viernes, 28 de agosto de 2009

¿Qué busca China en la pequeña Moldavia?


28-08-2009
Oleg Cherkoviets
Pravda
Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

El paso firme de la República Popular China se convierte realmente en un fenómeno global
El desarrollo vertiginoso de la actual crisis financiera y económica global, lleva a analistas y expertos de los más diversos ámbitos y tendencias, a replantearse con la misma rapidez sus propias valoraciones de hace tan sólo un año y los pronósticos para un futuro próximo de la economía mundial.

El principal motivo de esa revisión en la estimación es evidente: China, segunda superpotencia económica del mundo, se acerca rápidamente al primer lugar que todavía ocupan los Estados Unidos. El crecimiento chino es el responsable directo de que se estén salvando las principales economías occidentales; así los economistas y políticos de Alemania y Francia pueden respirar con alivio: sus economías en el último trimestre han crecido en un ínfimo 0’3% y ello, precisamente gracias a la ampliación de exportaciones de maquinaria y piezas de repuesto para la creciente economía china.
Los datos corregidos de crecimiento económico del gigante socialista en base a los resultados del primer semestre del 2009 demuestran, que el Producto Interior Bruto de la República Popular China creció en un 7,1%, y si tomamos el crecimiento por trimestres, observamos cómo en el segundo trimestre el crecimiento ha superado considerablemente al del primer trimestre llegando ya al 7,9% . Los analistas parecen todavía más convencidos de que a juzgar por los resultados del año, el crecimiento total de la economía china no será inferior al 8%.
Lo que significa una cifra como esa en unas condiciones de crisis rampante en otros países no creo que haga falta explicárselo a ninguna persona con sentido común. Es suficiente echar un vistazo a nuestra propia realidad rusa. Los datos oficiales del Ministerio Desarrollo Económico de la Federación Rusa hablan de que la caída total de la economía rusa en el primer semestre ha alcanzado el 10,1 %. Una caída de más del 10% es ya por sí misma una cifra catastrófica , y no en vano el presidente Medvedev hace unos días, en una de sus reuniones en Sochi reconocía, que nos” hemos desmoronado” más fuerte que muchos otros países. Sin embargo los datos actualizados recientemente por el Ministerio de Desarrollo Económico muestran como teniendo en cuenta la caída por trimestres, el PIB del segundo trimestre ha caído todavía más, llegando hasta el 11% y quién sabe si influirá esto a corto plazo en la revisión de los datos generales de la caída semestral, hasta alcanzar una cifra aún mayor…
Ante este desarrollo de los acontecimientos, aquí en casa, suenan ridículos los comentarios que suelen aparecer periódicamente en los medios de comunicación rusos (incluyendo los canales estatales de la televisión), en los que se hace referencia a que para China un crecimiento del 6% no se puede considerar siquiera un crecimiento, sino una cuestión de supervivencia y por eso, que el crecimiento chino pueda llegar al 8% no tiene nada de especial… ¿Qué se puede responder ante perlas como ésa? Prueben ustedes, señores míos a llegar siquiera a la mitad, que digo la mitad, a una cuarta parte de ese crecimiento “nada significativo” y luego pónganse a dar y hacer valoraciones.
No me canso de repetir por décima vez o cien veces si hace falta, que el crecimiento de China responde al desarrollo del sector real de la economía. Esa asignación de una cifra gigante, cerca de 600.000 millones de dólares, está destinada a acelerar el desarrollo de la red de carreteras, a reemplazar la maquinaria de las empresas del sector manufacturero, a aumentar la demanda interna de la población. Y por supuesto a continuar ejecutando el principal papel estratégico de China en el mundo actual: el de seguir siendo la fábrica mundial que suministre producción ya manufacturada a los principales países del mundo. Desde Rusia hasta los EEUU.
Por cierto, en el comercio con estos últimos, el crecimiento del superávit chino tanto en cifras totales, como en los tiempos de crecimiento, está rompiendo todos los records imaginables. Así, si en el año 2002 significaba 100.000 millones de dólares, en el 2003 superó los 120.000 millones de dólares (es decir un crecimiento anual del 20%), en el 2004 alcanzó 162.000 millones de dólares, un 35% más, y en el 2005 los 202.000 millones de dólares, aumentando cada año casi un 25%. Pero lo que ocurrió en los últimos tres años en general, no tiene análogos en la historia de la economía de mundial. El superávit en la balanza comercial china (y en correspondencia con ello el déficit de los Estados Unidos) en el comercio entre ambos, ha aumentado en un 50-60% anualmente y según datos del año pasado, del 2008, superó la cantidad de 680.000 millones de dólares. ¡En sólo un año!
Y todo esto no es a costa de las materias primas, el petróleo o el gas, sino de producción real: desde camisas, camiseta, accesorios de baño, hasta automóviles. Sí sí, automóviles, que por cierto han empezado a exportarse al mercado usamericano. En lo que respecta a las reservas de oro de China, que se forman partiendo de las exportaciones a nivel global, ya han superado los dos billones de dólares, convirtiéndose en algo legendario. Por cierto, se suele considerar, que aproximadamente el 40% de esa cifra (es decir del orden de los 800.000 millones de dólares) estaría invertido en obligaciones del tesoro americano, lo que convierte a la China socialista sin duda en el mayor acreedor de la principal potencia capitalista.
Por supuesto los analistas y expertos recuerdan, que surge una simbiosis única, cuando China con sus gigantes reservas depende a su vez de la situación económica en los principales países occidentales y ante todo en los mismos Estados Unidos, que se han convertido al mismo tiempo en los principales consumidores de su producción. Es cierto, nadie niega esa interdependencia, sin embargo hay un detalle importante: según las leyes elementales de la economía, el que posee el superávit comercial y unas reservas en divisas gigantescas tiene una ventaja colosal, que a menudo ninguno de esos analistas menciona. Esa misma enorme masa en divisas que se puede utilizar de un modo pasivo, manteniéndola únicamente como bonos del tesoro, es decir dejando sin vida al dinero y no movilizándolo (como hace Rusia) o se puede utilizar de un modo activo, dando créditos a sus socios comerciales, ampliando de este mismo modo los mercados para la exportación. Algo que, por ejemplo Rusia prácticamente no hace, pero que China sí que pone en práctica de un modo muy activo.
Así por ejemplo, poco antes de la repetición de las elecciones parlamentarias en Moldavia celebradas recientemente, los medios de comunicación occidentales discutían activamente la noticia de que China había aprobado las condiciones para conceder a Moldavia un crédito que rondaría los mil millones de dólares. En relación con esto una serie de expertos occidentales se hacían la pregunta: ¿Qué persigue con esto la República Popular China?
En mi opinión, la respuesta la podemos encontrar en un artículo publicado por una de las publicaciones de vanguardia en temas económicos del mundo occidental: el diario británico “Financial Times”. China, escribe el autor experto en temas moldavos, O’Neill, hacía tiempo que mantenía conversaciones para la concesión del crédito, ofreciendo condiciones muy favorables: el crédito millonario sería otorgado por un plazo de quince años al 3% de interés anual (o sea un interés practicante nominal) con un periodo de gracia de cinco años durante los cuales no habría ni que pagar intereses. Y aún más, el crédito chino, no sería una acción aislada, sino la apertura de una línea de crédito bancario. Que podría superar significativamente esos mil millones iniciales. “China puede garantizar el financiamiento de cualquier proyecto que necesite la parte moldava, a los que ellos den el visto bueno”-cita “Financial Times” a la parte china.
Ningún país en el mundo por rico que sea dentro de los países occidentales, incluyendo los Estados Unidos, puede permitirse hoy día hacer declaraciones de este tipo, en las condiciones de crisis. Surge entonces la pregunta lógica: ¿Dónde está el beneficio para China? La respuesta habría que buscarla en la dirección del crédito chino. Tanto los primeros mil millones y toda la línea potencial crediticia, persiguen la modernización de los centros energéticos, del suministro de agua, la industrialización del sector agrario, la construcción de carreteras, así como, y esto es especialmente subrayable, la realización de proyectos altamente tecnológicos.
No sé si estará a familiarizado el respetable analista con el trabajo clásico de Lenin “En relación con la cuestión así llamada de los mercados”, pero en su artículo acierta a señalar que: el proyecto de crédito chino está claramente encaminado a la ampliación a largo plazo del mercado interno de Moldavia mediante la creación de una gran cantidad de puestos de trabajo que sean atractivos y el mejoramiento de las condiciones de vida, en las ciudades más importantes así como en el campo. Sí, es cierto que Moldavia es hoy un país pobre, pero que tiene mano de obra cualificada y que ya hoy compran productos chinos, y mañana, cuando se amplíe la demanda interna y el consumo, con ayuda china, los moldavos podrán comprar esos productos en mayor cantidad.
Pero Moldavia no es un caso aislado. Los expertos señalan que hoy la estrategia china de crédito a largo plazo, se está poniendo en práctica por todo el mundo, tanto en los países desarrollados capitalistas como en los que están en vías de desarrollo, hasta hace poco bajo la órbita y la influencia a todos los niveles de los Estados Unidos. En los últimos años China ha firmado acuerdos de inversión en los más importantes sectores del mercado de materias primas de Argelia, Gabón, Sudán, Canadá (petróleo), Irán y Arabia saudita (gas natural), Australia, Brasil, Jamaica, Perú y Zambia (minería), cerrando acuerdos con una serie de países que poseen significativos recursos naturales y un mercado interno prometedor.
El paso firme de la superpotencia socialista es indudablemente un fenómeno global. No es casual que el mismo “Financial times” definiese así este fenómeno: mientras Rusia se pelea con sus más cercanos vecinos del” extranjero cercano”, para China todo el mundo se ha convertido en “extranjero cercano”.

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