domingo, 17 de enero de 2010

FSM, diez años diciendo que otro mundo es posible


Los diez años del movimiento contra la globalización neoliberal han servido para crear redes, entrelazar experiencias y sembrar semillas de resistencia en todo el mundo.

SUSAN GEORGE (presidenta de honor de Attac Francia y del Comité de Planificación del Transnational Institute de Amsterdam)
Viernes 15 de enero de 2010.

Es difícil creer que hace ya diez años nos estábamos manifestando en Seattle (EE UU) y también que nos estemos acercando rápidamente a la décima edición del Foro Social Mundial. Aunque el movimiento alterglobalización –o de justicia global– tiene raíces más profundas, la mayoría de la gente considera esos acontecimientos como su origen e inspiración. Puede parecer mucho tiempo cuando lo estás viviendo, pero una década no es nada en términos históricos. En estos tiempos de crisis, de incremento de las desigualdades y el desempleo, estamos justificadamente impacientes por ver resultados, pero debemos recordar que durante estos diez años se han plantado semillas en innumerables lugares del mundo entero. Como quiera que se presenten las cosas –y para muchas personas se presentan de hecho muy sombrías– estas semillas han producido ya árboles resistentes y flores hermosas; otras pueden mantenerse inactivas por meses o años, pero no se han destruido.


G-8, ROSTOCK. Imagen de la oposición a la cumbre del G-8 en Alemania en junio de 2008. Edu BayerConstrucción de redes

Uno de los aspectos más valiosos de los foros sociales es la manera en que se ha fomentado la construcción de redes. La movilización masiva que se ha producido en Copenhague (Dinamarca) se basa en el trabajo de la red por la justicia climática que se ha ido constituyendo a partir de los foros sociales europeos o mundiales. El movimiento global de activistas por el comercio justo, que se ha opuesto a las políticas destructivas de la Organización Mundial del Comercio y a los incluso más nocivos Acuerdos de Asociación Económica de la UE, nació en los foros sociales. En otros campos de acción –ya sea sobre cuestiones de justicia financiera, de desarrollo, de pobreza, de derechos humanos o sobre problemas de justicia social– nuestras redes se han consolidado inconmensurablemente, de modo que es muy normal ahora que españoles trabajen con activistas de América Latina; franceses y alemanes con coreanos o filipinos y así sucesivamente. Aunque no lo hemos conseguido todavía –y estamos lejos– vamos construyendo las bases de un mundo más justo y más verde. Hay quienes creen que los foros deben ser un espacio donde la gente interactúe libremente, una especie de vasto receptáculo cuyo contenido sea lo que los participantes quieran poner en él: del caos aparente emergerán resultados apropiados y una práctica democrática auténtica. Hay quienes son escépticos respecto de ese enfoque y desean que los foros estén más estructurados y más conscientemente orientados a alcanzar resultados identificables. Creo que ambos enfoques pueden ser posibles. Todas las personas estamos sufriendo la crisis actual. El capital financiero se ha revelado como el enemigo común; viejos o jóvenes, del Norte o del Sur, mujeres u hombres, granjeros o trabajadores, estudiantes o jubilados. Todos queremos y necesitamos justicia financiera, social y climática. Todos sabemos que el G-20 no proporcionará nada de eso. Mientras tanto, los medios de comunicación están anunciando que el movimiento alterglobalización está muerto, y tienen razón al menos en que es mucho menos visible, pero no obstante puede que mucho trabajo se esté desarrollando en la sombra. ¿No podría el Foro ponerse de acuerdo en un día de acción global para protestar contra las falsas promesas que se han hecho y las falsas soluciones propuestas; para exigir un mundo más justo, más verde y más democrático? ¿Recuerdan el 15 de febrero de 2003, cuando el mundo entero salió a las calles para protestar contra la invasión de Iraq? Con una preparación cuidadosa, si el FSM así lo decide, podríamos mostrar otra vez nuestro poder de convocatoria, nuestra determinación y nuestra convicción de que otro mundo es realmente posible.

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