domingo, 21 de febrero de 2010

Gaza: pisando fragmentos


Sara Roy
The Nation
Traducido para Rebelión por Loles Oliván

“¿Sabe lo que significa vivir en Gaza?”, me preguntó un amigo. “Es como caminar sobre cristales rotos que desgarran los pies”.

El 21 de enero cincuenta y cuatro parlamentarios demócratas firmaron una carta dirigida al presidente Obama para pedirle que si no levantaba el asedio a Gaza presionara para paliarlo tanto como fuera posible. Escribieron:

“[…] El pueblo de Gaza ha sufrido enormemente desde la imposición del bloqueo por parte de Israel y Egipto tras el golpe de Hamas y, particularmente, tras la Operación Plomo Fundido. […]El sufrimiento sin tregua de los civiles de Gaza pone de manifiesto la urgencia de llegar a una solución del conflicto israelo-palestino y le pedimos que la presión en pos del alivio inmediato de los ciudadanos de Gaza forme parte urgente de su esfuerzo global por la paz en Oriente Próximo. […] A pesar de aliviar el bloqueo ad hoc, no ha habido ninguna mejora significativa ni en la cantidad ni en el alcance de las mercancías admitidas en Gaza. La crisis ha devastado los medios de vida, ha consolidado una tasa de pobreza de más del 70%, ha aumentado la dependencia de una ayuda internacional errática, ha permitido el deterioro de la infraestructura pública, y ha conducido a una disminución marcada en la accesibilidad a los servicios esenciales”.

Esta carta es excepcional no sólo porque es un desafío directo a la política del lobby israelí —un reto, sin duda, nacido de la crisis extrema que afrontan los palestinos en la que Estados Unidos ha desempeñado un papel extremadamente perjudicial— sino también porque vincula la seguridad de Israel con el bienestar palestino. La carta concluye: "El pueblo de Gaza, junto con todos los pueblos de la región, deben ver que Estados Unidos se dedica a abordar las legítimas necesidades de seguridad del Estado de Israel y que se asegura de que las necesidades legítimas de la población palestina se satisfacen”.

La última vez que estuve en Gaza fue en agosto, era mi primer viaje al territorio desde la guerra israelí de hace un año. Me sentí abrumada por lo que vi en un lugar que he conocido íntimamente durante casi un cuarto de siglo: una tierra desgarrada y llena de cicatrices; las vidas de sus gentes, arruinadas. Gaza se pudre bajo el peso de la devastación continua incapaz de funcionar con normalidad. El vacío resultante se llena con vacío y con la desesperación que domina incluso esos actos de resistencia y optimismo que todavía encuentran alguna expresión. Lo que más me impresionó fue la inocencia de este pueblo, más de la mitad menores de edad, y la indecencia y la criminalidad de su mantenido castigo.

Planificación para acabar con Gaza

El declive y el desmantelamiento de la economía de Gaza y de la sociedad han sido deliberados: el resultado de una política de Estado conscientemente planificada, aplicada y cumplida. Aunque Israel tiene la mayor responsabilidad, Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros, son también culpables, como lo es la Autoridad Palestina (AP) en Cisjordania. Todos son cómplices de la ruina de este lugar apacible. Y así como la desaparición de Gaza ha sido conscientemente organizada, lo son igualmente los obstáculos que impiden su recuperación.

Gaza tiene una larga historia de sometimiento que adquirió una nueva dimensión a partir de la victoria electoral de Hamas en enero de 2006. Inmediatamente después de esas elecciones, Israel y algunos países donantes suspendieron los contactos con la AP, a lo que pronto siguió la suspensión de las ayudas directas y la posterior imposición de un boicot financiero internacional contra la AP. En ese momento Israel ya retenía los ingresos mensuales de impuestos y aranceles recaudados en nombre de la AP, había dejado de emplear a [los trabajadores de] Gaza dentro de Israel y había reducido drásticamente el comercio exterior de la Franja.

Al aumentar la violencia palestino-israelí, que condujo a la muerte de dos soldados israelíes y al secuestro del soldado Gilad Shalit en junio de 2006, Israel cerró las fronteras de Gaza permitiendo únicamente la entrada de productos humanitarios, lo que marcó el comienzo del bloqueo que va ya por su cuarto año. El secuestro de Shalit precipitó un gran asalto militar israelí contra Gaza a finales de junio conocido como "Operación Lluvia de Verano” cuyo objetivo inicial fue la infraestructura de Gaza; más tarde se centró en la desestabilización del gobierno liderado por Hamas a través de huelgas intensas en los ministerios de la AP y una mayor reducción de combustible, electricidad, suministro de agua y tratamiento de aguas residuales. Esta operación terrestre conducida casi a diario no concluyó hasta octubre de 2006.

En junio de 2007, después de que Hamas se hiciera con el poder en la Franja de Gaza (tras meses de violencia interna y un intento de golpe de Fatah contra Hamas) y se disolviera el gobierno de unidad nacional, la AP se dividió, de hecho, en dos: un gobierno de facto encabezado por Hamas —rechazado por Israel y por Occidente— formado en Gaza, y el gobierno reconocido oficialmente encabezado por el presidente Mahmud Abbas, establecido en Cisjordania. El boicot contra la AP en Cisjordania se levantó pero se intensificó contra Gaza.

Dividir al pueblo palestino

A la miseria de Gaza se sumó la decisión del ministerio de Seguridad israelí el 19 de septiembre de 2007 de declarar a la Franja "entidad enemiga" controlada por una "organización terrorista". Después de esta decisión, Israel impuso nuevas sanciones que incluyen una prohibición casi total sobre el comercio y sobre la libertad de circulación de la mayoría de los habitantes de Gaza, incluida la mano de obra. En el otoño de 2008 se impuso una prohibición de las importaciones de combustible a la Franja. Estas políticas han contribuido a que los habitantes de Gaza hayan pasado de ser un pueblo con derechos políticos y nacionales a ser un problema humanitario —una cuestión de indigencia y caridad que es ahora responsabilidad de la comunidad internacional.

Los principales donantes internacionales, de manera destacada Estados Unidos y la Unión Europea, no sólo han participado en el régimen de sanciones contra Gaza sino que han privilegiado a Cisjordania en sus programas de trabajo [1]. La estrategia actual de los donantes es apoyar y fortalecer la fragmentación y el aislamiento de Cisjordania y de la Franja de Gaza —un objetivo político israelí en el proceso de Oslo— y dividir a los palestinos en dos entidades distintas, ofreciendo generosidad a una parte mientras se penaliza y se priva a la otra. Este comportamiento de los principales países donantes refleja un cambio fundamental en el enfoque del conflicto palestino-israelí que han pasado de oponerse a la ocupación israelí a reconocerla de hecho. Ello se aprecia en la aceptación ampliamente indiscutida de la política de asentamientos de Israel y de la profundización de la separación de Cisjordania y Gaza con el aislamiento de esta última. Este cambio de actitud de los donantes también puede apreciarse en su falta de voluntad para hacer frente a la anexión de facto israelí de tierras palestinas y a la remodelación israelí del conflicto que lo centra únicamente en Gaza y que ahora lo identifica exclusivamente con Hamas y por lo tanto lo enajena.

Contra la resistencia: aislamiento

Por lo tanto, dentro del paradigma de la anexión (de Cisjordania) / y de lo ajeno (la Franja de Gaza), toda resistencia palestina en Cisjordania o en Gaza a la ocupación represiva de Israel, incluidos los intentos de una mejora económica significativa, es considerada por Israel y por algunos de los donantes como ilegítima e ilegal. Es en este contexto en el que se justifica el régimen de sanciones contra Gaza, un régimen que no se ha mitigado desde el final de la guerra. El comercio normal (del que la diminuta economía de Gaza depende desesperadamente) sigue estando prohibido; las importaciones y las exportaciones tradicionales han desaparecido prácticamente de la Franja. De hecho, con ciertas excepciones limitadas, los materiales de construcción o las materias primas no han sido autorizados a entrar en la Franja desde el 14 de junio de 2007. Tanto es así que, según Amnistía Internacional [2], desde el final de la ofensiva israelí a mediados de enero hasta diciembre de 2009 sólo 41 camiones cargados de materiales de construcción fueron autorizados a entrar en Gaza, a pesar de que el sector industrial gazí necesita en la actualidad 55.000 camiones de materias primas indispensables para la reconstrucción. Además, en el año transcurrido desde que se prohibieron las importaciones de gasóleo y de gasolina desde Israel hasta Gaza para uso privado o comercial, únicamente se permitió su entrada en cantidades pequeñas en cuatro ocasiones (aunque la UNRWA recibe periódicamente suministro de gas y de gasolina). En el mes de agosto pasado, el 90% de la población total de Gaza sufrió cortes de electricidad entre cuatro y ocho horas por día [3], mientras que el restante 10% no tenía acceso a la electricidad, una realidad que se ha mantenido prácticamente invariable.

Colapso del sector económico

El prolongado bloqueo de Gaza ha provocado el colapso casi total del sector privado. Al menos el 95% de los establecimientos industriales de Gaza (3.750 empresas) han tenido que cerrar o han sido destruidos durante los últimos cuatro años habiéndose perdido entre 100.000 y 120.000 puestos de trabajo. El restante 5% opera entre un 20% y un 50% de su capacidad. Las enormes restricciones sobre el comercio han contribuido asimismo a erosionar el sector agrícola de Gaza de manera constante, lo que se ha visto agravado por la destrucción de cinco mil hectáreas de tierras agrícolas y 305 pozos agrícolas durante la guerra. Estas pérdidas también incluyen la destrucción de 140.965 olivos, 136.217 cítricos, 22.745 árboles frutales, 10.365 palmeras y 8.822 árboles de otros tipos.



Las tierras que antes eran de regadío se han secado mientras que los vertidos de aguas residuales se filtran al agua subterránea y al mar haciendo que mucha extensión de tierra sea inservible. Buena parte de los intentos de los agricultores gazíes de plantar el año pasado han fracasado a causa del agotamiento y la contaminación del agua y del alto nivel de nitratos en el suelo. El sector agrícola de Gaza se ha visto socavado por la zona de seguridad impuesta por Israel en los perímetros norte y este de la Franja (y por Egipto en la frontera sur), que contiene algunas de las tierras más fértiles de la Franja. La zona tiene oficialmente 300 metros de ancho y 55 kilómetros de largo, pero según Naciones Unidas, los agricultores que se aproximan a un Km. de la frontera han sido a veces objeto de disparos por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI). Aproximadamente entre el 30% y el 40% por ciento del total de las tierras agrícolas de Gaza se ubican en la zona de seguridad. Esto ha forzado de manera efectiva el colapso del sector agrícola en Gaza.

Llevará décadas cambiar estas profundas deformaciones de la economía de Gaza y de su sociedad incluso dándose las mejores condiciones posibles. Actualmente la economía depende en gran medida del empleo en el sector público, de la ayuda asistencial y del contrabando, lo que ilustra la creciente informalización de la economía. Incluso antes de la guerra, el Banco Mundial ya había observado una redistribución de la riqueza desde el sector privado formal hacia los operadores del mercado negro.

Desaparición del sistema bancario oficial

Hay muchos ejemplos pero uno que es particularmente alarmante se refiere a los cambios en el sector bancario. Pocos días después de que Gaza fuese declarada “entidad enemiga”, los bancos de Israel anunciaron su intención de poner fin a todas las transacciones directas con los bancos con sede en Gaza y ocuparse sólo de sus oficinas matrices en Ramala, en Cisjordania. En consecuencia, los bancos con sede en Ramala, pasaron a ser responsables de las transferencias de divisas a sus sucursales en la Franja de Gaza. Sin embargo, los reglamentos israelíes prohíben la transferencia de grandes cantidades de dinero sin la aprobación del Ministerio de Defensa y otras fuerzas de seguridad israelíes. En consecuencia, durante los dos últimos años el sector bancario de Gaza ha tenido serios problemas [4] para dar curso a las demandas de efectivo de sus clientes. Ello a su vez ha dado lugar al florecimiento de un sector informal de banca controlado en gran parte por personas vinculadas al gobierno, lo que hace de Hamas el intermediario financiero clave en Gaza. En consecuencia, los cambistas, que pueden generar capital fácilmente, son ahora más fuertes que el sistema bancario oficial en Gaza, que no puede.

La economía del túnel: el mercado negro

Otro ejemplo de la informalidad económica de Gaza es la economía del túnel que surgió hace mucho tiempo en respuesta al asedio para proporcionar un medio vital a una población encarcelada. Según economistas locales, en la actualidad alrededor de dos tercios de la actividad económica en Gaza se dedica exclusivamente a las mercancías de contrabando para (pero no fuera de) Gaza. Incluso esta tabla de salvamento puede verse reducida ya que Egipto, al parecer con la asistencia de ingenieros del gobierno de Estados Unidos, ha comenzado la construcción de un impenetrable muro de acero subterráneo a lo largo de su frontera con Gaza en un intento de reducir el contrabando y de controlar la circulación de personas. Cuando esté acabado, el muro tendrá algo más de 1 km. de largo y unos 16 m. de alto.

Los túneles, que Israel tolera para poder mantener el bloqueo intacto, también se han convertido asimismo en una fuente importante de ingresos para el gobierno de Hamas y sus empresas afiliadas debilitando de manera eficaz a las empresas tradicionales formales e impidiendo la rehabilitación de un sector empresarial viable. De esta manera, el bloqueo de Gaza ha llevado a la sustitución lenta pero constante del sector empresarial por un sector nuevo, en gran parte de mercado negro, que rechaza el registro, la regulación o la transparencia y que, lamentablemente, tiene un interés particular en que se mantenga el statu quo.

Al menos dos nuevas clases económicas han surgido en Gaza, un fenómeno con precedentes en el período de Oslo: una que se ha hecho extremadamente rica con la economía del mercado negro del túnel; la otra la integran ciertos funcionarios del sector público a los que la AP desde Cisjordania les paga por no trabajar (para el gobierno de Hamas). Por lo tanto, no sólo muchos trabajadores de Gaza se han visto obligados a dejar de producir por presiones externas sino que ahora hay una categoría de personas a las que se recompensa por su falta de productividad, una cruda ilustración de la cada vez más distorsionada realidad de Gaza. Esto a su vez ha dado lugar a disparidades económicas entre ricos y pobres que son enormes y visibles como se ve en el consumismo casi perverso en restaurantes y tiendas que son del dominio de los ricos.

Depauperación e indicadores de desarrollo

La economía de Gaza carece en gran parte de actividad productiva a favor de un tipo de consumo desesperado entre los pobres y los ricos, pero son los primeros los que no pueden satisfacer sus necesidades. Los miles de millones en promesas de ayuda internacional todavía tienen que materializarse así que la inmensa mayoría de los habitantes de Gaza sigue en la pobreza. La combinación de un debilitamiento del sector privado y del estancamiento de la economía ha provocado una alta tasa de desempleo que oscila entre el 31,6% en la ciudad de Gaza, hasta el 44,1% en Jan Yunis. Según la Cámara de Comercio de Palestina, la tasa de desempleo está cerca del 65%. Al menos el 75% de los 1,5 millones de habitantes de Gaza dependen en la actualidad de la ayuda humanitaria [5] para satisfacer sus necesidades básicas alimenticias, en comparación con el 30% de hace diez años. Los informes de Naciones Unidas, además, establecen que el número de habitantes de Gaza que viven en la pobreza extrema —es decir, aquellos que son totalmente incapaces de alimentar a sus familias— se ha triplicado hasta 300.000, o sea, aproximadamente el 20% de la población.

El acceso a cantidades suficientes de alimentos sigue siendo un problema crítico y parece haberse agudizado tras el cese de las hostilidades hace un año. Los datos internos desde septiembre de 2009 hasta principios de enero de 2010, por ejemplo, demuestran que Israel no permite a los habitantes de Gaza más que el 25% (y a veces menos) de las provisiones de alimentos necesarias, con niveles que han caído hasta el 16%. Durante las dos últimas semanas de enero estos niveles se redujeron aún más. Entre el 16 de enero y 29 de enero entraron en Gaza diariamente una media de 24,5 camiones de alimentos y provisiones, unos 171,5 camiones por semana. Teniendo en cuenta que Gaza requiere 400 camiones de alimentos a diario para mantener a la población, Israel no permitió más que un 6% de los las provisiones alimentarias necesarias durante este período de dos semanas. Dado que las necesidades de Gaza son de cerca de 240.000 camiones cargados de alimentos y suministros al año para "satisfacer las necesidades de la población y el esfuerzo de reconstrucción", según la Federación Palestina de Industrias, los niveles actuales son, en una palabra, obscenos.

Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos, "[…] la evidencia muestra que la población se mantiene en el nivel humanitario más básico o mínimo". Ello ha contribuido probablemente a la prevalencia de la desnutrición crónica (baja talla para la edad), un indicador de desnutrición crónica que se ha pronunciado entre los niños de Gaza menores de 5 años, pasando de un 8,2% en 1996 al 13,2% en 2006.

Contaminación acuífera y del subsuelo

La agonía de Gaza no acaba aquí. Según Amnistía Internacional, el 90% y el 95% del agua suministrada por los acuíferos de Gaza "no es apta para beber". La mayoría de los suministros de aguas subterráneas de Gaza están contaminados con nitratos muy por encima del nivel aceptable que establece la OMS —en algunas zonas es seis veces el estándar— o demasiado salinizada para su uso. Gaza ya no tiene ninguna fuente regular de agua limpia. Según el relato de un donante, "[…] En ninguna otra parte del mundo un número tan grande de personas ha estado nunca expuesto a niveles tan altos de nitratos durante un período tan largo de tiempo. No hay ningún precedente y no existen estudios que nos ayuden a comprender lo que ocurre a las personas en el transcurso de los años por la intoxicación por nitratos ", lo cual es especialmente grave para los niños. Según Travers Desmond, co-autor del Informe Goldstone, "Si estas cuestiones no se abordan, Gaza podría incluso no ser habitable según las normas de la Organización Mundial de la Salud”.

Mortalidad infantil

Es posible que los altos niveles de nitrato hayan contribuido a algunos cambios impactantes en la tasa de mortalidad infantil (TMI) entre los palestinos de la Franja de Gaza y de Cisjordania. La tasa de mortalidad infantil, ampliamente utilizada como un indicador de la salud de la población, se ha estancado entre los palestinos desde la década de 1990 y ahora muestra signos de aumento. Ello es así porque las principales causas de mortalidad infantil han cambiado de ser enfermedades infecciosas y enfermedades diarreicas a la prematurez, el bajo peso al nacer y las malformaciones congénitas. Estas tendencias son alarmantes (y raras en la región) porque las tasas de mortalidad infantil han disminuido en casi todos los países en desarrollo, incluyendo a Iraq.

El pueblo de Gaza sabe que ha sido abandonado. Alguien me dijo que la única vez que sintió esperanza fue cuando fueron bombardeados porque al menos entonces el mundo estaba prestando atención. Gaza es ahora un lugar donde la pobreza se disfraza de medio de vida y la caridad de negocio. Sin embargo, a pesar de los intentos de Israel y Occidente de caricaturizar a Gaza como un refugio de terroristas, los gazíes resisten. Tal vez a lo que más resisten es a la rendición: no a Israel, no a Hamas, sino al odio. Así que mucha gente aún habla de paz, de querer resolver el conflicto y de vivir una vida normal. Sin embargo, en Gaza hoy, ello no es un motivo de optimismo sino de desesperación.

Notas:

1. Véase: “Un año de ‘paz económica’ de Netanyahu y Fayyad” en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=100508&titular=un-año-de-“paz-económica”-de-netanyahu-y-fayyad- (N. de la T.)
2. Véase: http://www.amnesty.org.uk/news_details.asp?NewsID=18552]
3. Véase: http://www.maannews.net/eng/ViewDetails.aspx?ID=246552
4. Véase: http://www.palthink.org/en/Economy/46.html
5. Véase: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=14393

Fuente: www.thenation.com/doc/20100301/roy

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