miércoles, 21 de octubre de 2009

Operación Plomo fundido através de los ojos de las mujeres palestinas


Informe del Centro Palestino
para los derechos humanos
Sobre su impacto y
Consecuencias específicas de género
- 2009 –
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández, Marwan Pérez, Carlos Sanchis,
Andrés Prado y S. Seguí. Revisado por Caty R.

CONTENIDOS
Introducción 3
Estructura del informe 4
Mujeres víctimas de los ataques israelíes 5
El cierre de la Franja de Gaza impuesto por los israelíes 8
El Derecho Internacional: 10
Marco legal aplicable 10
Leyes que rigen la conducta durante las hostilidades: 11
Objetivos militares y combatientes-No combatientes y objetos civiles 11
El principio de distinción 11
Elección directa de objetivos civiles: 13

INTRODUCCIóN
La reciente ofensiva israelí –denominada Operación Plomo Fundido por las autoridades
israelíes- se llevó las vidas de 118 mujeres e hirió a más de 8251. En total, 1.414
palestinos perdieron la vida, de los que 1.177 (el 83%) eran civiles. También más de
5.303 resultaron heridos. Toda la infraestructura de la Franja de Gaza resultó diezmada,
por ejemplo: 2.114 casas totalmente destruidas y 3.242 más completamente
inhabitables, lo que afecta a 51.842 personas. Sin embargo, el verdadero impacto de la
ofensiva no puede medirse sólo en términos de estadísticas y cifras. Aunque los nْmeros
de víctimas y heridos ilustran la atroz letalidad humana de este conflicto, el verdadero
alcance del sufrimiento tiene mucho que ver con la realidad diaria de la vida en la Franja
de Gaza tras la Operación Plomo Fundido. Mientras tanto, los civiles luchan por
reconstruir sus vidas y asumir sus pérdidas e intentan recuperar alguna apariencia de
dignidad humana.
La vida sigue en la Franja de Gaza. Así debe ser. Pero los continuos efectos del cierre y el
testimonio visible del trauma y la devastación convierten la normalidad –incluso para los
niveles de la Franja de Gaza- en una ilusión; los recuerdos de la tragedia están en todo
momento omnipresentes y son demasiado palpables. En el momento de redactar este
informe, cuando ya han pasado más de seis meses de la declaración unilateral de alto el
fuego de Israel del 18 de enero, la Franja de Gaza continúa cerrada y paralizada: la
situación en Gaza sigue siendo exactamente la misma que la del día que acabó la
ofensiva. Las visibles cicatrices de la ofensiva siguen ahí, los escombros permanecen en
las calles de Gaza, miles de personas continúan sin hogar, las familias se ven obligadas a
vivir en casas que resultaron incendiadas, sobre suelos manchados de sangre y paredes
acribilladas de impactos de bala. En algunos casos, las víctimas tienen que seguir
contemplando los ofensivos y discriminatorios graffiti que los soldados israelíes
garabatearon araٌando las pareces de sus hogares.
El Centro Palestino para los Derechos Humanos (CPDH) ha publicado el presente informe
para poner de relieve el impacto específico de la Operación Plomo Fundido y del ilegal
cierre israelí sobre las mujeres. Como consecuencia del carácter patriarcal de la sociedad
palestina, las mujeres de la Franja de Gaza –víctimas de discriminación en “tiempos de
paz”- se ven especialmente expuestas a la marginación, pobreza y sufrimiento que
acarrean, sobre todo, la ocupación y el conflicto armado. Los ataques israelíes tienen
consecuencias de género específicas a menudo ignoradas. El CPDH ha decidido posibilitar
que esas consecuencias, y la realidad de la vida tras la ofensiva, se manifiesten a través
de las palabras de las víctimas. Aunque este informe se basa necesariamente en el
Derecho Internacional, es quizá conveniente que los derechos humanos, así como el
sufrimiento humano, se expresen a través de historias humanas.
En la Franja de Gaza son los hombres los que ocupan el puesto de cabeza de familia y
quienes contribuyen fundamentalmente a su mantenimiento. Las viudas, confinadas en
su papel, a menudo son víctimas de discriminación cultural y marginación económica y
social. En la Franja de Gaza es extraordinariamente difícil que una mujer pueda vivir
sola, y por eso las viudas se ven obligadas bien a regresar al hogar de su propia familia o
a volver a casarse. Ambas alternativas presentan dificultades para una mujer que intenta
recuperarse del trauma de la ofensiva y recomponer su vida y la de sus hijos.
Tradicionalmente, en la Franja de Gaza se considera que las mujeres son las encargadas
de los cuidados primarios; muchas mujeres sin hogar ahora se ven obligadas a cuidar de
sus familias en un alojamiento temporal o a hacinarse como pueden en casas de
parientes, una situación que a menudo provoca tensión y conflicto social.
1 Se ha tomado el nْmero de mujeres heridas de las cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad en Gaza.
Bajo el actual sistema legal de la Franja de Gaza, una viuda puede retener la custodia de
sus hijos mientras no vuelva a casarse2, ya que a partir de ese momento la custodia
revertiría en la familia del marido.
Este informe presenta los casos de doce mujeres afectadas por los ataques israelíes en el
curso de la Operación Plomo Fundido. Con estos ejemplos se pretende mostrar la
extensión y amplitud del sufrimiento infligidos a nivel individual a los civiles de la Franja
de Gaza, así como las continuas dificultades que tienen que enfrentar como consecuencia
de la devastación perpetrada por las fuerzas israelíes y el ilegal cierre en curso de su
territorio.
Subraya las dificultades a las que tienen que enfrentarse las mujeres en la Franja de
Gaza en el intento de aceptar su sufrimiento y sus heridas: la pérdida de sus hijos, de
sus maridos, sus familiares, sus hogares y sus medios de vida. Estas narrativas sirven
para ilustrar no sólo las duras pruebas que afrontan las mujeres de Gaza, sino también la
resiliencia y el valor que han demostrado en cuarenta y dos aٌos de conflicto y
ocupación.
El impuesto cierre israelí –y los ilegales mecanismos de castigo colectivo infligidos a la
población de la Franja de Gaza- imposibilitan la recuperación y la reconstrucción. La
espantosa situación económica hace que muchas mujeres y sus familias se deslicen cada
vez más profundamente hacia la pobreza más abyecta. Tras sufrir los horrores de una
guerra ilegal, ahora luchan desesperadamente por sobrevivir.
La Operación Plomo Fundido duró veintitrés días, pero los residentes en la Franja de
Gaza siguen padeciendo sus consecuencias3. El Estado de Israel se niega a darles la
posibilidad de reconstruir una vida “normal”; hasta que no se levante el cierre ilegal, la
Operación Plomo Fundido continuará ampliando más y más su brutal cuota de víctimas.
Estructura del Informe
El informe está dividido en cinco secciones, cada una de ellas recoge una violación grave
del Derecho Internacional Humanitario (DIH) o de la normativa relativa a los derechos
humanos: la selección de civiles como objetivo de ataque directo, la selección de objetos
e infraestructuras civiles como objetivos directos, los ataques indiscriminados, las
precauciones insuficientes en los ataques y los efectos del cierre. Se ha elegido esta
estructura para poder reflejar la amplitud de los crímenes perpetrados por el ejército
israelí durante la Operación Plomo Fundido. No obstante, el CPDH hace hincapié en que
estas clasificaciones no son terminantes; en muchos casos, los ataques aquí
documentados violaron numerosos principios del DHI. Por ejemplo, el caso de Wafa
Awaja se ha clasificado como ataque directo a civiles y destrucción de objetos e
infraestructuras civiles; sin embargo, en ese incidente, las fuerzas israelíes también
eligieron directamente como objetivos a civiles, un crimen de guerra, asesinando
intencionadamente a Ibrahim Awaja, una grave infracción de los Convenios de Ginebra.
De forma similar, el caso de Sabah Abu Halima ha quedado encuadrado en el apartado
de ataques indiscriminados; sin embargo, este incidente constituye una infracción grave
de los Convenios de Ginebra (el crimen de asesinato premeditado).
2 El gobierno de Gaza aprobó esa modificación de la ley el 7 de junio de 2009, y entró en vigor el 7 de julio de
2009.
3 “Inter alia [entre otras cosas] como consecuencia del cierre actual”
MUJERES VíCTIMAS DE LOS ATAQUES ISRAELíES
Las mujeres han sido las víctimas de numerosos ataques israelíes en violación de las
protecciones explícitas seٌaladas para ellas (como civiles) por el DHI. En muchos
ejemplos documentados por el CPDH, y como se subraya en este informe, esos ataques
equivalen a crímenes de guerra y a graves violaciones de los Convenios de Ginebra.
Desde el comienzo de la Segunda Intifada en septiembre de 2000, han muerto
asesinadas 281 mujeres en los ataques israelíes perpetrados en Cisjordania y la Franja
de Gaza; antes de que estallara la Operación Plomo Fundido el 27 de diciembre de 2008,
163 mujeres habían sido asesinadas, 99 en la Franja de Gaza y 64 en Cisjordania.
Mujeres asesinadas por aٌo en la Franja de Gaza y Cisjordania
(Septiembre 2000-26 diciembre 2008)
Aٌo Franja de Gaza Cisjordania
2000 0 4
2001 3 12
2002 20 30
2003 15 5
2004 8 4
2005 1 3
2006 31 6
2007 4 0
2008 17 0
En los primeros aٌos de la Segunda Intifada, la mayoría de las víctimas femeninas de los
ataques israelíes se produjeron en Cisjordania, sin embargo, esa tendencia cambió en
2003 y, de forma significativa, cada vez morían más mujeres asesinadas en la Franja de
Gaza.
Mujeres asesinadas, por aٌo, en la Franja de Gaza y Cisjordania
(Septiembre 2000-diciembre 2008)
Las cifras de mujeres asesinadas en la Franja de Gaza crecieron de forma espectacular
durante los veintitrés días de la Operación Plomo Fundido; fueron asesinadas un total de
118 mujeres y resultaron heridas 8254 más. La mayoría de dichas mujeres murieron en
la zona norte de la Franja de Gaza y en la ciudad de Gaza, los escenarios de los
bombardeos y los combates más duros.
Operación Plomo Fundido: Mujeres asesinadas por zonas
(27 diciembre 2008 – 18 enero 2009)
Norte Franja Gaza Ciudad de Gaza Centro Franja Gaza Jan Yunis Rafah
Las autoridades israelíes han declarado sistemáticamente que la muerte de civiles en la
Franja de Gaza se produjo en respuesta al lanzamiento de cohetes u otros ataques
armados; Israel proclama que esas muertes constituyen una consecuencia inevitable de
las operaciones militares y que se hicieron todo tipo de esfuerzos para evitar víctimas
civiles. El CPDH rechaza ese alegato de que sólo se mataron civiles en el curso de
operaciones militares. El CPDH ha documentado innumerables casos de ataques
indiscriminados y desproporcionados, insuficientes precauciones en los ataques y, más
aْn, la elección, como objetivos, de civiles, objetos y estructuras civiles. Esos crímenes
constituyen graves violaciones del Derecho Internacional y exigen reparaciones
judiciales.
Como respuesta al espectacular incremento de la cifra de asesinatos de civiles durante la
Operación Plomo Fundido (el 83% de las víctimas fueron civiles), Israel afirmó que
Hamás utilizó a los civiles como escudos humanos, colocándoles así en situación de
peligro. El CPDH ha investigado esas afirmaciones y ha averiguado que carecen de base.
Mientras que hay amplias pruebas que indican que las fuerzas israelíes sí utilizaron
escudos humanos –un crimen de guerra que aparece recogido en el Artículo 8 (2) (b)
(xxiii) del Estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI)-, el CPDH no ha encontrado
pruebas de que Hamás, u otras facciones palestinas, utilizaran escudos humanos;
Amnistía Internacional “encontró que las fuerzas israelíes, en varias ocasiones a lo largo
de la Operación ‘Plomo Fundido’, obligaron a civiles palestinos a servir como “escudos
humanos”.5
Como se documenta en el presente informe y en otras publicaciones, el CPDH cree que
las fuerzas israelíes, en muchos momentos, atacaron directamente a los civiles
palestinos, incluidas mujeres y niٌos. Además, el CPDH cree que las fuerzas israelíes
evitaron adoptar las necesarias precauciones en caso de ataque y no cumplieron las
normas del DIH. Las numerosas víctimas civiles, los daٌos a las propiedades civiles y la
4 Se ha obtenido el nْmero de mujeres heridas de las cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad en Gaza.
5 Amnistía Internacional: “Operation ‘Cast Lead’: 22 Days of Death and Destruction”, MDE /015/2009.
conducta de Israel durante las hostilidades sugieren, en el mejor de los casos, una
negligencia premeditada. Se han documentado innumerables crímenes que equivalen a
crímenes de guerra y a graves violaciones de los Convenios de Ginebra. El CPDH cree
que la extendida y sistemática naturaleza de las violaciones del Derecho Internacional
Humanitario perpetradas por las fuerzas israelíes en Gaza puede equivaler a crímenes
contra la humanidad.
En el curso de la Operación Plomo Fundido, los civiles palestinos, incluidas las mujeres,
quedaron expuestos al verdadero horror de la guerra. Como seٌaló el Relator Especial de
las Naciones Unidas, fue el primer conflicto en la historia moderna en el que a los civiles
se les negó el derecho a escapar: Israel mantuvo selladas las fronteras.6 Muchas familias
murieron asesinadas cuando trataban de refugiarse en sus hogares. En muchos casos, se
diezmó a familias enteras cuando se atacaron directamente sus casas. Miles de
palestinos huyeron hacia las instalaciones de la UNRWA, creyendo que allí estarían más
seguros. Como documenta este informe, y confirmó la Junta de Investigación de las
Naciones Unidas, varias de esas instalaciones supuestamente seguras fueron atacadas
por las fuerzas israelíes.
En la Franja de Gaza no había ningْn sitio seguro donde refugiarse.
Causas de muerte de mujeres durante la Operación Plomo Fundido
(27 diciembre 2008-18 enero 2009)
[Fósforo blanco, disparos, proyectiles lanzados por artillería, misiles, cohetes]
6 Richard Falk: “Report of the Special Rapporteur on the situation of human rights in the Palestinian territorios
occupied since 1967”, U.N. Doc. A/HRC/10/20, 17 de
marzo de 2009.
EL CIERRE DE LA FRANJA DE GAZA IMPUESTO POR LOS ISRAELIES
El cierre de la Franja de Gaza impuesto por Israel es una modalidad de castigo colectivo
que viola el artículo 33 del IV Convenio de Ginebra. El cierre dura ya dos aٌos
consecutivos y ha contribuido directamente al agravamiento de la crisis humanitaria que
padece la Franja de Gaza. En la actualidad, casi seis meses después de la declaración
unilateral israelí de alto el fuego, la Franja de Gaza sigue varada en una especie de
limbo, y aunque la ofensiva terminó, la ocupación prosigue su marcha.
El cierre, que incluye el bloqueo de productos y materiales, vuelve imposible cualquier
intento de reconstrucción y recuperación. Mientras no se ponga fin al bloqueo, los civiles
no pueden reconstruir sus hogares y las familias se ven forzadas a permanecer
refugiadas en campamentos de tiendas de campaٌa con sus familiares o en algْn
alojamiento alquilado. Tampoco puede limpiarse la Franja de Gaza de las 600.000
toneladas de escombros que la cubren por doquier. Ni siquiera se dispone del cemento
necesario para construir una lápida. Los palestinos no pueden entrar ni salir de la Franja
de Gaza. Los pacientes continْan muriendo porque no se les permite acceso al adecuado
tratamiento médico. La economía sigue contrayéndose. En la actualidad, cada vez hay
niveles más altos de desempleo, pobreza, destitución y desesperación; el desempleo
alcanza ya el 60% y aproximadamente el 80% de la población vive inmersa en la
pobreza.
Los servicios sanitarios de emergencia de la Franja de Gaza siempre están en peligro de
colapso inminente debido a los cortes de electricidad y a la carencia de medicinas y del
equipamiento vital para salvar vidas. Debido a la falta de servicios en Gaza, muchos
pacientes se ven obligados a buscar tratamiento médico en el extranjero. Pero el cierre
convierte esa necesidad en una tarea imposible. Israel sólo permite que un nْmero muy
limitado de pacientes viajen a través del cruce de Erez, a menudo después de
prolongadas dilaciones; en la actualidad, consiguen permiso para viajar un 68% menos
de pacientes que en el aٌo 2006. Las investigaciones del CPDH indican que, hasta la
fecha, al menos 61 pacientes han muerto como consecuencia directa del cierre. Además,
gran parte de la población de Gaza no dispone de agua potable, las bombas que
suministran el agua no pueden funcionar debido a los cortes de electricidad. Incluso
carecen de productos y alimentos básicos, por lo que las familias se ven obligadas a
acudir principalmente a la ayuda alimentaria suministrada por la UNRWA y otras
organizaciones internacionales.
Como Potencia Ocupante, el Artículo 43 del Reglamento de La Haya seٌala una serie de
obligaciones específicas de Israel con respecto, inter alia, al mantenimiento y provisión
de infraestructura, sanidad, educación, calidad de vida, refugio y obras pْblicas (incluido
el tratamiento de aguas residuales, energía y agua potable); es decir, las condiciones
materiales bajo las que transcurre la vida de una población ocupada. Los Artículos 55 y
56 del IV Convenio de Ginebra exigen explícitamente que la Potencia Ocupante –en la
más amplia extensión de los medios de que disponga- asegure el abastecimiento de
alimentos y medicinas y mantenga y garantice el sistema sanitario. El Artículo 69 del
Protocolo Adicional I exige además que la Potencia Ocupante abastezca de ropas, camas
y refugios.
El cierre viola toda una serie de derechos humanos fundamentales, inter alia: el derecho
a la vida, el derecho a un nivel adecuado de vida, el derecho a la libertad de movimiento,
el derecho al más alto nivel posible de salud física y mental, el derecho a la educación y
el derecho al trabajo.
El cierre afecta a todos y cada uno de los 1.500.000 habitantes de la Franja de Gaza. Su
impacto está omnipresente y ha afectado a todas las mujeres entrevistadas para este
informe, frustrando sus capacidades para reconstruir sus vidas, sus hogares y para
obtener el nivel de vida básico imprescindible para asegurar la dignidad humana.
EL DERECHO INTERNACIONAL
Durante los conflictos armados internacionales, como la reciente ofensiva militar contra
la Franja de Gaza, las mujeres reciben una protección especial del Derecho Humanitario
Internacional, entre otros del IV Convenio de Ginebra de 1949. Las mujeres reciben
también la protección del Derecho Internacional de los derechos humanos, especialmente
de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
El DIH proporciona una protección general a las mujeres como personas que no
participan directamente en las hostilidades y una protección especial como personas
especialmente vulnerables en tiempos de guerra. Como la mayoría de las mujeres de la
Franja de Gaza son civiles, se benefician de todas las protecciones extendidas a las
personas protegidas por el DHI consuetudinario y por el IV Convenio de Ginebra. El DIH
salvaguarda los principios básicos del trato humano –incluidos el respeto por la vida y la
integridad moral y física- prohibiendo, inter alia, el asesinato premeditado, la coerción,
los castigos colectivos, las represalias y la destrucción de los objetos indispensables para
la supervivencia de la población.
El DIH es el marco legal fundamental a través del que debe analizarse la ofensiva contra
la Franja de Gaza, sin embargo, siguen teniendo validez e importancia las protecciones
que concede el Derecho Internacional de los derechos humanos. Aunque ciertas
disposiciones de los derechos humanos pueden verse desplazadas por exigencias más
específicas del DIH, los derechos humanos se siguen aplicando en todo momento. Tienen
especial importancia en los momentos posteriores a las ofensivas, cuando los civiles se
esfuerzan por reconstruir sus vidas y recomponer los elementos básicos de la dignidad
humana.
Marco legal aplicable
La situación entre el Estado de Israel y los palestinos es la de conflicto armado
internacional y ocupación beligerante. Como tal, la jurisdicción aplicable del DIH incluye
el IV Convenio de Ginebra de 19497, el Reglamento de La Haya de 1907 y el DIH
consuetudinario. Los Protocolos Adicionales a las Convenciones de Ginebra son asimismo
pertinentes. Aunque el Estado de Israel no ha ratificado los Protocolos, éstos tenían por
objeto exponer las regulaciones codificadas en la IV Convención de Ginebra,
especialmente las relacionadas con el principio de distinción y la conducta durante las
hostilidades. Como tales, son de relevancia interpretativa fundamental.
Como parte estatal en los principales tratados de derechos humanos internacionales,
incluido el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos (PIDCP)8, el Pacto
Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC)9, la Convención
para la Eliminación de toda las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención
sobre los Derechos del Niٌo (CDN)10, Israel también está vinculado por sus obligaciones
ante la ley de los derechos humanos. En su dictamen sobre las Consecuencias Legales de
la Construcción de un Muro en los Territorios Palestinos Ocupados, la Corte Penal
Internacional confirmó la aplicabilidad extraterritorial del PIDCP, del PIDESC y del CRC en
relación con las acciones de Israel en el territorio palestino ocupado11.
7 Fecha de ratificación de Israel
8 El Estado de Israel ratificó el Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos el 3 de enero de 1992.
9 El Estado de Israel ratificó el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales el 3 de
enero de 1992.
10 El Estado de Israel ratificó la Convención sobre los Derechos del Niٌo el 2 de noviembre de 1992.
11 Consecuencias Legales de la Construcción de Un Muro en el Territorio Palestino Ocupado, Dictamen Jurídico,
2004 I.C.J. 136 (9 de julio), 111, 112, 113.
Leyes que rigen la conducta durante las hostilidades
Objetivos militares y combatientes - Objetivos civiles y no combatientes:
El DIH tiene como objetivo limitar los sufrimientos causados por la guerra y, a este fin,
exige que se mantenga a los civiles tan lejos de las hostilidades como sea posible. Por
consiguiente, el DIH establece una distinción entre combatientes y no combatientes12.
Combatientes son todos aquellos que participan directamente en las hostilidades y todos
aquellos que están autorizados para hacerlo así. Los miembros de una parte armada en
el conflicto, incluidos los grupos de la resistencia armada, son por tanto considerados
combatientes.
Definido de forma sencilla, las personas protegidas son todas ellas no combatientes13. La
categoría de personas protegidas incluye, inter alia, la población civil, los médicos, las
unidades de defensa civil, los oficiales de policía y los combatientes que han depuesto
sus armas o están “fuera de combate”. El DIH consuetudinario confirma que todos los no
combatientes disfrutan de inmunidad general, no puede ser objeto de ataque14, y se
deben adoptar todas las medidas posibles para asegurarles protección. El DIH exige que,
“en caso de duda de si una persona es civil, esa persona será considerada civil”15.
Los objetos civiles son todos objetivos no militares16. Los objetivos militares, segْn se
definen en el Artículo 52 (2) del Protocolo Adicional I, son “aquellos objetos que por su
naturaleza, ubicación, objetivo o uso proporcionan una contribución eficaz a la acción
militar y cuya destrucción, total o parcial, captura o neutralización, en las circunstancias
precisas del momento, proporcionan una ventaja militar definitiva”.
El DIH exige que: “en caso de duda acerca de si un objeto que normalmente se dedica a
propósitos civiles… puede estar siendo utilizado para hacer una contribución eficaz a una
acción militar, se considerará que no lo está siendo”17. Un objeto ostensiblemente civil
debe ser considerado como tal.
El principio de distinción:
Para asegurar la protección de los no combatientes, y como piedra angular del DIH, se
ha establecido el principio de distinción. El DIH exige que “las partes en el conflicto
distingan en todo momento entre civiles y combatientes. Los ataques sólo pueden
dirigirse contra combatientes. Los ataques jamás deben dirigirse contra civiles”18. Del
mismo modo, “las partes en un conflicto deben en todo momento distinguir entre objetos
civiles y objetivos militares. Sólo se pueden atacar objetivos militares. No se deben
emprender ataques contra objetos civiles”19.
12 Regla 1, Jean-Marie Henckaerts&Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario Consuetudinario”,
Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja.
13 Regla 5, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario, Volumen I : Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja
14 Regla 1, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja.
15 Artículo 50 (1), Protocolo Adicional I.
16 Regla 9, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja.
17 Artículo 52 (3), Protocolo Adicional I
18 Regla 1, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja. Véase Artículo 48, Protocolo
Adicional I.
19 Regla 7, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja.
El principio de distinción protege a los no combatientes y a los objetos civiles de dos
maneras clave: primero, no pueden atacarse directamente civiles u objetos civiles20, y
segundo, en el momento en que se lance un ataque deben adoptarse precauciones para
ahorrar daٌos innecesarios a los no combatientes21.
20 Regla 1, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja.
21 Regla 15, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja
ELECCIóN DIRECTA DE CIVILES COMO OBJETIVO
“…Si estamos viendo algo que nos resulta sospechoso y disparamos, es mejor darle a un
inocente antes que dudar y que el enemigo se nos escape” (Testimonio 23, Informe de
“Breaking the Silence” sobre la Operación Plomo Fundido).
“No hay que vacilar a la hora de disparar… Si ves cualquier seٌal de movimiento,
dispara. Esas eran, esencialmente, las reglas de combate. Si te apetece disparar,
dispara”. (Testimonio 9, Informe de “Breaking the Silence” sobre la Operación Plomo
Fundido).
La prohibición de atacar directamente a los civiles como objetivo constituye un
componente esencial del DIH consuetudinario22; las violaciones de esta norma
constituyen un crimen de guerra, como aparece codificado en el Artículo 8 (2) (b) (i) del
Estatuto de la Corte Penal Internacional.
El asesinato intencionado –como resultado de una falta u omisión- es una grave violación
de los Convenios de Ginebra23.
El DIH exige que “en caso de duda sobre si una persona es civil, deberá considerársela
como tal”24.
22 Regla 1, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja.
23 Se reconoce como crimen de guerra el asesinato intencionado en el Artículo 8 (2) (a) (i) del Estatuto de la
Corte Penal Internacional.
24 Artículo 50 (I), Protocolo Adicional I.
Caso de estudio n؛ 1: Wafa Al-Radea
“Necesitaba que alguien me cubriera, mis ropas y mi cuerpo estaban quemados, estaba
casi desnuda” (Wafa Al-Radea)
Wafa Al-Radea © CPDH
Entrevistados:
Wafa Al-Radea (37 aٌos)
Ahmed Al-Radea
Fecha del suceso:
10 de enero de 2009
Lugar:
Beit Lahiya
Víctimas:
Wafa Al-Radea: herida
Ghada Al-Radea: herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Grave violación de los Convenios de Ginebra
Objetivo directo: civiles (Artículo 8 (2) (b) (i) Estatuto de la Corte Penal Internacional.
El 10 de enero de 2009, Wafa Al-Radea (37 aٌos) y su hermana Ghada (30 aٌos) fueron
alcanzadas por dos misiles disparados desde un avión teledirigido israelí no identificado.
Las dos hermanas eran las ْnicas personas que estaban afuera, en la calle, cuando se
produjo el ataque. Wafa, que estaba embarazada de nueve meses, había decidido
aprovechar el hudna (alto el fuego transitorio) declarado por Israel para ir a visitar a su
doctor; estaba preocupada porque sentía que el momento del parto estaba muy cercano.
Las hermanas viven en Beit Lahiya, no había combates por las inmediaciones en aquel
momento, y sólo los aviones teledirigidos se mantenían activos por la zona.
Walid, Wafa y Dina Al-Radea © CPDH
Tanto Wafa como Ghada resultaron gravemente heridas en el ataque. Wafa perdió la
pierna derecha, que tuvieron que cortarle por encima de la rodilla. Sufrió extensas
heridas por el resto del cuerpo, especialmente en la pierna izquierda, que todavía no han
curado. Aunque se le proporcionó una prótesis, todavía no puede caminar bien debido a
los daٌos sufridos en su pierna buena. Tiene dificultades para sentarse derecha y padece
serios dolores. Las piernas de Ghada sufrieron grandes fracturas como consecuencia del
ataque; mientras estaba en el hospital se le infectaron las heridas y se temió que
tendrían que amputarle la pierna.
Debido a la extensión de sus heridas, Wafa fue dada por muerta varias veces. Tanto ella
como Ghada fueron trasladadas a Egipto para recibir tratamiento, donde permanecieron
aproximadamente cinco meses y medio, y volvieron a Gaza el 29 y 27 de junio
respectivamente. Ambas hermanas necesitan un intenso tratamiento de seguimiento y
fisioterapia. Wafa dio a luz a su hijo, Iyad, por cesárea cuando se encontraba en coma. El
bebé nació el 10 de enero de 2009.
El 1 de julio de 2009, el CPDH entrevistó a Wafa y a sus hermanos Ahmed Al-Masri (38
aٌos) y Walid (23 aٌos) en su casa en Beit Lahiya. Wafa recordaba el día del ataque:
“Era el 10 de enero, la zona estaba tranquila aunque la vida seguía siendo muy difícil. Yo
estaba aterrada. Estaba embarazada de nueve meses. Le pedí a mi hermana Ghada que
fuera conmigo durante el hudna para visitar a mi doctor; sentía que me quedaba muy
poco para el alumbramiento. Nos encaminamos hacia la cercana clínica del Dr. Hamouda,
que está en la calle principal de Beit Lahiya… Nunca llegué a la clínica”.
“En el camino, oí un avión teledirigido”, recordaba Wafa, “hacía mucho ruido. Ghada me
dijo que corriera, dijo que el teledirigido iba a atacarnos. Le pregunté cómo podía saberlo
y ella me gritó ‘Lo presiento, ،corre!’. No podía correr, estaba embarazada de nueve
meses. No había nadie en la calle, sólo Ghada y yo. Presentí que iban a atacarnos, no
había nadie alrededor y el teledirigido hacía tanto ruido... Me oí musitando el shuhadad25.
Traté de correr todo lo que pude, pero mi hermana iba por delante de mí”.
Dos misiles disparados desde el teledirigido alcanzaron a las hermanas. “Yo iba detrás de
mi hermana antes del ataque”, dijo Wafa, “pero la explosión me lanzó por delante de
ella. Dos veces salí catapultada. No tenía ni idea de lo que estaba sucediendo. Me sentía
como si hubiera perdido la cabeza. Miré mi pierna izquierda y la vi muy mal, parecía un
trozo de carne cruda. No podía ver mi pierna derecha. Todas mis ropas estaban
quemadas; era como si tuviera fuego dentro de mí. Casi toda mi ropa estaba quemada,
podía ver como mi cuerpo estaba quemado. No podía ver a mi hermana, no sabía qué le
había sucedido. Sólo pensaba en que necesitaba que alguien me cubriera, mis ropas y mi
cuerpo estaban quemados y yo estaba casi desnuda”.
Un coche pasó por la zona unos quince minutos después del ataque. Los pasajeros
llevaron a Ghada al Hospital Kamal Odwan. “Ambas estaban sangrando”, dijo Ahmed,
“pero pensaron que Wafa estaba muerta, la cubrieron con una manta y la dejaron”. Tras
el ataque, los vecinos llamaron a una ambulancia, que llegó poco después. Wafa fue
llevada al hospital Kamal Odwan unos 20 minutos después del ataque. “En Kamal Odwan
pensaron que estaba muerta”, dijo Ahmed, “los doctores sólo estaban preocupados por
su bebé. No trataron a Wafa en absoluto”.
En el hospital Shifa le hicieron una cesárea y el hijo de Wafa, Iyad, pudo nacer
satisfactoriamente. Fue sólo durante la operación cuando los doctores se dieron cuenta
que Wafa todavía estaba viva y empezaron a amputarle la pierna. El hermano de Wafa es
médico en el hospital de Shifa, contactó con la delegación egipcia que se encontraba allí
para pedir ayuda y que la trasladaran a Egipto. “Dijeron que no había esperanza”, dijo
Ahmed, “pensaban que se les iba a morir en el camino”.
Finalmente trasladaron a Wafa a Egipto el 12 de enero, cuando aْn se encontraba en
coma. Walid, el hermano de Wafa, la acompaٌó. “Era muy peligroso”, dijo Walid, “para
llegar a Rafah teníamos que pasar a través de las posiciones israelíes. Había montones
de tanques. Antes de que llegáramos al cruce de Rafah, Wafa dejó de respirar. Dijeron
que estaba muerta e iban a regresar a Gaza. La delegación egipcia viajaba en el convoy
con nosotros y les pedimos ayuda. Trabajaron con su corazón durante treinta minutos.
Finalmente, el corazón de Wafa empezó a latir y volvió a respirar”.
“Llegamos al hospital de Zaytun, en El Cairo, alrededor de las ocho de la maٌana del día
13 de enero. El viaje nos llevó doce horas. Wafa fue trasladada de inmediato a la Unidad
de Cuidados Intensivos. Estuvo allí durante dos semanas antes de que se decidieran a
operarla. La operaron seis o siete veces. En la UCI su cuerpo estaba cubierto de vendas,
sólo podía verle los ojos. Las enfermeras tardaban seis horas en cambiar sus vendajes”.
Wafa estuvo en coma alrededor de quince días. Segْn el informe médico, al que el CPDH
tuvo acceso, Wafa sufrió numerosas operaciones. Los doctores le hicieron un injerto de
piel, poniendo piel del brazo izquierdo en la pierna izquierda.
“Durante la primera operación se intentó salvarle la pierna izquierda”, dijo Walid. “Perdió
mucha sangre, era muy peligroso. Los doctores pensaron que había muerto. Dejaron de
operarla y la devolvieron a la UCI. Después de cuatro días, Wafa se había estabilizado un
poco y entonces trataron de operarla de nuevo. Tuvimos suerte, un doctor, el Dr. Ahmed
Shehad, insistió en que había que intentar salvarle la pierna [izquierda]. Los demás
doctores pensaban que era inْtil, pero él dijo que haría cuanto pudiera. Todos se
quedaron tan sorprendidos de que Wafa todavía estuviera viva, era increíble. El equipo
médico egipcio tuvo muchas dificultades para tratarla, era el caso más difícil del hospital,
tenía todo el cuerpo lleno de heridas”.
25 Declaración musulmana de fe, que se pronuncia antes de morir.
“Fui muy afortunada al tener al Dr. Shehad”, dijo Wafa. “Me cuidó, me adoptó. El Dr.
Shehad me salvó la pierna…”
Estuvieron haciéndole operaciones a Wafa hasta finales de abril, aproximadamente tres
meses y medio después del ataque. Cuando pudo empezar la rehabilitación, se le
proporcionó una pierna prostática. “Me llevó un mes aprender a caminar con mi nueva
pierna”, dijo Wafa. “Me enseٌaron a utilizar la pierna, pero no podía doblarla por la
rodilla. Mi propia pierna está muy mal, no puedo utilizarla bien, todavía continْa muy
malherida. Necesitaré más terapia. Aْn no puedo caminar”.
Fue en Egipto, un tanto recuperada, cuando Wafa supo que había tenido al bebé
satisfactoriamente. “Cuando Wafa fue volviendo un poco en sí, le dije que había hablado
con su marido”, dijo Walid. “Le dije que él le enviaba saludos, y también sus hijos, y
también su hijo Iyad”.
“Yo le dije: ؟Quién es Iyad? No tengo ningْn hijo que se llame Iyad”, recordó Wafa. “No
podía creer que había dado a luz, pensé que había perdido al bebé”. Después de dos
meses, poco a poco empecé a creérmelo, tuve que ver su foto en el teléfono móvil”.
Wafa vio a Iyad por vez primera antes de ser entrevistada por el CPDH. “Al principio, no
sabía que era mío, después me abrazó. Y ellos me dijeron que ese era Iyad”.
Mientras Wafa estaba bajo tratamiento en Egipto, su hija mayor, Dina, crió a Iyad.
“Ahora nos cuida a los dos, a Iyad y a mí”, dijo Wafa.
“Siento mucho dolor por dentro”, dijo Wafa. “No puedo hablar de lo que ocurrió, es
demasiado duro. No puedo sentarme aْn, me resulta muy doloroso sentarme y
levantarme, tengo que tener la pierna [izquierda] en alto”.
Wafa y Ghada fueron el objetivo directo de un avión teledirigido israelí. Eran las ْnicas
personas allí en la calle en el momento del ataque. Dada la tecnología y capacidad de los
teledirigidos, es razonable pensar que el operador del avión podía haber identificado a las
dos hermanas como mujeres y civiles. El CPDH cree que Wafa y Ghada se convirtieron en
objetivo directo, violando normas fundamentales del DIH. Por tanto, el CPDH cree que
este ataque constituye el crimen de asesinato premeditado, una grave violación de los
Convenios de Ginebra. Además es un crimen de guerra, como aparece definido en el
Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
Caso de estudio n؛ 2: Hala Al-Habash
“Una vez me desperté completamente desquiciada, pensando ؟por qué ocurrió esto? Los
israelíes llegaron para combatir a Hamás, pero nos combatieron a nosotros. ؟Por qué lo
hicieron?” (Hala Al Habash)
Hala Al Habash © Sarah Malian/CPDH
Entrevistados:
Hala Al-Habash (37 aٌos)
Mohamed Al-Habash (48 aٌos)
Fecha del suceso:
4 de enero de 2009
Lugar:
Distrito de Al-Sha’f, la ciudad de Gaza
Víctimas:
Shaza Al-Habash (10 aٌos): muerta
Jamila Al-Habash (14 aٌos): herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque directo contra la población civil: Artículo 8 (2) (b) (i) Estatuto de la CPI.
El 4 de enero de 2009, seis niٌos de la familia ampliada de Hala Al-Habash estaban
jugando en la azotea de su casa.
Aproximadamente a las 15.00 horas, un avión teledirigido israelí no tripulado disparó un
misil contra los niٌos, causando la muerte de la hija de Hala Shaza, de 10 aٌos, y de su
sobrina Isra, de 11. Otros tres niٌos resultaron heridos en el ataque: la hija de Hala
Jamila, de 14 aٌos, y sus sobrinos Mahmoud 'Amr, de 15, y Mohamed ‘Amr de 16.
Como consecuencia de las heridas sufridas durante el ataque, Jamila perdió ambas
piernas por encima de la rodilla, mientras que una de las de Mohamed ‘Amr tuvo que ser
amputada entre el tobillo y la rodilla. La casa de la familia Al-Habash fue el ْnico objeto
de ataque en el entorno inmediato durante la ofensiva.
El 29 de junio de 2009, el CPDH entrevistó a Hala, de 37 aٌos, y a su marido, Mohamed
Al-Habash, de 48, en su casa de familiar en la zona de Al-Sha'f de la ciudad de Gaza.
Tres hermanos Al-Habash y sus familias habitan la casa de tres plantas.
“Era el 4 de enero”, dice Hala, “la zona estaba muy tranquila, no teníamos realmente
miedo. No había resistencia y nos sentíamos seguros, y dejamos que los niٌos jugaran
fuera. Todo el tiempo los niٌos estaban en la azotea, donde tenemos pájaros y pollos. En
el momento del ataque, Mohamed ‘Amr, Shaza, Jamila, Mahmoud ‘Amr, e Isra estaban
jugando en la azotea.
“Mi esposa tenía miedo de dejar que los niٌos subieran a jugar”, dice Mohamed, “pero
me dijo ‘está bien, Israel tiene un montón de tecnología, ellos saben cuáles son sus
objetivos, lo ven todo. Los niٌos deben tomar el sol, no hay electricidad y nada que
hacer en la casa’.”
Hala y su esposo estaban en el piso inferior, conversando, cuando el avión atacó a los
niٌos. “Cuando lo oí subí directamente”, dice Mohamed. “Lo primero que vi fue a Jamila
sin piernas, era como una carnicería, las tenía cortadas como la carne en una carnicería.
Su pierna izquierda había sido lanzada a unos 100 metros, se la dimos a la ambulancia
después... En cuanto a Isra, se le veía el cerebro. Entonces vi también a Shaza, con un
corte que iba desde la cadera hasta el estómago. Una pierna había desaparecido. Soy
profesor, y me ocupo de curar a de los niٌos si están heridos. Hice lo mismo con Jamila,
le dije que no se preocupara, que iba a llevarla al hospital, que iba a pedir una
ambulancia.” Mohamed ‘Amr no estaba en la azotea, la explosión lo desplazó y estaba en
el alféizar de la ventana del vecino. No me lo podía creer, pensé que la pierna de
Mohamed sólo estaba rota, pero le amputaron el pie. Lo cortaron a media espinilla, más
tarde tuvieron que cortar todavía más”.
“Estaba en la azotea justo antes del ataque,” manifestó Hala al CPDH. “Durante la
ofensiva no teníamos electricidad y había lavado toda la ropa el día anterior. El día del
ataque estuve en la azotea comprobando si la ropa estaba seca. Los niٌos cantaban
canciones, estaban bastante aburridos, y tuve que entretenerlos. Ya había preparado el
almuerzo”, dice Hala. “Jamila me había estado ayudando con la cocina y la colada todo el
día. La vida durante la ofensiva era muy difícil, no teníamos agua, ni electricidad, ni gas.
Cocinábamos sobre un Barbour [hornillo de queroseno] como la gente hace 50 aٌos. Tal
vez si hubiera llamado a los niٌos a comer esto no habría ocurrido. Ya había avisado a mi
marido de que el almuerzo estaba listo, pero él dijo que era demasiado pronto.”
“Cuando oí el ataque llamé a Jamila a gritos”, dice Hala. “Mi cuٌada bajó gritando que le
habían cortado las piernas a Jamila. En el momento en que me di cuenta de que mis
hijos estaban heridos me quedé tan helada que no podía hablar, ni tampoco llorar. No sé
qué me pasó. Normalmente, cuando mis hijos se hacían una herida, por pequeٌa que
fuera, me volvía loca, pero esta vez era diferente.”
Los hombres trasladaron a las mujeres y los niٌos a una habitación para que no pudieran
ver lo que estaba sucediendo. “Pensé que Jamila era el ْnico herido. Mi cuٌada estaba
gritando ‘Jamila está cortada, Jamila está cortada’ pero ؟qué significaba eso? Después de
que nos quedamos en la habitación, mi cuٌada miró por la ventana. Dijo que estaba
bien, que Jamila todavía se movía. Luego, mi cuٌado dijo, ‘Dios te ayude, es la voluntad
de Dios, hemos perdido a Isra. Vi a mi esposo y me dijo que habíamos perdido también a
Shaza. Yo era incapaz de hacer nada en absoluto. Ni siquiera podía llorar. ؟Por qué no
iba hacia ellos? ؟Por qué no podía darle mis piernas a mi hija? ؟Por qué no podía llorar?”
Una ambulancia llegó al lugar casi de inmediato. “Tuvimos suerte”, dice Hala. “Jamila
estaba sangrando mucho, y cuando llegó al hospital tenía un color azul oscuro”.
La familia Al-Habash decidió que tenían que abandonar la casa después del ataque. No
sabían adónde ir y se quedaron una noche con un pariente lejano en la calle Jala'a en la
ciudad de Gaza. Al día siguiente se fueron a casa de la cuٌada de Mohamed, en el
campamento de refugiados de Shati, donde permanecieron 15 días.
Antes de salir de la casa en Jala'a, Mohamed preguntó a su esposa si quería ver Shaza
antes de que la enterraran. “Me negué”, dice Hala, “Quería recordarla en vida, no quise
verla. En absoluto. Ni siquiera pude ir a ver a Jamila. Me dijeron que si quería ver a
Jamila no debía llorar en su presencia, pero me era imposible, es mi hija. Pensé que si
veía Jamila me volvería loca, ella está muy cerca de mí”.
Hala visitó a su hija poco después de la operación. “Todo el camino hasta el hospital mi
esposo me decía que teníamos que ser fuertes por Jamila, pero cuando la vi me quedé
asombrada. Reía y bromeaba con nosotros. Era tan fuerte”. “Fue un caos en el hospital”,
recuerda Hala. “Había tantos heridos, tanto sufrimiento, tantos muertos… La situación
era horrible... el olor de la sangre y los heridos. No había suficientes médicos y
enfermeras; era como un mercado, no un hospital. Cuando ves el sufrimiento de los
demás, el tuyo te parece menor”.
El lunes y el martes [5 y 6 de enero] fueron días muy malos en Gaza. Al Jazira entrevistó
a Jamila en el hospital. “Después de la entrevista, el rey pidió que llevaran a Jamila a
Arabia Saudí”, cuenta Hala al CPDH. “El rey corrió con todos los gastos”.
Jamila y Mohamed se quedaron siete días en el hospital de Shifa. El 11 de enero las
trasladaron juntas a Arabia Saudí. Han sido equipadas con prótesis y actualmente están
llegando al final de su tratamiento. El tío de Jamila las acompaٌó a Arabia Saudí. “Estaba
atrapada entre dos fuegos”, dice Hala. “No quería dejar a Jamila sola, pero tampoco
quería dejar a mis otros hijos en Gaza. Hablamos con Jamila diariamente por Internet,
tenemos una cámara web. Hablamos con ella todo el tiempo. Si no estamos en línea es
ella quien nos llama y nos dice que quiere hablar con nosotros.”
Shaza y Jamila Habash © Sarah Malian/CPDH
“Mi familia es todo en mi vida”, dice Hala. “No tengo padre, ni madre, ni hermanas. Mi
madre murió justo después de parirme. Me criaron tíos y primos. Gracias a Dios tengo un
buen esposo y una buena familia. He perdido a una de mis hijas más brillantes, y Jamila
ha quedado gravemente herida. Es muy duro. Ojalá hubiera perdido yo las piernas, no
Jamila. La quiero mucho. Quiero pasar mi vida ayudando a mis hijos. Pero es la voluntad
de Dios. Todavía siento que Shaza está a mi lado, jugando conmigo. A veces puedo
sentir sus caricias en mi rostro.”
“No he visto a mi hija en seis meses. Tal vez vuelva el 15 de julio, pero no quiero tener
demasiadas esperanzas. Tal vez a finales de julio.” “Ahora me es imposible sentirme feliz
o disfrutar de las cosas. Mi hija Hélène, que tiene 20 aٌos, acaba de prometerse en
matrimonio, pero no puedo ser feliz. Mi corazón está cerrado. Mi hija me dice que tengo
que ser feliz, por ella y también por mí. Pero no puedo. No es fácil lo que nos pasó. Una
vez me desperté fuera de mí, pensando ؟por qué nos ocurrió esto? Los israelíes llegaron
a combatir a Hamás, pero lucharon contra nosotros. ؟Por qué lo hacen? Quisiera que les
pasara a ellos lo mismo que nos pasó a nosotros. Estaba fuera de mí, realmente
enloquecida. Incluso aunque Jamila tenga piernas nuevas, nunca será como antes.”
“Ya no subo a la azotea nunca; no puedo. Es demasiado triste. Perder a los hijos es duro
para cualquier madre. Echo mucho de menos a Shaza. Puedo cuidar de mis hijos aunque
estén discapacitados, pero perderlos es demasiado. Trato de hacer mi vida normal. Pero
a veces creo que estoy soٌando: ؟Es verdad, ha muerto Shaza realmente?”
Human Rights Watch informa de que el operador israelí del avión teledirigido que lanzó el
ataque contra los niٌos de la familia Al-Habash debería haber sido capaz de identificar
que las personas que estaban en la azotea eran niٌos. En el CPDH creen que los niٌos Al-
Habash fueron un objetivo directo.
El asesinato deliberado de civiles es una violación grave de los Convenios de Ginebra, y
un crimen de guerra segْn el artículo 8 (2) (a) (i) del Estatuto de la CPI. Tomar niٌos
como objetivo directo es una violación del Derecho Internacional Humanitario
consuetudinario, y un crimen de guerra segْn la codificación del artículo 8 (2) (b) (i) del
Estatuto de la CPI.
Caso de estudio n؛ 3: Majeda y Raya Abu Hajjaj
“Majeda, mi hermana, llevaba una bandera blanca” (Salah Abu Hajjaj
Salah Abu Hajjaj © Sarah Malian/CPDH
Entrevistado:
Salah Abdel Karem Abu Hajjaj (30 aٌos)
Fecha del suceso:
4 de enero 2009
Lugar:
Johr Ad-Dik
Víctimas:
Majeda Abu Hajjaj (35 aٌos), asesinada
Raya Abu Hajjaj (65 aٌos), asesinada
Manar Abu Hajjaj (13 aٌos), herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque directo contra la población civil: Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte
Penal Internacional.
El 4 de enero de 2009, las fuerzas israelíes dispararon y asesinaron a Majeda (35 aٌos) y
Raya Abu Hajjaj (65 aٌos). Las dos mujeres formaban parte de un grupo de 27 civiles
que huían de la zona de Johr Ad-Dik tras el comienzo de la invasión terrestre. Fueron
asesinadas sin previo aviso y sin provocación. Majeda y otro miembro del grupo, Ahmed
Assafadi, llevaban banderas blancas.
El 3 de enero de 2009, cuando comenzó la ofensiva terrestre, 16 miembros de la familia
Hajjaj se refugiaron en una habitación en el primer piso de su casa en el área de Johr Ad
Dik, en el este de Franja de Gaza. Aproximadamente a las 23:00, los primeros tanques
israelíes entraron en la zona. A las 7 menos cuarto de la maٌana del 4 de enero, un
tanque israelí disparó contra la casa. La explosión hirió a Manar Abu Hajjaj (13 aٌos) en
el antebrazo y provocó un incendio en la casa.
El 25 de mayo de 2009, el CPDH (Comité Palestino por los Derechos Humanos) entrevistó
a Salah Abdel Karem Abu Hajjaj (30 aٌos), hijo de Raya y hermano de Majeda. "Se
produjo un incendio, por lo que decidimos salir de la casa ", dijo Salah.
"Caminamos entre los árboles hacia la casa de un vecino, a unos 300 metros de
distancia. éramos 27 personas escondidas en el hueco de la escalera de Assafadi.
Intentamos llamar a una ambulancia para Manar; llamamos a la Cruz Roja, pero no
pudimos realizar ninguna coordinación. Nos dijeron que era una zona de operaciones
militares y que no podían llegar a la zona”.
Mientras nos escondíamos en la casa de Assafadi, escuchamos una emisión de la radio
israelí que ordenaba abandonar la zona y salir hacia las principales ciudades”. Oí que los
israelíes habían entrado en el área de Johr Ad Dik y que habían detenido a todos los
hombres, así que decidimos ir hacia el oeste. Esta zona es muy abierta y se nos veía muy
claramente. Queríamos mostrar a los israelíes que nos íbamos, queríamos que los
soldados vieran que éramos civiles para que nos dejaran salir. Majeda, mi hermana,
llevaba la bandera blanca. Ahmad Assafadi llevaba a su hijo y también una bandera
blanca."
Aproximadamente a 150 metros de los tanques, las familias decidimos parar y esperar
una seٌal indicando que teníamos permiso para continuar. "Acabábamos de ver los
tanques, muchos tanques, fue el comienzo de la ofensiva ", dijo Salah. "El aire estaba
lleno de helicópteros y aviones. De repente, los tanques comenzaron a disparar contra
nosotros. Estábamos solos. Estábamos sólo nosotros y los vecinos. No había nadie más
alrededor. Cuando nos dispararon, empezamos de inmediato a correr de nuevo hacia la
casa. Los jóvenes y los niٌos corrían rápidamente, pero mi madre y mi vecino, que había
sufrido una operación en la pierna, no podían moverse lo suficientemente rápido. Mi
madre recibió un disparo y fue herida. La bala le atravesó el brazo y se fue al pecho.
Después de quince metros, mi madre se cayó al suelo. A Majeda le dieron también. Murió
de inmediato. Vimos a los soldados disparar contra nosotros desde el tanque. No dijeron
nada, sólo empezaron a disparar. No hicieron ninguna advertencia, sino que nos
dispararon directamente. Fue alrededor de las doce, a plena luz del día”.
Debido a la intensidad del ataque, no pudimos llegar hasta a los heridos. "Nadie pudo
llegar hasta Majeda", dijo Salah, "La llamábamos: despierta Majeda, arriba Majeda, pero
el tiroteo era muy intenso. Abrían fuego por todas partes y no pudimos llegar hasta ella.
Mi madre nos dijo que estaba herida en el brazo, tratamos de comprobarlo pero murió.
Tuvimos que volver a la casa del vecino, los disparos venían de todas partes. No
podíamos hacer nada. Majeda y Raya estaban muertas. Tuvimos que dejarlas allí, en el
lugar en el que les habían disparado. Manar seguía con nosotros.”
De regreso a la casa de Assafadi, la familia intentó llamar a la Cruz Roja y a las
ambulancias de nuevo. Les dijeron que nadie era capaz de llegar a la zona. "Les dijimos
que en la casa estábamos expuestos a gran peligro", relató Salah. “Ya habíamos perdido
a dos personas, pero queríamos salvar al resto. “Le dije a la Cruz Roja que si estaban
esperando a que nos matasen a todos para recoger los cadáveres".
Después de veinticuatros horas escondidos en la casa, las familias decidimos que había
que intentar de nuevo abandonar la zona. Esta vez nos encaminamos hacia el este, hacia
la aldea Johr Ad-Dik. Al llegar a Johr Ad-Dik, llamamos a una ambulancia para Manar,
que finalmente pudo llegar y llevarla a un hospital. Los 24 miembros restantes de las dos
familias nos fuimos a la escuela de la UNRWA del campamento de Al Bureij.
"Desde que dejamos la casa, habíamos intentando recuperar los cadáveres por todos los
medios", dijo Salah. "Intentamos contactar con las organizaciones de derechos humanos
y con los miembros árabes de la Knesset. No obtuvimos respuesta, no podíamos hacer
nada. Todos los días lo intentábamos, después de once días, finalmente, los soldados
israelíes accedieron a que una ambulancia llegase a la zona. La ambulancia llegó desde el
este, y yo hablaba por mi móvil para orientarles. A unos 500 metros de los cuerpos de
Majeda y Raya, los israelíes detuvieron en seco a la ambulancia y les dijeron que se
fueran, que la coordinación había terminado. Los conductores de las ambulancias
pidieron otra media hora, diciéndoles que los cuerpos llevaban allí ya once días. Los
israelíes dijeron que no".
Aproximadamente a las 20:30 del 18 de enero, tras la declaración de Israel de un alto el
fuego unilateral, la familia Abu Hajjaj regresó a su casa. "Vinimos a casa para recoger los
cuerpos", dijo Salah al CPDH. "No reconocía la zona debido a la destrucción y la
demolición. Una zona que antes había sido hermosa. Después de la bْsqueda
encontramos a mi madre y pudimos poner su cuerpo en la tierra. También encontramos
a Majeda; los israelíes habían cubierto su cuerpo con hojas de aluminio y la habían
arrasado con un buldózer, que la había aplastado y partido su cuerpo por la mitad.
Poco después de encontrar el cuerpo de Majeda, Salah recibió una llamada de teléfono de
la Cruz Roja: “Me dijeron que teníamos que abandonar la zona en cinco minutos", relató
Salah. "Los israelíes habían llamado a la Cruz Roja y les dijeron que había gente en la
zona y que nos dispararían. Con la ayuda de los hombres de la ambulancia, nos llevamos
los cuerpos. Nos llevó cuatro horas llegar al hospital. Llegamos a las 00:15 de la
madrugada del 19 de enero"
Dos días después del alto el fuego, Salah volvió a casa. "Estuve buscando en el lugar
donde los israelíes habían disparado contra nosotros. Encontré un trozo del pie de Majeda
y lo llevé al hospital. No tenemos fotos de Majeda o Raya, sólo las de nuestros móviles.
Nunca nos habían atacado, ni siquiera cuando los asentamientos israelíes estaban cerca;
ésta es una zona muy tranquila, un área agrícola que nunca había tenido problemas; era
tan hermosa, y en un momento todo ha desaparecido.
"Es difícil para mí hablar de Majeda", dijo Salah. "Era muy amable. Se negaba a comer o
a preparar nada antes de que yo llegase y así pudiéramos comer juntos. Yo soy el más
joven de nuestra familia, pero tenía dos madres, Majeda y la mía propia."
Una vez que la familia se marchó, las fuerzas israelíes ocuparon la casa. Cuando la
familia de Abu Hajjaj regresó, encontraron todas las paredes pintadas con grafittis.
El asesinato deliberado de Majeda y Raya es una grave violación de los Convenios de
Ginebra y del Derecho Internacional. Atacar intencionadamente a la población civil es
también un crimen de guerra segْn el artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte Penal
Internacional. Estos crímenes violan el principio de distinción, una de los principios más
fundamentales del Derecho Internacional Humanitario.
De acuerdo con los Convenios de Ginebra, las partes en un conflicto están obligadas a
prestar una asistencia especial a los heridos y enfermos y facilitar su cuidado y
evacuación. Los actos de Israel son una violación del Artículo 16 de la Cuarta Convención
de Ginebra, que sostiene que "los heridos y enfermos... serán objeto de especial
protección y respeto. En cuanto las consideraciones militares lo permitan, cada parte del
conflicto facilitará las medidas adoptadas para la bْsqueda de los muertos y heridos…"
Las acciones de Israel violaron también el derecho humanitario consuetudinario, que
exige que cada parte en un conflicto deberá, sin demora, adoptar todas las medidas
posibles para buscar, recoger y evacuar a los muertos, sin distinción alguna26, y los
cadáveres deben ser atendidos de forma respetuosa27.
26 Norma 112.
27 Norma 115.
Caso de estudio n؛ 4: Ghalya Nimr
Todos los cuerpos estaban hechos pedazos y quemados. Vestían las ropas estrenadas
para el Eid. Vi los sesos y todos los trozos. Intenté llevármelos, pero estaban demasiado
calientes, estaban quemándose. No se puede ni imaginar como era (Ghalya Nimr)
Ghalya Nimr © CPDH
Entrevistada:
Ghalya Nimr (52 aٌos)
Fecha del suceso:
4 de enero 2009
Lugar:
Zaytun
Víctimas:
Ibrahim Nimr (20 aٌos), asesinado
Abdel Karim Nimr (14 aٌos), asesinado
Suhir Nimr (10 aٌos), asesinada
Ayman Afhani (27 aٌos), asesinado
Shadea Nimr (21 aٌos), herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque directo contra la población civil: Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte
Penal Internacional
Aproximadamente a las 10:30 del 4 de enero, un misil disparado desde un helicóptero
israelí golpeó el techo de casa de Ghalya Nimr (52 aٌos) en la zona de Zaytoun, al sur de
la ciudad de Gaza. Tres hijos de Rahlea y el novio de su hija murieron en el ataque. El
sobrino de Ghalya, Hussein (10 aٌos), también resultó herido. En el momento del
ataque, 21 civiles, incluida la familia del hermano de Ghalya, se habían refugiado en la
casa.
El marido de Ghalya está enfermo y no puede trabajar desde hace seis aٌos, Ibrahim (20
aٌos) era el ْnico sostén de familia. Sin una fuente de ingresos, la familia Ghalya vive en
medio de una pobreza extrema. Como son refugiados, los Nimr reciben alguna ayuda de
la ONU (UNRWA) pero no es suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. La familia
ha logrado limpiar su casa de escombros, pero todavía quedan agujeros en el techo y en
las paredes.
Ghalya y su familia se quedaron traumatizados por los acontecimientos de la ofensiva. Su
hija Shadea (21 aٌos), que perdió a su novio en el ataque, tiene graves problemas
psicológicos. Ella no recibe ninguna ayuda.
El 5 de julio de 2009 el CPDH (Centro Palestino de Derechos Humanos) entrevistó a
Ghalya en su casa de Zaytoun. "Durante la ofensiva, decía continuamente a mis hijos
que no se preocupasen", dijo Ghalya, "que teníamos que ser fuertes y que Dios estaba
con nosotros. Ibrahim trabajaba vendiendo awama [un tipo de dulce] en la calle
Salahadin. El día antes del ataque me dijo, "No voy a ir a trabajar maٌana, temo que voy
a morir". Pero murió en su casa. Había ahorrado 1.000 shekels que quería darme".
"La noche que comenzó la ofensiva terrestre fue muy dura. Todos sufríamos, no
podíamos dormir, había disparos por todas partes. Habíamos preparado el té por la
maٌana y bocadillos con pan y za'atar [tomillo]. Abdel Karim todavía tenía hambre,
quería más bocadillos, pero no teníamos suficientes. Alrededor de las 10:00 los niٌos
subieron a la azotea. No había tanques ni israelíes, no hubo resistencia en la calle y no
había misiles.”
Aproximadamente a las 10:30, un misil lanzado desde un helicóptero israelí golpeó el
techo, penetrando en el salón de la familia en el segundo piso.
En el momento del ataque había seis civiles en la azotea: Ibrahim, Hussein, Assmaa,
Mohammed, Abdel Karim y Suhir. Un séptimo civil, Shadea, iba de camino hacia la
azotea, estaba de pie en la parte superior de la escalera cuando eestalló el misil.
"Oímos un misil que impactó en el techo de la sala de estar," dijo Ghalya seٌalando el
agujero en el techo. "Había humo por todas partes, corrimos escaleras abajo con los más
mayores. Nunca pensamos en los que estaban en la azotea. Pensé que estaban a salvo,
pero luego oímos los gritos. Mi hermano gritó que todo el mundo había muerto. Lo que
vimos era horrible. Todos sus cuerpos estaban despedazados y quemados. Iban vestidos
con sus trajes del Eid. Vi sus cerebros, los trozos de sus cuerpos. Traté de llevármelos,
pero estaban demasiado calientes, estaban quemados. No te puedes imaginar lo que fue.
Hussein, mi sobrino, salió despedido afuera por la explosión. Pensábamos que estaba
muerto, pero aْn vivía. Estaba muy malherido, con sólo 10 aٌos. Físicamente, está bien
ahora, pero que todavía sufre, todavía está enfermo."
Abdel Karim Nimr © CPDH
No vimos a Ayman ni a Abdel Karim, les llamábamos a gritos. Llamamos a una
ambulancia y tardó casi treinta minutos llegar hasta aquí. Los conductores de la
ambulancia dijeron que era muy peligroso, que sólo se llevarían a los heridos. Dejaron a
los muertos.
"Seguimos buscando a Ayman y Abdel Karim, finalmente Shadi los encontró juntos.
Estaban detrás de la pajarera, en la azotea. Ayman yacía allí, junto a él estaban las
piernas de Abdel Karim, sólo encontramos sus piernas. No hemos podido encontrar nada
más de él, sólo sus piernas y pequeٌos trozos. El misil debió de impactarle de lleno.
Buscamos Abdel Karim durante mucho tiempo, hemos encontrado algunas pedazos de él
en la casa de nuestro vecino".
Hussein, Mohammed y Assmaa fueron trasladados al hospital en la ambulancia. La
familia pudo finalmente encontrar un coche en la zona para llevar a los muertos al
hospital. "Trasladamos a Suhir, Ibrahim, Ayman y la mitad de Abdel Karim”, dijo Ghalya.
"Yo no sabía qué hacer, si ir con los muertos, ir al hospital con los heridos o seguir
buscando los restos de Abdel Karim. Shadi y su padre se quedaron buscando restos de
Abdel Karim, realmente yo no sabía qué hacer. Al final me fui con Shadea; estaba muy
preocupada por ella, estaba muy unida a Ayman. Durante la ofensiva, tuve todo el
tiempo miedo de que le pasara algo. Ella no le permitió volver a Rafah, no sea que le
atacaran por el camino".
Ghalya corrió con su vecino hacia el hospital de Shifa. En la calle Salahadin se
encontraron con un coche que les llevó el resto del camino. "Shadea no sabía que su
prometido estaba muerto", dijo Ghalya. "Yo no podía decírselo. Le dije que estaba herido.
Cada vez que Shadea me preguntaba por Ayman le decía que estaba lesionado. Me di
cuenta de que yo había perdido a mis hijos y sabía que tenía que quedarme con Shadea,
ser fuerte para ella. Fue muy difícil para mí hablarle de Ayman cada vez que me
preguntaba por él. Se lo dije lentamente, tan suavemente como pude, fue la voluntad de
Dios".
El ataque y la pérdida de su novio habían dejado muy traumatizada a Shadea. "Se
encuentra muy mal todavía”, dijo Ghalya. "Se había comprometido con Ayman hacía
cuatro meses, se suponía que iban a casarse en abril. Estuve todo el tiempo con Shadea,
ni siquiera pude ir al entierro. Nunca tuve la oportunidad de decir adiós a mis hijos".
Ghalya también tuvo que dar la noticia de la muerte de Ayman a su familia. "Tan pronto
como supe que Ayman estaba muerto, llamé a su padre". Tuve que decirle que su hijo
estaba muerto, que habíamos sido atacados. Su madre se sintió desesperada, aْn sigue
conmocionada."
Suhi Nimr y Assmaa Afaana © CPDH
Shadea permaneció dos días en el hospital. Sin embargo, la familia no pudo volver a
casa. La zona de El Zaytoun seguía siendo muy peligrosa y la casa había quedado
demasiado daٌada para poder vivir en ella. La familia se fue a vivir con el cuٌado de
Ghalya, en la zona de Sheikh Radwan de la ciudad de Gaza. "Hacía mucho frío", dijo
Ghalya. "Nosotros no teníamos ropa, ni mantas, ni dinero. Nos fuimos sin nada. Yo ni
siquiera tenía zapatos. Teníamos que llevar puesta toda la ropa todo el tiempo, y siempre
con miedo de que nos pasara algo. Durante la ofensiva, nos acercamos hasta aquí
rápidamente para tratar de coger algo de ropa, no pudimos encontrar nada. Toda la ropa
estaba quemada, la casa estaba destruida y todo lleno de escombros. "
El 18 de enero, la familia Nimr regresó a su hogar, su casa había sido atacada varias
veces mientras ellos estaban fuera, una vez incluso con fósforo blanco. La familia tuvo
que vivir en la planta baja del edificio durante todo el invierno mientras trabajaban
intentando limpiar el segundo piso. Tras la muerte de Ibrahim, que proporcionaba la
ْnica fuente de ingresos de la familia, su situación económica es desesperada. "No tengo
trabajo," dijo Ghalya al CPDH, "Si alguien me pide que prepare maftoul28 lo haré, pero no
es un trabajo regular. Tenemos algo de dinero de las organizaciones de mártires, y
somos refugiados, por lo que también nos ayuda un poco la UNRWA, pero no es
suficiente. Dios nos ayudará, él no va a olvidarnos".
"Siempre recuerdo a mis hijos y a mi hija y sus sueٌos", dijo Ghalya. "Los israelíes no
pueden saber lo que es este sufrimiento, deberían saber cómo sufro, cómo sufren mis
hijos”.
Disparar directamente contra civiles asesinándolos es, además de una violación grave de
los Convenios de Ginebra, un crimen de guerra, segْn aparece codificado en el artículo 8
(2) (b) (i) del Estatuto de la CPI (Corte Penal Internacional). Disparar directamente a
objetos de civiles es un crimen de guerra segْn el artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de la
CPI.
En el momento del ataque, no había actividad de la resistencia en la zona. El CPDH
inspeccionó la azotea de la casa de la familia Nimr, que es totalmente visible y está en
una zona abierta. El piloto del helicóptero tenía una visión clara de la azotea y de los
civiles que allí había.
28 Plato tradicional palestino.
ELECCION DIRECTA Y DESTRUCCION DE OBJETOS CIVILES
"Casas: si el comandante del batallón pensaba que una casa parecía sospechosa, la
volaban. Si a los soldados de infantería no les gustaba el aspecto de la casa, se
disparaba, contra todo” (Testimonio 8, “Breaking the Silence”. Informe sobre la
Operación Plomo Fundido).
"Se demolieron casas por todas partes. Todo el tiempo" (Testimonio 9, “Breaking the
Silence”. Informe sobre la Operación Plomo Fundido).
La prohibición de atacar directamente contra bienes de carácter civil constituye un
elemento fundamental del Derecho Internacional Humanitario29; las violaciones son
crímenes de guerra, segْn se estipula en el artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de la CPI.
La destrucción generalizada de bienes no justificada por necesidades militares es un
grave incumplimiento de los Convenios de Ginebra30. En este sentido, es significativo el
fallo de la Corte Penal Internacional en el caso de Blaskic, en la ex Yugoslavia, donde la
Corte sostuvo que “la noción de ‘amplia’ se evalْa de acuerdo con los hechos que en
cada caso acaecen, “en virtud de esta definición, un solo acto, como la destrucción de un
hospital, puede ser suficiente para caracterizar un delito"31.
El Derecho Internacional Humanitario exige que, "en caso de duda sobre si un objeto que
normalmente se dedica a fines civiles, como los lugares de culto, una casa u otra
vivienda o una escuela, se utiliza para contribuir con eficacia a la acción militar, se
presupondrá que no se está utilizando de esa manera32.
29 Regla 7, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja
30 En el artículo 8(2) (a) (iv) del Estatuto de la CPI se reconoce como crimen la destrucción extensa .
31 Corte Penal Internacional para Yugoslavia, el caso Blaskic, Juicio 239.
32 Artículo 52(3), Protocolo Adicional I.
Caso de estudio n؛ 5: Hala Herzullah
“No quiero sentir pena todo el tiempo; intento salir para vivir, pero he perdido el gusto
por la vida, no puedo vivir con normalidad. Nada es como antes, no puedo olvidar a mis
hijos, no puedo olvidar lo que nos pasó” (Hala Herzullah).
Hossan y Ahmed Herzullah © CPDH
Entrevistadas:
Hala Herzullah (40 aٌos)
Um Hader (73 aٌos)
Fecha del suceso:
15 de enero de 2009
Lugar:
Distrito de Al-Yarmouk, ciudad de Gaza
Víctimas:
Hossam Herzullah (7 aٌos), asesinado
Ahmed Herzullah (14 aٌos), asesinado
Hala Herzullah (40 aٌos), herida
Mohammed Herzullah (48 aٌos), herido
Maram Hezrullah (17 aٌos), herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque directo contra la población civil: Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte
Penal Internacional
Ataque directo sobre objetos de la población civil: Artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de la
Corte Penal Internacional
El 15 de enero de 2009, Hala Herzullah (40 aٌos) y su familia se habían refugiado en la
casa de su cuٌado, Alaa Islim, en el barrio de Al-Yarmuk de la ciudad de Gaza. Hala y su
familia habían llegado por la tarde, después de huir de su propia casa en Tel Al-Hawa.
Aproximadamente a las 16:10, la aviación israelí disparó contra la casa del vecino de
Alaa Islim, Eyad Siam. El CPDH cree que el ataque fue un intento de ejecutar
extrajudicialmente al hermano de Eyad, Said Siam, ministro del Interior del gobierno de
Gaza y miembro del Consejo Legislativo Palestino. La casa de Eyad acabó completamente
destruida en el ataque, mientras que otras ocho, incluida la casa donde Hala y su familia
se habían refugiado, resultaron fuertemente daٌadas.
El ataque causó la muerte a diez civiles y catorce heridos. Entre los muertos había dos
hijos de Hala, Hossam (7 aٌos) y Ahmed (14 aٌos). Su esposo Mohammed (48 aٌos) y
su hija Maram (17 aٌos) resultaron heridos en el ataque.
Mohammed lleva en coma mes y medio y sufrió una hemorragia cerebral. Perdió la
memoria como resultado del ataque, necesita un largo tratamiento, pero se está
recuperando lentamente. Como consecuencia de sus lesiones, hubo que meter a Maram
durante cuatro meses en un molde de escayola, mientras que Hala tuvo que someterse
durante mes y medio a sesiones de fisioterapia. Hala y su familia no han podido regresar
a su casa en Tel Al-Hawa, ya que los recuerdos de su vida anterior son demasiado
difíciles de superar.
El 12 de julio, el CPDH entrevistó a Hala y a su madre, Um Hader (73 aٌos), en la casa
de ésta en la ciudad de Gaza. Hala recordó el día del ataque, "estaba viviendo en Tel Al-
Hawa, toda la familia estábamos juntos. Durante la ofensiva nos quedamos todos en la
habitación, por seguridad. Era muy difícil permanecer en Tel Al-Hawa, había muchos
combates. Mi cuٌado Alaa nos telefoneó desde Al-Yarmuk, nos dijo que deberíamos ir a
su casa, porque la zona era muy segura y tranquila. Alrededor de las once de la maٌana
del 15 de enero decidimos salir”.
"Tuvimos que correr todo el camino, la situación era muy peligrosa. Mi marido, nuestros
cuatro hijos y yo corríamos juntos. Vimos el fósforo y todos los muertos en la calle.
Decidimos correr en grupos de dos, pensamos que sería más seguro. Cuando salimos, no
nos llevamos nada con nosotros, ni comida, ni ropa. Mientras corríamos, no estábamos
nada seguros de poder ponernos a salvo”.
"En el camino Hossam vio el cuerpo de un niٌo asesinado por los bombardeos, el cuerpo
estaba quemado por todas partes. Hossam no podía dejar de llorar, le pregunté qué le
pasaba, me dijo: ‘Espero que no me suceda eso a mí’. Corrimos todo el tiempo, había un
montón de gente corriendo como nosotros".
Finalmente, la familia encontró un coche que los llevó a la casa de Alaa, adonde llegaron
aproximadamente a las dos de la tarde. "La zona donde estaba la casa de mi cuٌado
estaba totalmente tranquila”, dijo Hala, "muy, muy tranquila. Era como si estuviéramos
en otro mundo".
Hala y su familia pasaron un rato con sus familiares poniéndose al día, antes de poder
descansar. "Estábamos agotados después de tanto correr” dijo Hala al CPDH. "No
habíamos dormido bien desde hacía mucho tiempo, la noche del 14 fue muy dura. Mi
marido, Maram y yo decidimos ir a dormir un poco. Los niٌos no habían salido a la calle
durante más de veinte días. Estábamos encerrados en Tel Al-Hawa. Ellos querían salir;
Hossam quería ir y jugar con sus canicas, Ahmed quería salir un poco con su cochecito,
sólo arriba y abajo de la calle. Les dije que siguieran adelante".
Hala apenas se había ido a la cama cuando las fuerzas aéreas israelíes atacaron la casa
de Eyad Siam. "No oí ningْn ruido", recordó Hala, "sólo vi las piedras de las paredes que
nos habían caído encima. Estaba despierta, pero completamente cubierta de escombros.
Me sentía como si estuviera en una tumba. No sabía si estaba viva o muerta, sólo
pensaba '؟dónde estoy?’. El muro no cayó del todo, una parte de él me cubría, la forma
en que se rompió me salvó. Gracias a Dios. Maram y su padre no se dieron cuenta de
nada, estaban inconscientes".
Hala, Mohammed y Maram salieron despedidos hacia otras habitaciones por la fuerza de
la explosión. Hossam y Ahmed y murieron en el acto, el impacto de la bomba
desmembró sus cuerpos.
Las ambulancias lograron llegar hasta el escenario en cuestión de minutos para recoger a
los muertos y llevar los heridos al hospital. Hala estuvo en el hospital durante diez días,
"Durante mucho tiempo tuve los ojos llenos de arena", dijo. "La mitad de mi cuerpo
estaba gravemente herida”. Maram se había roto la pierna, y tenía heridas en las
costillas y la cabeza. Estuvo inmovilizada durante cuatro meses. Mi esposo estaba muy
malherido, tenía metralla en el estómago. Le operaron en una intervención que duró
cuatro horas, tres días más tarde lo le trasladaron al hospital de Al–Ahli Bank, en Egipto.
Fue muy duro para mí cuando me dijeron que tenían que trasladar a Mohammed a
Egipto. Pensé que también iba a perderle a él. Pedí a mi hermano en los Emiratos ءrabes
Unidos que fuese a verlo. Necesitaba saber cómo estaba. Estuvo en Egipto del 18 de
enero hasta el 24 de febrero. Cuando salió del coma no recordaba nada, había estado en
coma durante un mes y medio. Tan pronto como se despertó le enviaron de vuelta a
Gaza, pero aْn necesita muchos tratamientos".
Fue en el hospital de Shifa donde Hala averiguó que sus dos hijos habían muerto. "Fue
muy duro para mí saber que mis dos niٌos habían muerto. Nadie quería decírmelo. Al
principio dijeron que Hossam estaba en estado crítico, pero después me dijeron que
estaba muerto. Pensé, gracias a Dios todavía tengo a Ahmed, pero luego me dijeron que
también estaba muerto. Estaban muy cerca de la casa de Said Siam, porque era donde el
coche estaba aparcado. Más tarde me enteré de que Ahmed perdió la cabeza y los
brazos. Estaba decapitado. Nunca conseguí verle por ْltima vez, para decirle adiós”.
Hala está gravemente traumatizada por el ataque y la muerte de sus hijos, y es incapaz
de vivir sin sus hijos en su antigua casa. "No puedo permanecer en Tel Al-Hawa", dijo.
"Lo intenté, pero no puedo. Hemos decidido permanecer aquí, en casa de mi familia.
Antes de la ofensiva éramos una familia ideal, era hermoso. Tenía dos hijos, dos hijas y
mi marido. Ahora ha cambiado todo. No quiero sentir mi dolor todo el tiempo. Trato de
salir, pero he perdido el gusto por la vida, no puedo vivir con normalidad. Ya no es como
antes, no puedo olvidar a mis hijos. No puedo olvidar lo que nos pasó”.
Fue Hala quien dio la noticia a Maram. "Me negué a decirle a Maram que había perdido a
sus dos hermanos, sabía lo mucho lo que los quería. Se lo fui diciendo despacito,
despacito. Sabía que no sería fácil para ella. "Maram hará su tawjihi este aٌo, el examen
final antes de la universidad. No pudo asistir a clase el resto del aٌo escolar después de
la ofensiva, como consecuencia de sus heridas.
Antes de la ofensiva, Hala trabajaba en el departamento de administración de la
Universidad de Al Aqsa. "No puedo volver a trabajar ahora", dijo. "Trabajaba llevando los
asuntos administrativos, quizá intente volver a principios del próximo aٌo. Mi situación
ha mejorado, pero tengo que cuidar de Maram y de mi marido, que necesitan mucha
ayuda. Envié una carta al Rector de la universidad, pidiendo quedarme en casa. Mi
marido está un poco mejor ahora, antes era muy duro, necesita de muchos cuidados. Si
quiere ir a alguna parte, alguien tiene que acompaٌarle.”
"Mis hijos eran la mitad de mi mundo", dijo Hala. "Hossam era encantador, estaba
bromeando todo el tiempo. Era muy inteligente en la escuela. Ahmed era muy inteligente
también, lo arreglaba todo en la casa. Ahora ya no están”.
El CPDH considera que las fuerzas israelíes trataron de ejecutar extrajudicialmente a Said
Siam, que se refugiaba en la casa de su cuٌado. Aunque era un miembro del gobierno de
Hamás, Siam era un político y no formaba parte de ningْn grupo armado. Era un civil
con derecho a la protección que el Derecho Internacional Humanitario otorga a los civiles.
El CPDH considera que las muertes de civiles derivadas de los ataques constituyen un
delito de asesinato intencionado, una violación grave de los Convenios de Ginebra. El
ataque directamente dirigido contra civiles y objetos civiles es un crimen de guerra, tal y
como se define en los Artículos 8 (2) (b) (i) e (ii) del Estatuto de la CPI.
Estudio de caso n؛ 6: Intissar Hamouda
“Pensé que nunca iba a ser madre. Intenté tener hijos durante veintiْn aٌos. Cuando
nació Fares, me sentí tan feliz… Fares solamente gorgoteaba… le resultaba tan difícil
respirar, pero le salía sangre por la boca” (Intissar Hamouda).
Intissar Hamouda © Sarah Malian/CPDH
Entrevistados:
Intissar Hamouda (39 aٌos)
Talat Hamouda (52 aٌos)
Fecha del suceso:
11 de enero de 2009
Lugar:
Distrito de Tal Al-Haw, Ciudad de Gaza
Victimas:
Fares Hamouda (1 aٌo): muerto
Mohammed Hamouda (16 aٌos): muerto
Ihab Hamouda (24 aٌos): herido
Intissar Hamouda (39 aٌos): herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque directo sobre objetos de la población civil: Artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de la
Corte Penal Internacional
A primera hora de la maٌana del 11 de enero de 2009, Intissar Hamouda (39 aٌos) y su
familia fueron atacados en su casa de Tel el-Hawa. La casa estuvo bajo el fuego de los
tanques israelíes en tres ocasiones diferentes. Fares, el hijo de dos aٌos y medio de
Intissar, murió en el ataque; su hijastro, Mohammed (16 aٌos), se desangró hasta morir
mientras esperaban que llegara una ambulancia. Intissar estaba malherida, mientras que
su hijastro, Ihab (24 aٌos), estaba herido en la espalda.
Intissar intentó tener un hijo durante veintiْn aٌos, Fares era su primer hijo biológico. Lo
tenía en sus brazos cuando un obْs de tanque explotó atravesando la pared de su casa.
Fares murió casi en el acto a causa de sus heridas. Talat (52 aٌos) es el segundo marido
de Intissar. Su primer matrimonio acabó al no poder tener ella hijos. Intissar había criado
a los hijos de Talat como propios.
El 28 de junio de 2009, el CPDH entrevistó a Intissar y Talat en el apartamento que
ahora han alquilado en Ciudad de Gaza. Intissar empieza hablando de Fares: “Pensaba
que nunca sería madre. Había intentado tener hijos durante veintiْn aٌos. Sabía que
ésta era mi ْnica oportunidad. Cuando nació Fares me sentí muy feliz, no quería más
niٌos. Tenía el mío propio y otros cuatro (hijastros). Los otros hijos también eran
también, todos me llamaban madre. Mohammed y Fares tenían un relación muy
estrecha”.
“Mohammed salió un día antes del ataque para comprar una tarjeta SIM para el teléfono
móvil. No había salido de casa durante diez días y realmente quería salir. Cuando regresó
estaba muy feliz, se sentó en el umbral de la puerta con Fares, charlando con todos los
vecinos. Le dije a mi marido que pensaba que si Mohammed moría, Fares se moriría con
él; estaban tan unidos”.
La casa de la familia Hamouda estaba en el barrio de el-Hawa, en Ciudad de Gaza. La
casa está en un área abierta rodeada de viٌedos. La actividad de la resistencia en esta
zona hubiera sido difícil debido a la falta de refugio y la alta visibilidad.
Durante la ofensiva, los Hamouda eran renuentes a abandonar su casa. “Era una casa
nueva, habíamos vivido allí solamente cinco aٌos” dice Intissar. Sin embargo, el 10 de
enero, el terreno situado junto a su casa fue alcanzado por un ataque aéreo y la familia
decidió que tenían que irse. Talat telefoneó a sus amigos en busca de un sitio donde
estar fuera de Ciudad de Gaza. La noche anterior al ataque, Talat le dijo a Intissar que
había encontrado una casa y se irían por la maٌana.
La noche del ataque, Intissar dormía con Talat y Fares. Los otros tres hijos estaban
juntos en otro dormitorio. “Después de la medianoche (en la madrugada del 11 de enero)
sentimos que el área se volvía peligrosa,” dice Intissar. “Podía escuchar fuera los
vehículos multirruedas y los tanques. El resplandor de las bombas hacía que pareciera de
día. Cuando miramos por la ventana, pensamos que la casa de los vecinos estaba
ardiendo. Nuestra habitación era demasiado peligrosa por las ventanas, de modo que nos
cambiamos a la habitación donde dormían los otros niٌos.”
“Poco a poco, la situación se volvía más peligrosa. Pensaba que las paredes nos iban a
caer encima. Podía oír los tanques y las excavadoras, estaban muy cerca. Las
excavadoras destruyeron la casa de nuestros vecinos. Había disparos de tanque y la casa
junto a la nuestra fue alcanzada. Ihab resultó alcanzado por la metralla en la espalda. La
metralla entró por la ventana”.
Tras el ataque a la casa vecina, la familia se cambió al pasillo pensando que sería más
seguro. Aproximadamente a las dos de la madrugada, los obuses de los tanques
alcanzaron la casa de los Hamouda. “Llevaba en brazos a Fares, estaba todo
completamente oscuro y él lloraba”, le dijo Intissar al CPDH. “No sabía qué estaba
pasando, todos caímos al suelo. Mohammed trajo una linterna de su habitación para
hacer luz para Fares, ‘no llores, aquí esta la luz.’ Casi inmediatamente la casa fue
alcanzada de nuevo”.
“El segundo ataqué impactó en los depósitos del tejado, podíamos oír cómo se
derramaba el agua”, dice Intissar. “Mohammed pensaba que estaba lloviendo. Se puso
contento. Pensó que los israelíes tendrían que irse a causa del tiempo”.
“El tercer ataque fue el ْltimo,” dice Talat. “Mi mujer llevaba a Fares, la metralla le
alcanzó cerca del estomago. La metralla hirió a Fares, salvando posiblemente la vida de
mi esposa”.
“Me alcanzó en las dos piernas, en los brazos y en la cabeza,” dice. “Fares solamente
gorgoteaba. Le dí Fares a Talat, se esforzaba por respirar, pero le salía sangre por la
boca”.
“Supe que se moría”, continْo Talat.
“Llevé a Fares y a Mohammed a la cocina. A Mohammed le habían arrancado el brazo
cerca del hombro y estaba malherido en el costado. Sangraba mucho. Traté de llamar a
una ambulancia, Mohammed todavía estaba vivo. Llame al CICR y a las emisoras de
radio. El CICR me dijo que no podían venir, que era una zona militar. Les supliqué, les
dije que era su deber, que era lo que tenían que hacer en Gaza. Mis hijos se estaban
desangrando, necesitaban una ambulancia”.
Ihab arrancó una cortina para atársela a la cintura en un esfuerzo por detener la
hemorragia. Talat hizo lo mismo con Mohammed pero sus heridas eran demasiado
graves. “Estaba quedándose inconsciente,” dijo Talat, “se despertó justo antes de morir.
Me llamó. Quería agua pero no podía beber. Me pidió que le lavara la cara y traté de que
bebiera un poco. Me negaba a creer que podía perder a dos de mis hijos. Sabía que Fares
había muerto… cuando vi así a Mohammed, no podía creer que también iba a morirse. Se
desangró hasta la muerte durante tres horas.”
Mohammed murió a causa de sus heridas aproximadamente a las 05:00 de la madrugada
del 11 de enero. Sobre las 07:30, Ihab se las arregló para caminar hasta el hospital Al
Quds y logró que una ambulancia llegara hasta la casa.
Fares y Mohammed Hamouda
“Envié a Intissar en la primera ambulancia”, dijo Talat. “Estaba muy malherida, los
demás estaban muertos”.
“Cuando iba hacia la ambulancia le pregunté a Talat cómo estaba Fares,” dijo Intissar.
“Me dijo, ‘está bien, cuídate’. En mi corazón, yo sabía que no estaba bien. Vi a
Mohammed en el hospital, no sabía que había muerto. Me estaban preparando para
rayos X, había una cortina entre las camas, la apartaron y vi a Mohammed tendido allí.
Me puse a llorar, le dije a la enfermera que era mi hijo”.
Intissar estuvo internada en el hospital Shifa durante quince días. Debido a la gravedad
de su estado fue trasladada un mes a Egipto. Desde la ofensiva, la han operado tres
veces de las piernas y el estómago. Cuando el CPDH entrevistó a Intissar, todavía tenía
dos pedazos de metralla incrustados en el cuerpo.
“No he podido caminar bien en tres meses,” dice Intissar. “He necesitado mucha
fisioterapia, ahora me resulta muy difícil utilizar las escaleras, me tiene que llevar mi
marido. Todavía necesito mucha terapia, un fisioterapeuta viene a casa. Dentro de seis
meses tengo que volver a Egipto. Me estoy medicando para los efectos colaterales de la
metralla y van a ver si necesito otra operación. Sufro mucho. Me duele mucho donde
tengo las heridas”.
La casa de los Hamouda fue casi completamente destruida. Los disparos de los tanques
volaron las paredes y no hay puertas ni ventanas. Desde el 1 de abril viven en un
apartamento alquilado. Hamás paga 200 dólares al mes a sus vecinos para ayudarles a
cubrir el coste del alquiler; sin embargo, Intissar cree que, como Talat es partidario de
Fatah, ellos no han recibido compensación alguna.
“Siempre recuerdo a mis dos hijos”, dice Intissar. “Son mártires, es la voluntad de Dios,
pero es muy duro que ya no estén. Creo que mi dolor es la forma que tiene Dios de
ayudarme a no pensar en lo que está sucediendo. Ahora que tengo menos dolor, pienso
cada vez más. Les recuerdo, es muy duro... La medicina que tomaba me dejaba
atontaba, no podía sentir. Mi familia me comentaba que yo decía cosas, pero no recuerdo
qué pude decirles. Cuando pasa el efecto de los medicamentos, vuelvo a sentir todo el
dolor”.
“Sueٌo con reconstruir nuestra casa, me gustaba mucho. De nuestro hogar sólo pudimos
coger un sofá y dos sillas, todo lo demás desapareció. Sueٌo con quedarme otra vez
embarazada, con tener otro niٌo”.
La familia de Hamouda fue alcanzada repetidamente por el fuego de los tanques
israelíes. Aunque hubiera habido actividad de la resistencia en la zona, las fuerzas
israelíes tenían la obligación de respetar a los civiles. La resistencia no estaba utilizando
su casa y era un objeto civil. Como resultado de los repetidos ataques contra la casa, que
fue alcanzada por los disparos de los tanques en tres ocasiones distintas, el CPDH cree
que la casa fue atacada directamente, una violación del principio de distinción y un
crimen de guerra, como aparece codificado en el artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de la
CPI.
El CPDH establece que atacar directamente un objeto civil, causando la muerte de
habitantes civiles, constituye un crimen de asesinato premeditado, una grave violación
de los Convenios de Ginebra. Es de esperar que si se ataca una casa civil se hiera o se
mate a sus habitantes civiles.
Las fuerzas israelíes además impidieron que las ambulancias entraran en la zona,
violando sus obligaciones, inter alia, Artículo 16 del IV Convenio de Ginebra.
Estudio de caso n؛ 7: Wafa Awaja
“Estaba en la calle con mi hijo. Le hablaba todo el tiempo, diciéndole que todo iría bien.
Ibrahim me dijo que no me muriera. Le dije: ‘Está bien, los soldados israelíes están
llegando. Ellos nos salvarán.’ Me dispararon de nuevo en el pecho y a Ibrahim en la
cabeza. Estaban a una distancia de unos diez metros” (Kamal Awaja)
Dia, Wafa y Zikrayat Awaja © Sarah Malian/CPDH
Entrevistados:
Wafa Awaja (33 aٌos)
Kamal Awaja (48 aٌos)
Fecha del suceso:
4 de enero de 2009
Lugar:
Norte de Beit Lahiya
Víctimas:
Ibrahim Awaja (9 aٌos): muerto
Kamal Awaja (48 aٌos): herido
Wafa Awaja (33 aٌos): herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Grave violación de los Convenios de Ginebra
Ataque directamente dirigido contra civiles: Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto del la CPI
Ataque dirigido directamente contra objetos civiles: Artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de
la CPI
El 4 de enero de 2009, Wafa Awaja (33 aٌos) dormía en su casa, situada al norte de Beit
Lahiya, cuando llegaron soldados y excavadoras israelíes para demoler su casa. Las
fuerzas israelíes no dieron ningْn aviso previo de demolición a la familia: sus hijos se
despertaron por el ruido que hacían los soldados israelíes al derribar las paredes
cercanas. La familia se las arregló para huir de la casa cuando las paredes caían a su
alrededor.
Wafa Awaja vivía con su marido, Kamal (48 aٌos), en una casa de tres dormitorios cerca
de Beit Lahiya, al norte de la Franja de Gaza. La pareja tenía seis hijos, Umsiyat (12
aٌos), Subheh (10 aٌos), Ibrahim (9 aٌos), Hala (7 aٌos), Dia (3 aٌos), and Zikrayat
(un aٌo y medio). Cuando Wafa regresó a la casa poco después de la demolición,
dispararon a su hijo Ibrahim.
Cuando la familia intentó que los soldados israelíes les ayudaran, éstos abrieron fuego
por segunda vez alcanzando a ambos, Kamal y Wafa, en las piernas. Cuando los soldados
israelíes se aproximaron a la familia, abrieron fuego por tercera vez. A Kamal le
dispararon en el pecho, a Ibrahim en la cabeza. Murió inmediatamente.
Wafa y Kamal viven ahora en un campamento temporal en Al-Attatra, con sus cinco hijos
supervivientes. Toda la familia está traumatizada por la experiencia. En el momento de
escribir este informe, Umsiyat y Subheh estaban recibiendo tratamiento psicológico en
Polonia bajo el cuidado del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza. La
familia no tiene esperanzas de volver a casa en un futuro cercano; han tratado de
establecerse en el campamento y salir adelante lo mejor que pueden. Pese a sus grandes
esfuerzos, la vida en el campamento sigue siendo difícil, puesto que la familia está
expuesta a los elementos, a las carencias y privaciones.
El 21 de junio de 2009, el CPDH entrevistó a Wafa y Kamal en su tienda en Al-Attatra.
Kamal contó al CPDH que la maٌana en la que su casa fue demolida “no hubo
advertencias ni altavoces. Estábamos durmiendo. Me despertó mi hija diciéndome que los
israelíes estaban demoliendo la pared exterior. Me dijeron que la excavadora estaba
llegando a nuestra casa. Todavía estábamos dentro. íbamos a salir por la puerta pero
había un boquete en el muro y Wafa dijo que saliéramos por allí. Justo cuando salíamos
cayó el techo. Es gracias a Dios que todavía estamos vivos”.
Antes del ataque, Kamal pensaba que la familia estaba segura en su hogar. “Los israelíes
solían venir, cuando atacaron Gaza en anteriores ocasiones, pero siempre habían pasado
de largo. No soy una amenaza para ellos, pensaba que estaba en un lugar seguro con
mis hijos. Con anterioridad hubo ataques con artillería, bombardeos y tanques, pero
nunca pensé que sería como esto”.
Inmediatamente después de la demolición de la casa, la familia se ocultó en un solar
vacío cercano a su casa. En medio del invierno, la familia estaba helada ya antes de
amanecer. Kamal pensó incluso en quemar sus ropas para poder calentarse. Una vez que
se hizo de día, la familia trató de volver a su casa, pero había muchos soldados israelíes
por la zona y sintieron que podía ser demasiado peligroso. Kamal decidió que sería más
seguro dirigirse a la cercana casa de sus vecinos beduinos. Sin embargo, la familia no
tenía ropas adecuadas y sentían que no podía ir a casa de sus vecinos sin su gilva. Wafa
volvió a la casa con Ibrahim, Dia y Subheh.
Cuando los cuatro se disponían a dejar la casa tras recoger algunas ropas, dispararon a
Ibrahim en el costado. Había luz, era alrededor de las ocho de la maٌana y los soldados
estaban aproximadamente a una distancia de 100 metros. ‘“Los israelíes no nos dijeron
nada en ningْn momento”, dice Kamal.
Kamal llevó a Ibrahim hacia los soldados israelíes, “No tenía otra parte adonde ir. Fui a
pedirles ayuda, les dije: ‘Tengo un hijo herido’. Me dispararon en una pierna y a mi
mujer en las dos. Caí con Ibrahim”. Kamal yacía en la calle con su hijo mientras Wafa y
el resto de los niٌos se escondieron tras un muro, aproximadamente a una distancia de
unos cuatro metros.
Kamal vuelve a contar su experiencia: “Estaba en la calle, junto a mi hijo. Le hablaba
todo el tiempo diciéndole que se pondría bien. Ibrahim me dijo que no me muriera. Le
dije: ‘Está bien, los soldados israelíes están llegando. Ellos nos salvarán’. Me volvieron a
disparar en el pecho y a Ibrahim en la cabeza. Estaban a unos diez metros de distancia.
Ibrahim murió al instante. Hubo sólo dos disparos. Fingí estar muerto. Pensé que si los
israelíes creían que estaba vivo me dispararían de nuevo. Mi hombro estaba cubierto de
trozos del cerebro y del cráneo de Ibrahim”.
“Pensé que mi marido y mi hijo estaban muertos”, dice Wafa. “Estaba llorando. Uno de
mis hijos me dijo que había visto que los ojos de Kamal se movían. Le grite a Kamal que
si estaba vivo, moviera un dedo; levantó un dedo en declaración de fe (para hacer la
shuhada). Le pregunté por Ibrahim y me dijo que estaba muerto. Fue un extraٌo
sentimiento, estaba muy feliz de que Kamal estuviera todavía vivo, pero muy triste por la
muerte de Ibrahim Estaba solamente a unos cuatro metros. No podía ir a cogerle porque
me habían disparado en las piernas. No podía llegar hasta él”.
Kamal se las arregló para arrastrarse hasta Wafa, pero a causa de sus heridas se vio
obligado a dejar a Ibrahim en la calle. Eran entre las 9:30 y las 10:00 de la maٌana.
“La situación era muy complicada”, dice Kamal. “Tenía un hijo muerto en la calle, estaba
herido, mi mujer estaba herida en ambas piernas y no podía moverse. No teníamos
teléfono móvil, nuestras baterías se habían agotado. Estábamos desconectados del
mundo exterior. Trataba de pensar en cómo llegar hasta nuestros vecinos beduinos para
pedir ayuda. No podía enviar a mis hijos, era demasiado peligroso. Normalmente no me
lleva más de diez minutos llegar hasta ellos. Me costó cuatro horas arrastrándome. En el
camino perdí la conciencia durante algْn tiempo. Finalmente, llegué hasta los beduinos,
llamaron a una ambulancia y trataron de ayudarme a salvar mi familia”.
Inicialmente, la ambulancia le dijo a Kamal que iban a tratar de obtener la coordinación
para poder llegar a su familia y que debía esperar. Por la tarde, Kamal perdió la
esperanza de que pudiera conseguirse la coordinación y trató de regresar con su familia,
pero los beduinos no se lo permitieron, diciéndole que era muy peligroso. Una mujer
mayor intentó llegar hasta la familia pensando que ella no sería un objetivo, pero tan
pronto como salió de la casa se intensificó el tiroteo y se vio obligada a volver. Por la
maٌana, Kamal lo intentó de nuevo con la ambulancia. Le informaron de que la zona era
un área militar cerrada y de que no podrían llegar hasta allí.
“Estábamos esperando a Kamal,” dice Wafa. “Los tanques se movían cada media hora o
así, había unos cuarenta. Los soldados se quedaban mirándonos, algunos de ellos se
reían. Vi al soldado que disparó a Kamal y a Ibrahim, estaba sólo a unos diez metros de
distancia. Todavía veo su cara. Todos los niٌos trataban de ocultarse detrás de mí. Le
dije: “Deje de disparar, ha matado a mi marido y a mi hijo, por favor, no dispare’. Todos
los niٌos estaban llorando. Los soldados no nos dijeron nada. Todo el tiempo que estuve
gritando, él se reía. Eran dos soldados”.
“Estuve sola durante veinticuatro horas”, continuó Wafa. “Mis heridas eran muy
dolorosas pero cuando me quité los pantalones, me di cuenta que no eran tan grandes.
Hacía mucho frío, no teníamos con qué taparnos. Yacía sobre mi espalda con los niٌos a
mi alrededor. Nos tapábamos con mi jilbab. Tenía que ser fuerte por los niٌos. No quería
asustarles. Pero yo estaba muy asustada, mi hijo había muerto y mi marido se había ido
hacía mucho rato. Vi la camisa de Ibrahim moverse una vez y pensé que todavía estaba
vivo, pero después recordé que le habían disparado y supe que estaba muerto. Dia
seguía llamando a Ibrahim: ‘Ven, ven’. No sabía que su hermano estaba muerto”.
“Envié a Subheh a tapar el cuerpo de Ibrahim”, dice Wafa. “No pudo hacerlo. Dijo:
‘Madre, no puedo. Ibrahim no tiene ojos ni cara’”.
Por la maٌana, Kamal se las arregló para volver con la familia. Regresaron a las ruinas
de su casa, esperando encontrar refugio y algo de comida y agua. La familia permaneció
cuatro días en las ruinas de su antigua casa, durmiendo sin mantas. Se las arreglaron
para encontrar debajo de los escombros algo de za’atar y dugga para comer.
“Dia tenía miedo de que alguien le quitara la comida,” cuenta Wafa. “La estuvo
guardando todo el tiempo. Incluso ahora, cuando se va a dormir, coge un pedazo de pan
y se lo lleva. Si se lo cogemos se despierta”.
Al cuarto día, pasaron cerca dos mujeres beduinas. Prometieron traernos ayuda y
regresaron con un carrito y un burro. Las mujeres llevaron a la familia al hospital Kamal
Odwan. Salieron del hospital ese mismo día y regresaron a un pequeٌo edificio cercano a
su casa. Diez días después de la ofensiva, se construyó el campamento donde viven
ahora.
“Cuando la gente pregunta cuánto tiempo estaremos aquí”, replica Wafa, “les digo que
no menos de un aٌo. La vida es muy complicada, pero ahora es algo más fácil. Al
principio los siete estábamos en una tienda y estábamos heridos; no podíamos hacer
nada. No había agua en el campamento, si quería lavar la ropa tenía que volver a mi
antigua casa”.
En el campamento, durante tres meses, la familia no dispuso de gas para cocinar y se vio
obligada a cocinar en una hoguera abierta. En el campo, les llevaban pan todos los días y
recibieron tiendas de la UNRWA y de Rotary International. Todas las demás cosas deben
comprarlas ellos.
A Wafa y su familia les costó mucho adaptarse al campamento. “La cuestión del cuarto
de baٌo ha sido muy dura para mi”, dice. “En el campo había sesenta tiendas pero sólo
dos cuartos de baٌo. Les pedía a los niٌos que fueran al baٌo en la escuela.
Acostumbraba a ir con mi hija mayor al cuarto de baٌo de mi antigua casa, que no fue
destruido. Es una cosa muy delicada para las mujeres. Caminaba casi un kilómetro para
ir allí. Ahora que han traído un contenedor para servicios es mejor. Aquí sólo hay ahora
once tiendas.
“No había agua ni electricidad antes”, dijo Wafa al CPDH, “ni siquiera podíamos recargar
nuestros teléfonos. Llovía y hacía frío, cuando los niٌos oían la lluvia y los truenos
pensaban que eran los israelíes. Con la lluvia todo se cubría de barro. Las condiciones
ahora son un poco mejores, tenemos cuatro tiendas. No tenemos esperanzas de volver a
casa a corto plazo, de modo que hemos empezado a plantar verduras”.
Kamal Awaja © Sarah Malian/CPDH
La familia recibió 4.000 euros del gobierno de Gaza. Kamal trató de alquilar un
apartamento pero era demasiado caro. La familia Awaja era propietaria de la casa y el
terreno donde vivía. “Lo habíamos mejorado poco a poco antes de la ofensiva”, dijo
Kamal. “Cuando teníamos dinero construíamos más. Era una vida, ahora no tenemos
vida”. El gobierno de Gaza ha proporcionado a la familia una especie de contenedor para
vivir; sin embargo, insistieron en colocarlo donde estaba su antigua casa. Kamal se negó,
porque cree que la zona sigue siendo demasiado peligrosa.
“El gobierno no nos permitió traer el contenedor aquí”, continuó Wafa. “Dijeron que
ْnicamente lo podíamos poner en nuestra antigua casa. Tengo miedo por los niٌos, hay
serpientes aquí, es una zona muy abierta. No hay ningْn lugar como tu casa. La vida era
mucho mejor antes. Mi esperanza y mi sueٌo es volver a casa antes del 3 de enero de
2010. Incluso si nos construyeran un palacio en cualquier otro lugar, no sentiría nada. Mi
corazón está roto, Ibrahim está muerto y todos mis hijos afectados por la ofensiva. Los
niٌos están todo el tiempo asustados, si escuchan un ruido extraٌo piensan que son los
israelíes. En el campamento hay perros, mosquitos y moscas”.
“Subheh era como el gemelo de Ibrahim, le afectó mucho su muerte. Ahora está en
Polonia33. Aunque reconstruyeran la casa, ؟como pueden reconstruir nuestras vidas?”
La familia ha intentado establecerse en el campamento. “Tengo que vivir por mis hijos.
He empezado a cultivar hortalizas aquí. Estamos en 2009, pero hemos vuelto a 1948”.34
33 En el momento de escribir estas líneas, Sube y Umsiyat se encontraban en Polonia recibiendo tratamiento
psicológico con el Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza
34 Se refiere a la Nakba palestina, el desarraigo y expulsión de los palestinos de su tierra por la creación del
Estado de Israel.
En abril, la familia celebró una fiesta de cumpleaٌos por Ibrahim, invitando a toda su
clase.
El asesinato premeditado de Ibrahim representa una grave violación de los Convenios de
Ginebra. El ataque directo contra Wafa, Kamal e Ibrahim cuando se estaban acercando a
los soldados israelíes para pedir ayuda, también es un crimen de guerra, como aparece
tipificado en el artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la CPI. Dado el emplazamiento de la
casa de la familia Awaja y la ausencia de actividad de la resistencia en la zona, el CPDH
cree que la destrucción de su casa no estuvo justificada por necesidades militares. Como
tal, es un crimen de guerra, como se estipula en el artículo 8 (2) (b) (ii) del Estatuto de
la CPI.
ATAQUES INDISCRIMINADOS
“Hubo días que sólo disparábamos contra zonas densamente habitadas dentro de la
propia Ciudad de Gaza” (Testimonio 6, Informe de “Breaking the Silence” sobre la
Operación Plomo Fundido).
Son ataques indiscriminados los “de tal naturaleza que atacan objetivos militares y a
civiles y objetos civiles sin distinción”.35
El Derecho Internacional Humanitario consuetudinario define como ataques
indiscriminados los siguientes:
a) los que no van dirigidos contra un objetivo militar específico;
b) los que emplean medios o métodos de combate que no están dirigidos contra un
objetivo militar especifico; o
c) los que emplean métodos o medios de combate a los que no se pueden poner límites,
como exige el Derecho Humanitario Internacional;36
Los ataques desproporcionados son una forma de ataques indiscriminados. Un ataque
desproporcionado es del que “se espera que cause pérdidas imprevistas de vidas civiles,
heridas a civiles, daٌos a objetivos civiles o una combinación de todo ello, lo cual sería
excesivo en relación a la ventaja militar directa prevista”.37
El lanzamiento intencionado de un ataque indiscriminado es un crimen de guerra, segْn
se estipula en el Artículo 8 (2) (b) (iv) del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
35 Artículo 51 (4), Protocolo Adicional I.
36 Comité Internacional de la Cruz Roja, Derecho Internacional Humanitario Consuetudinario, Norma 12 (2005).
37 Artículo 51 (5) (b), Protocolo Adicional I.
Estudio de caso n؛ 8: Leila Al-Ir
“Desde el sábado hasta el jueves estuvimos fuera del mundo, no tuvimos conexión con
nadie. Dormí con mis hijos muertos” (Leila Al-Ir)
Leila Al-Ir © Sarah Malian/CPDH
Entrevistados:
Leila Al-Ir (43 aٌos)
Nahed Al-Ir (26 aٌos)
Fecha del suceso:
3 al 8 de enero de 2009
Lugar:
Zona fronteriza al este de Jabaliya
Victimas:
Mohammed Mousa Al-Ir (42 aٌos): muerto
Iman Al-Ir (26 aٌos): muerta
Fidaa Al-Ir (18 aٌos): muerta
Ibrahim Al-Ir (12 aٌos): muerto
Rakan Al-Ir (6 aٌos): muerto
Leila Al-Ir (43 aٌos): herida
Nahedh Al-Ir (26 aٌos): herido
Yasmine Al-Ir (14 aٌos): herida
Malak (dos aٌos y medio): herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Grave violación de los Convenios de Ginebra.
Ataque indiscriminado: Artículo 8 (2) (b) (iv) del Estatuto de la CPI
Alrededor de las 17:00 horas del 3 de enero de 2009, la familia Al-Ir estaba sentada
fuera de su hogar, situado al este de Jabaliya, cuando la zona cayó bajo el bombardeo de
la artillería. El marido de Leila Al-Ir, Mohammed (45 aٌos), y tres de sus hijos, Rakam (6
aٌos), Ibrahim (12 aٌos) y Fidaa (18 aٌos), murieron casi inmediatamente. La hijastra
de Leila, Iman (26 aٌos), murió a causa de sus heridas al día siguiente.
Leila Al-Ir vivía con su marido y sus siete hijos en una zona situada apenas a 600 metros
de la frontera con Israel, junto a una de las principales rutas terrestres de la invasión.
Aproximadamente quince minutos después del bombardeo artillero que golpeó la casa de
los Al-Ir, las tropas israelíes invadieron la zona. En el momento del ataque, Leila estaba
embarazada de dos meses; perdió a su hijo el 4 de enero.
Como resultado del ataque y la muerte de su marido y sus hijos, Leila Al-Ir sufre un
grave trauma psicológico. Tras el ataque estuvo un mes sin poder hablar y actualmente
recibe tratamiento de Médicos sin Fronteras. Puesto que es muy peligroso volver a su
casa, Leila vive ahora con su hijastro, Nahedh, y sus cuatro hijos supervivientes en un
apartamento alquilado en Sheik Zayed. Todas las pertenencias de los Al-Ir's fueron
destruidas.
El 9 de mayo de 2009, el CPDH entrevistó a Leila y a Nahedh Al-Ir en su apartamento en
Sheik Zayed, al norte de Gaza. Leila contó al CPDH que, a pesar de la intensidad de los
ataques de la semana anterior, "nosotros no esperábamos que nos sucediera nada,
pensamos que iba a ser como de costumbre. Siempre había lucha en la zona porque
estaba muy cerca de la frontera. Estábamos acostumbrados, veíamos los tanques y los
soldados cerca de nuestro hogar, pero habitualmente pasaban de largo". Sin embargo,
después de que impactara el primer obْs contra la casa, el esposo de Leila, Mohammed
Al-Ir decidió que tenían que salir de allí y la familia comenzó a cargar sus pertenencias
en un carrito tirado por un burro. El segundo obْs destruyó el carrito, matando a
Mohammed y a Rakan de inmediato e hiriendo gravemente a Fidaa e Ibrahim. Nahedh,
Malak, Yasmine y Leila también resultaron heridos.
Nahedh, que resultó herido en la mano, las piernas y el pecho, fue tambaleándose hasta
la casa de un vecino, Mohammed Atawna, para pedir ayuda. Mohammed Atawna utilizó
su radio para tratar de contactar con una ambulancia o con la Cruz Roja. Sin embargo,
debido a la presencia israelí, las ambulancias no podían llegar hasta allí. Después de dos
horas, Nahedh decidió abandonar la casa. "Llamaba a mi familia para tratar de salvarlos,
pero nadie contestaba, todos estaban aterrados…" Finalmente, el primo de Nahedh lo
llevó al hospital de Al Awda. No tuvo ninguna noticia de su familia durante los cinco días
siguientes.
"Después de que nos alcanzaron los obuses, no sabía quien estaba vivo y quien muerto",
dijo Leila. "Vi a Ibrahim con el cuerpo cubierto de sangre. Tenía 12 aٌos. Puse mi mano
sobre su cabeza. Sentía sus heridas y me di cuenta de que se estaba muriendo… Lo cogí
cuando exhalaba su ْltimo hálito. Después, llevé a Ibrahim adentro, para protegerle.
Temía que si había otro ataque lo despedazaría. Mi hija Nidaá, me contó que Rakan
también estaba muerto. Corrí afuera y vi a Fidaa despedazada por el suelo, como una
gallina masacrada… mi hija. La llevé adentro y la puse al lado de Ibrahim… Todo su
cuerpo estaba herido. Me dije ‘Ibrahim está muerto, Rakan está muerto, ahora perderé
también a Fidaa’. Llamaba a mi esposo, Mohammed, pero entonces no sabía que también
le habían matado. Ni yo ni mi hija podíamos llevar a Rakan, estaba demasiado
despedazado. Entonces oímos la voz de Iman, la esposa de Nahedh, pedía una
ambulancia, que alguien la ayudara".
Tras el ataque, la casa de los Al-Ir empezó a arder. "Todos los vecinos me pedían que
saliera," dijo Leila. "Me negué a dejar a los niٌos. No podía. Traté de traer mantas para
cubrirles. Iman todavía estaba viva, había perdido las piernas y un brazo… Los cogí a
todos, uno a uno, y los llevé a la casa del vecino."
Durante los cinco días siguientes, Leila y su familia se refugiaron con la familia de los
Atawna. Las fuerzas israelíes les impidieron abandonar el área y tuvieron que guarecerse
en campo abierto. A fin de protegerse de la intemperie y de los bombardeos, se echaron
una lona encima. Entre todos, quince personas estuvieron así desde el sábado al jueves.
No tenían ningْn alimento, ْnicamente unas botellas de agua para las niٌas. Leila volvió
a contar su historia: "Yasmine sangraba. Yo perdí a mi bebé y mi pierna estaba
sangrando también. Desde el sábado al jueves estuvimos fuera del mundo, no tuvimos
contacto con nadie. Dormí con mis hijos muertos.”
Durante esos cinco días, las tropas israelíes ocuparon posiciones cerca de los Al-Irs y los
Atawna. Las familias hicieron seٌales a las tropas “para decirles que necesitaban agua,
les dijimos que teníamos personas heridas, que necesitábamos ambulancias.” Sin
embargo, la ْnica respuesta de las tropas fue disparar en dirección de la familia. Iman
murió a causa de sus heridas el domingo 4 de enero.
Alrededor de las ocho de la maٌana del jueves 8 de enero, dos soldados israelíes se
acercaron al grupo preguntando quién había dentro. Segْn Leila, “la madre de
Mohammed Atawna les dijo: ‘Estamos aquí, con nuestros vecinos, somos 15 personas”.
Mohammed (Atawna) trató de mostrarles su documento de identidad, pero ellos le
dijeron que no querían exactamente su documento de identidad, que querían
lanzagranadas. Dijeron que éramos de Hamás, Mohammed les dijo: “No somos
combatientes de Hamás o de la resistencia, somos beduinos y pastores”.
Pocos minutos después, los soldados regresaron con excavadoras. “La madre de
Mohammed les dijo: ‘Tenemos los cuerpos de los muertos, necesitamos enterrarlos,
tenemos heridos, necesitamos ambulancias”, dijo Leila. “Las excavadoras comenzaron a
invadir el terreno y la madre de Mohammed Atawna nos ordenó salir a todos porque las
excavadoras venían y corríamos un gran peligro”.
Una vez que las excavadoras empezaron a destruir la zona, las familias huyeron hacia
Jabaliya. “Lo destruyeron todo, la tierra, los animales. Dejé a mis hijos muertos, era
cuestión de vida o muerte, y seguí corriendo, no podía llevármelos. Vi las excavadoras
cuando comenzaron a apoderarse de la tierra, cuando cogieron los cuerpos. Traté de
volver pero Nidaa dijo no, están muertos. Supliqué a mis hijos que me perdonaran, que
no pude salvarlos, que no pude enterrarlos. Vi las excavadoras destruyéndolo todo,
incluso los cadáveres. No pueden imaginar lo que se siente. No podía llevármelos, no
podía enterrarlos. Corrimos hasta que llegamos a la ciudad de Jabaliya. Por todo el
camino había disparos de tanques, de soldados, incluso de aviones. Todos corríamos, sin
zapatos, sin cubrirnos la cabeza. Yo cargaba con Malak, pensaba que también estaba
muerta, no podía moverse ni respirar bien”.
Cuando la familia llegó a Jabaliya, todos estaban totalmente extenuados. “Malak se me
cayó de las manos”, recuerda Leila. “Oí que un hombre decía que éramos la familia de
Nahedh, que estaba vivo, después de eso no recuerdo nada. Me desperté en el hospital.
La familia me llevó a la casa familiar en Ciudad de Gaza. Estuve allí mucho tiempo.
Estaba en muy mal estado”.
Durante todo el tiempo, Leila pensó que su marido había escapado. Cuando estaba con
sus parientes en Ciudad de Gaza, escuchó a su hermano decirle a Nidaa que iba a llamar
a Israel, que quizás Mohammed estuviera allí, en un hospital. Sin embargo Leila oyó
decir a Nidaa: ‘No te molestes, yo le vi. Está muerto’. “Cuando oí eso perdí el
conocimiento”.
Leila padece un trauma psicológico grave a consecuencia de su experiencia. “Un mes
antes no era capaz de hablar. No quise ver a nadie ni hablar con nadie durante mucho
tiempo”. Un mes después de la ofensiva, el hermano mayor de Leila llamó a Médicos Sin
Fronteras. “He estado con ellos durante tres meses. Me visitaban dos veces por semana
y me daban medicinas para dormir porque no podía dormir sin ellas”.
Tras el alto el fuego, el hermano mayor de Leila regresó a la zona y encontró a los
niٌos. Tres días después, se descubrió el cuerpo sin vida de Mohammed. Fueron
enterrados cerca de la casa.
Hoy, seis meses después del fin de la ofensiva, la familia está luchando por reconstruir
sus vidas. Han perdido todas sus pertenencias, su rebaٌo y su casa. “Solíamos vivir de la
tierra”, dijo Leila. “Antes teníamos de todo. Después de que lo incendiaran, ni siquiera
encontramos ropa que ponernos. Las ْnicas fotos de mi familia son de la hermana de
Nahedh. Cogí una foto de Fidaa de su escuela”.
Rakam e Ibrahim Al-Ir © Sarah Malian/CPDH
Nahedh, que ahora es el ْnico varón del grupo familiar, no puede encontrar trabajo. “No
puedo volver a la zona, está muy abierta después de que los israelíes lo destruyeran
todo. Está a solamente a 600 metros de la frontera y es muy peligrosa. Teníamos 40
ovejas y vacas, las han matado a casi todas, ahora tenemos cinco”.
La UNRWA ofrece a la familia una limitada ayuda financiera, mientras que Médicos Sin
Fronteras ayudó a la familia a comprar muebles nuevos y una lavadora y les da un
paquete de alimentos cada quince días.
El CPDH cree que las fuerzas israelíes no tomaron las precauciones necesarias en el
ataque. En aquel tiempo, no había actividad en la zona de la resistencia, de semejante
bombardeo indiscriminado de artillería contra la zona, razonablemente, sólo cabía
esperar pérdidas de vidas civiles y daٌos a las propiedades muy superiores a las ventajas
militares previstas; un crimen de guerra, segْn se define en el Artículo 8 (2) (b) (iv) del
Estatuto de la CPI.
El CPDH cree que las muertes de civiles perpetradas por el ataque a la casa de los Al-Ir
constituyen el crimen de asesinato intencionado, una grave violación de los Convenios de
Ginebra. Además, el Derecho Internacional Humanitario consuetudinario exige “Siempre
quiera que las circunstancias lo permitan, y especialmente tras un enfrentamiento, cada
parte del conflicto debe, sin demora, adoptar todas las medidas posibles para buscar,
agrupar y evacuar a los heridos… sin distinción”. A pesar de la presencia de un gran
nْmero de tropas israelíes en el área, no se brindó ninguna ayuda a las familias. Les
dejaron sin alimentos y sin agua durante cinco días, abandonando a los heridos sin
tratamiento.
Caso de estudio n؛ 9: Sabah Abu Halima
“Solía pensar que era la mujer más feliz del mundo. Ahora que he perdido a mi hija, a
mis hijos y a mi marido, soy la mujer más triste del mundo, tengo miedo a dormir. Me
siento tan asustada en esta casa” (Sabah Abu Halima).
Sabah Abu Halima © Sarah Malian/CPDH
Entrevistada:
Sabah Abu Halima
Fecha del suceso:
4 enero 2009
Lugar:
Sayaza
Víctimas:
Saadallah Abu Halima (45 aٌos): muerto
Abderrahim Abu Halima (14 aٌos): muerto
Zeid Abu Halima (11 aٌos): muerto
Hamza Abu Halima (10 aٌos): muerta
Shahd Abu Halima (1 aٌo): muerta
Ghada Abu Halima: muerta por heridas sufridas
Yousef Abu Halima: herido
Ali Abu Halima (15 aٌos): herido
Omar Abu Halima (17 aٌos): herido
Farah Abu Halima: herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato premeditado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque directo contra la población civil: Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte
Penal Internacional
Ataque indiscriminado: Artículo 8 (2) (b) (iv) del Estatuto de la Corte Penal Internacional
El 4 de enero de 2009, las fuerzas terrestres israelíes entraron en las áreas de al-Atatra y
al-Sayafa, situadas al oeste de la ciudad de Beit Lahiya, en el norte de la franja de Gaza.
Durante el asalto, acompaٌado de bombardeo intenso, las fuerzas israelíes utilizaron una
serie de armas, incluidas bombas convencionales y de fósforo blanco. Dos proyectiles
impactaron en la casa de Abu Halima, de los que al menos uno contenía fósforo blanco.
Dieciséis personas vivían en la casa entonces, de las que catorce se hallaban en el
interior durante el ataque. Mataron a cinco miembros de la familia de Sabah. El 19 de
marzo, un sexto, Ghada Abu Halima (nuera de Sabah) moría en un hospital de Egipto a
causa de las heridas sufridas. Todos los demás civiles en la casa resultaron heridos, tres
de ellos sufrieron abundantes quemaduras.
Cuando la familia intentó llevar a los muertos y heridos al hospital, los soldados israelíes
les dispararon directamente. Mataron a dos civiles: Mohammed Hekmat Abu Halima (19
aٌos) y Matar Abu Halima (27 aٌos); e hirieron a dos más: Omar Abu Halima (17 aٌos)
y Nabila Abu Halima (28 aٌos). La familia abandonó a la fuerza a sus muertos y huyó a
pie llevándose a los heridos.
El 29 de Abril de 2009, el CPDH entrevistó a Sabah y Omar Abu Halima en su casa, en el
área de Sayafa, en el noroeste de Gaza. “Nos encontrábamos todos en el dormitorio”,
dice Sabah, “pero estábamos asustados y teníamos que irnos. Nos fuimos al pasillo
porque pensamos que sería más seguro”.
A las 15:00 horas aproximadamente, una bomba de fósforo blanco traspasó el techo del
pasillo. “Una bomba entró por el techo”, dice Sabah, “estalló sobre la cabeza de mi
marido y sobre mis hijos. Decapitó a mi marido y Zeid y Hamza murieron casi al instante.
Había fuego por todas partes. Hacía mucho calor, mi hijo Zeid gritaba: ‘es fuego, es
fuego’. Entonces le oí musitar el shuhadah y enmudeció. Había un montón de humo,
pensé que si no moría por el fuego, moriría por el humo. Estaban a mi lado pero no podía
verlos, sólo oírlos. Oí a mi otro hijo pidiéndonos que nos marcháramos y rezando;
cuando le encontramos, más tarde, agarraba una alfombra de rezo. Le enterramos con
ella”.
En el momento del ataque, Sabah estaba amamantando a su hija de diecisiete meses,
Shahd. “La segunda bomba estalló sobre mí”, dice Sabah. “La niٌa se me cayó al fuego.
Chillaba: ‘Mamá, Mamá’ pero no pude hacer nada. No podía ver nada, estaba en medio
del fuego con ella. Incluso estando rodeada de fuego, no sentía el calor. Pero podía oír a
mis hijos, pedían ayuda y yo no podía hacer nada.”
“Estaba echada sobre el lado derecho, no sabía dónde encontrar a Shahd porque el fuego
estaba por todas partes. No podía ver. Permanecí junto a la pared pero estaba tan
caliente, el suelo estaba rojo. Perdí la vista durante un segundo. Cuando me miré, estaba
desnuda. Mi ropa se había quemado y mi cara estaba totalmente negra. Si me hubiera
visto a mí misma, podría haber perdido la razón.”
Cuando Sabah salió de la casa vio a sus dos hijos. “No estaban en la casa en el momento
del ataque”, recuerda Sabah, “no paraban de preguntarme qué había pasado. Les dije:
‘Entrad y buscad a vuestro padre, vuestros hermanos y hermana. Yo estoy bien’.
Finalmente Omar encontró a su familia. Estaban carbonizados, sólo reconocieron a su
padre por las piernas”.
Después del ataque, la familia intentó llamar a una ambulancia. Pero ninguna podía
llegar a la zona porque era demasiado peligroso. Omar consiguió encontrar un tractor y
un camión para llevar a los muertos y heridos al hospital. En el primer tractor, iban el
cadáver de Shahd y Ghada y su hija Farah, que estaban gravemente heridas. Ali,
Mohammed Saad, Matar, Nabila y Omar acompaٌaban al tractor que conducía
Mohammed Hekmat.
Cuando el tractor llegó cerca de la escuela Umar Ibn al-Khattab fue detenido por fuerzas
del ejército israelí que estaban posicionadas en las casas de enfrente de la escuela.
“Había más de diez soldados”, dice Omar, “estaban en un balcón de la casa de Abu
Ghunaim. Yo estaba abajo y ellos arriba, nos ordenaron levantar las manos. Incluso nos
levantamos las camisetas. Inmediatamente dispararon a Mohammed y a Matar.
Mohammed conducía y Matar iba a su lado. Yo sostenía el cuerpo de Shahd, el soldado
me ordenó tirarlo al suelo. En lugar de eso la puse en el tractor. Después de dejarla me
disparó en el brazo. Nabila gritaba: ‘Dejad que me lleve a los niٌos’. Le dispararon en el
hombro izquierdo. Entonces ordenaron a Mohammed que se desnudara”.
“Escapé”, continْa Omar. “Ellos le ordenaron a Mohammed que bajara a los demás al
suelo. Les pidió llevarse a los muertos pero los soldados dijeron que los dejásemos.
Caminamos durante un kilómetro más o menos, no podíamos encontrar ningْn coche.”
Los cadáveres permanecieron en el lugar hasta el 9 de enero, cuando el CICR aseguró la
coordinación desde Israel para permitir el acceso de una ambulancia de la Media Luna
Roja a la zona. Sin embargo, el personal de la ambulancia no fue capaz de localizar el
cadáver de Shahd. “Los perros se la llevaron a Salateen”, dice Sabah. “La encontramos
sin piernas, los perros se las habían comido”.
Sabah iba en el segundo camión cuando intentaban llegar al hospital Kamal Odwan.
“Pusimos a mi marido y al resto de los muertos en el camión de un primo, en una manta.
Incluso las mantas todavía ardían”. Cuando llegó el camión a la rotonda de Al-Attatra,
fuerzas israelíes posicionadas en la zona abrieron fuego. “Nos ordenaron abandonar el
coche y los cadáveres”, dice Sabah. “Un bulldozer empujó el coche hacia un hoyo y lo
cubrió de arena. El 14 de enero la CICR aseguró la coordinación para que la Media Luna
Roja Palestina buscara los cuerpos. Los reconocimos por las mantas y el coche.”
“Ahora me quedan seis hijos”, dice Sabah. “Perdí cuatro. Perdí a mi hija. Siempre había
soٌado con una hija, la quería mucho. No puedo imaginarme la vida sin mi marido y sin
mis cuatro hijos. No puedo imaginarme la vida de nuevo en esta casa. Me da miedo
permanecer en esta casa, mi hermana se queda todo el tiempo conmigo, dejó a sus hijos
y su marido para venir conmigo. No puedo dormir en esta casa, me escapo todas las
noches a casa de mi madre. No puedo hacer nada; mi hermana me ayuda a vestirme. No
quiero esta casa, he vivido aquí veinticinco aٌos. Si quieres ayudarme, sácame de aquí”.
Sabah pasó once días en un hospital en El Cairo. Estuvo tres meses en el hospital Shifa
de la ciudad de Gaza. Ahora recibe tratamiento de Médicos Sin Fronteras.
El hijo de Sabah, Omar, tuvo que dejar la escuela secundaria para ganar dinero para su
familia. Ahora trabaja de granjero. Las fuerzas israelíes ocuparon la casa después de que
la familia se fuera. “Cuando volvimos a casa no había nada sobre lo que dormir, nada en
lo que sentarse. Los vecinos tuvieron que ayudarnos”, dice Sabah. La casa resultó
severamente daٌada por la ofensiva. Hay agujeros de bala en las paredes, y los suelos y
paredes del pasillo y las habitaciones de atrás están teٌidos por el fuego. El suelo de
loseta está manchado de sangre. La familia ha intentado limpiarlo frotando pero la
mancha no quiere irse.
Omar y Farah Abu Halima © Sarah Malian/CPDH
“Solía pensar que era la mujer más feliz del mundo. Ahora he perdido a mi hija, a mis
hijos y mi marido, me siento la mujer más triste del mundo, tengo miedo a dormir. Estoy
tan asustada en esta casa. Necesito un psicólogo.”
La nuera de Sabah, Ghada, y su hija Farah sufrieron graves quemaduras en el ataque.
El CPDH considera que la muerte de civiles resultante del ataque a la casa de Abu Halima
y la muerte de civiles mientras se dirigían al hospital, constituyen un crimen de asesinato
premeditado, una grave violación de los Convenios de Ginebra. Atacar directamente a
civiles como objetivo es un crimen de guerra, como se define en el Artículo 8 (2) (b) (i)
del Estatuto de la CPI. La naturaleza indiscriminada del ataque, y en particular el uso de
fósforo blanco, constituyen también un crimen de guerra, como se define en el artículo 8
(2) (b) (iv) del Estatuto del ICC.
Caso de Estudio n؛ 10: Masouda Al-Samouni
“No tengo esperanza ni futuro. Lo perdí todo en el ataque” (Masouda Al-Samouni).
Masouda Al-Samouni © Sarah Malian/CPDH
Entrevistadas:
Masouda Al-Samouni (21 aٌos)
Roweya Al-Samouni (50 aٌos).
Fecha del suceso:
5 de enero de 2009
Lugar:
Zona de Samouni, Zaytoun
Víctimas:
Mohammed Al-Samouni (25 aٌos): muerto
Moatassem Al-Samouni (10 meses): muerto
Moussa Al-Samouni (3 aٌos): herido
Masouda Al-Samouni (21 aٌos): herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato premeditado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque indiscriminado: Artículo 8 (2) (b) (iv) del Estatuto de la Corte Penal Internacional
El 5 de enero de 2009, unos ciento cincuenta miembros de la extensa familia de Masouda
Al-Samouni (21 aٌos) se refugiaban en la casa de Wa’el Al-Samouni. Las fuerzas israelíes
que operaban en la zona atacaron repetidamente la casa y sus alrededores. En total,
veintiْn miembros de la familia Samouni murieron como resultado de los ataques de ese
día.
Al marido de Masouda, Mohammed (25 aٌos), lo mataron fuera de la casa antes del
ataque principal. Su hijo, Moatassem Bilal (10 meses), murió en sus brazos. Murió por un
ْnico pedazo de metralla que penetró su corazón. Al igual que a Masouda, a Mousa (3
aٌos) lo hirieron en el ataque. Masouda estaba embarazada de cinco meses entonces. El
14 de mayo de 2009 dio a luz a su hijo, Mohammed, llamado así en memoria de su
padre.
Masouda estuvo diez días en el hospital Al Quds. Perdió a su marido y a uno de sus hijos
en el ataque y su casa fue destruida totalmente. Ahora vive con su familia y otros treinta
y un parientes en la casa de sus padres.
El 25 de junio de 2009, el CPDH entrevistó a Masouda y a su madre, Roweya Al-Samouni
(50 aٌos), en su casa en el distrito de Zaytoun, al sudeste de la ciudad de Gaza.
Masouda recuerda los días previos al ataque: “Estábamos en casa el sábado (3 de enero)
cuando sentimos que la situación se volvía muy peligrosa. Toda la noche hubo ráfagas y
bombardeos justo sobre nuestras cabezas. No podía dar de mamar a mi hijo porque
estaba preٌada y no podía conseguirle nada de leche.”
“Mi suegro vio que los soldados se acercaban a la casa. Habló con ellos en hebreo a
través de un hueco de la puerta. Le ordenaron que abriera la puerta y unos treinta
soldados entraron en casa. Había más afuera. Mi padre dijo que teníamos que
marcharnos, así que fuimos a la casa de Talat Al-Samouni. Los soldados se quedaron en
la casa”.
Masouda permaneció aproximadamente con 105 de sus parientes en la casa de Talat. Sin
embargo, al poco de llegar ellos, los soldados israelíes se aproximaron a la casa. “Los
israelíes nos mandaron fuera”, dice Masouda. “Primero registraron a los hombres y luego
nos dijeron que teníamos que abandonar la casa. Pensamos que teníamos que ir a la
ciudad de Gaza pero nos dijeron que fuéramos a la casa de Wa’el Al-Samouni. éramos
alrededor de ciento cincuenta allí. En el camino esposaron a los hombres y les taparon
los ojos”.
“Desde las ocho de la maٌana hasta muy entrada la tarde no hubo comida ni agua. Mi tía
decidió traer algo de trigo y agua para hacer pan para los niٌos fuera de la casa. Todos
los niٌos estaban hambrientos. Hizo pan en el fuego fuera pero no fue suficiente para
todos los niٌos. En aquel momento ya era por la tarde. Se repetían todo el tiempo las
bombas y las ráfagas, era muy peligroso. Mi marido le dijo al grupo que había que irse,
que era demasiado peligroso. Los otros decían que era demasiado peligroso marcharnos,
los soldados nos dispararían si salíamos fuera. La noche era muy fría, no había
suficientes mantas, había demasiadas personas en la casa. No pudimos dormir.”
El 5 de enero, después de que un familiar saliera para conseguir agua potable, Masouda
y su hermana, Safa, decidieron intentar volver a su casa para traer leche y pan para los
niٌos. “Le dije a mi marido que queríamos ir pero él se negó”, dice Masouda. “Dijo:
‘Traeré algo de leٌa y podremos hacer más pan’”.
Mohammed y otros cuatro hombres se fueron a buscar leٌa. Poco después de dejar la
casa, impactó sobre ellos una bomba lanzada por un avión israelí. Mohammed y su primo
Hamdi (23 aٌos) murieron inmediatamente. Los otros tres resultaron heridos y se vieron
forzados a volver a la casa.
“Los tres sangraban mucho”, dice Masouda. “Nada más verlos sin mi marido supe que él
había muerto. Yo gritaba y lloraba. Mi hermana Safa salió afuera para atender a su
marido que estaba herido. La mataron inmediatamente.”
Poco después de que los hombres heridos volviesen a la casa de Wa’el Al-Samouni, ésta
recibió el impacto de cuatro bombas. “Yo estaba en la esquina con mis niٌos
simplemente mirando”, dice Masouda. “Chillaba y lloraba; lo vi todo: la sangre y los
sesos. Había humo por todas partes, vi a mi cuٌado caer al suelo y también a mi suegra.
Me di cuenta de que mis tres cuٌados y mi suegra estaban muertos. Yo llevaba a
Moatassem en brazos pero caí al suelo. Me hirieron en el pecho, no podía moverme.
Levanté mi dedo e hice el shuhadah. Mousa me agarraba y lloraba, Ibrahim se escondía
detrás de mí. Yo sujetaba a Moatassem, traté de mirarlo, estaba cubierto de sangre.
Había un pedazo de metralla justo en su corazón, estaba muerto. Mousa también estaba
herido, en la espalda”.
En medio del pánico, Masouda perdió a Ibrahim. “Buscaba a Ibrahim, pensaba que
también había muerto”, dice Masouda al CPDH. “Debido al humo no podía ver a mi hijo.
Mi primo Sahah gritó: ‘Si alguien sigue vivo, que se vaya fuera’. Enloquecí. Sabía que
Moatassem estaba muerto y que Mousa estaba herido pero no podía encontrar a Ibrahim.
No sabía qué hacer, si buscar a Ibrahim o marcharme. Al final le vi fuera con su tío.
Cuando salí de la casa llevaba a Moatassem y a Mousa. Dejé a Mousa con un vecino y le
dije: ‘Llevátelo y corred, yo no puedo’. Dejé a Moatassem con mi tía. Yo no podía correr,
estaba sangrando y estaba embarazada de cinco meses”.
Masouda dejó la casa con un amplio grupo de familiares. Sin embargo, debido a sus
heridas, no pudo continuar durante mucho tiempo y se desplomó. “Pensaron que había
muerto”, dice Masouda, “pero no estaba muerta, simplemente no podía seguir.”
Roweya dejó la casa un poco después que Masouda, en otro grupo distinto. “Vi al grupo
delante de nosotros”, dice Roweya al CPDH, “así que decidimos seguirles. Yo gritaba a los
soldados: ‘déjennos ir, déjennos ir, hay niٌos con nosotros’. Nos dejaron marchar pero
primero nos hicieron levantar nuestras camisetas. Caminamos hacia la ciudad de Gaza.
Vimos que una mujer del grupo que iba delante de nosotros caía al suelo. La dejaron
creyendo que estaba muerta. Cuando estuve cerca me di cuenta de que era mi hija.
Maldije a Safa [la hermana de Masouda] por no llevársela. No sabía que Safa estaba
muerta. Masouda estaba inconsciente. Le pedimos que nos diera una seٌal pero no
obtuvimos respuesta. Mi marido dijo que teníamos que llevarla inmediatamente a un
hospital porque no había manera de saber si estaba viva o muerta. Nos la llevamos.
Tuvimos suerte, encontramos un coche delante de nosotros. Era el coche de un amigo de
mi hijo. El amigo estaba demasiado asustado para conducir, así que condujo mi hijo. Fue
muy peligroso, las bombas caían por todas partes.”
La familia llevó a Masouda al hospital Shifa en el centro de la ciudad de Gaza. “Cuando
llegamos al hospital de Shifa todos los que estaban allí eran Samouni”, dice Roweya. “En
total había veintinueve muertos por nuestra parte”.
“Mi marido, su madre, sus tres hermanos y mi hijo: todos murieron”, dice Masouda. “Mi
suegra tenía ocho hijos y dos hijas. Perdió a cuatro y ella también murió. Mi suegro se
volvió a casar, su nueva mujer tiene veintiséis aٌos. Estuve diez días en el hospital Al
Quds. Vi a Moatassem antes de que lo enterraran.”
Después de salir del hospital, Masouda se fue a vivir con su tía a la ciudad de Gaza, pues
las fuerzas israelíes todavía ocupaban la zona de Al-Samouni. Masouda volvió a casa
después del alto el fuego: “Cuando volvimos vi el destrozo: habíamos perdido todo, no
quedaba nada de mi casa. Ahora vivo con mi madre y me han dado una habitación para
que tenga privacidad con mis niٌos. Tengo un pequeٌo fogón a gas para cocinar y mi
hermano me ha dado una televisión pequeٌa”.
Masouda, una viuda joven, no tiene ninguna intención de volver a casarse. “No quiero
casarme otra vez”, dice. “Alguien de Abu Dabi, un palestino, me vio por la televisión y
me pidió matrimonio pero no quiero. Mi padre dice que no tengo por qué casarme, que
puedo estar aquí. Cuando estábamos en casa durante los ataques sabíamos que la
muerte nos rondaba. Mi marido me pidió que no me casara, que cuidase de los niٌos. Le
pedí lo mismo a él. Le dije que si moría como una mártir, le esperaría en el paraíso.”
Masouda dijo al CPDH que soٌaba con juntar suficiente dinero para reconstruir su casa.
“Mi suegro ha alquilado una casa con su nueva mujer en Gaza”, dice Masouda. “Nosotros
nos quedamos”.
Roweya informó a PCHR de que el suegro de Masouda se había quedado todo el dinero
que le habían dado a la familia de su hijo. “Ella no tiene dinero”, dice Roweya. “Su
suegro se llevó los 4.000 euros que les dio Hamás y el dinero del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD]. Lo cogió todo.”
El marido de Masouda, Mohammed, solía cultivar té y café en una cooperativa local de
agricultura; ganaba 800 NIS al mes (unos 200 dólares estadounidenses). Ella recibe
ahora 130 NIS al mes (unos 33 dólares) de la cooperativa. Es su ْnico ingreso.
“No tengo esperanza ni futuro”, dice Masouda a PCHR. “Perdí todo en la ofensiva.”
Los padres de Masouda solían plantar verduras para vender en el mercado pero las
fuerzas israelíes han destruido toda su tierra. La familia ha perdido su ْnica fuente de
ingresos. “Cuando volvimos no había nada, ni siquiera mantas. No tenemos dinero para
arreglar o comprar nada,” dice Roweya. “Nuestra situación era normal antes de la
ofensiva, sobrevivíamos. Pero ahora no hay tierra. Inmediatamente después de la
ofensiva muchas organizaciones nos dieron comida y ayuda, ahora nada. ؟Qué puedo
decirles? Todo es tan duro. Mi hija no tiene marido y tiene tres niٌos. Nosotros perdimos
todo. La casa está vacía: el dormitorio, las mantas, ropa, el frigorífico, la lavadora... lo
hemos perdido todo”.
Masouda habló del nacimiento de su hijo y de la vida para sus niٌos. “Estaba triste
cuando nació mi hijo. Me acuerdo de mi marido: solía sostener a los niٌos en brazos
después de que yo diera a luz”, dice. “Los niٌos van a la guardería ahora. Ibrahim
empezará la escuela el próximo aٌo, si Dios quiere. No puede hablar muy bien, después
del ataque le resulta difícil hablar. Mi hijo Mousa se mantiene cerca de mí todo el rato.
Mis hijos no paran de preguntarme por su padre. Ibrahim dice: ‘Dile que no lloraré más
para que no se enfade conmigo’. Fue a nuestra antigua casa y vio su bici. Dijo: ‘Los
israelíes destrozaron mi bici pero mi padre me traerá una nueva’. Se niega a creer que su
padre ya no está. No llama a Mohammed, su hermano pequeٌo, por su nombre porque
dice que ése es el nombre de su padre.”
Mohammed Al-Samouni © Sarah Malian/CPDH
“No tiene ayuda. Nadie viene a prestar ayuda. Algunas asociaciones vienen a jugar con
los niٌos, pero ellos necesitan ayuda de verdad”.
La familia Al-Samouni fue uno de los casos más famosos de la ofensiva y sus fotos se
emitieron en incontables medios de comunicación por todo el mundo. Muchas
organizaciones humanitarias y de derechos humanos han visitado a la familia. Sin
embargo, a pesar de este grado de atención, no han recibido una asistencia real. La
mayoría de la ayuda que recibía la familia ha cesado y sólo reciben cantidades limitadas
de ayuda suministrada por organizaciones locales. Sus condiciones de vida continْan
deteriorándose y los miembros supervivientes de la familia viven ahora en la pobreza
más profunda sin ninguna fuente de ingresos.
El ataque a la casa de Wa’el Al-Samouni constituye un ataque indiscriminado, un crimen
de guerra codificado en el artículo 8 (2) (b) (iv) del Estatuto de la CPI. El CPDH considera
que las muertes de civiles resultantes de este ataque constituyen el crimen de asesinato
premeditado, una grave violación de los Convenios de Ginebra. El CPDH no ha sido capaz
de establecer si hubo helicópteros israelíes involucrados en el ataque. Si pudiera
probarse que estuvieron, también pueden establecerse dos crímenes de guerra más, así
estipulados en los artículos 8 (2) (b) (i) y (ii) del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
PRECAUCIONES INSUFICIENTES EN EL ATAQUE
“؟Por qué disparar fósforo? Porque es divertido, resulta cool” (Testimonio 8, Informe de
“Breaking the Silence” sobre la Operación Plomo Fundido).
El Derecho Humanitario Internacional exige que “en el desarrollo de operaciones militares
se debe tener un cuidado constante para salvaguardar a la población civil, civiles y
objetos civiles. Deben tomarse todas las precauciones posibles para evitar, y en cualquier
caso minimizar, las pérdidas imprevistas de vidas civiles, lesiones y heridas a civiles y
daٌos a objetos civiles”.38
En consecuencia, el artículo 57 (2) del Protocolo Adicional I requiere que:
(a) Aquellos que planeen o decidan un ataque deberán:
(i) Hacer cuanto esté en su mano para verificar que los objetivos a atacar no
sean ni civiles ni objetos civiles y no estén sujetos a una protección
especial, sino que sean objetivos militares dentro de los términos
contemplados en el párrafo 2 del artículo 52, y que no esté prohibido
atacarles por lo estipulado en este Protocolo
(ii) Tomar todas las precauciones posibles en la elección de medios y métodos
del ataque con el fin de de evitar, y en cualquier caso minimizar, las
pérdidas imprevistas de vidas civiles, lesiones y heridas a civiles y daٌos a
objetos civiles;
(iii) Refrenarse de decidir lanzar un ataque del que se espera que cause
pérdidas imprevistas de vidas civiles, lesiones y heridas a civiles, daٌos a
objetos civiles o una combinación de éstas, que sería excesiva en relación
con la ventaja militar anticipada directa y concreta;
(b) Un ataque deberá cancelarse o suspenderse si está claro que el objetivo no es
militar, está sujeto a una protección especial o se espera que el ataque pueda
causar pérdidas imprevistas de vidas civiles, lesiones y heridas a civiles, daٌos a
objetos civiles o una combinación de éstas, que sería excesiva en relación a la
ventaja militar anticipada directa y concreta;
(c) Avisar de forma eficaz con anterioridad de cualquier ataque que pueda afectar a
la población civil, a no ser que las circunstancias lo impidan.
Armas
De acuerdo con el principio de distinción, las armas que por su naturaleza son
indiscriminadas no deberían usarse en áreas civiles. Por ejemplo, es indiscriminado el
bombardeo de artillería sobre una zona civil en la que hay combatientes, pues es
imposible dirigir tal bombardeo sólo a objetivos militares específicos. Igualmente es
indiscriminado el uso de una bomba de diez toneladas para destruir un ْnico edificio,
pues es inevitable que los efectos sean extremos y aniquilen o daٌen edificios
colindantes, mientras que bastaría una bomba de menor potencia para destruir el
objetivo. El uso de fósforo blanco en áreas de población civil también es indiscriminado,
dados sus efectos conocidos, el peligro para la población civil y la disponibilidad de
alternativas menos daٌinas.
38 Regla 15, Jean-Marie Henckaerts & Louise Doswald-Beck, “Derecho Internacional Humanitario
Consuetudinario”, Volumen I: Normas, Comité Internacional de la Cruz Roja
Fósforo blanco
El fósforo blanco es una sustancia química inflamable –que se dispersa mediante
proyectiles de artillería, bombas, cohetes- que a menudo se utiliza para crear una
pantalla de humo que cubre o enmascara grandes movimientos de tropas. Prende al
contacto con el oxígeno y puede quemar hasta los huesos humanos. Aunque el fósforo
blanco no está prohibido como arma, su uso en áreas de población civil va en contra del
Derecho Internacional Humanitario Internacional consuetudinario. Aunque Israel negó
inicialmente haber utilizado fósforo blanco en Gaza, más tarde admitió que había
utilizado ojivas de 155 mm, cada una de las cuales contenía 116 cuٌas empapadas en la
sustancia química.39
39 ‘Israel accused of indiscriminate phosphorous use in Gaza’, Rory McCarthy, Guardian, 25 de marzo de 2009.
Véase también Human Rights Watch:
http://www.hrw.org/en/news/2009/03/25/witness-accounts-and-additional-analysis-idf-use-white-phosphorus
Caso de Estudio n؛ 11: Nujoud Al-Ashqar
“Decidí no llorar frente a él. Si lloro, lloro sola. No puedo ni responderle. No es culpa mía.
؟Quise yo perder a mis niٌos? ؟Quise yo no tener mano?” (Nujoud Al-Ashqar)
Sabri, Mohammed y Nujoud Al-Ashqar © Sarah Malian/CPDH
Entrevistados:
Nujoud Al-Ashqar
Azhar Al-Ashqar
Fecha del suceso:
17 de enero de 2009
Lugar:
Escuela de UNRWA [Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en
Oriente Próximo, en sus siglas en inglés], Beit Lahiya
Víctimas:
Bilal Al-Ashqar (6 aٌos): muerto
Mohammed Al-Ashqar (4 aٌos): muerto
Nujoud Al-Ashqar: herida
Violaciones del Derecho Internacional:
Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra
Ataque indiscriminado: Artículo 8 (2) (b) (iv) del Estatuto de la Corte Penal Internacional
Ataque contra una instalación de Naciones Unidas: Artículo 8 (2) (b) (iii)
El 17 de enero de 2009, Nujoud Al-Ashqar sufrió severas lesiones cuando la escuela de la
UNRWA en la que ella y su familia se refugiaban, recibió el impacto de proyectiles que
contenían fósforo blanco. Nujoud sufrió graves heridas en la cabeza, su mano izquierda
resultó con daٌos graves y tuvieron que amputarle la mano derecha. A dos de sus hijos,
Bilal, de seis aٌos, y Mohammed, de cuatro, los mataron en el ataque. Había
aproximadamente mil seiscientos palestinos refugiados en la escuela en aquel momento.
Antes del ataque, la UNRWA había mandado las coordenadas GPS de la escuela a las
autoridades israelíes; el edificio estaba claramente identificado como una instalación de
la ONU y había sido incluido en una lista de refugios provisionales de la ONU que se
transmitió a las autoridades israelíes antes de la Operación Plomo Fundido.
Nujoud pasó más de un mes bajo tratamiento en un hospital de Egipto. En la actualidad
no puede usar su mano izquierda de forma apropiada y no puede vestirse, coger a su
hijo de aٌo y medio, Sabri, o ejecutar las rutinas normales de la vida diaria. Todos los
días su marido la culpa de la muerte de sus hijos.
El 29 de abril de 2009, el CPDH entrevistó a Nujoud y a su cuٌada, Azhar, en la casa de
Nujoud en Attatra, Beit Lahiya. Cuando le preguntan los detalles, Nujoud simplemente
responde: “Tenía tres hijos y una hija. Durante el accidente perdí dos hijos. Ahora tengo
un hijo y una hija”.
Durante la ofensiva, y como resultado de la intensidad del bombardeo, Nujoud y su
familia se fueron a casa de sus padres, cerca de la suya. Al principio, aunque todos sus
vecinos habían huido, tenían miedo de dejar su casa. Sin embargo, finalmente, la
situación se volvió demasiado peligrosa y el 4 de enero los Al-Ashqar se vieron forzados a
irse. “Decidimos ir a la escuela de la UNRWA [en Beit Lahiya] porque sería seguro”, dice
Nujoud. “Teníamos miedo de irnos pero debíamos hacerlo: quedarse era demasiado
peligroso, todos se habían marchado de la zona y no podíamos estar allí solos”.
La familia permaneció en la escuela de la UNRWA durante quince días. Las mujeres, las
chicas y los niٌos dormían en el tercer piso (ْltimo) de la escuela, mientras que los
hombres y los chicos dormían en el segundo. “La vida era muy difícil en la escuela”,
recuerda Nujoud. “Antes del ْltimo día de la ofensiva, y el día antes de que atacasen la
escuela, yo estaba con una chica que había resultado herida afuera por el bombardeo.
Teníamos miedo de que nos atacaran. La gente que llevaba la escuela decía que todo iba
bien, que estábamos a salvo. Estábamos asustadas pero no teníamos ningْn otro sitio
adonde que ir”.
En la noche del 16 al 17 de enero, Nujoud recuerda que estaba más asustada de lo
normal. “Hablaba sola durante toda la noche, tratando de imaginar por dónde entraría el
proyectil... si venía por aquella ventana, ؟adónde podría escapar? Pero no podría
moverme en ningْn caso, no había espacio; había más de cuarenta mujeres y niٌos en
el aula. Antes de dormirme fui a buscar una manta y cubrí a mis niٌos totalmente por si
se diera el caso de que el bombardeo rompiese las ventanas. Tenía la sensación de que
algo malo sucedería, estuve asustada toda la noche. Estuve asustada durante toda la
ofensiva pero aquella noche fue la peor”.
Por la maٌana temprano, Azhar, cuٌada de Nujoud, la despertó para mostrarle el
bombardeo de fuera. “Vimos el fósforo”, dice Nujoud. “Había tanto, teníamos miedo.
Todavía estaba oscuro pero la luz del fósforo iluminó el aula. Había como fuego afuera.
Los niٌos intentaron marcharse pero les dije que se quedaran donde estaban”.
A las cinco y media de la maٌana aproximadamente, la hija de Nujoud, Madeleine, se lo
hizo encima. Media hora después Nujoud decidió intentar limpiar la manta manchada
fuera, en la terraza. “Llamé a mis niٌos. Sabía que estábamos en peligro y los quería
cerca de mí. Los niٌos estaban en las escaleras, yo sujetaba a Sabri. Tuve que pedir a
una pariente que sujetara a Sabri para intentar secar la manta. Tan pronto como le di a
Sabri a mi pariente sentí que me habían herido pero no veía nada. Tenía la mano y la
cabeza quemadas. La chica que estaba conmigo dejó a Sabri en el suelo y corrió hacia
dentro. Caí encima de él y perdí el conocimiento.”
“Vi el fósforo”, dice Azhar, “era muy blanco, era tan blanco. Estaba totalmente cubierta
por esa cosa blanca, como si estuviera cubierta de harina. Un cohete hizo un boquete en
el pasillo. Vi a los dos niٌos, el fuego los alcanzó. Estaban aguantando todavía en las
escaleras pero se habían caído al suelo.”
Al ver a su madre herida, Madeleine bajó corriendo las escaleras a buscar a su padre, y
le pidió que viniera rápidamente. “Mis dos hijos se encontraban en la escalera”, dijo
Nujoud. “Estaban muertos, pero mi esposo no los veía. Estaba oscuro, había mucho
humo. Mi marido me recogió, me desperté un poco y me di cuenta de que estaba viva.
Las mujeres se pusieron a gritar cuando me vieron, estaba cubierta de sangre y
sangraba. Mi marido me llevó a buscar una ambulancia, pero no había ninguna”. Nujoud
recuperó el conocimiento en el hospital Kamal Odwan. “Oí decir a un médico que había
un shahid [mártir]. Inmediatamente me dije: “Mi hijo Bilal”. Una enfermera me pidió que
no hablara, que pensara en mí. Yo no era realmente consciente de lo que estaba
pasando; entonces, mi marido me hizo una seٌa, me mostró dos dedos. Más tarde, me
di cuenta de que quería decir que nuestros dos hijos estaban muertos. Pero en ese
momento no lo entendí. Si me hubiera dado cuenta de que mis dos hijos habían muerto
hubiera intentado ir a verlos y decirles adiós. No sabía lo que estaba pasando, pero si
alguien me dijera ahora si deseaba ir a verlos, a pesar de la situación y la sangre me
gustaría volver a verlos”. Nujoud estuvo en el hospital Kamal Odwan dos días, durante su
primera operación; le amputaron la mano derecha a la altura de la muٌeca. El 19 de
enero la trasladaron a Egipto, acompaٌada de su cuٌada Seha. Nujoud pasó 20 días en
la Unidad de Cuidados Intensivos y un total de un mes y tres días en el hospital egipcio.
“Tuve muchas visitas en el hospital”, recuerda Nujoud, “de palestinos y egipcios que
vinieron a apoyarme.” “Me preguntaron si tenía hijos y les dije que sí, que tengo cuatro,
Mohamed, Bilal, Sabri y Madeleine. Me trajeron regalos para los niٌos, para que se los
llevara a mi vuelta a Gaza. Una de las mujeres me trajo ropa para Bilal y Mohamed.
Cuando me trajo los regalos tuve una sensación extraٌa. Enloquecí… tenía que escuchar
las voces de mis hijos. Seha me dijo que guardara silencio, que fuera paciente y
mantuviera la calma. Yo insistía en llamarlos. Llamé a mi hermano y pedí hablar con
Bilal, pero dijo que estaba con Nayah mi hermana, y le dije que la llamaría más tarde. Me
dijo entonces que esperara, que mi hijo estaba muerto. Comencé a gritar, me acordé de
mi marido en el hospital, de su seٌal con los dos dedos. Le pregunté si también había
perdido a mi otro hijo y me dijo que sí. Me dijo que los médicos le advirtieron de que no
dijera nada debido a mi estado. Pero estaba enloquecida, tuvieron que darme algo para
calmarme”. Nujoud se enteró de la muerte de sus dos hijos una semana antes de su
regreso a Gaza.
Recordando sus ْltimos días en Egipto, Nujoud cuenta: “Extraٌé mucho a mis hijos,
quería verlos y darles los regalos de los visitantes. Quería abrazarlos. Pero los he perdido
a todos, no tengo a nadie. Mis dos hijos eran mi vida, las ْnicas personas que amo.
Ahora, ya no quiero ir a casa porque no están allí”. “Esos dos muchachos eran todo para
mí, mi esposo es sordomudo, mis dos hijos me ayudaban; solían ir a todas partes con mi
marido para traducirle. Fueron el apoyo de mi vida. ؟Cómo podría volver casa sin ellos?
Todo el mundo me decía lo afortunada que era por tener hijos como ellos, tan
inteligentes”.
De regreso a casa, a Nujoud le resultó difícil adaptarse a la vida sin sus hijos. “Cada vez
que iba de visita, veía a Bilal y Mohamed esperándome, pero ahora ya no están allí.
Madeleine se ocupa de mí, pero Sabri es joven, y al estar ausente durante tanto tiempo,
soy como una extraٌa para él. Es tan difícil ver sólo a Madeleine. Me negaba a volver a
mi casa; es difícil seguir viviendo en la misma casa, donde la gente sigue comiendo y
jugando.”
Nujoud está recibiendo fisioterapia de Médicos Sin Fronteras para la mano izquierda
daٌada. Sin embargo, su progreso ha sido limitado hasta la fecha. “Tengo dificultad para
mover mi mano izquierda. No puedo comer o vestirme sola, mi cuٌada me lo hace todo.
Ni siquiera puedo llevar a mi hijo. Se queda con mi madre porque no puedo cuidarle.
Puedo vivir sólo gracias a Azhar, mi cuٌada, y sueٌo con tener una prótesis de mano, y
que la fisioterapia me permita mover la mano izquierda. No puedo hacer ninguna de las
tareas habituales, el trabajo doméstico, limpieza, lavado... no puedo ni siquiera tomar
una ducha”.
El marido de Nujoud, sordomudo, la culpa de la muerte de sus dos hijos. “Cada día,
cuando mi marido me ve, me culpa. ؟Por qué tuve que sacar a los niٌos de clase? Cada
día me dice que es culpa mía, que he matado a mis hijos.”
“Yo era muy importante en su vida, pero ahora no puede aceptar la pérdida de sus hijos.
él piensa “Ahora sólo tengo un hijo, ؟quién se hará cargo de nosotros cuando seamos
viejos?”, y piensa también que soy inْtil, cree que no puedo quedarme embarazada otra
vez”.
“He decidido no llorar delante de él. Si lloro, lloro sola. Ni siquiera puedo contestarle. No
es culpa mía. ؟Acaso quise perder a mis hijos? ؟O no tener una mano? Desde la ofensiva,
tengo que llevar un paٌuelo en la cabeza todo el tiempo, incluso en la casa, porque no
tengo pelo”.
Nujoud cree que su marido puede estar planeando casarse de nuevo. “Voy a estar triste
por mis hijos si se casa con otra mujer. Estoy en una mala situación, ؟cómo podría traer
a otra mujer?”
Una Junta de Investigación de las Naciones Unidas establecida con el mandato de
investigar los ataques contra instalaciones de la ONU, reveló que la artillería israelí fue la
causa indiscutible de muertes y lesiones, y que el gobierno israelí fue responsable de las
muertes y lesiones causadas a los miembros de las familias refugiadas en la escuela. La
Junta concluyó que las acciones de Israel fueron muy negligentes, y equivalentes a un
desprecio temerario por la vida y la seguridad de los refugiados en la escuela. El Centro
Palestino para los Derechos Humanos afirma que las fuerzas israelíes no tomaron las
precauciones necesarias en el ataque.
El asesinato de Mohamed y Bilal constituye un delito de homicidio intencional y una
violación grave de los Convenios de Ginebra. El uso indiscriminado de fósforo blanco
también viola las disposiciones del Derecho Internacional consuetudinario relativas al
principio de distinción y precauciones necesarias en un ataque. Este ataque a una
instalación de las Naciones Unidas donde había civiles refugiados implica, pues, dos
cargos de crímenes de guerra, segْn se estipula en los artículos 8 (2) (b) (iii) y (iv) del
Estatuto de la Corte Penal Internacional.
EFECTOS DEL BLOQUEO
El cierre de la Franja de Gaza –una forma de castigo colectivo ilegal prohibida
expresamente por el artículo 33 del Cuarto Convenio de Ginebra– tiene un efecto
profundamente negativo en la situación de los derechos humanos en el territorio, que
afecta a todos los ámbitos de la vida sin excepción. El cierre viola numerosos aspectos
del Derecho Internacional sobre derechos humanos, incluido el derecho a la vida, el
derecho a un nivel de vida adecuado, el derecho a la libertad de circulación, el derecho al
más alto nivel posible de salud física y mental, el derecho a la educación y el derecho al
trabajo.
En el estudio de caso presentado a continuación, al hijo de Rhagda Abed Rabbo, Ayham,
se le impidió el acceso, necesario y que hubiera podido salvarle la vida, a un tratamiento
no disponible en la Franja de Gaza, durante un período prolongado de tiempo. Murió el
16 de abril de 2009. El artículo 17 del Cuarto Convenio de Ginebra establece que “las
Partes en conflicto harán lo posible por concertar acuerdos locales para la evacuación
desde una zona sitiada o cercada de los heridos, enfermos, inválidos, ancianos, niٌos y
parturientas”.
Caso de estudio n؛ 12: Rhagda Abed Rabbo
“La temperatura de Ayham era sólo de 30 grados, su piel se había vuelto de color azul
oscuro y apenas respiraba” (Karma Eid)
Rhagda y Dima Abed Rabbo © CPDH
Rhagda Abed Rabbo, de 22 aٌos, estaba embarazada de siete meses durante la
Operación Plomo Fundido. El 16 de enero, dos días antes del alto el fuego, Rhagda dio a
luz a su hijo Ayham. Debido a las hostilidades y al carácter repentino del nacimiento, la
familia no pudo llegar a un hospital y Rhagda se vio obligada a dar a luz en casa.
No había electricidad y la casa estaba excepcionalmente fría, ya que las ventanas habían
sido destruidas. Ayham murió de complicaciones relacionadas con su nacimiento
prematuro el 16 de abril de 2009. Tenía tres meses.
El CPDH entrevistó a Rhagda Abed Rabbo y a su marido, Karam Eid, de 38 aٌos, en su
casa de la ciudad de Jabaliya, el 5 de mayo de 2009. Aproximadamente sesenta
miembros de la familia ampliada Rhagda se hospedaban en la casa durante la ofensiva,
ya que la zona donde vivían, Izbat Abed Rabbo, había sido invadida por las fuerzas
israelíes.
Rhagda contó al CPDH la angustia que experimentó durante la ofensiva, “Tuve un mal
presentimiento de que iba a parir. Y tenía que correr arriba y abajo debido a los
bombardeos, estaba preocupada. Mi marido no paraba de decirme que no tuviera miedo,
que no corriera, que no me preocupara”.
Aproximadamente a las 14:00 horas del 16 de enero de 2009, cuando la familia estaba
preparando el almuerzo, un cazabombardero F-16 bombardeó un terreno adyacente a la
casa. “Todas las ventanas se rompieron y bajé corriendo las escaleras. Dos horas más
tarde sentí dolor en el estómago. El dolor se hizo muy fuerte y profundo. Mi marido me
examinó y supo que pronto iba a dar a luz.”
“Traté de llamar a una ambulancia”, dijo Karam, “pero le era imposible llegar hasta
nosotros, era demasiado peligroso. Rhagda tenía ya todos los síntomas, yo sabía que iba
a dar a luz. Estaba histérica, había perdido el color y temblaba como una hoja. Rhagda
tuvo suerte de que yo estuviera en casa ese día. Trabajaba en el Hospital Al Quds en Tel
eh Hawa durante la ofensiva y estaba allí casi todo el tiempo; pero, por suerte, ese día,
yo estaba en casa.”
Cuando la familia se dio cuenta de que la ambulancia no iba a llegar, Karam decidió que
tendrían que tratar de dar a luz en casa. “Tenía tanto miedo cuando supe que la
ambulancia no podía venir y que tendría que dar a luz en casa”, cuenta Rhagda. “Mis
otros dos hijos nacieron en el hospital y ahora estaba muy asustada”.
Aunque Karam es médico, no estaba seguro de poder dar nacimiento al bebé sin ayuda.
“Soy médico, sí, pero con alguien a quien amas es muy duro. Hay una anciana cerca, una
partera, así que envié a alguien a buscarla. Era muy peligroso, porque era después de la
hudna [las tres horas diarias de cese del fuego declarado por las fuerzas israelíes].
Cuando llegó, Rhagda estaba en la etapa final de su parto. No teníamos materiales, no
teníamos nada, ni electricidad, nada limpio. Fue como un parto de hace cincuenta aٌos.”
“Sin pensarlo, de pronto rompí aguas”, dijo Rhagda. “Fue un parto fácil, después de hora
y media todo había terminado. Tenía más miedo por Ayham que por mí. Era prematuro,
tenía que ir a la incubadora. Tenía más miedo por él que por mí misma. Hicimos todo lo
posible...”
"Rhagda parió de forma segura, gracias a Dios", dice Karam. "Ayham fue prematuro,
pero respiraba. Pero no había ventanas, hacía mucho frío. Hice todo lo que pude para
mantenerlo caliente, hervimos agua y lo mantuvimos envuelto en mantas. Pesaba sólo
dos kilos, más o menos, y era muy pequeٌo. Estaba azul todo el tiempo, pero gracias a
Dios, todavía respiraba. Tenía problemas para tomar los alimentos y para mamar.
Después de los bombardeos cercanos, muchos de los que estaban con nosotros
decidieron irse. Incluso mi familia que vive abajo salió. Pero nosotros no podíamos, mi
esposa acababa de parir, estaba débil, y habíamos tenido un bebé prematuro. Estábamos
totalmente asustados, desde la tarde hasta el día siguiente fueron los momentos más
difíciles que he vivido. La noche era como un infierno."
A primera hora de la maٌana del 17 de enero, la familia decidió llevar a Ayham al
hospital. "Fuimos al hospital de Al Awda", dijo Karam, "pero nos dijeron que debíamos
llevar a Ayham al hospital infantil de Al Nasser, donde tienen una incubadora. La
temperatura de Ayham era sólo de 30 grados, estaba azul oscuro y apenas respiraba. En
Al Nasser tuvieron que ponerle ventilación mecánica. Permaneció en el hospital seis
semanas e intentamos conseguir su traslado a Israel. Hice lo que pude. La decisión de
Ramala fue que nadie de Gaza podría ser transferido a Israel. Luego me dijeron que lo
llevara al hospital Moqasad en Jerusalén. Ayham nació el 16 de enero y lo trasladamos el
1 de marzo. Allí murió el 16 de abril; junto a su madre."
Rhagda pasó 22 días con Ayham en el hospital de Jerusalén. Allí le informaron de que el
pronóstico inicial no era bueno, "El médico me dijo que la situación Ayham era muy mala.
No había avances. Me aconsejó que volviera a casa, que tal vez Ayham tendría que
quedarse allí por un largo tiempo y que yo no podía hacer nada.”
“Desde el principio me di cuenta de que Ayham estaba mal, y el médico fue sincero
conmigo. Pero cuando lo sacaron del ventilador mecánico y Ayham comenzó a reaccionar
pensé que iba a estar bien.”
En el hospital de Jerusalén, le dijeron a Rhagda que si Ayham moría no podrían ayudarla.
Le dijeron que tendría que llevarse a casa el cuerpo Ayham en una caja, a través del
paso fronterizo de Erez. Rhagda estaba gravemente traumatizada y aterrorizada por la
situación en Jerusalén. “Decidí irme a casa y pedirle a mi madre que viniera. Vi a
mujeres de Gaza que habían perdido a sus bebés y una de ellas, cuando supo que yo
podría regresar, me pidió que llevara conmigo a su casa a su hijo muerto. Yo estaba muy
asustada.”
Cuando la madre de Rhagda recibió la coordinación necesaria para viajar a Jerusalén,
Ayham ya estaba muerto.
"Teníamos esperanza, algo de esperanza, porque lo habían sacado del ventilador
mecánico", cuenta Karam. "Cuando recibimos la llamada fue un choque. Pero lo peor era
la situación en el hospital. Dijeron que era nuestra responsabilidad llevar a casa a
Ayham. ؟Cómo podía Rhagda llevarlo a casa en una caja? Pagamos una ambulancia
privada que nos costó 800 shekels.”
Pidieron a la familia la coordinación necesaria para la transferencia de Ayham desde la
ambulancia, en Erez, hasta Gaza. "Llamé al Comité Internacional de la Cruz Roja, a la
Media Luna Roja Palestina... Todos me dijeron que no podían llegar a Erez. No te puedes
imaginar cómo me hablaron. Yo era un padre que había perdió a un hijo. Ni siquiera me
trataron como a un ser humano. Finalmente, conseguí la coordinación para llegar a Erez,
debido a que había que cambiar ambulancias allí. Los israelíes no me permitirían que
entrara a mi hijo, a menos que lo identificara.”
La falta de atención médica para Ayham y el consiguiente retraso en el acceso al
tratamiento médico necesario son consecuencias directas del cierre permanente por
Israel de la Franja de Gaza. Constituyen una violación de las obligaciones de Israel en
materia de derechos humanos, segْn se estipula en el artículo 12 del PIDESC, y en el
artículo 24 de la Convención.
INVESTIGACIONES SOBRE LA OPERACIóN PLOMO FUNDIDO
“Si lo piensas desde fuera, hay gente que merece acabar en la cárcel” (Testimonio n؛ 3
del Informe “Breaking the Silence” sobre la Operación Plomo Fundido).
Tanto el Fiscal General Militar (FGM) como la Fiscalía General (FG) de Israel estuvieron
plenamente involucrados en la planificación y ejecución de la Operación Plomo Fundido.
Como se revela en los medios de comunicación israelíes, las oficinas del FGM y de la FG
proporcionaron el marco jurídico que reguló los ataques a Gaza40. A la luz de esta
estrecha relación, no es sorprendente que la FG de Israel rechazara las exigencias de que
se estableciera un mecanismo independiente que investigase las muertes y lesiones de
civiles durante la Operación Plomo Fundido.
Las autoridades israelíes iniciaron dos series de investigaciones internas sobre sucesos
relacionados con la Operación Plomo Fundido. El CPDH considera que estas
investigaciones son insuficientes e inadecuadas, entre otras cosas, por los defectos
fundamentales inherentes a tales investigaciones41. Ambas series de investigaciones
concluyeron que las fuerzas israelíes actuaron de acuerdo con la ley.
El lunes 30 de marzo de 2009, el abogado-general militar Avichai Mandelblit cerró la
investigación de Israel sobre presuntos crímenes cometidos por los soldados israelíes en
la Franja de Gaza. Los soldados habían hecho serias denuncias de crímenes de guerra y
violaciones graves de los Convenios de Ginebra (1949). Sin embargo, la investigación se
cerró después de sólo once días42.
El 22 de abril de 2009, las autoridades militares israelíes anunciaron la celebración de
cinco investigaciones internas destinadas a examinar la conducta de las fuerzas israelíes
durante la reciente ofensiva militar en la Franja de Gaza. Las investigaciones,
supervisadas por el jefe de Estado Mayor de las fuerzas israelíes, Gabi Ashkenazi, dieron
como resultado que se había hallado un nْmero muy pequeٌo de incidentes relacionados
con errores operativos o de inteligencia, pero que “a lo largo de los combates en la
Franja de Gaza”, las fuerzas israelíes “actuaron de conformidad con la legislación
internacional”43.
Lamentablemente, esta falta de rendición de cuentas, y el clima resultante de impunidad,
ha sido una característica permanente de la ocupación israelí del territorio palestino.
Desde que comenzó la ocupación en 1967, ni el Estado de Israel ni las personas
sospechosas de cometer crímenes de guerra han sido llevadas ante un tribunal y
sancionadas con arreglo a las normas del Derecho Internacional. El CPDH cree
firmemente que esta falta de rendición de cuentas sirve para fomentar las violaciones
constantes del Derecho Internacional y socavar el respeto del propio imperio de la ley.
Son los civiles palestinos –personas protegidas por el Derecho Internacional
humanitario– quienes pagan el precio de la impunidad, ya que siguen sufriendo una
ocupación brutal e ilegal.
40 Véase Yotam Feldman y Uri Blau, “How IDF legal experts legitimized strikes involving Gaza civilians,”
Haaretz, 23.1.2009. Cf. http://www.haaretz.com/hasen/spages/1057648.html.
41 Véase también, CPDH, ‘The Principle and Practice of Universal Jurisdiction: PCHR’s work in the occupied
Palestinian territory’, 42 julio 2009 Véase el comunicado de prensa del CPDH, Israel Closes Investigation into Alleged Offensive Crimes
Committed in the Gaza Strip, 31.3.2009. Cf. http://www.pchrgaza.org/files/PressR/English/2008/45-2009.html
43 Véase el comunicado de prensa del CPDH, “PCHR Condemn Israeli Attempts to Legitimise Crimes in Gaza and
Shield Perpetrators from Justice2, 27.4.2009. Cf. http://www.pchrgaza.org/files/PressR/English/2008/56-
2009.html.
Los crímenes documentados en este informe, y los numerosos crímenes cometidos por
las fuerzas israelíes, exigen una investigación judicial. La impunidad debe ser combatida,
y debe hacerse realidad el derecho de las víctimas a un recurso judicial efectivo.
COMENTARIOS
La ofensiva militar de Israel tuvo un efecto devastador sobre la vida en la Franja de
Gaza. 1.417 palestinos perdieron la vida, de los cuales 1.177 eran civiles, personas
protegidas por el DIH. 5.303 palestinos resultaron heridos, muchos de gravedad, como
consecuencia del cierre ilegal en curso que les niega el acceso a tratamiento médico y
rehabilitación adecuados. Más de 5.356 casas fueron destruidas o quedaron inhabitables,
afectando a 51.842 personas que en la actualidad carecen de vivienda o habitan
viviendas de alquiler, en la medida en que los materiales de reconstrucción están
prohibidos por el Estado de Israel. Se perdieron vidas y medios de subsistencia en
general.
En circunstancias normales, la reconstrucción y la recuperación sería un proceso
prolongado: la escala de la destrucción y la devastación causadas por Israel ha sido
inmensa. Sin embargo, el cierre ilegal en curso significa que la recuperación y la
reconstrucción se han aplazado indefinidamente. En la Franja de Gaza, hoy sigue siendo
el 18 enero de 2009.
Al Estado de Israel se le ha permitido actuar con impunidad mientras violaba el Derecho
Internacional Humanitario y los derechos humanos con un desprecio total por los civiles
que está obligado a proteger y respetar, a la vez que aceptaba de boquilla sus
obligaciones legales ante la comunidad internacional. No se puede permitir que esta
situación prevalezca. Si 42 aٌos de ocupación nos han enseٌado algo, es que mientras a
Israel se le siga permitiendo actuar con impunidad seguirá violando el Derecho
Internacional y los civiles palestinos seguirán sufriendo terribles consecuencias. El CPDH
ha documentado innumerables violaciones del Derecho Internacional humanitario
cometidas por las fuerzas israelíes que operan en Gaza, muchos de estos crímenes
pueden calificarse de crímenes de guerra y significan violaciones graves de los Convenios
de Ginebra.
El carácter generalizado y sistemático de estos crímenes y el patrón de los ataques
indican que en la Franja de Gaza pueden haberse cometido crímenes contra la
humanidad.
Estas acusaciones exigen una investigación judicial, y es preciso cumplir el derecho
legítimo de las víctimas a una tutela judicial efectiva. Los israelíes sospechosos de haber
cometido crímenes de guerra deben ser investigados y enjuiciados de conformidad con
las normas internacionales.
No podemos permitir que prevalezca la impunidad.
“A través de los ojos de las mujeres palestinas” ha documentado los casos de doce
mujeres afectadas por la ofensiva y el cierre en curso de la Franja. Sus casos son
ilustrativos y reflejan la realidad de la vida de las mujeres en la Franja de Gaza.
Este informe testimonia sus casos y recoge las historias de estas mujeres con la
esperanza de que no se vuelva a permitir que se cometan los crímenes que documenta.

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