26 de junio de 2009
Ricardo Vicente López (Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Voy a dejar de lado al Sr. Jorge Majfud, y dejar de lado no significa adoptar ninguna actitud peyorativa hacia su persona. Todo lo dicho antes no apunta a su persona, sólo lo tomo como un representante de una cultura, la moderna occidental en su etapa decadente, en la que se va desprendiendo de los valores que la fundaron, y que piensa y escribe (y tiene todo el derecho a hacerlo y así lo acepto y lo respeto) desde el horizonte cultural en que está metido.
Dicho de otro modo, y espero no equivocarme mucho, y esto ya lo mencioné, desde el clima particular que la modernidad ha adquirido en los EEUU con una fuerte incidencia del cristianismo fundamentalista. Y si he tomado como eje sus afirmaciones es porque estoy pensando en personas que vive la angustia de la soledad y la pobreza espiritual, sumidas en la masa que genera la cultura mediática actual, que me imponen la obligación que siento de dirigirme a ellas. Esta cultura del norte muestra una extraña particularidad, como decía el sociólogo estadounidense David Riesman en su obra La multitud solitaria (1950), «el hombre se siente solo en medio de la multitud». El hombre tradicional sentía la soledad en medio de la naturaleza, por la falta de contacto humano, hoy el hombre-masa vive amontonado en medio de esa multitud y encerrado en una cápsula psíquica. Cualquier ciudad de mediano tamaño hacia arriba de nuestro mundo globalizado puede ser un laboratorio de estudio de este fenómeno.
Bien, ese hombre medio, impactado por un discurso instalado destituyente de Dios, desvalorizador de la dimensión espiritual por su apego a una materialidad cotidiana de mercado; empujado a vivir la instantaneidad de un tiempo presente que se desvanece constantemente; que, aunque no le sepa, le han destruido el futuro con el cuento del fin de la historia y de la muerte de las ideologías; que ha degradado el valor de la utopía por ser una creencia de viejos románticos en tiempos de un pragmatismo rampante; que tiene que vivir en una historia presente que desconoce el pasado, porque le es negado, y sin futuro, porque no es más que la simple perpetuación de este hoy. En fin, que le queda muy poco a que aferrarse para encontrarle sentido y alguna esperanza a la vida. Ese hombre está necesitado de una espiritualidad que revivifique sus raíces y le posibilite pararse sobre sus propios pies arraigados a una tierra espiritual sólida. Es la primera vez que la historia nos pone delante de tal situación. Y debe enfrentar esa realidad evanescente, volátil, inconsistente, inhabitable, inhumana. Tiene hambre de un modo de comprensión más amplio, sustentable, trascendente, que le levante la mirada hacia un horizonte esperanzador, para superar la estrechez que le ofrece el desierto imperante de una modernidad agotada.
Porque cuando la mirada que se arroja hacia ese mundo está sostenida por una conciencia que ya ha naturalizado esta cultura cotidiana que le sirve de prisma, la consecuencia de ello es una aceptación sumisa, aletargada, acrítica, complaciente que impide intentar la búsqueda de otras vías posible de acercarse a esa realidad desde otra perspectiva. Es esa misma imposibilidad, que está alentada por el escepticismo, la que vacía de contenidos humanos el alma del mundo moderno en está última etapa de senectud cultural. Es que se vive en un vacío interior y la solución que se le ofrece es llenarlo de mercancías. Es, entonces, que el clamor sin voz que se expresa en la desesperanza, en la desidia, en el abatimiento, en la depresión, en el sinsentido, en la tristeza, se hunde en la angustia, en la desesperación, o asume el camino de la violencia o la droga en todas sus diversas manifestaciones. La alternativa a la mano es el suicidio abrupto o paulatino. Todo ello nos está hablando desde un silencio doloroso, con un grito callado, del malestar de los hombres y mujeres de hoy, sean pobres o ricos.
La impotencia de romper el cepo de una vida que se desliza hacia la nada por ese presente perpetuo, que vive el tiempo que transcurre sumida en una paradoja que le muestra que el tiempo que pasa es siempre igual, y por ello no puede reconocerle un pasado y está yermo para pensarle un futuro. La vida dentro de ese marco, impide despegar de esa chata realidad para elevarse y proyectarse hacia una trascendentalidad que le hable de nuevos tiempos, de nuevos mundos, de nuevos hombres y mujeres. El no ver más que siempre lo mismo es la razón por la que no encuentra otra salida que la aceptación esclavizante. Entonces, como aceptar que tanta gente se vaya sumergiendo en ese mar de la nada cuando puede ofrecérsele otros modos existentes del pensar que abren horizontes diferentes. No es que la vida sea así, es que por mirarla así se la ve de ese modo. Es la miopía a que nos ha sometido una cultura desfalleciente que se regodea con su cinismo y su escepticismo.
Pero no hay ninguna obligación en someterse a ella, si se apela a la sagrada libertad de buscar otros caminos, u otros modos de caminarlos. Se impone la necesidad de abandonar esa actitud solipsista, el cultivo de un individualismo continuamente promovido por una competencia animalizante. Si, como una manera de vivir, se es capaz de tomar la mano del otro e intentar caminar juntos para apoyarse, para escucharse, para aprender del otro y dar cada uno lo que se pueda tener. ¿Es tan difícil todo esto? ¿Qué es lo que impide recuperar lo que fue actitud normal de los hombres y mujeres de otros tiempos? De historias que hoy existen contemporáneamente fuera del mapa espiritual del occidente moderno, en las culturas en las que todavía se le rinde culto a la vida, por lo que ella mismo vale, aferradas a un modo de vivir comunitario que todavía resiste los embates del mercado asesino de lo humano.
Entonces, vuelvo a repetir la frase ya citada: «Si de verdad les interesa mi respuesta, tendrán que escucharme. Si no, buenas tardes. Nada se pierde». Y esta respuesta que puedo ofrecer está condenada a la herejía de intentar hablar de teología positiva en el mare magnum del fárrago de los medios de comunicación. Digo “positiva” porque de teología negativa se habla con bastante frecuencia y esta página que me cobija publica con cierta frecuencia reflexiones enmarcadas en esa corriente de pensamiento. No debe creerse que cuando se adoctrina desde el ateísmo o el agnosticismo no se está en terreno de la teología. La sola negación es al mismo tiempo el reconocimiento de la existencia de una problemática que no está agotada y que, pese a tanta tinta que corre en su intento detractor, su permanente emerger es síntoma de su imbatible vitalidad. Llevamos más de dos siglos observando y padeciendo una persecución pertinaz con pretensiones de aniquilar su sobrevivencia. Su terquedad, una y otra vez, la incita a pararse sobre sus verdades y ofrecer una batalla interminable.
Muchos alzaron sus voces alentados por la muerte de Dios que anunciaba Friedrich Nietszche (1844-1900), y esas voces provenían de dos bandos contrapuestos: los que desde las iglesias anquilosadas se escandalizaron con semejante atrevimiento y los que desde la algarabía de tal anuncio festejaban el final de una vieja disputa. Ninguno de esos bandos entendió al filósofo alemán. En su texto La gaya ciencia dice inmediatamente: «nosotros lo hemos matado». Los hombres sólo pueden matar a un dios que sea creación de ellos, al dios que es Dios, por el sólo hecho de serlo (hasta se diría: por definición) no hay poder humano que pueda hacerlo. La tarea que le atribuyó el filósofo sólo fue posible realizarla porque se trataba de matar al dios burgués, a ese que Charly García le reconocía el trabajo «de atender detrás de un mostrador» las operaciones comerciales de cambiar pedidos por promesas. A quien fue señalado como asesino de ese dios menor lo denominó «el último hombre» ese que se iba desvaneciendo al compás de la cultura burguesa. Gran parte de la munición que se dispara contra ese dios «es gasto de pólvora en chimangos», porque ese dios sólo existe en la imaginación de los pobres hombres necesitados de la magia fetichista que tranquilice sus conciencias culpables. El aristocraticismo de Nietszche lo llevaba a mirar con desprecio a esos pobres hombres. No debe incluirse dentro de esta categoría a la fe de la gente humilde, de los «sencillos» o de los «pequeños» de Jesús, porque el filósofo alemán no los tuvo jamás en cuenta, sino a ese hombre que corre detrás de las pequeñeces y mezquindades que le ofrece el dios dinero.
Entonces, después de este recorrido que nos ha llevado por algunos caminos que para los hombres de esta época pueden resultar incómodos, aburridos, inútiles, absurdos, sin sentido, debo detenerme a analizar el problema de Dios. Y digo, antes que nada, que lo hago desde mi fe, mi modo de abordar el tema, mis dudas que no son pocas y desde la confesión de mi pobre competencia en el tema. Me alienta también que una personalidad académica, de indudable versación y prestigio, como el jesuita José Ignacio González Faus diga que el problema de los teólogos es que «saben demasiado de Dios». Esta afirmación contiene la idea de que se está ante un misterio con lo cual debemos partir de la certeza en la ignorancia necesaria. Sin embargo, un tema de tanta importancia exige el mayor esfuerzo para aproximarnos a él, contando con que se podrán obtener ciertas prefiguraciones que deben ser cribadas por la exigencia de una racionalidad rigurosa. Por ello, sólo me empuja a seguir la convicción de poder prestar alguna ayuda a tanta gente que no puede creer por los modos que han dominado la presentación, enseñanza, demostraciones, de temas como éste, que aquellos y aquellas que se hacen cargo de tal tarea han expuesto.
Esto exige un nuevo modo de aproximarse a las Escrituras desde una conciencia crítica y, al mismo tiempo, impregnada de la intención de acceder por vía de la sabiduría a comprender lo humano: su misterio, su razón de ser, su ubicación frente al cosmos, sus capacidades y sus limitaciones. Y si bien dirá el hombre actual que Sigmund Freud (1856-1939) nos explicó bastante qué es lo humano, el mismo Freud se encontró parado ante el misterio del alma humana que lo obligó a hablar de ella en términos míticos, lenguaje teológico, (complejo de Edipo, de Electra). Es, precisamente, ese misterio por serlo el que invalida el lenguaje lineal del discurso cientificista, y el genio de Freud lo sabía perfectamente. Por eso es que el problema no desaparece y no es posible soslayarlo puesto que nos enfrenta cotidianamente, dentro de nosotros y en las personalidades de nuestras relaciones. Y el creador del psicoanálisis, pese a su ateísmo, era muy consciente de ello. Es que el problema de Dios, algo ya quedó dicho, es al mismo tiempo el problema del hombre. Ambos son dos caras del mismo problema que encierra un misterio similar. Por lo que acercándonos a cualquiera de ellos nos vamos acercando al otro. Ricardo Forster dice al respecto: «El viaje místico hacia Dios se convirtió en el viaje del Yo hacia, primero, los confines de su interioridad y, luego, hacia comarcas insólitas, hacia promesas incumplidas construidas en el interior de un lenguaje hecho a la medida de los sueños itinerantes del hombre moderno… que penetra en el laberinto del alma hasta alcanzar la certeza del cogito».
Desde estas palabras podemos avanzar diciendo que el hombre de la modernidad terrenalizó el problema teológico quedándose con una de las caras de él: la interioridad humana. Pero esta fragmentación no desbordó el terreno teológico en el cual el problema estaba planteado, porque era imposible hacerlo. Más adelante vamos a ver como en la cosmología el tema no es muy diferente. El que comprenda esto se podrá admirar y sorprender por la genial intuición de los rabinos del Antiguo Testamento que imaginaron al hombre como hecho a imagen y semejanza. Es a ese modo de aproximarse a la comprensión del problema lo que se denomina el camino de la sabiduría, que opera de modos diferentes a los que utiliza la racionalidad científica, sin abandonar la necesaria razonabilidad. Esto me lleva a volver a tratar un tema ya mencionado de un modo un poco más extenso.
El triunfo de la ciencia sobre las otras formas del saber, que el hombre había cultivado durante siglos (filosofía o teología, por ej.), coloca a la cultura moderna en una posición excepcional puesto que da lugar a un ateísmo que no conoció ni conoce ninguna otra cultura. La modernidad occidental logró una sustitución de Dios por el hombre que ocupó el centro del pensamiento, el teocentrismo fue sustituido por el antropocentrismo. Véase si no como la omnisapiencia pasó de Dios a la ciencia y su capacidad de saber sobre el futuro, la omnipresencia al concepto de humanidad y luego al de globalización con conciencia planetaria, y la omnipotencia a las capacidades del hombre para someter a la naturaleza (y a otros hombres) y viajar por el cosmos. Se logra así superar las limitaciones de tiempo y espacio que sometían al hombre tradicional. El hombre dejó de ser imagen de Dios para pasar a ser Dios. Se consolida así un modelo de conocimiento que se caracteriza por su poder de predicción y, sobre todo, por su utilidad práctica. La burguesía se apodera de un saber que puede ser convertido en posibilidades tecnológicas apetecible por los beneficios que aporta a la producción masiva, propia de la etapa industrialista.
Se opone a una concepción del conocimiento más adecuada a los saberes humanos o sociales (filosofía, historia, psicología, etc.). Por tal razón, en la filosofía, la historia o algunas otras ciencias sociales como la sociología, la ciencia política, etc., la fundamentación (validación) del conocimiento sigue apelando necesariamente a la comprensión mucho más que a la explicación, por las características específicas y únicas del objeto que se propone estudiar. Y, tal vez, la fundamental diferencia emerge de la irrepetibilidad de los fenómenos humanos que dificulta, sin duda, la homogenización de los procesos que tienden a ser definidos por su relación causa-efecto (falta de libertad), sólo aplicable a los fenómenos naturales (pero no a todos). Una afirmación que corre en boca de muchos, con aires de saber, es que la «historia se repite» y esto es falso. La historia como el tiempo de la vida corre en el sentido de una flecha irreversible y nada de lo que sucede después es igual a lo que ya pasó. Puede el investigador encontrar rasgos comunes, pero es su esfuerzo el que plantea la igualdad, no son los hechos sino el recorte que de ellos se haga, lo que define esa repetición. Cabe decir acá que el tiempo cíclico era una creencia de los griegos clásicos que fueron profundamente pesimistas respecto de la libertad humana, sometida a la tiranía de los dioses. La idea del tiempo histórico, de novedad y de libertad del hombre, es un aporte de la sabiduría hebrea que, por primera vez se expresa en la originaria redacción del Génesis (probablemente siglo X a. C.) en los días de la creación, días sucesivos siempre nuevos y distintos, que transcurren en una dirección: la creación del hombre.
Por otra parte, si el científico es consciente de la epistemología que sostiene su investigación, sabe que el acercamiento a las cosas está condicionado siempre por la hipótesis que guía su búsqueda, la cual valorizará unos datos más que otros, los que aporten a la demostración que se propone. Esa hipótesis es un prisma que resalta aquellos que le permite avanzar, por lo que siempre ese saber está expuesto a la falsación de investigaciones posteriores, sobre lo cual Karl Popper (1902-1994) ha escrito abundantemente. Los hechos por sí mismos dicen muy poco, es la interpretación que de ellos se haga la que le otorga sentido explicativo. Por lo tanto, ahora se puede ver que no son las simples observaciones y mediciones las que demuestran la verdad, sino la coherencia con que se expone la relación entre los elementos (la lógica interna), la que da lugar a una interpretación de los fenómenos. Esto permite comprender que la concepción heliocéntrica del clérigo católico Nicolás Copérnico (1473-1543) fue el resultado de una re-interpretación de gran parte de las mediciones que se habían realizado desde Claudio Ptolomeo (90-170) hasta su época, y esto le permitió formular una nueva teoría que desmentía lo que se sabía hasta entonces.
Ver también:
- ¿Cree usted en el big-bang, sí o no? (II Parte)
- ¿Cree usted en el big-bang, sí o no? (I Parte)
domingo, 28 de junio de 2009
¿Cree usted en el big-bang, sí o no? (Parte III)
¿De qué es síntoma Berlusconi?
SAMI NAÏR
27/06/2009
Italia, democrática y culta, está hoy gobernada por la demagogia. Gracias a su control del poder mediático y su cultivo de las bajas pasiones, Il Cavaliere ha explotado la decadencia de los grandes partidos políticos
Hemos visto cómo funcionan los totalitarismos del siglo XX y sabemos con toda claridad y exactitud a qué atenernos. Si el Mal pudiera tener un único sentido en política tendría probablemente éste. ¿Debemos, sin embargo, cerrar los ojos ante las aberraciones que se producen regularmente en el centro de democracias consensuales?
La desaparición de la Democracia Cristiana y del Partido Comunista dejó el campo libre
Ninguna democracia está exenta del surgimiento de fenómenos parecidos al berlusconismo
De George W. Bush a José María Aznar, pasando por Tony Blair, hemos tenido que soportar recientemente a unos dirigentes que no dudaban a la hora de sortear las reglas más elementales de la moral para justificar la violación del derecho internacional. Es verdad que tanto americanos como españoles y británicos han echado finalmente, y sin contemplaciones, a esos hombres culpables de perjurio. Pero Italia sigue padeciendo las extravagancias de Silvio Berlusconi y los males de su sistema. Ante él, nuestros amigos intelectuales italianos están desmoralizados, aplastados por algo que están viviendo como una auténtica maldición.
Es inútil recordar con detalle los rasgos, hechos y palabras del personaje: megalómano, vulgar, despiadado con sus adversarios, retorcido e hipócrita con sus aliados, manipulador, amoral y, sobre todo, frívolo, de una frivolidad que lo convierte en impermeable a la vergüenza y al ridículo. Pero es un hombre de negocios prudente, un político astuto, que utiliza su imperio mediático básicamente para fomentar los más bajos instintos de los sectores de la población que le brindan su apoyo.
¿Cómo ha podido llegar hasta aquí el país de Dante y Petrarca? El fenómeno Berlusconi tiene lugar en una sociedad que no sólo es democrática y moderna, sino que también está asentada en una larga tradición cultural. Todos los ámbitos de la inteligencia y de las artes han sido fecundados por el genio italiano: la literatura, la creación pictórica, el cine, la ciencia. Ahora bien, Berlusconi parece que representa lo contrario a toda esa tradición. ¿Por qué entonces sigue ganando elecciones?
Hay dos características de la actual situación en Italia que pueden ayudarnos a avanzar hacia una respuesta. La primera está relacionada con el significado ideológico del "berlusconismo". Lo veamos como lo veamos, el discurso berlusconiano se muestra siempre como la expresión de una voluntad de poder irracional, de tipo casi nietzscheano, surgida brutalmente en el corazón mismo del sistema político italiano. Puesta en escena por el comportamiento de Il Cavaliere, dicha voluntad de poder es inyectada diariamente en el imaginario de la sociedad a través de su imperio mediático. Éste, a su vez, se parece de facto a una suerte de poder "totalitario democrático", si semejante fórmula no fuera contradictoria en sí misma. Pero, ¿no es Berlusconi el propietario legal de este inmenso imperio puesto al servicio de sus ambiciones políticas? ¿No es, aquí, el poder del dinero la base democrática de la voluntad de poder?
Esta situación, de la que todo el mundo es consciente en Italia, viene provocada por la destrucción dramática del sistema de partidos que dominó la vida política durante el último medio siglo. Varios son los factores que han conducido al debilitamiento estructural tanto de las instituciones estatales como del poder de las leyes (hechas, deshechas y rehechas según las necesidades de la voluntad de poder berlusconiana): la disgregación de los grandes bloques políticos, la emergencia de fuerzas minoritarias que han formado alianzas coyunturales, la existencia de un sistema electoral fabricado para que sea imposible crear mayorías amplias y portadoras de programas con vocación estructural, la corrupción localizada en el seno de las políticas públicas con el fin de engendrar lealtades paralelas a la legalidad (clientelismo, zonas de sombra para las actividades mafiosas en la economía...).
La maquinaria berlusconiana se ha compuesto así en el espacio que históricamente dejaron libre, por su desaparición, la democracia cristiana y la izquierda reformista de aquel entonces, encarnada por el difunto Partido Comunista. De estas dos grandes formaciones políticas, queda sólo una derecha disgregada, rota, y una izquierda impotente, que ha ido transformándose en centro-izquierda para acabar hoy convertida en un magma sin identidad definida.
Desde hace casi 20 años, el berlusconismo ha desempeñado fundamentalmente el papel de sustituto de la decadencia de los grandes partidos políticos. Ha introducido una forma de hacer política que no tenía precedentes en Italia desde el fin del fascismo, basada íntegramente en un populismo reaccionario y trivial, típico de los partidos de la extrema derecha tradicional. Entre el racismo de la Liga Norte de Umberto Bossi y el neofascismo soft y empalagoso de Gianfranco Fini en el sur, Berlusconi ha añadido una nota propia: ataques constantes al poder judicial, odio visceral hacia el mundo del espíritu, conversión de los inmigrantes en chivos expiatorios... Este conglomerado de partidos, cimentado sólo para la conquista y conservación del poder, se apoya sin embargo en los estratos de la sociedad que tradicionalmente sostienen a los regímenes autoritarios: clases medias comerciantes, alta aristocracia financiera, bajo proletariado, asalariados abandonados por la izquierda.
Ante eso, la sociedad civil italiana reacciona desde luego con algunos grandes nombres y formando partidos políticos que prometen (como Italia dei Valori del ex magistrado Di Pietro), pero, al carecer de fuerza política de futuro, parece que acabe entregada a sí misma y en la impotencia. La Iglesia católica, concretamente en el norte, se inscribe dentro de ese movimiento de resistencia, prestando ayuda a los inmigrantes y extranjeros frente al odio que los rodea.
La segunda característica que también puede explicar la preeminencia política de la voluntad de poder berlusconiana se refiere al debilitamiento de las condiciones de expresión de la voluntad general en Italia. La existencia de un sistema electoral basado en la representación proporcional integral supone la disolución de la voluntad general en una multitud de voluntades que acaban anulándose. Además, todas las reformas del sistema electoral impuestas por Berlusconi buscan el mismo objetivo: reproducir hasta el infinito la fisiparidad del sistema representativo, favorecer el estallido de la expresión de la voluntad general, generar impotencia política en el contexto de la superpotencia de su imperio mediático.
Dicho de otra forma, el sueño berlusconiano consiste en que la voluntad general deje de ser el resultado de la competición deliberativa entre los partidos políticos y pase a ser asunto del poder mediático, que él controla casi por completo.
La incapacidad que demuestra el modelo político italiano para crear una voluntad general coherente no es la única consecuencia de la existencia de un sistema electoral particularmente nefasto. En realidad, la cuestión de fondo estriba en la descomposición prolongada, desde hace casi 20 años, de las élites políticas y culturales italianas de derechas y de izquierdas. El berlusconismo se manifiesta ante todo como el síntoma de tal descomposición, pero como su base social es ampliamente popular, parece evidente que la responsabilidad de la izquierda italiana también es aplastante.
La principal consecuencia de esta situación es más grave de lo que parece. La disgregación de la voluntad general mayoritaria, unida a la emergencia de la voluntad de poder berlusconiana, conduce de pleno a uno de los vicios más letales de la democracia, denunciado en la Antigüedad griega por Aristóteles: la transformación del sistema democrático en un sistema demagógico. Porque la demagogia, además de ser lo contrario a la ley democrática del término medio, es también la forma de expresión privilegiada de todos los populismos.
A buen seguro que el pueblo italiano se librará de la anomalía berlusconiana. Pero esta experiencia también debe hacernos comprender que ninguna democracia queda exenta del surgimiento de fenómenos parecidos al berlusconismo italiano, cuando descuida la lógica profunda de sus instituciones.
Traducción de M. Sampons.
Sami Naïr es profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
La línea recta que va desde Soweto a Gaza
Obstaculizados por el apartheid
Henning Mankell
Kultur AFTONBLADE
Traducción de Manuel Talens
A finales de mayo de este año estuve en Israel y Palestina. Fui allí con una delegación de escritores en representación de varios continentes. Íbamos a participar en una conferencia literaria palestina.
El acto inaugural estaba previsto en el Teatro Nacional Palestino de Jerusalén. Pero justo en el momento de reunirnos llegaron soldados y policías israelíes fuertemente armados y nos comunicaron que iban a impedir el acto. Les preguntamos por qué. Ésta fue su respuesta: “Son ustedes un riesgo para la seguridad”.
Por supuesto, el pretender que en aquel momento éramos una amenaza para la seguridad de Israel no tenía sentido alguno. Pero, al mismo tiempo, he de conceder que no les faltaba razón. Uno siempre es una amenaza si viene a Israel a decir lo que piensa sobre la opresión israelí contra el pueblo palestino. Desde luego, nuestra presencia allí no era menos amenazadora de lo que lo fue en su día contra el sistema de apartheid en Sudáfrica. Las palabras son siempre peligrosas.
Lo que sigue son las palabras que pronuncié cuando los organizadores del evento lograron trasladar el acto inaugural al Centro de Cultura Francesa, que nos acogió.
“Lo que ahora sucede aquí es una copia exacta del despreciable sistema de apartheid que trataba a los africanos negros como ciudadanos de segunda clase en su propia tierra. Sin embargo, no olvidemos que aquel sistema ya no existe. A principios de los años noventa la fuerza de los seres humanos le hizo morder el polvo. Hay una línea directa que une Soweto y Sharpeville con los últimos acontecimientos acaecidos en Gaza.”
Durante los tres días siguientes visitamos Hebrón, Belén, Jenin y Ramalá. Un día fuimos de paseo por las montañas con el escritor palestino Raja Shebadeh, que nos mostró la diseminación de los asentamientos israelíes a costa de tierra palestina confiscada, con destrucción de caminos y construcción de otros nuevos sólo para uso de los colonos. El acoso no tardó en llegar en los puestos de control. Ni que decir tiene que mi mujer y yo lo tuvimos mucho más fácil para poder atravesarlos. Pero las personas de la delegación que tenían pasaporte sirio o eran de origen palestino fueron mucho más vulnerables. Baja el saco del autobús, vuelve a meterlo, bájalo de nuevo...
Pero incluso el infierno hay grados. Hebrón fue el peor: en medio de una ciudad de 40.000 palestinos viven 400 colonos judíos que han confiscado una parte del centro urbano. Son brutales, no dudan en atacar a sus vecinos palestinos en cualquier momento. Cualquier cosa vale: ¿por qué no mearles la cabeza desde la ventana cuando pasan por la calle? Vimos un documental en el que, entre otras cosas, unas mujeres de los asentamientos y sus hijos se dedicaban a dar patadas y golpes a otras mujeres palestinas... sin que los militares interviniesen. Ésa es la razón por la que hay gente en Hebrón que, en nombre de la solidaridad, acompañan voluntariamente a los niños palestinos desde su casa a la escuela y de vuelta a su casa. Esos 400 colonos están protegidos veinticuatro horas al día los siete días de la semana por 1500 soldados israelíes. Cada colono está constantemente protegido por cuatro o cinco personas. Además, a los colonos se les permite llevar armas. Cuando visitamos uno de los peores cruces en Hebrón, un colono extremadamente agresivo nos filmó. Si veía cualquier signo palestino ―un brazalete o un pin― Corría inmediatamente a informar a los soldados.
Por supuesto, nada de lo que experimentamos en aquellos días podría compararse con la situación que soportan los palestinos. Nos dábamos cita con ellos en taxis y en la calle, en veladas de lectura, en universidades y en teatros. Conversábamos y escuchábamos los desmanes a los que viven sometidos.
¿Qué tiene de extraño si algunos de ellos, desesperados, deciden convertirse en kamikazes cuando no ven otra salida? Es algo normal. Lo extraño es que no haya más que tomen esa decisión.
El muro que ahora divide el país impedirá ataques futuros a corto plazo. Pero es una prueba demasiado clara de la desesperación del poder militar israelí. Al final, correrá la misma suerte que el muro que dividía Berlín.
La situación de la que fui testigo durante el viaje está muy clara: en su estado actual, Israel carece de futuro. Más aún, quienes promueven la solución de los dos Estados se equivocan.
En 1948, el año en que nací, el Estado de Israel proclamó su independencia en territorios ocupados. No existe razón alguna para afirmar que fue un acto legítimo bajo el Derecho Internacional. Simplemente ocupó territorio palestino. Y el territorio que ocupan no ha cesado de crecer, en enero de 1967 y, hoy en día, mediante los cada vez más extendidos asentamientos. De vez en cuando desmantelan uno de esos asentamientos para cubrir las apariencias. Pero de inmediato otros crecen en algún otro lugar. La solución de los dos Estados no significa que la ocupación histórica se acabará.
Israel terminará de la misma manera que la Sudáfrica del apartheid. La única cuestión que queda por dilucidar es si los israelíes serán capaces de escuchar la voz de la razón y aceptar por voluntad propia el desmantelamiento del Estado del apartheid o tendrán que aceptarlo por la fuerza.
Nadie sabe cuándo sucederá. La rebelión final llegará desde dentro. Pero si hubiese cambios políticos repentinos en Siria o Egipto, eso ayudaría.
También hay que tener en cuenta que, muy pronto, Usamérica ya no podrá costear esa horripilante máquina militar que impide que los niños crezcan en libertad y los empuja a tirar piedras.
Cuando esos cambios tengan lugar, cada israelí, varón o mujer, deberá decidir si está preparado para renunciar a sus privilegios y vivir como uno más en un Estado palestino. No fui testigo de ningún antisemitismo durante el viaje, únicamente de un odio perfectamente normal contra los ocupantes. Es vital mantenerlos separados.
La última noche teníamos la intención de clausurar el evento de la misma manera que lo empezamos en Jerusalén. Pero el teatro fue cerrado de nuevo por los militares y el acto tuvo que celebrarse en otro sitio.
El Estado de Israel sólo puede esperar la derrota, que es el destino de todos los ocupantes.
Los israelíes destrozan vidas, pero no pueden destrozar sueños. La caída de este espantoso sistema de apartheid es la única solución posible.
No se trata de saber si tendrá lugar, sino de cuándo tendrá lugar. Y de qué manera.
Aftonbladet 2 de junio de 2009
Fuente: Kultur AFTONBLADET - Stoppad av apartheid
Artículo original publicado el 2 de junio de 2009
Sobre el autor
El escritor y traductor español Manuel Talens es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción (realizadaa partir de la traducción inglesa de Kristoffer Larsson, miembro de Tlaxcala) se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor, al revisor y la fuente.
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¿Por qué tendría yo que repudiar la voluntad de los iraníes?
por Thierry Meyssan*
24 de junio de 2009
Beirut (Líbano)
Numerosos lectores reaccionaron coléricamente ante el más reciente artículo de Thierry Meyssan, quien estima que su obligación es responder. Incorregible, el autor no se disculpa sino que reafirma su punto de vista.
Mi reciente artículo era «[La CIA y el laboratorio iraní-
Y es que Irán no es un Estado cualquiera. Al igual que la Francia de 1789 y de la Rusia de 1917, el Irán de 1979 desencadenó un proceso revolucionario que contradice aspectos fundamentales del modelo «occidental» triunfante, y lo hizo a partir de una fe religiosa. Treinta años más tarde, nosotros, los «occidentales», seguimos viendo el pronunciamiento del Pueblo iraní como una condena moral hacia nuestro propio modo de vida, o sea hacia la sociedad de consumo y el imperialismo. En revancha, no logramos encontrar la calma más que persuadiéndonos a nosotros mismos de que la realidad es sólo un sueño y de que nuestros sueños son la realidad. Dicho de otra forma: los iraníes quisieran vivir como nosotros, pero no pueden hacerlo por culpa de una terrible banda de sacerdotes con turbantes.
Cuando se trata de explicar el Irán moderno a los que quisieran entenderlo, ni siquiera sé por dónde empezar. Treinta años de propaganda han creado una multitud de imágenes falsas, imágenes que habría que desmontar una por una. Luchar contra la mentira es una tarea muy difícil y la coyuntura no es la más favorable para hacerlo. Me gustaría hacer solamente algunas observaciones previas.
La revolución islámica fue fuente de grandes progresos: los castigos corporales se hicieron excepcionales, el derecho sustituyó a la arbitrariedad, las mujeres han alcanzado un nivel educacional que sigue en aumento, todas las minorías religiosas están protegidas –con la desgraciada excepción de los Baha’is–, etc. Cuando se abordan cada uno de esos temas, mientras que Occidente encuentra execrable al régimen iraní, los iraníes piensan por su parte que éste régimen es mucho más civilizado que la cruel dictadura del Shah, impuesta por Londres y Washington.
La revolución islámica tiene mucho aún muchos logros que alcanzar y tiene que lograr manejar ese sistema político, típicamente oriental, que, en aras de que cada cual encuentre en él su lugar, multiplica la cantidad de estructuras administrativas y lleva a la parálisis institucional.
Por supuesto, en la época del Shah existía también una burguesía occidentalizada que se daba la gran vida. Enviaba a sus hijos a estudiar en Europa y despilfarraba alegremente en las fiestas de Persépolis. Hasta que la revolución islámica abolió los privilegios de aquella burguesía. Son sus nietos los que hoy se lanzan a la calle, con el apoyo de Estados Unidos. Quieren reconquistar lo que perdieron sus familias, y ese algo no tiene nada que ver con la libertad.
En pocos años, Irán recuperó el prestigio que había perdido. Su Pueblo se enorgullece de haber aportado su ayuda a los palestinos y a los libaneses, ofreciéndoles medios para la reconstrucción de sus casas, destruidas por Israel, y armas para defenderse y recuperar su dignidad. Irán socorrió a los afganos y a los iraquíes, víctimas de regímenes prooccidentales y, posteriormente, víctimas de los propios occidentales. Esa solidaridad, los iraníes han tenido que pagarla a un precio extremadamente alto, han tenido que pagarla haciendo frente a la guerra, al terrorismo y a las sanciones económicas.
Por mi parte, yo me considero un demócrata. Yo doy la mayor importancia a la voluntad popular. No entendí por qué había que proclamar la victoria de George W. Bush sin terminar el conteo de los votos de los electores estadounidenses de La Florida. Tampoco entendí por qué, como lo hizo la burguesía de Caracas, había que felicitar a Pedro Carmona por encarcelar a Hugo Chávez, el presidente que el Pueblo venezolano había elegido. No entiendo por qué hay que llamar «Señor Presidente» a Mahmoud Abbas cuando impide la elección de sucesor secuestrando a los representantes del Pueblo palestino en los calabozos israelíes. No entiendo por qué se está preparando la aplicación del Tratado Constitucional Europeo, con un nombre diferente, cuando ese tratado fue rechazado por los electores europeos. Y en este momento, no veo en nombre de qué fantasmas tendría yo que alentar a la población de los barrios del norte de Teherán a pisotear el sufragio universal, y a imponer a Mousavi en el poder cuando el Pueblo se pronunció mayoritariamente por Ahmadinejad.
Thierry Meyssan
Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate.
“Los palestinos son probablemente el pueblo más fuerte del mundo”
28-06-2009
Emma Eleonorasdotter
Arbetaren Zenit, no 21
Los sms del médico noruego Mads Gilbert llegaron a millones de celulares. Tanto él como su colega Erik Fosse lograron de ese modo perforar el bloqueo que con todos los puestos de frontera clausurados se había establecido, e informaron permanentemente a través de celulares durante el ataque israelí hasta que la red de comunicación celular también fue clausurada. Ya se ha secado la sangre de las matanzas pero lo que para Gilbert es el delito principal contra la población de Gaza continúa: el bloqueo.
Usted participa en el festival de cultura “Tema Palestina” de Malmö y allí va a testimoniar sobre sus experiencias durante el ataque masivo israelí a principios de 2009 pero usted ha trabajado antes durante guerras bien calientes. ¿Esta vez fue diferente?
-Esta vez fue increíblemente peor. He trabajado en circunstancias muy difíciles, por ejemplo cuando las matanzas en Beirut, 1982, pero lo de Gaza 2009 es escalofriante. El bloqueo a que está sometida la Franja ha llevado a que falta de todo: comida, agua, medicamentos, gasas. Y no hay posibilidad alguna de irse a otro lugar. Evito calificarlo “campo de concentración”, pero definitivamente es una cárcel.
Las imágenes que nos llegaron durante el ataque eran terroríficas. ¿Cómo fue posible para usted aguantar y continuar trabajando?
- Hace ya mucho tiempo que estoy comprometido con la cuestión palestina y viajo cada año a la Franja de Gaza y enseño allí medicina. Quería estar allí, sobre todo cuando sufrieron el ataque. Es lo más sensato que puedo hacer, mucho mejor que quedarme en casa sentado y sentirme mal porque nadie mueve un dedo. Y se ha tratado de una elección muy fácil, porque yo vuelvo siempre muy enriquecido de mi contacto con ellos. Los palestinos son probablemente el pueblo más fuerte del mundo, así que junto a ellos se aprende mucho cómo enfrentar y superar dificultades manteniendo la dignidad. Soy siempre partidario de buscar lo bueno que hay para extraer de una situación, cualquiera que ella sea.
¿Qué fue lo que hizo que empezaras justo a trabajar por Palestina?
- Siempre estuve interesado por cuestiones internacionales, por “el mundo”, digamos. Me crié en un ambiente altamente politizado en los ’60. Entonces viajé como voluntario para trabajar en kibutzim. Porque veía a Israel como un pequeño país abnegado y valiente y me parecía que los kibutzim eran verdaderamente un proyecto socialista. Poco a poco, discusiones con amigos me hicieron notar mis errores y cuál era la real situación de lo que se vivía en Palestina.
¿Puedes comentar como empezaste a trabajar como médico en el Cercano Oriente?
- La primera vez, viajé a Líbano en 1981. Empecé a trabajar entonces en un hospital en Beirut Occidental. Estuvimos allí algunas semanas, éramos un cirujano, una enfermera y yo. Fue una tarea bastante agradable, trabajando y “reconociendo” el terreno. Al año siguiente volvimos y fue justo cuando los falangistas masacraron a quienes vivían en los campamentos de refugiados palestinos. Esto fue mi primera experiencia dramática, de guerra. Empecé a darme cuenta, a vivir la situación de los palestinos de un modo totalmente distinto. Me di cuenta de cuán cínica y brutalmente operaba el poder militar israelí, todo lo opuesto a mis principios éticos y morales. Desde entonces mi corazón y mi cerebro han estado siempre del lado de los palestinos.
Tu toma de posición a favor de los palestinos ha hecho que se te haya criticado muy fuerte en los medios de incomunicacíón de masas, particularmente porque al mismo tiempo eres activista político en el Partido Socialista Rojo.
-Si, pero no viajo a Palestina para ir a hacer política. Viajo allí como médico y con pleno apoyo del gobierno noruego. La realidad por sí misma habla suficientemente claro y a los gritos, por lo cual no tengo necesidad de agregar nada. Alcanzaba con pasar informes de lo que sucedía. Era de esperar que apareciera alguna vez una campaña de desprestigio en contra de mí, contra lo que hago. Pienso que apareció bastante tardíamente. Cuando me entrevistó la cadena televisiva estadounidense Fox News de la cual es dueño Murdoch ** emitieron todo lo que dije, sin censura. Se me podía ver a mí, con la túnica de médico, hablando, aunque media pantalla arriba aparecía un cartel: “médico de propaganda de Hamas”. Pero no hay que subestimar tanto a su público…
Has dicho que entre los 1400 muertos y los 5500 heridos había apenas un puñado de soldados. ¿Por qué hubo tantos civiles víctimas de los bombardeos?
- Los informes oficiales del Estado de Israel confirman que el 90% de los ataques alcanzó sus blancos, fijados de antemano, eficientemente. Esto significa que la mayoría de los niños y la mayor parte de los civiles adultos que han sido mutilados o muertos constituían blancos previstos. Algo diferente no sería sensato esperar si uno elige como objetivo un lugar como la Franja de Gaza, en donde un millón y medio de seres humanos permanece encerrado en una pequeña meseta. Era inevitable y totalmente acorde con los planes esto de castigar a la población civil.
¿Quieres decir que se castigaba a la población civil en general por los cohetes que disparaba Hamas?
- Sí, pero sobre todo el castigo proviene de que los palestinos en una elección democrática eligieron a Hamas. Uno tiene que examinar la historia y ver de dónde proviene el terrorismo. Las acusaciones de terrorista se han convertido en la manera de legitimar los más espantosos delitos que uno se pueda imaginar. Me tocó estar sentado en un debate con el embajador israelí en Noruega y en un momento dijo el embajador que cada niño muerto era una pérdida para todos. Entonces le pregunté cómo se podía justificar que Israel haya matado a 400 niños durante el ataque a principios de año. Su respuesta, literal-mente, fue: “¿Quién le enseñó en la facultad de medicina a ver la diferencia entre un niño y un terro-rista?” Semejante declaración nos da una idea de cuan retorcida es la perspectiva a la que se ha llegado.
En lo que tiene que ver con violaciones a los derechos humanos el uso de fósforo blanco se ha convertido en un argumento muy pesado contra el comportamiento de Israel en la guerra, pero en ese debate también ha sobrevenido, como contraargumento, que el ejército israelí hacía los anuncios de bombar-deos inminentes. Tales avisos previos borrarían el aspecto delictivo de las acciones. ¿Qué piensa usted?
- En primer lugar, considero que la discusión sobre el fósforo blanco nos descentra del más grave de los delitos contra los derechos de la población, y que en este caso es el bloqueo determinado por Israel. Eso es lo que despoja a la población de Gaza de todos sus derechos humanos, incluido el de huir cuando llueven bombas.
En segundo lugar se trata de un argumento ridículo eso de andar esparciendo volantes anunciando bombardeos. “Debes irte porque vamos a bombardear tu casa”. ¿Qué locura es ésta? ¿Y a dónde huir? ¡Están bloqueados!
La ONU ha designado un grupo para evaluar los crímenes de guerra y ha exhortado a Israel a que abra las fronteras así puede comenzar de una vez la reconstrucción. Pero el primer informe de la ONU y su presidente Ban Ki-Moon han sido fuertemente criticados por no ser suficientemente duros contra Israel. ¿Cómo ves el comportamiento de la ONU?
- Israel se ha hecho responsable de crímenes de guerra, masivos y Ban Ki-Moon ha tenido un tono más fuerte en esta cuestión del que ha solido tener en general con Israel. Pero las dos únicas voces de la ONU que han levantado realmente el tono y han juzgado con la severidad necesaria lo que ha pasado son las del informador sobre los territorios ocupados, Richard Falk, y la de John Ging, el encargado de la oficina de refugiados en la Franja de Gaza.
En el momento actual, todo trabajo de ayuda está absolutamente detenido, trabado. Los acuerdos políticos de alto nivel dependen del Acta Patriótica de EE.UU., que atan las manos de todas las organizaciones no gubernamentales y otras que hay en el lugar. Acabo de recibir un sms de una colega que es la representante allí de Rädda Barnen [Salven a los niños]. Me escribe que no se puede hacer ningún trabajo de reconstrucción. Se avergüenza.
¿Dónde está la esperanza con Palestina?
- Me parece que lo que ha pasado en Gaza 2008-2009 constituye una inflexión, un punto de cambio. El ataque de Israel ha sido tan desproporcionado. Levantaron una roca y la han dejado caer sobre su propio pie. Más y más gente se compromete en todo el mundo contra semejante acción. Muchos judíos vienen a mis charlas. Están desesperados, judíos creyentes, por ejemplo, que no atinan a ver cómo comportarse ante la locura militar y política del Estado de Israel.
Hay que recordar que la primera manifestación de boicot contra el apartheid sudafricano fue en 1965. Para impedir un encuentro deportivo. En ese tiempo, Noruega apoyaba al régimen sudafricano. Y ese apoyo se mantuvo hasta que la opinión en contra se hizo suficientemente amplia, pesante, como para forzar a que el gobierno cambiara su política respecto del régimen sudafricano. Esto mismo va a pasar con Palestina. Es importante mantener viva la esperanza.
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* Publicado en Arbetaren Zenit, no 21, Estocolmo, 22 / 5 / 2009. Traducción del sueco, Luis E. Sabini Fernández.
** Tristemente famoso por su militancia archiconservadora, de extrema derecha. [n. del trad.]
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17 cárceles secretas ya reemplazaron a Guantánamo
Mientras Estados Unidos se concentra en la desocupación de la cárcel de Guantánamo, para su pronta clausura, el Pentágono y la CIA ya desplegaron un amplio sistema de centros de tortura y de cárceles secretas, bastante más severo que el primero.
Esto es lo que se apresta a revelar la asociación de juristas británicos Reprieve, los mismos a quienes debemos la revelación detallada de los vuelos secretos de la CIA. Según el documento, del cual el periódico The Guardian ya entregó un informe, la Casa Blanca habría optado, para escapar de toda acción judicial, por instalar sus prisiones secretas en las calas de los buques de guerra que cruzan las aguas internacionales. Diecisiete de estas prisiones flotantes ya han sido identificadas, entre ellas el USS Ashland, el USS Bataan y el USS Peleliu. Se trata, principalmente, de buques de asalto anfibio que tienen la particularidad de contar con calas fáciles de acondicionar. Los prisioneros se mantienen allí, dentro de celdas alineadas. Se trataría, actualmente, de 26.000 personas recluidas en estos « recintos ».
Desde 2001, más de 80.000 personas, en total, habrían transitado dentro de estas prisiones secretas de los Estados Unidos. Además de esto, Reprieve ha identificado más de 200 nuevos casos de « restituciones extraordinarias »(extraordinary renditions, N. de la T.), en otras palabras, de nuevos casos de secuestro, luego de que el Consejo de Europa publicara el informe de Dick Marty y las promesas de George Bush en que expresaba la renuncia total de su país a estas prácticas.
Argentina: Un caso judicial amenaza con criminalizar las críticas a Israel
Hugh Harkin
The Electronic Intifada
Traducido por Jorge Aldao y revisado por Caty R.
En lo que el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel ha denominado “una caza de brujas y un ataque a las libertades democráticas”, nueve manifestantes pro Palestina han sido detenidos en Argentina después de una protesta durante un acto en el que se celebraba el sexagésimo primer aniversario de Israel.
Los manifestantes han sido tachados de antisemitas violentos por los dirigentes políticos en la televisión y la prensa escrita y ahora se enfrentan a una condena de hasta 12 años de prisión por “arrogancia ideológica” (1) debido a la aplicación -de dudosa constitucionalidad- de la legislación antiterrorista de la época del gobierno de Juan Perón.
El escándalo se desencadenó el 17 de mayo de 2009, cuando estalló la violencia entre manifestantes y partidarios de Israel, en un acto organizado en el centro de la ciudad, por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, para conmemorar el sexagésimo primer aniversario de Israel, lo que originó la detención y el arresto de los activistas. El embajador israelí y las principales organizaciones judías del país denunciaron inmediatamente el incidente como "un ataque antisemita", una interpretación que, de manera irreflexiva, fue repetida con mucho sensacionalismo por casi todos los medios de comunicación en Argentina.
Al menos cuatro ministros argentinos y políticos de diversos partidos se apresuraron a condenar a los activistas. La Cámara de Diputados de la nación aprobó por unanimidad una resolución en la que expresaba su preocupación por estos “graves ataques contra la comunidad judía Argentina”. Con duras críticas del embajador de EUUU y muchas declaraciones sobre "un nuevo brote de antisemitismo" se rechazó la petición de libertad bajo fianza a los cinco manifestantes detenidos inicialmente. Cuatro días más tarde las autoridades allanaron la oficina central del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), uno de los grupos implicados en las protestas, y detuvieron a otros siete activistas (a tres de ellos se les liberó posteriormente).
Sin embargo, permanece confuso qué sucedió, realmente, el 17 de mayo. Según los testigos que declaran haber sido atacados, los manifestantes llegaron a la escena esgrimiendo palos y cadenas y arremetieron contra mujeres, niños y ancianos indiscriminadamente. Pero según su abogado, los incriminados afirman que la violencia estalló en cuanto llegaron ellos, y sostienen que sólo llevaban folletos, carteles y una bandera; y que, de hecho, fueron ellos los atacados por un grupo de hombres que se separaron de los participantes en la conmemoración.
Todas las versiones concuerdan en que había, aproximadamente, 20 manifestantes. Los participantes en la conmemoración y los manifestantes coinciden en que la violencia estalló cuando llegaron los activistas. Y testigos de la fiscalía dicen que los vieron salir de la estación del metro a cien metros de distancia. Pero quienes apoyan a la defensa alegan que, con 500 personas participando en un acto muy vigilado a favor de Israel, es inconcebible que un grupo de sólo 20 activistas emerja del subterráneo atacando con palos y cadenas a una muchedumbre, bien protegida, de cientos de personas.
La versión “oficial” presenta más anomalías. Declaraciones iniciales de los testigos difundidas en detalle por los medio de comunicación enfatizaron que mujeres, niños y ancianos fueron golpeados de manera indiscriminada. Sin embargo, los tres únicos heridos (aparte de los procesados, todos golpeados) eran varones adultos.
Además, esos tres heridos son los únicos testigos de la fiscalía para afirmar que los manifestantes comenzaron el ataque. La defensa argumenta que parece extraño que el fiscal no haya podido encontrar, en una muchedumbre de 500 personas, a nadie que haya estado envuelto en la lucha y pueda declarar cómo empezó la refriega. Además, a pesar de los titulares que afirmaban que los manifestantes atacaron con palos y cadenas, la única arma adjudicada a los activistas en el acta de acusación es un nunchaku, usado en artes marciales, que se encontró en la escena, pero los manifestantes niegan que les pertenezca.
El oficial al mando del destacamento policial asignado al acto dijo a los medios de comunicación que sus oficiales no intervinieron inmediatamente porque "todo sucedió demasiado rápido. Debió de durar unos 20 segundos”. Las pruebas disponibles llevan a concluir que lo que estalló no fue nada más grave que una riña entre dos grupos de partidarios. En el peor de los casos, pudo ser provocado por activistas iracundos. Pero no parece que haya sido el ataque premeditado y violento, con motivaciones raciales, denunciado por el embajador israelí y las organizaciones judías que han repetido hasta la saciedad los medios de comunicación, los políticos y la justicia. De hecho, al embajador israelí, Daniel Gazit, se le ha citado ampliamente declarando: "Esto es terrorismo... vinieron para golpear, herir y, quizás, matar”.
Los defensores de los derechos de los palestinos en Argentina temen que este caso pueda sentar un precedente que criminalizaría la solidaridad con Palestina y la crítica a la política del Estado de Israel. David Mario Comedi, de la Organización Judía Antisionista, explicó al autor que la embajada israelí y la DAIA (la “organización nacional paraguas” de las instituciones judías argentinas) han estado manejando “por muchos años, una campaña deliberada calificando de antisemitas las protestas que se dirigen claramente contra el Estado de Israel y contra su comportamiento, y no contra los judíos”.
Mientras tanto, el destino de los nueve hombres y mujeres detenidos es incierto. Pertenecen a dos grupos, el FAR (Frente de Acción Revolucionario), un movimiento político de izquierda, y el MTR (Movimiento Teresa Rodríguez N.deT.), una organización comunitaria de la que sólo algunos miembros están implicados en el activismo. El MTR coordina varios centros municipales y uno de ellos fue allanado tras el incidente. Mientras la policía divulgó que encontraron armas de fuego, los procesados insisten que ninguno de ellos tuvo ningún acceso a la habitación en la que afirman que descubrieron dichas armas. Su abogado, Martín Alderete, declaró que el allanamiento fue “sumamente irregular”, lo que se demuestra en la falta de testigos civiles exigidos por la ley.
Los miembros del MTR que estaban en el centro municipal durante el allanamiento fueron detenidos bajo la misma acusación de “arrogancia ideológica” mostrada en la manifestación del 17 de mayo, pese a que ellos afirman que no participaron en esa acción. Sin embargo, el uso de Artículo 213 bis, la base legal para "la arrogancia ideológica", significa que a discreción del juez se puede ser detenido por el simple hecho de pertenecer a una organización considerada (según el juez, N.deT.) que “impone sus ideas mediante la fuerza”. Sobre estos dudosos argumentos antes expuestos, el FAR y el MTR han pasado a la lista negra de la noche a la mañana.
Las implicaciones de este asunto son muy importantes. El abogado de los acusados, Martín Alderete, dijo al autor que la policía no está haciendo ningún esfuerzo para investigar qué ocurrió realmente el 17 de mayo. Y explicó que toda la atención se centra en estos grupos, examinando sus archivos y sus ordenadores, en un esfuerzo para demostrar que han estado implicados en una campaña sistemática de antisemitismo violento (también han sido acusados en virtud de la “ley antidiscriminación”), sin preocuparse por demostrar que el acto inicial haya sido un crimen. En la práctica, advierte Alderete, tanta atención (sobre estas organizaciones) “significa la criminalización de las ideas más que de las conductas y es extremadamente peligroso para el futuro”
Considerando su dudosa constitucionalidad, ya hubo varios intentos por parte de legisladores para derogar el artículo 213 bis. El último proyecto de ley, presentado a la Cámara de Diputados en 2008, se refería a los artículos utilizados durante la dictadura militar y señalaba que “habían sido válidos durante los años más siniestros de nuestra historia” y advertía de que “el texto del artículo en cuestión, suprime las libertades fundamentales que un Estado democrático está encargado de preservar. Ésta es una norma que viola claramente la libertad de expresión y la libertad de pensamiento.... Abre la puerta a la persecución judicial de las ideas".
La gravedad de esta última aplicación, que los medios de comunicación argentinos han ignorado casi totalmente, no ha pasado totalmente inadvertida, y algunas figuras prominentes han salido en defensa de los manifestantes. Pérez Esquivel y el historiador Osvaldo Bayer, entre otros activistas y académicos de Argentina y otros países, han condenado este caso que sienta precedente. También hubo manifestaciones de solidaridad fuera del tribunal. Pero, cuando la mayoría de la sociedad ha decidido que los nueve hombres y mujeres son antisemitas violentos, es difícil ver de dónde llegará más apoyo. A principios de julio, los tres jueces del tribunal de apelación federal revisarán la acusación -con nueve familias, y quizás el futuro de libertad de expresión en Argentina, en el punto de mira-.
Nota
(1) La “Arrogancia ideológica” se refiere al artículo 213 bis del Código Penal argentino que establece que: “Será reprimido con reclusión o prisión de tres a ocho años el que organizare o tomare parte en agrupaciones permanentes o transitorias que, sin estar comprendidas en el artículo 210 de este Código, tuvieran por objeto principal o accesorio imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza o el temor, por el solo hecho de ser miembro de la asociación. (Nota: texto conforme ley Nº 20.642).
Ya en Febrero de 1974, el gobierno de Perón, con la ley 20.642, introdujo las reformas del Código Penal que reprimen con graves penas de prisión las “agrupaciones permanentes o transitorias que tuvieren como objeto principal o accesorio imponer sus ideas o combatir las ajenas por la fuerza o el temor, por el solo hecho de ser miembro de la asociación” (art. 213 bis) y que consideran una característica fundamental de las asociaciones ilícitas el hecho de tener “estructura celular”. Estas normas propias de los regímenes fascistas permanecen en el Código Penal y se han incorporado otras que tienden a reprimir las acciones de lucha de los trabajadores.
A partir de abril de 2002, el inc. 6º del art. 174 del Código Penal reprime a quien afecte “el normal desenvolvimiento de un establecimiento o explotación comercial”, con el fin de penalizar tanto las ocupaciones y puesta en funcionamiento de empresas por parte de los trabajadores como el ejercicio del derecho de huelga con ocupación de los centros de trabajo.
Hugh Harkin, actualmente basado en Argentina, es miembro de la Campaña Irlandesa de Solidaridad con Palestina
Texto original en inglés: http://electronicintifada.net/v2/article10615.shtml
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La familia de Mahmoud Abbas también recibía dinero de la USAID
La publicación del balance anual de la Agencia del Departamento de Estado encargada de la ayuda al desarrollo (USAID) (1) ha puesto en evidencia diversas polémicas operaciones en Palestina.
En mayo de 2005, la USAID firmó un contrato por 1.890.000 dólares con Falcon Electro Mechanical Contracting Company para la construcción de una planta de tratamiento de las aguas residuales en Hebrón (Cisjordania). Otro contrato, menos importante, se firmó con la conocida empresa de Colorado CH2M HILL, operación que después se subcontrató, por un importe de 296.933 dólares, con la First Option Project Construction Management. Ahora bien, las sociedades Falcon Electro Mechanical Contracting Company y First Option Project Construction Management son, ambas, propiedad de Yasser Abbas, uno de tres hijos de Mahmud Abbas.
El 5 de mayo de 2006 (justo después de la victoria de Hamás en las elecciones legislativas), la USAID firmó un contrato por 659.600 dólares con la agencia de relaciones públicas Sky Advertising para mejorar la imagen de Estados Unidos entre los palestinos y reducir su escepticismo en relación con la ayuda económica aportada por el pueblo estadounidense. En definitiva, dicho contrato se amplió hasta alcanzar la cifra de 998.495 dólares, lo que, evidentemente, sería de poca utilidad ya que la opinión de los palestinos se basa en los aspectos de su vida cotidiana. En cualquier caso, Sky Advertising es una de las sociedades de Tarek Abbas, otro hijo del líder de Fatah, Mahmud Abbas (que acababa de perder las elecciones)
Estas noticias, que se unen a otras de las que ya habíamos informado, ponen de manifiesto el sistema por el cual Washington ha enriquecido personalmente a la familia del Presidente de facto de la Autoridad Palestina
sábado, 27 de junio de 2009
La «revolución de color» fracasa en Irán
La técnica del golpe de Estado «por debajo»
por Thierry Meyssan*
26 DE JUNIO DE 2009
La «revolución verde» de Teherán es el más reciente caso de las «revoluciones de color» mediante las cuales Estados Unidos ha logrado imponer gobiernos sometidos a su tutela en varios países sin tener que recurrir a la fuerza. Thierry Meyssan, quien ha sido consejero de dos gobiernos ante este tipo de crisis, analiza el método y las causas de su fracaso en Irán.
La relación entre las «revoluciones de color» y las revoluciones viene siendo la misma que pudiera existir entre el Canada Dry y la cerveza. Se parecen, pero no saben igual. Son cambios de régimen que aparentan ser una revolución en la medida en que movilizan a ciertos segmentos del pueblo, pero tienen características de golpe de Estado porque su objetivo no es cambiar las estructuras sociales sino poner en el poder a una élite en lugar de otra para que aplique una política económica y exterior proestadounidense. La «revolución verde» de Teherán es el más reciente ejemplo de ello.
Origen del concepto
Este concepto apareció en los años 1990, pero sus orígenes se encuentran en los debates estadounidenses de los años 1970-80. Luego de la serie de revelaciones sobre los golpes de Estado que la CIA había fomentado a través del mundo y del escándalo de los testimonios ante las comisiones parlamentarias Church y Rockefeller [1], el presidente Carter puso en manos del almirante Stansfield Turner la tarea de limpiar la agencia y de poner fin a todo apoyo a las «dictaduras de la casa». Furiosos, los socialdemócratas estadounidenses (SD/USA) salieron del Partido Demócrata y se unieron a Ronald Reagan. Eran brillantes intelectuales trotskistas [2], frecuentemente vinculados a la revista Commentary. Cuando Reagan resultó electo, les confió la tarea de proseguir la injerencia estadounidense, pero por otras vías.
Así crearon, en 1982, la National Endowment for Democracy (NED) [3] y, en 1984, el United States Institute for Peace (USIP). Ambas estructuras están vinculadas orgánicamente: varios administradores de la NED son miembros del consejo de administradores del USIP y viceversa.
En el plano jurídico, la NED es una asociación no lucrativa, basada en la legislación estadounidense, financiada mediante una subvención anual aprobada por el Congreso como parte del presupuesto del Departamento de Estado. Para concretar sus acciones [la NED] cuenta con el cofinanciamiento de la US Agency for International Development (USAID), que también depende del Departamento de Estado.
En la práctica, esta estructura jurídica no es más una pantalla que sirve simultáneamente a la CIA estadounidense, al MI6 británico y al ASIS australiano (y en ocasiones a los servicios canadienses y neozelandeses).
La NED se presenta a sí misma como un órgano de «promoción de la democracia». Interviene de forma directa o mediante sus cuatro tentáculos: uno se encarga de sobornar a los sindicatos, otro de sobornar a los patrones, el tercero a los partidos de izquierda y el cuarto a los de derecha. También actúa a través de fundaciones amigas, como la Westminster Foundation for Democracy (Reino Unido), el International Center for Human Rights and Democratic Development (Canadá), la Fondation Jean-Jaurès y la Fondation Robert-Schuman (Francia), el International Liberal Center (Suecia), la Alfred Mozer Foundation (Holanda), la Friedrich Ebert Stiftung, la Friedrich Naunmann Stiftung, la Hans Seidal Stiftung y la Heinrich Boell Stiftung (Alemania). La NED reconoce haber sobornado así, en unos treinta años, a más de 6 000 organizaciones a través del mundo entero. Todo eso se enmascara, claro está, bajo la apariencia de programas de formación o de ayuda.
El USIP, por su parte, es una institución nacional estadounidense. El Congreso lo subvenciona, anualmente, a través del presupuesto del Departamento de Defensa. A diferencia de la NED, que sirve de pantalla a los servicios [secretos] de tres Estados aliados, el USIP es exclusivamente estadounidense. Con el pretexto de promover la investigación en ciencias políticas, puede pagar salarios a personalidades políticas extranjeras.
Desde que empezó a disponer de recursos, el USIP ha venido financiando una nueva y discreta estructura, la Albert Einstein Institution [4]. Al principio, esa pequeña asociación de promoción de la no violencia estaba encargada de concebir una forma de defensa civil para las poblaciones de Europa Occidental, en caso de invasión por parte del Pacto de Varsovia. Pero rápidamente se volvió autónoma y estableció un modelo de las condiciones que pueden llevar a cualquier tipo de poder estatal a perder su autoridad y derrumbarse.
Primeros intentos
El primer intento de «revolución de color» fracasó en 1989. El objetivo era derrocar a Deng Xiaoping utilizando a uno de sus colaboradores, el secretario general del Partido Comunista Chino Zhao Ziyang, para abrir el mercado chino a los inversionistas estadounidenses y poner a China bajo la influencia de Estados Unidos. Los jóvenes partidarios de Zhao invadieron la plaza Tian’anmen [5]. Los medios de prensa occidentales los presentaron como estudiantes apolíticos que luchaban por la libertad oponiéndose al ala tradicional del Partido, cuando en realidad se trataba de una disidencia interna entre nacionalistas y proestadounidenses surgida en el seno de la corriente de Deng. Luego de una larga resistencia a las provocaciones, Deng decidió poner fin a aquella situación recurriendo a la fuerza. La represión dejó entre 300 y 1 000 muertos, según las fuentes. Veinte años después, la versión occidental sobre aquel golpe de Estado frustrado sigue siendo la misma. Los medios occidentales que cubrieron recientemente el aniversario, presentándolo como una «rebelión popular», se sorprendieron de que aquel hecho no haya quedado en la memoria de la población de Beijing. Lo que pasa es que una lucha por el poder en el seno del Partido no tenía nada de «popular» y los habitantes de Beijing estimaban que aquello nada tenía que ver con ellos.
La primera «revolución de color» exitosa tuvo lugar en 1990. En momentos en que la Unión Soviética se hallaba en pleno proceso de disolución, el secretario de Estado James Baker viajó a Bulgaria para participar en la campaña electoral del partido proestadounidense, profusamente financiado por la NED [6]. Sin embargo, a pesar de las presiones del Reino Unido, los búlgaros, espantados ante las consecuencias sociales del paso de la URSS a la economía de mercado, cometieron un error imperdonable: eligieron una mayoría parlamentaria compuesta de postcomunistas. Los observadores de la Comunidad Europea certificaron el buen desarrollo del escrutinio, pero la oposición proestadounidense denunció un supuesto fraude y se lanzó a la calle, instaló un campamento en pleno centro de Sofía y sumió al país en caos durante seis meses, hasta que el parlamento eligió como presidente al proestadounidense Zhelyu Zhelev.
La «democracia»: vender el país a los intereses extranjeros a espaldas de la población
Desde entonces, Washington no ha cesado de organizar cambios de régimen a través del mundo, recurriendo no a la organización de juntas militares sino a la agitación callejera. A estas alturas de nuestro artículo, es conveniente precisar los objetivos de esa forma de acción.
Más allá del discurso adormecedor sobre la «promoción de la democracia», la acción de Washington busca imponer regímenes que le abran los mercados internos sin exigir condiciones y que apoyen su política exterior. Los dirigentes de las «revoluciones de color» conocen esos objetivos, pero nunca los discuten con los manifestantes que ellos lanzan a la calle. Y cuando esos golpes de Estado fructifican, la ciudadanía no tarda en rebelarse contra las nuevas políticas que esos mismos dirigentes les imponen, cuando es ya demasiado tarde para dar marcha atrás.
Por otra parte, ¿cómo se pueden considerar «democráticos» los movimientos de oposición que, con tal de alcanzar el poder, venden su propio país a los intereses extranjeros a espaldas de sus compatriotas?
En 2005, la oposición kirguiz rechaza el resultado de las elecciones legislativas y lleva manifestantes del sur del país a Bishkek, la capital. Los manifestantes derrocan al presidente Askar Akaiev durante la llamada «revolución de los tulipanes». La Asamblea Nacional elige como presidente al proestadounidense Kurmanbek Bakiyev. Este último no logra controlar a sus propios partidarios, que saquean la capital, así que declara que el dictador ha sido expulsado y finge crear un gobierno de unión nacional. Saca de la cárcel al general Felix Kulov, ex alcalde de Bishkek, y lo nombra ministro del Interior y, más tarde, primer ministro. Cuando ve que la situación ha vuelto a ser estable, Akayev se deshace de Kulov; sin licitación previa, vende los pocos recursos del país a empresas estadounidenses e instala una base militar estadounidense en Manas. Nunca antes ha sido tan bajo el nivel de vida de la población. Felix Kulov propone fortalecer el país incorporándolo de nuevo a la Federación Rusa y rápidamente… lo vuelven a meter en la cárcel.
¿Un mal beneficioso?
A veces se argumenta, en los casos de Estados sometidos a regímenes represivos, que aunque las «revoluciones de color» no aportan más que una democracia de fachada, al menos representan cierta mejoría para las poblaciones. La experiencia demuestra lo contrario. Los nuevos regímenes pueden resultar más represivos que los anteriores.
En 2003, Washington, Londres y París [7] organizan en Georgia [8] la «revolución de las rosas». Siguiendo el esquema clásico, la oposición denuncia un fraude electoral y se lanza a la calle. Los manifestantes obligan al presidente Eduard Chevardnadze a huir y toman el poder. Su sucesor, Mijail Saakashvili, abre el país a los intereses económicos estadounidenses y rompe con la vecina Rusia. La ayuda económica prometida por Washington para sustituir la ayuda rusa nunca llegará. Ya debilitada, la economía [georgiana] se derrumba. Para poder seguir respondiendo a los intereses de sus amos, Saakashvili tiene que recurrir a la dictadura [9]. Cierra medios de prensa y llena las prisiones. Pero no por ello la prensa occidental deja de presentarlo como un «demócrata». Condenado a seguir adelante, Saakashvili decide reconquistar la popularidad mediante una aventura militar. Con el apoyo de la administración Bush y de Israel, al que ha alquilado varias bases aéreas, bombardea a la población de Osetia del Sur. Los bombardeos dejan 1 600 muertos, la mayoría de ellos con doble nacionalidad rusa. Se produce la respuesta militar de Moscú. Los consejeros israelíes huyen [10]. Georgia queda devastada.
¡Basta!
El mecanismo principal de las «revoluciones de color» consiste en explotar el descontento popular dirigiéndolo hacia el blanco que se quiere eliminar. Se trata de un fenómeno de psicología de masas que barre con todo a su paso, imposible de enfrentar con elementos razonables. Se designa un chivo expiatorio al que se le achacan todos los males que enfrenta el país desde al menos una generación. Mientras más se resiste [el chivo expiatorio], más crece la cólera de la multitud. Y cuando el blanco cede, la población vuelve a la razón y reaparecen las corrientes razonables entre sus partidarios y sus opositores.
En 2005, durante las horas que siguen al asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri, corre en el Líbano el rumor de que Hariri ha sido asesinado por «los sirios». El ejército sirio, que se ocupa de garantizar el orden –conforme a lo estipulado en el Acuerdo de Taif– se convierte en blanco de protestas. Las autoridades estadounidenses acusan directamente al presidente sirio Bachar el-Assad, acusación que la opinión pública considera como una prueba. A los que observan que, salvo algunas divergencias, Rafik Hariri siempre fue útil a Siria y que su muerte priva a Damasco de un colaborador esencial se les responde que el «régimen sirio» es tan malo que mata incluso a sus propios amigos. Los libaneses se pronuncian por un desembarco estadounidense que expulse a los sirios. Pero, para sorpresa general, Bachar el-Assad, teniendo en cuenta que su ejército ha dejado de ser bienvenido en el Líbano y que su presencia allí resulta económicamente onerosa, retira a sus hombres. Se organizan elecciones legislativas, en las que resulta victoriosa la coalición «antisiria». Se trata de la «revolución del cedro». Cuando la situación vuelve a la normalidad, todos se dan cuenta de que, si bien algunos generales sirios habían saqueado el país en el pasado, la retirada del ejército sirio no ha traído ningún cambio en el plano económico. Y lo esencial es que el país está en peligro, al no contar ya con los medios necesarios para defenderse del expansionismo del vecino Israel. El principal líder «antisirio», el general Michel Aoun, se da cuenta de ello y se pasa a las filas de la oposición. Furioso, Washington traza contra él numerosos proyectos de asesinato. Michel Aoun establece una alianza con el Hezbollah sobre la base de una plataforma patriótica. ¡Muy a tiempo! Israel ataca.
En todos y cada uno de los casos, Washington prepara de antemano un gobierno «democrático», lo cual confirma que se trata de un golpe de Estado disfrazado. La composición del nuevo equipo se mantiene en secreto el mayor tiempo posible. Es por eso que la designación del chivo expiatorio se hace siempre teniendo cuidado de no mencionar ninguna alternativa política.
En Serbia, los jóvenes «revolucionarios» proestadounidenses escogieron un logotipo salido de la iconografía comunista (el puño en alto), para esconder su propia subordinación a Estados Unidos. Su slogan, «¡Está acabado!», tenía como objetivo buscar el apoyo de los descontentos contra el propio Slobodan Milosevic, al que hacían responsable de los bombardeos de la OTAN contra Serbia. El mismo esquema fue aplicado por el grupo Pora!, en Ucrania, y por Zubr, en Bielorrusia.
No violencia de fachada
Los comunicadores del Departamento de Estado se esfuerzan por dar a las «revoluciones de color» una imagen de no violencia. Todas enarbolan las teorías de Gene Sharp, fundador de la Albert Einstein Institution. Pero la no violencia es una forma de lucha destinada a convencer al poder de que tiene que cambiar de política. Para lograr que una minoría se apropie del poder y lo ejerza, en algún momento hay que recurrir a la fuerza. Así lo han hecho todas las «revoluciones de color».
En el año 2000, cuando aún le quedaba un año de mandato presidencial, Slobodan Milosevic convocó a elecciones anticipadas. Milosevic y su principal adversario, Vojislav Kostunica, tuvieron que ir a una segunda vuelta. Sin esperar a esa segunda fase de la elección, la oposición afirmó que había fraude y se lanzó a la calle. Miles de manifestantes llegaron a la capital, entre ellos los mineros de Kolubara. La NED garantizaba indirectamente el pago de sus salarios, sin que ellos tuviesen conciencia de que estaban siendo pagados por Estados Unidos. Cuando la presión de los manifestantes resultó insuficiente, los mineros atacaron edificios públicos con los buldózeres que habían traído, lo cual dio como resultado que aquello recibiera el nombre de «revolución de los buldózeres».
Si la tensión se prolonga por demasiado tiempo y se producen contramanifestaciones, no hay para Washington otra solución que sumir el país en el caos. Agentes provocadores convenientemente situados en ambos bandos disparan sobre la multitud. Ambos bandos pueden comprobar que los de enfrente dispararon mientras que sus partidarios avanzaban pacíficamente. Y se generaliza el enfrentamiento.
En 2002, la burguesía de Caracas se lanza a la calle para manifestar contra la política social del presidente Hugo Chávez [11]. Mediante hábiles montajes, las televisiones privadas dan la impresión de que se trata de una marea humana. Según los observadores, son 55 000 personas. Pero la prensa y el Departamento de Estado hablan de 1 millón. Se produce entonces el incidente del puente Llaguno. Las televisiones muestran claramente a prochavistas armados disparando sobre la multitud. En una conferencia de prensa, el general de la Guardia Nacional y viceministro de Seguridad Interna confirma que las «milicias chavistas» han disparado sobre el pueblo dejando 19 muertos. Anuncia su renuncia y llama a derrocar la dictadura. Militares rebeldes arrestan al presidente. Pero el Pueblo marcha, por millones, sobre la capital y restablece el orden constitucional.
Una investigación periodística reconstruye posteriormente, de forma detallada, la matanza del puente Llaguno. Demuestra que hubo manipulación en el montaje de las imágenes, cuyo orden cronológico fue alterado, como lo demuestran los relojes que portaban los propios protagonistas. En realidad, los atacados fueron los chavistas, quienes se replegaron y trataron de proteger a los suyos con armas de fuego. Los agentes provocadores eran policías locales entrenados por una agencia estadounidense [12].
En 2006, la NED reorganiza la oposición contra el presidente kenyano Mwai Kibaki. Financia la creación del Partido Naranja de Raila Odinga. Este último recibe el apoyo del senador Barack Obama, acompañado de especialistas de la desestabilización (Mark Lippert, actual jefe de gabinete del consejero de seguridad nacional, y el general Jonathan S. Gration, actual enviado especial del presidente estadounidense para Sudán). Durante un mitin de Odinga, el senador de Illinois se inventa un vago parentesco con el candidato proestadounidense. Pero Odinga pierde las elecciones legislativas en 2007. Con el apoyo del senador John McCain, quien actúa como presidente del IRI (el tentáculo republicano de la NED), Odinga pone en duda la limpieza del escrutinio y pide a sus partidarios que salgan a la calle.
En ese preciso momento, electores de la etnia Luo reciben a través de sus teléfonos móviles una oleada de mensajes [SMS] anónimos: «Queridos kenyanos, los Kikuyu han robado el futuro de nuestros hijos… tenemos que tratarlos de la única forma que ellos entienden… la violencia». A pesar de ser uno de los países más estables de África, Kenya se incendia bruscamente. Al cabo de varias jornadas de desórdenes, el presidente Kibaki se ve obligado a aceptar la mediación de Madeleine Albright, en calidad de presidenta del NDI (el tentáculo demócrata de la NED). Se crea un puesto de primer ministro para Odinga. Como los SMS incitando al odio no salieron de ninguna instalación kenyana, no queda otro remedio que preguntarse qué potencia extranjera pudo enviarlos.
La movilización de la opinión pública internacional
Durante los últimos años, Washington ha podido desencadenar «revoluciones de color» con la certeza de que, en caso de no fracasar en el intento de tomar el poder, estas le permitirán al menos manipular la opinión pública y las instituciones internacionales.
En 2007, gran número de birmanos se rebelan contra el alza en los precios del combustible de uso doméstico. Las manifestaciones se hacen violentas. Los monjes budistas se ponen a la cabeza de las protestas. Se produce la «revolución azafrán» [13]. En realidad, a Washington no le interesa el régimen de Rangún. Lo que quiere es manipular al Pueblo birmano para presionar a China, que tiene intereses estratégicos en Birmania (oleoductos y una base militar de inteligencia electrónica). A partir de ahí, lo importante es crear una apariencia de realidad. Imágenes provenientes de teléfonos móviles comienzan a inundar YouTube. Son anónimas, inverificables y fuera de contexto. Es precisamente ese carácter aparentemente espontáneo lo que les confiere autoridad. La Casa Blanca puede imponer así su propia interpretación de dichas imágenes.
Más recientemente, en 2008, manifestaciones estudiantiles paralizan Grecia luego de la muerte de un joven de 15 años a manos de un policía. Rápidamente aparecen provocadores, reclutados en Kosovo y enviados en autobuses que destrozan comercios. Los centros urbanos son saqueados. Washington trata de provocar una fuga de capitales y de monopolizar las inversiones en las terminales gasíferas en construcción. Una campaña de prensa se encargará de presentar al debilitado gobierno de Karamanlis bajo los mismos colores que el régimen de los coroneles. Facebook y Twitter se convierten en instrumentos para movilizar a la diáspora griega. Las manifestaciones se extienden a Estambul, Nicosia, Dublín, Londres, Ámsterdam, La Haya, Copenhague, Francfort, París, Roma, Madrid, Barcelona, etc.
La revolución verde
La operación instrumentada en Irán en 2009 es parte de esta larga lista de seudo revoluciones. Primeramente, en 2007, el Congreso aprueba un presupuesto de 400 millones de dólares para «cambiar el régimen» en Irán. Esa suma se agrega a los presupuestos ad hoc de la NED, la USAID, la CIA y todas las demás instituciones ya mencionadas. No se conoce el uso de ese dinero, pero sí se sabe que está destinado a tres grupos esenciales: la familia Rafsandjani, la familia Pahlevi y los Muyahidines del Pueblo.
Al confirmarse la oposición del Estado Mayor estadounidense a un ataque militar contra Irán, la administración Bush decide organizar una «revolución de color» en ese país. Decisión ratificada por la administración Obama. Y se abre por defecto el expediente de «revolución de color» que se había preparado en 2002 con Israel en el seno del American Enterprise Institute. Yo mismo publiqué en aquel entonces un artículo sobre aquel dispositivo [14]. Basta con remitirse a aquel artículo para identificar a los actuales protagonistas. Hubo pocas modificaciones. Se agregó una fase libanesa. con una sublevación en Beirut, en caso de victoria de la coalición patriótica (Hezbollah, Aoun) en las elecciones legislativas, que fue finalmente anulada.
El escenario tenía previsto un apoyo masivo al candidato seleccionado por el ayatola Rafsandjani, la impugnación de los resultados de la elección presidencial, una ola de atentados, el derrocamiento del presidente Ahmadineyad y del Guía Supremo, el ayatola Jamenei, la instauración de un gobierno de transición dirigido por Musavi y, posteriormente, el restablecimiento de la monarquía y el ascenso al poder de un gobierno dirigido por Sohrab Shobani.
Como ya estaba previsto en 2002, la operación se desarrolló bajo la supervisión de Morris Amitay y Michael Ledeen y movilizó en Irán a las redes del Irangate.
Se impone en este punto un breve recuento histórico. El Irangate fue una venta ilegal de armas: la Casa Blanca quería, por un lado, apertrechar de armas a los Contras nicaragüenses (para que lucharan contra los sandinistas) y, por el otro, apertrechar a Irán (para prolongar la guerra Irán-Irak hasta el agotamiento de ambos contendientes), pero el Congreso le había prohibido hacerlo. Los israelíes propusieron entonces encargarse de ambas operaciones al mismo tiempo [por cuenta de Washington]. Ledeen, que tiene la doble nacionalidad estadounidense e israelí, sirve de agente de enlace en Washington mientras que Mahmoud Rafsandjani (hermano del ayatola del mismo nombre) es el contacto en Teherán. Todo se desarrolló sobre un trasfondo de corrupción generalizada. Cuando estalla el escándalo en Estados Unidos, el senador Tower y el general Brent Scowcroft (mentor de Robert Gates) dirigen una comisión investigadora independiente.
Michael Ledeen es un curtido veterano de la acción secreta. Lo encontramos en Roma, en el momento del asesinato de Aldo Moro, en la invención de la pista búlgara cuando el intento de asesinato de Juan Pablo II, y, más recientemente, en el engaño de la supuesta compra de uranio nigeriano por parte de Sadam Husein. Actualmente trabaja en el American Enterprise Institute [15] (junto a Richard Perle y Paul Wolfowitz) y en la Foundation for the Defense of Democracies [16].
Morris Amitay fue director del American Israel Public Affairs Committee (AIPAC). Hoy se desempeña como vicepresidente del Jewish Institute for National Security Affairs (JINSA) y también como director de un gabinete de consejería al servicio de grandes firmas de la industria armamentista.
El 27 de abril pasado, Morris y Ledeen organizaron, alrededor del senador Joseph Lieberman, un seminario sobre Irán en el American Enterprise Institute, específicamente sobre el tema de las elecciones. El 15 de mayo pasado, hay un nuevo seminario. La parte pública consistió en una mesa redonda dirigida por el embajador John Bolton sobre el «gran regateo»: ¿Aceptaría Moscú retirar su apoyo a Teherán a cambio de que Washington renuncie al escudo antimisiles en Europa central? El experto francés Bernard Hourcade participó en los debates. Simultáneamente, el Instituto ponía en línea un sitio Internet destinado a orientar a la prensa en la futura crisis: IranTracker.org. Este sitio incluye una sección dedicada a las elecciones libanesas.
En Irán, la misión del ayatola Rafsandjani consistía en derrocar a su viejo rival, el ayatola Jamenei. Proveniente de una familia de agricultores, Hachemi Rafsandjani amasó su fortuna mediante la especulación inmobiliaria, en tiempos del Shah. Se convirtió en el principal vendedor mayorista de pistacho de todo el país y redondeó su fortuna durante el Irangate. Sus bienes están evaluados en miles de millones de dólares. Ya convertido en el hombre más rico de Irán, fue sucesivamente presidente del parlamento, presidente de la República y es el actual presidente del Consejo del Discernimiento (instancia de arbitraje entre el parlamento y el Consejo de Guardianes de la Constitución). Representa los intereses del mercado, o sea de los comerciantes de Teherán.
Durante la campaña electoral, Rafsandjani obtuvo de su ex adversario Mirhossein Musavi, hoy convertido en su caballo de batalla, la promesa de privatizar el sector petrolero.
Sin contacto con Rafsandjani, Washington recurrió a los Muyahidines del Pueblo [17]. Protegida por el Pentágono, esa organización está clasificada como terrorista por el Departamento de Estado, y también estuvo así clasificada por parte de la Unión Europea. Los Muyahidines del Pueblo realizaron operaciones terribles durante los años 1980, entre ellas un atentado de gigantescas proporciones que le costó la vida al ayatola Behesti, a 4 ministros, a 6 ministros adjuntos y a la cuarta parte del grupo parlamentario del Partido de la República Islámica. Los Muyahidines del Pueblo están bajo las órdenes de Masud Rayavi, quien se casó con la hija del presidente Bani Sadr y más tarde con la cruel Myriam. Radica cerca de París y tiene sus bases militares en Irak, donde contó con la protección de Sadam Husein, antes de contar hoy en día con la del Departamento de Defensa. Fueron los Muyahidines del Pueblo quienes garantizaron la logística de los atentados dinamiteros perpetrados durante la campaña electoral [18]. Ellos tenían como misión provocar enfrentamientos entre los partidarios de Ahmadinejad y la oposición, lo que probablemente hicieron.
En caso de que se produjera el caos, cabía la posibilidad de derrocar al Guía Supremo. Un gobierno de transición, bajo la dirección de Musavi debía privatizar el sector petrolero y restablecer la monarquía. El hijo del antiguo Shah, Reza Cyrus Pahlevi, subiría al trono y designaría como primer ministro a Sohrab Sobhani.
En previsión de todo esto, Reza Pahlevi publicó en febrero un libro de entrevistas con el periodista francés Michel Taubmann. Este último es director de la oficina parisina de información de Arte y preside el Cercle de l’Observatoire, el club de los neoconservadores franceses.
No es inútil recordar aquí que, de la misma manera, Washington tenía prevista el restablecimiento de la monarquía en Afganistán. Mohammed Zaher Shah hubiese subido al trono en Kabul, con Hamid Karzai como primer ministro. Pero el pretendiente al trono, que tenía ya 88 años, estaba senil. Karzai se convirtió entonces en presidente de la República. Al igual que Karzai, Sobhani tiene la doble nacionalidad estadounidense. También al igual que Karzai, Sobhani trabaja en el sector petrolero del Mar Caspio.
En lo tocante a la propaganda, el dispositivo inicial estaba en manos de la firma Benador Associates. Pero fue modificado bajo la influencia de la secretaria de Estado para la Educación y la Cultura, Goli Ameri. Esta irano-estadounidense es una antigua colaboradora de John Bolton. Como especialista de los nuevos medios, Goli Ameri implantó programas tendientes a equipar y entrenar a los partidarios de Rafsandjani en el uso de Internet. También desarrolló estaciones de radio y de televisión en lengua farsi para la propaganda del Departamento de Estado y en coordinación con la BBC británica.
La desestabilización de Irán fracasó porque el principal resorte de las «revoluciones de color» no funcionó bien. Musavi no logró focalizar el descontento sobre la personalidad de Ahmadinejad. El Pueblo iraní no pudo ser engañado, no culpó al presidente saliente por las consecuencias de las sanciones económicas estadounidenses contra Irán. Por esa razón, las protestas se circunscribieron a la burguesía de los barrios del norte de Teherán. El poder se abstuvo de oponer nuevas manifestaciones a las que ya estaban en marcha y dejó que los conspiradores se pusieran al desnudo por sí mismos.
Pero hay que reconocer que la intoxicación de los medios occidentales sí funcionó. La opinión pública extranjera creyó que 2 millones de iraníes se habían lanzado realmente a las calles, cuando la cifra real fue por lo menos dos veces inferior. El hecho de mantener a los corresponsales en sus casas facilitó esas exageraciones al darles un pretexto para no presentar pruebas de sus impugnaciones.
Después renunciar a la guerra y de haber fracasado en este intento de derrocar al régimen, ¿qué carta le puede quedar aún a Barack Obama?
Thierry Meyssan
Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate.
[1] Los múltiples informes y documentos publicados por esas comisiones están disponibles en Internet a través del sitio The Assassination Archives and Research Center.
[2] «Los New York Intellectuals y la invención del neoconservadurismo », por Denis Boneau, Red Voltaire, 26 de noviembre de 2004.
[3] «Las redes de la injerencia "democrática" », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de enero de 2004.
[4] «La Albert Einstein Institution: no violencia según la CIA », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 4 de enero de 2005.
[5] «Tienanmen, 20 ans après», por el profesor Domenico Losurdo, Réseau Voltaire, 9 de junio de 2009.
[6] En aquel entonces, la NED operaba en Europa Oriental a través de la Free Congress Foundation (FCF), apadrinada por los republicanos. Posteriormente, esa organización desaparece cediendo su lugar a la Soros Foundation, relacionada con el Partido Demócrata estadounidense, mediante la cual la NED fomenta nuevos «cambios de régimen».
[7] Deseoso de mejorar las relaciones franco-estadounidenses después de la crisis iraquí, el presidente francés Jacques Chirac trata de acercarse a la administración Bush a expensas de los georgianos, sobre todo teniendo en cuenta que Francia tiene intereses económicos en Georgia. Salomé Zourabichvili, n°2 de los servicios secretos franceses, es nombrada embajadora en Tbilisi. Posteriormente cambia de nacionalidad y se convierte en ministra de Relaciones Exteriores de la «revolución de las rosas».
[8] «Los secretos del golpe de estado en Georgia, ex república soviética », por Paul Labarique, Red Voltaire, 7 de enero de 2004.
[9] «Georgia: Saakachvili encarcela a sus opositores» y «Manifestaciones en Tbilisi contra la dictadura de las rosas», Red Voltaire, 12 de septiembre de 2006 y 30 de septiembre de 2007.
[10] La administración esperaba crear un elemento de distracción con aquel conflicto. Los bombarderos israelíes despegarían simultáneamente de Georgia para golpear al vecino Irán. Pero, antes de atacar las instalaciones militares georgianas, Rusia bombardeó los aeropuertos alquilados a Israel, impidiendo así el despegue de los bombarderos israelíes.
[11] «Implicación de las redes secretas de la CIA para derribar a Chávez », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de mayo de 2002.
[12] Llaguno Bridge. Keys to a Massacre.. Documental de Angel Palacios, Panafilms 2005.
[13] «Birmania: Estados Unidos se muestra interesadamente solícito », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5 de noviembre de 2007.
[14] «Las falaces razones para intervenir en Irán », por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 12 de febrero de 2004.
[15] «El Instituto Norteamericano de la Empresa », Red Voltaire, 21 de junio de 2004.
[16] «Los trucos de la Foundation for the Defense of Democraties », Red Voltaire, 2 de febrero de 2005.
[17] «Les Moudjahidin perdus», por Paul Labarique, Réseau Voltaire, 17 de febrero de 2004.
[18] «Le Jundallah revendique des actions armées aux côtés des Moudjahidines du Peuple», Réseau Voltaire, 13 de junio de 2009.