Mohamad Shmaysani
15/05/2009
Nakba, palabra árabe que significa “Catástrofe”.
Una tierra sin un pueblo para un pueblo sin una tierra o nación.
Un dicho acuñado por los intelectuales sionistas para justificar la ocupación de Palestina.
Inicialmente, Palestina no era el objetivo.
“Existe un país y su nombre es, por azar, Palestina. Existe un país sin un pueblo y, por otro lado, existe el pueblo judío sin una patria.”
Éstas eran las palabras del presidente del estado judío durante la Nakba, Hayeem Wiseman, que jugó un papel significativo en la emisión de la famosa Declaración Balfour.
Los ocupantes otomanos cayeron en la trampa del complot sionista que actuó ofreciendo dinero como forma de atraer a inmigrantes judíos para que residieran cerca de los lugares santos.
El primer asentamiento agrícola fue creado en 1878. Esto fue un preludio para atraer a miles de judíos de la Diáspora. Cuatro años más tarde el primer grupo de judíos, que englobaba a unas 25.000 personas, llegó de Europa del Este.
La idea de crear un hogar nacional para los judíos comenzó a aparecer en diferentes artículos y opiniones recopiladas por el autor y periodista judío austriaco Theodore Herzl.
Herzl estableció la Organización Internacional Sionista que tenía como objetivo el de reunir a los judíos de la Diáspora. La primera conferencia de la organización tuvo lugar en Basilea, Suiza, en 1897.
Sólo 40.000 judíos vivían en Palestina durante la Primera Guerra Mundial, lo que representaba sólo el 6% de la población en ese momento.
En 1917, el Tratado de Sayks-Piko fue firmado. Poco después, el ministro de Exteriores británico, Balfour, hizo su promesa de crear un hogar para los judíos. Para poner en práctica este plan, el Reino Unido debía controlar Palestina y esto ocurrió un año después de la promesa.
El crear un hogar nacional para los judíos significaba el robar la tierra a sus residentes originales y esto requería un ejército, armas y una cobertura internacional. La prioridad más alta para el nuevo ocupante era la de llevar a cabo una limpieza étnica para albergar a los judíos que llegaran en las ruinas de más tierras y ciudades palestinas.
En 1920, la Liga de las Naciones fue formada y ésta se comprometió a dar la independencia al país ocupado, o el país “bajo mandato” como ellos lo llamaban, preparándolo oficialmente, constitucionalmente, políticamente y socialmente.
El Reino Unido recibió un mandato para administrar Palestina.
En lugar de lograr la independencia para el estado palestino, el Reino Unido allanó el camino, desde 1921, para que grupos sionistas, como la Haganah e Irgun, se armaran. La Hagana determinó que la edad de los inmigrantes debía estar entre los 15 y los 40 años, porque la gente, dijeron, debía ser joven y fuerte para la batalla que iba a venir.
El número de colonos se incrementó en Palestina para cambiar la realidad demográfica. El censo británico de 1922 reveló que el 89% de la población eran palestinos, con 757.182 residentes, mientras que los judíos constituían sólo el 9% de la población.
Esto indicaba que Palestina no estaba “vacía” como los sionistas habían afirmado. El flujo de colonos convenció al liderazgo palestino de la necesidad de frenarlo.
El pueblo palestino tomó las calles para protestar contra el flujo y detener la nueva ocupación.
A principios de los años treinta, los británicos publicaron el así llamado “Papel Blanco” que determinaba las cuotas para los inmigrantes judíos, situándola en 15.000 judíos para cinco años. Diez años más tarde, según el “Papel”, los palestinos gobernarían su propio estado unificado después de que declararan su independencia.
Sin embargo, los sionistas buscaron anular este “Papel” en 1939.
Entonces, el líder sionista Ben Gurion dijo:
”Lucharemos en la Segunda Guerra Mundial como si no hubiera ningún Papel Blanco y lucharemos contra el Papel Blanco como si no hubiera una guerra.”
La situación en Palestina empeoró.
El control sionista comenzó a aparecer ya durante la ocupación británica mediante la comisión de crímenes contra centenares de palestinos, que sufrieron la destrucción de sus casas y la expulsión.
Antes de la Nakba, la mitad de los palestinos habían sido desplazados bajo los ojos de las Naciones Unidas, que había reemplazado a la Liga de las Naciones. En 1947 y en lugar de declarar la independencia de Palestina, la ONU dividió el país cuando la Asamblea General emitió la Resolución 181 que estipulaba que el 56,5% del territorio de Palestina iría destinada a la creación del estado judío mientras que el 43% del territorio serviría para la construcción de un estado palestino. Al Quds (Jerusalén) permanecería bajo la supervisión internacional.
Los palestinos rechazaron la decisión de dividir su país, del cual poseían en ese tiempo el 94%, mientras que los extranjeros sólo controlaban un 6%.
Se confió a la Liga Árabe la misión de liberar Palestina por cuenta de su pueblo porque ellos no tenían los medios.
Los palestinos estuvieron respaldados por el Ejército de Salvación que carecía de armas y de un liderazgo sabio. El número de soldados árabes era pequeño en comparación con las fuertemente armadas milicias sionistas. En 1948, el número de combatientes sionistas había alcanzado los 120.000.
En ese momento, tuvieron lugar horribles masacres, así como actos terroristas dirigidos a confiscar y controlar las tierras, dejando a un tercio de la población palestina sin otra opción que huir para salvar sus vidas.
El 15 de mayo de 1948, Ben Gurion declaró el “Estado de Israel”. Así se inició la Nakba de los palestinos.
61 años después, nada ha cambiado para los oprimidos palestinos.
61 años después, Occidente y desgraciadamente algunos gobiernos árabes están conspirando de nuevo en contra del derecho de los palestinos al retorno.
61 años después y los líderes occidentales y árabes vienen a la Palestina ocupada a celebrar la creación del estado sionista que fue construido sobre la sangre y la carne del pueblo árabe.
¡Oh Palestina! 61 años después, todavía eres y serás siempre nuestra tierra árabe.
Este artículo fue publicado en la conmemoración de la Nakba del pasado año y ha sido publicado por su autor.
15/05/2009
Nakba, palabra árabe que significa “Catástrofe”.
Una tierra sin un pueblo para un pueblo sin una tierra o nación.
Un dicho acuñado por los intelectuales sionistas para justificar la ocupación de Palestina.
Inicialmente, Palestina no era el objetivo.
“Existe un país y su nombre es, por azar, Palestina. Existe un país sin un pueblo y, por otro lado, existe el pueblo judío sin una patria.”
Éstas eran las palabras del presidente del estado judío durante la Nakba, Hayeem Wiseman, que jugó un papel significativo en la emisión de la famosa Declaración Balfour.
Los ocupantes otomanos cayeron en la trampa del complot sionista que actuó ofreciendo dinero como forma de atraer a inmigrantes judíos para que residieran cerca de los lugares santos.
El primer asentamiento agrícola fue creado en 1878. Esto fue un preludio para atraer a miles de judíos de la Diáspora. Cuatro años más tarde el primer grupo de judíos, que englobaba a unas 25.000 personas, llegó de Europa del Este.
La idea de crear un hogar nacional para los judíos comenzó a aparecer en diferentes artículos y opiniones recopiladas por el autor y periodista judío austriaco Theodore Herzl.
Herzl estableció la Organización Internacional Sionista que tenía como objetivo el de reunir a los judíos de la Diáspora. La primera conferencia de la organización tuvo lugar en Basilea, Suiza, en 1897.
Sólo 40.000 judíos vivían en Palestina durante la Primera Guerra Mundial, lo que representaba sólo el 6% de la población en ese momento.
En 1917, el Tratado de Sayks-Piko fue firmado. Poco después, el ministro de Exteriores británico, Balfour, hizo su promesa de crear un hogar para los judíos. Para poner en práctica este plan, el Reino Unido debía controlar Palestina y esto ocurrió un año después de la promesa.
El crear un hogar nacional para los judíos significaba el robar la tierra a sus residentes originales y esto requería un ejército, armas y una cobertura internacional. La prioridad más alta para el nuevo ocupante era la de llevar a cabo una limpieza étnica para albergar a los judíos que llegaran en las ruinas de más tierras y ciudades palestinas.
En 1920, la Liga de las Naciones fue formada y ésta se comprometió a dar la independencia al país ocupado, o el país “bajo mandato” como ellos lo llamaban, preparándolo oficialmente, constitucionalmente, políticamente y socialmente.
El Reino Unido recibió un mandato para administrar Palestina.
En lugar de lograr la independencia para el estado palestino, el Reino Unido allanó el camino, desde 1921, para que grupos sionistas, como la Haganah e Irgun, se armaran. La Hagana determinó que la edad de los inmigrantes debía estar entre los 15 y los 40 años, porque la gente, dijeron, debía ser joven y fuerte para la batalla que iba a venir.
El número de colonos se incrementó en Palestina para cambiar la realidad demográfica. El censo británico de 1922 reveló que el 89% de la población eran palestinos, con 757.182 residentes, mientras que los judíos constituían sólo el 9% de la población.
Esto indicaba que Palestina no estaba “vacía” como los sionistas habían afirmado. El flujo de colonos convenció al liderazgo palestino de la necesidad de frenarlo.
El pueblo palestino tomó las calles para protestar contra el flujo y detener la nueva ocupación.
A principios de los años treinta, los británicos publicaron el así llamado “Papel Blanco” que determinaba las cuotas para los inmigrantes judíos, situándola en 15.000 judíos para cinco años. Diez años más tarde, según el “Papel”, los palestinos gobernarían su propio estado unificado después de que declararan su independencia.
Sin embargo, los sionistas buscaron anular este “Papel” en 1939.
Entonces, el líder sionista Ben Gurion dijo:
”Lucharemos en la Segunda Guerra Mundial como si no hubiera ningún Papel Blanco y lucharemos contra el Papel Blanco como si no hubiera una guerra.”
La situación en Palestina empeoró.
El control sionista comenzó a aparecer ya durante la ocupación británica mediante la comisión de crímenes contra centenares de palestinos, que sufrieron la destrucción de sus casas y la expulsión.
Antes de la Nakba, la mitad de los palestinos habían sido desplazados bajo los ojos de las Naciones Unidas, que había reemplazado a la Liga de las Naciones. En 1947 y en lugar de declarar la independencia de Palestina, la ONU dividió el país cuando la Asamblea General emitió la Resolución 181 que estipulaba que el 56,5% del territorio de Palestina iría destinada a la creación del estado judío mientras que el 43% del territorio serviría para la construcción de un estado palestino. Al Quds (Jerusalén) permanecería bajo la supervisión internacional.
Los palestinos rechazaron la decisión de dividir su país, del cual poseían en ese tiempo el 94%, mientras que los extranjeros sólo controlaban un 6%.
Se confió a la Liga Árabe la misión de liberar Palestina por cuenta de su pueblo porque ellos no tenían los medios.
Los palestinos estuvieron respaldados por el Ejército de Salvación que carecía de armas y de un liderazgo sabio. El número de soldados árabes era pequeño en comparación con las fuertemente armadas milicias sionistas. En 1948, el número de combatientes sionistas había alcanzado los 120.000.
En ese momento, tuvieron lugar horribles masacres, así como actos terroristas dirigidos a confiscar y controlar las tierras, dejando a un tercio de la población palestina sin otra opción que huir para salvar sus vidas.
El 15 de mayo de 1948, Ben Gurion declaró el “Estado de Israel”. Así se inició la Nakba de los palestinos.
61 años después, nada ha cambiado para los oprimidos palestinos.
61 años después, Occidente y desgraciadamente algunos gobiernos árabes están conspirando de nuevo en contra del derecho de los palestinos al retorno.
61 años después y los líderes occidentales y árabes vienen a la Palestina ocupada a celebrar la creación del estado sionista que fue construido sobre la sangre y la carne del pueblo árabe.
¡Oh Palestina! 61 años después, todavía eres y serás siempre nuestra tierra árabe.
Este artículo fue publicado en la conmemoración de la Nakba del pasado año y ha sido publicado por su autor.
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