martes, 9 de junio de 2009
Mahmud Ahmadinejad no la tiene fácil para ser reelegido en trascendentales elecciones iraníes
Catalina Gómez Ángel
EL TIEMPO
TEHERÁN
Hasta hace un par de semanas, el mandatario tenía todo a su favor para mantenerse en el poder en los comicios del próximo 12 de junio. Sin embargo, el fenómeno Mir Husein Musavi surgió arrollador.
Su capacidad para mostrarse como un político cercano al pueblo y "que gobierna para el pueblo", sus multitudinarias giras por la provincias del país y su retórica explosiva con la que defiende la soberanía iraní contra los enemigos históricos de la República Islámica, como Estados Unidos e Israel, le habían permitido ganarse durante estos últimos cuatro años millones de adeptos entre las clases más populares y conservadores de la población.
Puesta sobre una balanza, su popularidad era, de lejos, la que más peso tenía entre los cuatro candidatos en competencia. Pero en Irán las elecciones siempre traen sorpresas gracias a que los ánimos de las la población cambian demasiado rápido.
Y esta ocasión no ha sido la excepción. Hoy, a sólo seis días de los comicios, nadie se atreve asegurar que Ahmadinejad pueda ganar; e incluso hay quien duda que pueda pasar a la segunda vuelta. Pero eso ya sería demasiada sorpresa.
Este cambio de fuerzas, que tienen al líder ultraconservador actuando desesperadamente hasta el punto de acusar abiertamente a sus oponentes para captar nuevos electores, no se debe a que los simpatizantes del Presidente le hayan dado la espalda. Por el contrario, cada día que pasa sus seguidores son más radicales con su apoyo.
Lo que ha sucedido es que gran número de iraníes que había dejado de creer en la política, empezaron a ver en el candidato independiente y prorreformista Mir Husein Musavi una oportunidad para cambiar un gobierno del que un buen sector de la sociedad asegura estar cansado.
"Yo no voté en las elecciones pasadas porque estaba decepcionada de la política, pero ahora estoy convencida de que estos cuatro años fueron fatales para nosotros los estudiantes y que tenemos que votar. Por eso estoy con Musavi", dice Marjane, de 24 años y quien desde hace dos semanas está dedicando sus noches a repartir en las calles del norte de Teherán carteles de Musavi.
Como Marjane, miles y miles de jóvenes se toman las calles de la ciudad cada noche, en un evento que se ha convertido en una fiesta callejera nada habitual en la República Islámica. "Gente que no votaba por Mohammed Jatami -ex presidente que gobernó Irán hasta el 2005 y cuya popularidad no tiene precedentes en la política iraní- ahora vota por Musavi.
Incluso muchos conservadores lo apoyan", dijo a EL TIEMPO Ali Akbar Mohtashamipoor, uno de los clérigos reformistas más importantes del país.
Un rival de quilates
El fenómeno Mir Husein Musavi ha sido bien interesante. Si bien este intelectual y arquitecto iraní de 67 años que fue Primer Ministro en la década de los 80 seguía siendo para muchos conocedores de la política iraní una de las grandes figuras políticas de la Revolución Islámica, muchos jóvenes no lo conocían pues se había retirado de la vida pública hace 20 años, tras la muerte del ayatola Jomeini.
Pero Musavi ha tenido la certeza de hacer una campaña incluyente -donde caben su esposa y el ex presidente Jatami- con un discurso y un tono opuestos a los de Ahmadinejad, que ha calado especialmente entre los estudiantes y las mujeres, que ven en él una opción para calmar la presión policial y social que se ha incrementado en el país en estos últimos años.
Musavi ha prometido que se abolirá el control de la Policía de la Moral, que durante estos años ha llenado las calles del país para controlar que se sigan a rajatabla las normas islámicas. A esto se suma que ha prometido un nuevo manejo económico para Irán, que según los tres candidatos que luchan por desbancar a Ahmadinejad ha sido uno de los grandes problemas de la actual administración, pues la inflación se ha disparado y hoy alcanza el 24 por ciento.
Tanto Musavi como el reformista Mehdi Karruvi y el conservador Mohsen Rezai aseguran que el manejo económico de esta administración ha sido desastroso y que si no se cambia la manera de proceder rápidamente, las consecuencias serán desastrosas. El tema económico es, sin duda, el talón de Aquiles de Ahmadinejad a la hora de convencer incluso a sus electores naturales.
Otro punto en el que Musavi y los otros candidatos difieren del Presidente es en el manejo de la política internacional, que es a su vez uno de los temas que más polariza al país.
"Si la situación es la indicada voy a hablar con ellos. No tengo miedo a conversar", dijo Musavi hace pocos días en una rueda de prensa en la que advirtió que hablaría sobre el programa nuclear si los otros países aceptan que Irán no busca armas nucleares.
Ahmadinejad ha dicho que conversaría, pero sin el tema nuclear de por medio, que está cerrado para él. Sea cual sea el resultado de las elecciones, la comunidad internacional debe tener claro que el que tiene la última palabra en Irán es el líder de la Revolución, el ayatola Ali Jamenei.
Lo que si podría pasar si hay un cambio en el Gobierno es que el manejo económico se modifique y el tono del discurso gire hacia un lado más realista y pragmático, que es lo que caracteriza a Mir Husein Musavi. Pero todavía faltan seis días para las elecciones y eso es una barbaridad de tiempo en Irán, donde cualquier cosa puede pasar.
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