martes, 10 de noviembre de 2009

Afganistán, un caballo furioso


9 de noviembre de 2009
Néstor Núñez (AIN, especial para ARGENPRESS.info)

El vaquero texano de nombre George W. Bush, que hasta hace poco más de un año fue Presidente de los Estados Unidos, fue el primer personaje despedido de la silla de montar por el escurridizo e inquieto lomo del corcel afgano.
Y por lo visto, ese brioso rocín de pelambre aceitunada y sangre batalladora, no transa tampoco con los que ahora insisten en mantenerse en la arena como pretendidos “domadores”.
El “rodeo” empezó hace ocho años, el siete de octubre del 2001, apenas un mes después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York.
Lazo en mano, el cowboy W. se lanzó de cabeza y terminó por enredarse en las patas del caballo.
Hasta hoy, el juego de conquista le ha costado a los Estados Unidos 200 mil millones de dólares y más de 900 soldados muertos. Son las cifras parciales que se ofrecen por los medios occidentales, donde no aparecen, por supuesto, los civiles heridos o muertos por los interventores, ni en Afganistán, ni en las zonas fronterizas de Paquistán, también bajo fuego de los cruzados antiterroristas.
Y en medio de tales “esfuerzos” militares, brotan el empantanamiento, las jugadas políticas para intentar dar legitimidad a los acólitos locales ligados a la invasión extranjera, aun en medio del fraude electoral; las encuestas que hablan de un rechazo de más de 50 por ciento de los norteamericanos a la susodicha guerra, y las dudas y los explícitos abandonos de los socios que inicialmente se sumaron a la aventura.
De hecho, los altos mandos de EE.UU en Afganistán esperan con ansiedad la llegada de 30 mil efectivos adicionales aprobada ayer domingo por el presidente Obama, para dar “un nuevo giro al conflicto”, al tiempo que los sondeos, cada vez más frecuentes, indican que no existe el más mínimo consenso de los estadounidenses con las ideas de prolongar el diferendo armado.
Mientras, en Kabul persiste el gobierno impuesto por los foráneos luego de unos comicios que el propio “victorioso” presidente Hamid Karzai reconoció como “dudosos”, y que carecieron de la anunciada segunda vuelta porque no existen seguridades de una lid honesta, según denunciaron los opositores.
Y de colofón, el anuncio oficial de Australia de que no remitirá más fuerzas militares en apoyo a la invasión norteamericana a Afganistán, y la solicitud del ex canciller británico Kim Howells de que las tropas de su país salgan de suelo afgano y dejen atrás una guerra que no les incumbe.
Nada, que el alazán afgano resulta sumamente indócil, y las marcas de sus herraduras podrían seguir estampándose en los calzones Made in USA.

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