viernes, 21 de agosto de 2009

Los hermanos musulmanes y las guerras


Joshua Stacher
Pueblos
21-08-2009

El zapato que le arrojó Muntadhar al-Zaydi a George W. Bush durante la gira de “despedida” del ex presidente por Irak ha añadido un nuevo icono a la cultura internacional de protesta.

Durante el pasado invierno, en el marco de la guerra de Israel contra Gaza que, de acuerdo con el ministro de Salud de la Autoridad Palestina, mató a más de 1.300 palestinos y dejó alrededor de unos 5.300 heridos y mutilados, un grupo de manifestantes en Londres lanzó su calzado al número 10 de Downing Street. En febrero, un espectador interrumpió al embajador israelí arrojándole también un zapato. La frustración popular provocada por la Operación Plomo Fundido fue, por supuesto, más intensa para los que estábamos más cerca de Gaza.
En Egipto, donde el presidente Husni Mubarak fue expuesto como el responsable local del largo bloqueo a Gaza, las protestas a escala nacional extendidas por todo el espectro político forzaron al Estado a la acción. El 9 de enero, Al-Jazeera informó de que cerca de 100.000 personas habían tomado las calles de Alejandría declarando un “día de furia”. El mismo día, según el periódico independiente Al-Masri al-Yawm, unos 200.000 Hermanos Musulmanes llevaron a cabo 90 manifestaciones tras los rezos del viernes [1]. Las demandas más repetidas eran que el Gobierno, en cumplimiento de dos sentencias judiciales egipcias, detuviese las exportaciones de gas natural a Israel, que abriese la frontera de Rafah para dejar pasar la ayuda humanitaria y que expulsase al enviado israelí en el Cairo. El régimen de Mubarak cumplió esas demandas en silencio, pero no con tranquilidad.
Para adelantarse a las manifestaciones masivas que se desarrollaron en la capital, el régimen concentró a la mayor parte de sus fuerzas de seguridad en el Cairo. Tras las oraciones de los viernes, durante todo el ataque israelí, la policía estaba estacionada en las estaciones de metro cercanas a las principales mezquitas. Las propias mezquitas estaban protegidas con personal de seguridad. En el resto del país, el régimen permitió las manifestaciones, pero llevó a cabo detenciones masivas entre los participantes. Ningún grupo sintió más el golpe que la Sociedad de los Hermanos Musulmanes. De acuerdo con la web oficial del grupo, cerca de 1.700 Hermanos fueron arrestados por su activismo relacionado con Gaza.
¿“Vosotros sois musulmanes?”
En el Parlamento, diputados del gobernante Partido Nacional Democrático (PND) defendieron la postura del régimen contra la furia de la oposición, incluidos los 86 afiliados a los Hermanos Musulmanes que habían servido en la legislatura desde 2005. La gota que colmó el vaso fue cuando, en sesión abierta el 10 de enero Hasan Nash’at, del PND, dio a entender que el bloque de los Hermanos estaba trabajando a favor de los enemigos de Egipto, refiriéndose con esta afirmación a Hamas. Miembros de la delegación de los Hermanos respondieron a esto a gritos. Nash’at agudizó su ataque: “¡Sois unos traidores!” Para Ashraf Badr al-Din, que representa el distrito de Ashmoun en Minufiyya, esto fue demasiado. Se sacó el zapato y se lo tiró a Nash’at. A continuación tuvo lugar una escaramuza y los Hermanos salieron en masa a la entrada gritando que los miembros del PND eran los traidores porque habían cerrado la frontera de Rafah y seguían exportando gas a Israel. El grupo pidió disculpas al portavoz del Parlamento, el partidario de Mubarak Fathi Surour. No fue suficiente. Alo largo del día se desarrollaron otras batallas verbales. En el Comité de Relaciones Exteriores, el Hermano Sayyid ‘Askar arguyó: “El Islam está antes que Egipto”, a lo que Mustafa al-Fiqqi, del PND, replicó: “No, Egipto está primero”.
Casi toda la prensa independiente y de la oposición abrió con una foto de Badr al-Din preparando su proyectil, lo que fue un golpe de relaciones públicas a favor de los Hermanos, la fotografía que captaba los sentimientos de la mayoría de los egipcios acerca de la postura del Gobierno. El régimen contraatacó, remitiendo a Badr al-Din al día siguiente al Comité de Ética, en el que él y sus colegas oyeron una lectura irónica sobre la conducta parlamentaria civilizada. Surour concluyó preguntando retóricamente a los Hermanos: “¿Vosotros sois musulmanes?” Un musulmán decente, señaló, no habría avergonzado a la Asamblea de ese modo. El 11 de febrero, Badr al-Din fue suspendido del Parlamento hasta noviembre, a pesar de las peticiones de los diputados de que no se le despojase de su escaño.
El desacuerdo entre el Estado y los Hermanos no tiene que ver con si está primero Egipto o el Islam, aunque esto sirva a los intereses de ambos lados. Más bien, el centro de la disputa es el servilismo del régimen a Washington, a pesar de la oposición de los egipcios, a quien los Hermanos fielmente tratan de apelar. No hay que recordárselo a los egipcios, pero los Hermanos han trabajado para mantener a Gaza visible durante el combate. Al- Jazeera emitió en televisores de pantalla plana durante las reuniones con los principales líderes. Yen las entradas y las fachadas de los edificios de oficinas colgaban pancartas de palestinos ensangrentados. En la puerta del Sindicato Médico, controlado por los Hermanos, una gran bandera israelí tapaba el suelo, haciendo imposible para aquellos que entraban en el edificio no fijarse en el símbolo del Estado judío. Hay al menos tres guerras que se libran simultáneamente alrededor de los Hermanos Musulmanes de Egipto: el conflicto israelí-palestino, la batalla del Estado con los Hermanos y, aún más importante, la lucha por el liderazgo dentro del propio grupo. Todas esas luchas han socavado al conservadurismo, que hasta ahora ganaba en el seno del liderazgo islamista.
Beso de despedida
Al tiempo que los Hermanos concentran sus esfuerzos en Egipto, están profundamente comprometidos con un asunto regional, la cuestión palestina. Como bloque minoritario en el Parlamento, los Hermanos sólo pueden hacer esfuerzos simbólicos para caminar por una vía independiente del régimen. Durante la guerra de Gaza, como antes, el grupo y su brazo de beneficencia trataron de fletar ayuda médica y alimentaria para los palestinos, que sería bloqueada por los militares egipcios.
En respuesta, algunos Hermanos prominentes señalaron que el grupo debía evitar un potencial compromiso con EE UU, patrón del régimen de Mubarak. Como Muhammad Mursi, miembro del Órgano de Orientación de los Hermanos, sostuvo emocionalmente: “Nosotros no invadimos a la gente. Elegimos utilizar las ideas para ganar apoyos. Los contribuyentes americanos están comprando el odio de otra gente. Nunca vamos a dejar de odiar a América por toda esta sangre que está corriendo. Sí, son los sionistas los que lo están haciendo, pero con el soporte diplomático de los EE UU. Mientras sigan haciendo esto, la resistencia nunca parará. Puedes ser fuerte y superior militarmente, pero nadie te va a escuchar si estás cometiendo actos inhumanos” [2].
Si Muntadhar al-Zaydi llamó a estos zapatos voladores un “beso de despedida de los iraquíes” a Bush, mucha gente de Oriente Próximo considera el soporte sostenido de Bush a la Operación Plomo Fundido un “disparo de despedida” similar hacia ellos. El ex presidente, incuestionablemente, ha dejado la región más polarizada que cuando llegó a la presidencia. Del cambio de régimen que fragmentó Irak, y la carta blanca otorgada al ejército israelí, hasta la contradicción entre su “agenda de libertad” y el absoluto apoyo a dictadores como Mubarak, Bush ha dejado tras de sí un Oriente Próximo menos democrático, menos tolerante y menos esperanzador que el que era en 2001. El antiamericanismo en el comentario de Mursi es parte de la ola de sentimiento reaccionario que las políticas de Bush han alentado.
La guerra de Gaza fue un facilitador de la tendencia hacia la independencia con respecto de otros grupos entre los Hermanos. Reforzó la credibilidad de los líderes más conservadores del grupo cuando convencieron a las bases de que el espíritu participativo del ala pragmática había conducido a los Hermanos a un punto muerto, en el que tendrían tan poco poder para afectar a la política egipcia como cuando estaban en la clandestinidad. En lugar de contestar al régimen en la esfera más amplia posible, los conservadores arguyen que los Hermanos deberían priorizar la resistencia “pacífica” al orden militar EE UU-Israel, en solidaridad con aquellos que han tomado las armas contra éste.
Desde que ganaron un número de escaños sin precedentes en las elecciones al Parlamento de 2005, los Hermanos Musulmanes han estado sujetos a una presión implacable por parte del Estado para bloquear su participación efectiva en la gobernabilidad del país. El eje de la estrategia estatal ha sido apretar las tuercas de la legalidad a los islamistas. Con las enmiendas a la Constitución de marzo de 2007, el estatus del grupo pasó de legalmente proscrito (desde 1954) a constitucionalmente prohibido. El artículo 5 de la Constitución establece ahora explícitamente que no está permitido ningún grupo o actividad política basada en la religión.
Mientras esta medida asegura que los Hermanos nunca estarán en disposición de competir por el principal órgano de poder del país, expande también la seguridad estatal para sacar a los Hermanos de la vida política. En cuanto a las luchas internas, los Hermanos más conservadores quieren recluirse en un búnker, utilizando su participación en la política formal, dando fin a las negociaciones con el régimen y centrándose en el evangelismo (da‘wa). De acuerdo con un Hermano joven, fuera de la estructura de liderazgo, “[Los conservadores] tienen ideas distintas a la mayoría de nosotros sobre la política y sobre la sociedad. Se concentran sólo en preservar el grupo” [3].
Zapatos bomba
Que los pragmáticos no accionen la palanca de poder en los Hermanos Musulmanes no significa que vayan a desaparecer. La lucha por el alma de la Sociedad continúa. Pero, en el corto plazo, la preocupación por la preservación del grupo proporcionará flexibilidad ideológica y apertura. Los Hermanos se retirarán de la política si continúan proselitizando a la sociedad egipcia. Pretenden concurrir a las elecciones de 2010, pero es improbable que compitan por un tercio de los escaños de la asamblea como hicieron en 2005. Los Hermanos no desafiarán a la sucesión presidencial que debería colocar a Gamal Mubarak en sustitución de su padre, como se espera. Como dijo un Hermano joven: “El sistema se beneficia de los conservadores [porque] es imposible para ellos negociar con el régimen. Los Hermanos no se moverán en el momento del cambio [en el poder]. Los Hermanos se quedarán mudos” [4].
Inflexible, corrupto e irremediablemente comprometido dada su dependencia con respecto a Washington, el régimen egipcio no tiene posibilidades de abrir la competencia política. Su principal órgano político, el PND, no puede vencer a los Hermanos en las deliberaciones parlamentarias, en las urnas electorales ni en la esfera de la opinión pública. El Estado, entonces, está forzado a resolver sus problemas políticos usando la violencia y la intimidación. En un clima tal, el impulso por desconectarse de la política emerge.
Es, por tanto, improbable, tal como están las cosas, que los Hermanos vayan a provocar estallidos políticos mayores que el de tirar zapatos. Pero no son meras protestas inútiles, son reclamos morales, un arma clásica de los débiles para emplearla cuando los canales de una participación política responsable permanecen cerrados. Como apunta ‘Abd al-Mun‘im Mahmoud: “no es en absoluto divertido. George Bush nos bombardea con bombas reales y nosotros sólo podemos responder con zapatos”.
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Joshua Stacher es profesor asociado de Ciencia Política en la Kent State University. Estaba en el Cairo en el mes de enero. Este artículo ha sido publicado en el nº 38 de la edición impresa de Pueblos, julio de 2009, especial Oriente Próximo. Ésta es una versión recortada del artículo original, editada para adaptarse a los criterios de la revista Pueblos. Para leer el artículo original en inglés, se puede visitar: Arab Reform. Traducido para Pueblos por Aloia Álvarez Feáns.
Notas
Foto 1: E. Zarwan
Foto 2 : Gaynor Burton
[1] Al-Masri al-Yawm, 10 de enero, 2009.
[2] Entrevista con Muhammad Mursi, Cairo, 12 de enero, 2009.
[3] Entrevista, Cairo, 11 de enero, 2009.
[4] Entrevista, Cairo, 11 de enero, 2009.


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