lunes, 12 de octubre de 2009
Las diez plagas que afligen a Jerusalén oriental
12-10-2009
Meir Margalit
Rebelión
Traducido para Rebelión por S. Seguí
Los recientes disturbios en Jerusalén oriental seguramente no han sorprendido a nadie que siga la situación en la ciudad y que esté atento a las voces que surgen de ella. Las acusaciones de que son un pequeño grupo de provocadores en busca de su propio beneficio político quienes están detrás de los disturbios muestran que las personas que apoyan esas acusaciones no saben prácticamente nada sobre la verdadera situación sobre el terreno. Si estuvieran familiarizados con los hechos que ocurren en el patio trasero de la ciudad, sabrían que la erupción era previsible y que sólo su momento era desconocido.
Mucho ha cambiado Jerusalén oriental en la última década, hasta el punto de llegar a la actual situación intolerable. Cuando Teddy Kollek era alcalde de Jerusalén los ciudadanos árabes estaban en desventaja, pero su honor era defendido escrupulosamente. Sentían que, al menos, recibían un trato civilizado. Recientemente, sin embargo, varias iniciativas han hecho la vida de estos ciudadanos insoportable, y, todavía peor, sienten que su honor está siendo pisoteado. Diez plagas infligen a los ciudadanos árabes de Jerusalén oriental, siendo imposible clasificarlas por su gravedad.
Primera plaga: la opción de construir legalmente una casa se ha vuelto casi imposible. Aquí, las dificultades se han ido acumulando durante años: la demostración de propiedad, la falta de infraestructuras, los porcentajes mínimos de construcción, la reducción de las zonas permitidas para la construcción, son todos aspectos que se han agravado debido a la migración de decenas de familias al otro lado del muro de separación, que arriesgan con ello la pérdida de sus documentos de identidad israelíes.
Segunda plaga: el muro de separación, que no sólo ha creado una ola de migración interna, sino que ha separado a los migrantes de sus familias, parientes y seres queridos. Todo se ha vuelto muy complicado, y una visita a la familia que en el pasado suponía un corto trayecto de unos minutos se ha convertido en un viaje a lo desconocido, en el que nadie puede adivinar cuánto tiempo tardará en llegar al destino o regresar de él. Todo depende del humor del soldado de servicio en el puesto de control.
Tercera plaga: al unísono con la cuarta, el Ministerio del Interior ha intensificado la campaña de confiscación de tarjetas de identidad de las personas que según él viven más allá de las fronteras municipales. Muchas se encuentran con que un buen día su condición de ciudadanos ha sido revocada sin su conocimiento, y deben contratar los servicios de un abogado para recuperarla.
Cuarta plaga: el Ministerio del Interior sigue impidiendo que los residentes de Jerusalén oriental se reúnan con sus familias o cónyuges, con lo que se ven obligados a vivir en la ciudad sin permiso, casi clandestinos, por temor a ser detenidos por la policía.
Quinta plaga: los colonos están fuera de todo control, y están tratando de hacerse con el último trozo de tierra en la mitad oriental de la ciudad. Su irritación se ha intensificado con los rumores y las noticias acerca de un proceso político que está tomando forma. Muy recientemente, sin ningún escrúpulo, han expulsado a familias enteras de sus hogares, imponiendo el miedo por todas partes.
Sexta plaga: la destrucción de casas, que amenaza a miles de familias. No se trata de que el municipio sea capaz de derribar un número tan grande de viviendas, sino de que ninguna de los miles de familias que recibieron la notificación de demolición sabe a quién le tocará, y cuándo van a ser ellos los afectados. En esta situación, la familia vive en tiempo prestado, y el estrés es una forma de tortura.
Séptima plaga: la crisis económica ha provocado un desastre en la ciudad oriental, y cerca del 70% de todas las familias vive ahora por debajo del nivel de pobreza. En la ausencia de perspectivas para mejorar la situación, tienen muy poco que perder.
Octava plaga: la actitud humillante de la policía de fronteras, que actúa sin ningún tipo de traba y de modo cada vez más violento, brutal y exaltado. Sus soldados desprecian todo lo que parezca árabe, y ofenden la sensibilidad más profunda de los ciudadanos árabes.
Novena plaga: las excavaciones arqueológicas que el Estado está llevando a cabo cerca del Monte del Templo, tanto en el aparcamiento Givati como en la calle El Wad, están generando enorme preocupación entre quienes creen que están destinadas a causar el derrumbe de las mezquitas. Es una creencia alimentada por su conocimiento "íntimo" de los colonos que están llevando a cabo las obras y el programa nacional-mesiánico que los impulsa. Puede que no sea cierto, pero en Jerusalén oriental un sentimiento o un rumor pueden desencadenar una conflagración.
Décima plaga: el bajo nivel de los servicios municipales, que afecta desde la recogida de basuras al sistema educativo, lo que determina su situación de inferioridad. Cada vez que los ciudadanos árabes cruzan a la parte occidental de la ciudad y ver cuán grande es la brecha entre su propio nivel de vida y la de sus vecinos judíos, dicha inferioridad queda grabada aún más en su conciencia.
Al parecer, la mayoría de los israelíes prefieren no saber lo que está sucediendo en Jerusalén oriental, pero los líderes de la ciudad harían bien en replantearse sus políticas antes de la gran explosión, de la que hemos visto un corto tráiler en los últimos días.
El Dr. Meir Margalit es miembro del Consejo Municipal de Jerusalén, dentro del grupo municipal Meretz, movimiento político sionista que se autodefine como sionista de izquierdas, pacifista, verde y partidario del establecimiento de dos Estados en Palestina..
S. Seguí es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a los autores, el traductor y la fuente.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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