lunes, 15 de junio de 2009
La contradicción Obama/Netanyahu
15-06-2009
Pedro Solé
Rebelión
La contradicción entre Obama y Netanyahu está sacando a la luz y clarificando una diferencia estructural de intereses entre el Estado de Israel y el lobby israelí de EEUU.
Se suele dar por supuesto que los conceptos de “Estado de Israel” y “lobby israelí de EEUU” son equivalentes, que sus intereses son los mismos, que el segundo es sólo la correa de transmisión del primero para intervenir en la política exterior de EEUU. Eso es cierto parcialmente, pero sólo parcialmente. Hay una diferencia de enfoque entre ambos en la política internacional, que creo que nace de lo siguiente: el lobby israelí de EEUU controla una enorme masa de capital financiero, que es su fuente principal de poder. El lobby ama a Israel, pero ama todavía más ese capital, y ello abre en ocasiones fisuras entre ambos. Por poner un ejemplo, Israel estaría dispuesta a provocar una crisis mundial con tal de paralizar el programa nuclear de Irán, pero el lobby no está dispuesto a pagar ese precio, porque sus intereses financieros saldrían muy dañados.
Hay razones para pensar que estos intereses diferenciales fueron los que provocaron la creación hace pocos años del partido Kadima, que sería la correa de transmisión del lobby dentro de la política de Israel. Aunque es cierto que Israel interviene en la política de EEUU a través del lobby, también parece cierta la proposición contraria: el lobby interviene en la política de Israel a través de Kadima. El lobby articula (en los dos sentidos) la relación entre los dos Estados, lo cual no quiere decir que consiga imponer siempre sus deseos.
Hay una anécdota conocida a este respecto. Netanyahu, en su anterior etapa como primer ministro, consciente de la capacidad de Israel para influir en EEUU, visitó a Bill Clinton con tal grado de prepotencia que consiguió cabrear a éste, quien comentó después que Netanyahu “no tiene claro cuál de los dos países es la superpotencia”. Tras la reciente visita de Netanyahu a Obama, en cambio, el primero ha salido muy decepcionado al ver que Israel no tiene allí el poder que creía tener.
En 2009 ha ocurrido lo siguiente: el lobby ha tomado el control directo del gobierno de EEUU (Biden, Emanuel, Hillary, Ross...), pero su sucursal Kadima ha perdido el gobierno de Israel. Ésta es la raíz del conflicto que apreciamos ahora entre Obama y Netanyahu. Todo parece indicar que el lobby ha diseñado una estrategia para Oriente Medio que pasa por la creación del Estado palestino, naturalmente desarmado y domesticado, y está decidido a ponerla en marcha, quiera Israel o no. Varias fuentes atribuyeron hace unos meses a Rahm Emanuel (jefe de gabinete de Obama) la declaración de que “en los próximos 4 años va a haber un acuerdo de paz permanente entre Israel y los palestinos sobre la base de dos Estados para dos pueblos, y nos da igual quién sea el primer ministro”. Que nadie piense que es Obama, el Redentor, quien ha decidido dar un Estado a los palestinos. La decisión la ha tomado el lobby que ocupa su gobierno, Obama es sólo su portavoz.
El pulso es interesante y su desenlace incierto. EEUU es fundamental para la financiación de Israel (del orden de 3.000 M$/año) y para su sostén militar y político (en la ONU), pero, después de muchos años de intoxicar a la opinión pública americana presentándole a unos pobrecitos israelíes víctimas de unos árabes canallas, el gobierno Obama no tiene manos libres para asfixiar económica y políticamente a Israel. Probablemente Netanyahu ha valorado esto antes de plantarse frente a los requerimientos del lobby. Pero él también se halla en una posición harto difícil: si mantiene su alianza de gobierno con los “ultras” no puede ceder frente al lobby, y lo va a pasar mal, pero si la sustituye por una alianza con Kadima éste le va a exigir el control del gobierno, como ya hizo tras las elecciones. Que le zurzan.
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