lunes, 24 de agosto de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XXX

Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Cuarto hadiz
Arrogancia (kibr)
Quinta parte
Algunas otras causas de la arrogancia


Debes saber que, además de los factores anteriormente señalados como causa de la arrogancia, existen algunos otros, tales como la poca inteligencia, la poca capacidad, la mediocridad y la falta de paciencia.
La persona que posee poca inteligencia, en cuanto ve en sí cualquier virtud o cualidad, cree haber alcanzado un grado y un nivel, cuando, si lo sometiese a un juicio razonable y lo pensase con equidad, se daría cuenta que sus cualidades, sean las que sean, que él consideraba una gran virtud y que le hacían sentirse tan orgulloso y arrogante, o no lo son en absoluto o, si lo son, no son comparables con las virtudes que otras personas poseen, y se sonrojaría de vergüenza.

Por ejemplo, el gnóstico que, debido a su conocimiento, contempla a los demás como seres inferiores a él, les trata con arrogancia y les considera superficiales ¿Qué es lo que posee de los conocimientos divinos, aparte de un puñado de conceptos que no son sino velos de las realidades e impedimentos para la comprensión y unos cuantos términos deslumbrantes sin ninguna relación con el verdadero conocimiento de Dios ni de los Nombres y Atributos divinos? La gnosis es un atributo del corazón y, según el que esto escribe, todas estas son ciencias prácticas, no el puro conocimiento de conceptos y de una trama de términos. En esta corta vida y con este conocimiento limitado que posee, he visto en algunos llamados gnósticos, y en sabios del resto de las ciencias, a quienes ni la gnosis ni las ciencias han causado efectos en sus corazones, más bien lo contrario.
¡Oh querido! El conocimiento de Dios, en tus propias palabras, hace del corazón el lugar en el que se manifiestan los Nombres, los Atributos y la naturaleza de la Esencia divina y el lugar donde habita el Señor Verdadero, Quien elimina todos los efectos, anula todos los colores y destruye todas las delimitaciones.
En verdad, cuando los reyes entran en un país, lo corrompen totalmente y arruinan a los poderosos de él.
Hace del corazón el lugar de la fe en el Uno y de la alabanza a Él. ¿Por qué ha hecho, entonces, de tu corazón el lugar de tu propia glorificación? ¿Por qué ha incrementado sus colores y determinaciones y te ha apartado de la Verdad Altísima y de la teofanía de Sus Nombres? ¿Por qué ha hecho de tu corazón la mansión de Satanás y que consideres inferiores a los siervos de Dios, a los santos de la corte divina, manifestaciones de la belleza del Amado?
¡Ay, gnóstico! Tu estado es el peor de todos y las pruebas en contra tuya las más definitivas. Eres arrogante ante Dios y te comportas como Faraón ante los Nombres, Atributos y manifestaciones de la Esencia divina.
¡O buscador de conceptos! ¡Oh extraviado de la Verdad! Reflexiona un poco y mira a ver cuánta gnosis posees. Cuántos efectos de la Verdad y de Sus atributos encuentras en ti. Es posible que la música y la armonía sean conocimiento más precisos que los que tú posees. La astronomía, la mecánica y el resto de las ciencias naturales y matemáticas prestan tanta atención a los conocimientos y a los términos como la ciencia que tú profesas. De la misma manera en que esas ciencias no están directamente relacionadas con el conocimiento de los asuntos divinos, tus conocimientos de la terminología y de los conceptos gnósticos, son para ti un espeso velo que te impide acceder a la realidad. No se puede esperar que te transformen cualitativamente ni que te aporten un estado de iluminación. Al contrario, a los ojos de la reglamentación islámica, las ciencias físicas y las matemáticas son mejores que el conocimiento que tú posees, ya que ellos aportan sus resultados, mientras que a ti no te aportan ninguno o te aportan lo contrario de lo que deberían. Un ingeniero obtiene resultados de sus cálculos, un herrero de sus trabajos, pero tú no has obtenido los beneficios de este mundo y tampoco has alcanzado los propios de la gnosis y el velo de tus ojos es mayor que antes.
Cuando surge la conversación de la Unidad divina, imaginas una tiniebla ilimitada y cuando escuchas hablar de los Nombres y los Atributos divinos te imaginas una multiplicidad sin fin. Por tanto, esos términos no te han permitido encontrar la vía de las verdades y el conocimiento divino, solamente te han aportado orgullo y arrogancia frente a los que conocen Su verdad. El conocimiento que incrementa la oscuridad del corazón no puede ser considerado conocimiento. ¡Ay del conocimiento que hace a su dueño heredero de Satanás! La arrogancia es un atributo propio de Satanás. Él fue arrogante ante tu padre Adán y por ello fue expulsado de la corte divina.
Tú que te comportas de manera arrogante con los descendientes de Adán eres también de los rechazados y expulsados.
De todo esto puedes llegar a entender el papel del resto de las ciencias. El sabio, si es verdaderamente sabio y establece la relación que existe entre Dios y la creación y entre él mismo y Dios, elimina de su corazón la arrogancia. Pero el desgraciado buscador de terminología especializada y de conceptos, extravía su sabiduría en ellos aunque se crea el más sabio. A veces, se considera a sí mismo como adornado de los atributos del Ser necesario y dice que la sabiduría es uno de los atributos divinos: «La sabiduría se asemeja a la divinidad.» Otras veces se incluye entre los profetas y mensajeros divinos, diciendo: «Y les enseña la Escritura divina y la sabiduría.
Otras, cita:
«La sabiduría es el objetivo del creyente.
Así pues, a quien le es dada sabiduría le ha sido otorgado un gran bien.»
Su corazón ignora lo que es la sabiduría y se encuentra a miles de grados de distancia de los dones de Dios.
El gran pensador y filósofo islámico, Muhahqeq Mir Damód, que Dios esté satisfecho de él, dice:
«Sabio es aquel cuyo cuerpo es para él como un vestido. Cada vez que lo desea se desprende de él.»
¡Ved la elevación de sus palabras y ved la pobreza de las nuestras! ¡Ved lo que él entiende por sabiduría y lo que nosotros entendemos!
Por tanto, queda claro tu poca capacidad y la pequeñez de tu espíritu cuando, por haber aprendido unos cuantos conceptos y unos cuantos términos deslavazados, te ensalzas a ti mismo y te comportas arrogantemente con los demás.

Los pobres desgraciados que se consideran a sí mismos guías (murshid) de las criaturas y capacitados para asistirles espiritualmente y que se pretenden sufis, se encuentran en un estado aun más bajo que los dos grupos mencionados anteriormente y sus pretensiones son aun mayores. Roban la terminología de los dos grupos mencionados y ponen su mercancía a la venta en el mercado, apartando de Dios los corazones de los siervos y atrayéndolos hacia sí mismos y llevando a estos pobres simples e incontaminados a tener una mala opinión de los sabios islámicos y del resto de sus semejantes. Buscando su propio beneficio, consciente o inconscientemente, acuñan términos atractivos como «Machdúb Ali Shah» (Loco por Su Majestad Ali) o «Mahbúb Ali Shah» (Amante de Su Majestad Ali) haciendo creer a la gente simple y crédula que tales expresiones generan amor por Dios y llevan al éxtasis.
¡Oh buscador de los beneficios mundanales y ladrón de los significados! Lo que haces no es para sentirse tan orgulloso y arrogante.
El pobre desgraciado, debido a su pobreza de espíritu y la pequeñez de su mente, se cree su propio juego y piensa que ha alcanzado una posición espiritual. El amor a sí mismo y al mundo le hace identificarse con los conceptos ajenos de los que se ha apropiado y adoptar una impostada personalidad.
Con todo lo adquirido realiza una extraña mezcolanza y, a pesar de todas estas carencias y defectos, se considera un guía moral (murshid) llamado a salvar a la comunidad y dueño de los secretos de las disposiciones islámicas. A veces, esa desfachatez sobrepasa todos los límites y se imagina haber alcanzado la estación espiritual de la santidad y la guía espiritual absolutas (wilaya kul.liya). Todo ello producto también de su poca capacidad y cualidades, su carencia de grandeza y su debilidad de corazón.
Tampoco tú, que te ocupas del estudio de las leyes islámicas, de las tradiciones proféticas y del resto de las disciplinas religiosas, has obtenido más que unos pocos términos técnicos. Si estos conocimientos, que guardan todos ellos relación con la práctica, no han conseguido hacer de ti alguien mejor y no te han servido para corregir tus defectos, sino que te han corrompido la moral y la práctica, tus conocimientos son de menos valor que los de los estudiosos del resto de las ciencias e incluso que los de las personas comunes. Todos estos conceptos superficiales, significados literales y debates inútiles, la mayoría de los cuales no guardan relación alguna con la religión divina y no pueden ser considerados como conocimientos, no merecen ser denominados frutos de la ciencia. No son para sentirse tan complacido y orgulloso. Dios es testigo de ello y kafa bihi shahidan (Él es testigo suficiente) que si el resultado de las ciencias es éste y no sirve para guiarte y para alejarte de la decadencia moral y práctica, el más humilde de los trabajos es mejor que lo que te ocupa, puesto que aquel procura resultados prácticos inmediatos y menores problemas en este mundo y en el otro, mientras que lo que tú, pobre desgraciado, haces no te procura más que una pesada carga difícil de llevar y corrompe tu moral y tus obras. Por lo tanto, tus conocimientos no acreditan, desde el punto de vista científico, esa actitud arrogante. Pero, el horizonte de tus ideas es tan limitado que, con la adquisición de un par de conceptos deslavazados, te hace sentirte un sabio y ver al resto de las personas como ignorantes y pones las alas de los ángeles querubines bajo tus pies y creas dificultades a los siervos de Dios en las asambleas y en las calles, menospreciando el conocimiento y a los eruditos, ofendiendo con ello a todos.

De todos ellos, el más infame y despreciable es el que se comporta con arrogancia debido a cuestiones como la riqueza, la posición, la familia y la sangre. El pobre se encuentra muy alejado del conjunto de normas morales y de las buenas maneras propias de los seres humanos. No posee el más mínimo conocimiento, pero como va vestido con ropas de lana de cordero y su padre es fulano de tal, se comporta con las personas arrogantemente. ¡Qué poca cabeza, qué corazón tan pequeño y qué obnubilado está para reducir todas las perfecciones a una ropa hermosa y todas las hermosuras a un turbante y una capa. El pobre desgraciado se siente feliz viviendo en el plano animal y satisfecho de haber cambiado todas las altas estaciones propias del ser humano por una apariencia vacía de contenido y una forma vacía de realidad y, a pesar de ello, considera que posee una posición espiritual elevada. Es tan bajo e impresentable que, si alguien posee un nivel social mínimamente superior al suyo, se comporta ante él como el siervo se comporta ante su amo. Por supuesto, quien no tiene otra meta en la vida que la mundanal, es esclavo de este mundo y pertenece a este mundo.

De cualquier manera, algunos de los factores que fortalecen la arrogancia son la estrechez del horizonte mental y la poca capacidad intelectual y, por eso, aquellas cosas que no poseen perfección ni valor alguno, ejercen sobre él una fuerte influencia y le hacen sentirse vanidoso y comportarse con arrogancia. Cuanto mayor sea el amor a sí mismo y a las cosas mundanas de una persona, mayor será la influencia que estos asuntos ejercerán en él.


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