martes, 20 de octubre de 2009

España: Un pueblo bebé


20 de octubre de 2009
Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)

Hoy escribe Pascual Serrano "Noticias basura y noticias engaño"... Las describe magistralmente y señala como ejemplo de noticia-basura los 4.000 minutos dedicados este verano a las refriegas entre Belén Esteban y María José Campanario, ex esposa y esposa respectivamente del torero más famoso por su elocuencia que por su arte, Jesulín de Ulbrique. Y de noticia-engaño las que dieron lugar a que en Estados Unidos, poco antes de la invasión de Irak, el 51% de sus ciudadanos estaba convencido de que Sadam Hussein había participado "personalmente" en los atentados del 11-S.


Este es el encuadre mediático general de la noticia-basura, y la noticia-engaño. Pero la generalización de la basura y del engaño entronca o es consecuencia de otra cosa. De una sociedad a la que le da igual que la engañen y prefiere digerir basura a degustar delicatessen. Es la tesis de la prostitución general, de la corrupción generalizada en la política y en el comercio, de la quiebra de principios, que lo fueron, de la cohesión social basada en los mostrencos conceptos de honestidad, compromiso, lealtad, fidelidad y respeto al bien común y por el dominio público.
Esta sociedad no se sustenta ya en valor alguno que sugiera -no que rija como tal- lo absoluto, y camina vertiginosamente hacia el triunfo definitivo de la listeza sobre la inteligencia. Por ejemplo, la política es ya oficialmente un nido de carroñeros que se despedazan entre sí para conseguir el mejor hueso; la religión es un sucedáneo de la política; la justicia es un espacio para la componenda; el ejército, un foco de represión fuera y un teatro del desfile, dentro. Las policías cada vez necesitan de más unidades de vigilancia de régimen interno. La medicina, la abogacía, el notariado... meros modus vivendi para los que tienen en la manga póquer de ases frente a los que sólo tenemos una simple pareja. Y así sucesivamente. Los únicos que se salvan de esta mi consideración, de la basura y el engaño al por mayor son los y las artistas, tensos siempre para no sucumbir a la sodomía de productores, productoras, falsos mecenas y editoriales a su vez sodomizados todos por la atracción que ejercen la basura y el engaño deseado ...
El periodismo es tan respetable o tan poco respetable como los demás oficios. Pero, antes de llegar a la basura y el engaño que se exhiben sin pudor (pudor, otro atributo que se desprecia), ¿qué pasa con esos noveles del periodismo "obligados" para poder vivir y luego ir medrando, con "alcachofa" en mano, persiguiendo a los “famosos” de medio pelo, a los populares o a los casposos; jornaleros del periodismo que, por orden de agencias y productoras, someten a persecución cutre a la gente? ¿qué hay de esas conductas innobles periodísticas que tanto proliferan? ¿de esas provocaciones dirigidas a la pérdida de la paciencia y de los papeles para "informar" luego de una trivialidad descomunal?
Las noticias-basura y las noticias-engaño, me atrevería a decir o por lo menos a pensar, que son todas salvo que se demuestre o contrario. El no contrastarlas ha pasado de ser un desliz aislado a una práctica común en aras de la urgencia. Los libros de estilo periodístico son papel mojado. Eso o es el periodista, la redacción, la agencia o la productora que se adelantan a lo que va a ocurrir o quienes provocan lo que va a ocurrir para publicarlo o para llevarlo enseguida a un plató para cobrar y poder pagar ese mes la hipoteca. Y así un día tras otro...
Es tal el grado de basurez, de banalidad y de indiferencia ciudadana hacia lo que no está en sus manos cambiar y menos controlar, que terminará toda la ciudadanía paladeando la basura y pidiendo a gritos el engaño. La rectitud y la veracidad son valores a la baja, se desprecian y aburren.
Los nazis experimentaron con adultos que eran tratados durante un tiempo prolongado como bebés, y aquellos adultos terminaron comportándose como bebés. Me temo que España, que por el momento sólo parece adolescente, terminará siendo un pueblo bebé. Eso es lo que le espera si siguen así mucho tiempo más los superadultos que, institucional o fácticamente, nos gobiernan. Me refiero a nuestros mentores, a nuestros manipuladores. Al final, me refiero a los verdugos de nuestra superfrágil identidad que nos sumergen en un enorme basurero y nos someten a un engaño universal.

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