirse podría ser potencialmente peligroso para un poder desacreditado por el empobrecimiento masivo de la población, el deterioro de los servicios públicos y la crueldad de un aparato policial que ha convertido la tortura en algo habitual. Debilitado por la enfermedad reciente de un jefe del Estado que ha acudido ¡una vez más! a someterse a una operación quirúrgica a Alemania, el poder está, además, profundamente dividido sobre la potencial sucesión de Mubarak.

En septiembre de 2011 Mubarak terminará su quinto mandato. Y aunque su hijo Gamal, de 47 años, consiguió insertarse bien en la jerarquía del Partido Nacional Demócrata haciéndose nombrar Secretario General adjunto, este “civil” graduado en la Universidad Americana de El Cairo, sin embargo no ha conseguido, todavía, agrupar a todas las esferas del poder, en particular al ejército. Divisiones que eventualmente podrían jugar a favor de las fuerzas de la oposición si éstas consiguen poner en marcha a sólo algunos cientos de miles de egipcios entre los 85 millones que esperan el cambio.

Notas del traductor:

(1) Asamblea Nacional por el Cambio y la Reforma, fundada el 23 de febrero de Febrero de 2010 y presidida actualmente por El-Baradei.

(2) Kifaya: En lengua árabe significa "basta", es un movimiento político egipcio creado en julio de 2004 por activistas de diversas procedencias, principalmente veteranos de movimientos estudiantiles y obreros de los años setenta, opuestos al régimen de Hosni Mubarak y que abogan por profundas reformas democratizadoras.
Fuente: http://www.protection-palestine.org/spip.php?article8708

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