domingo, 26 de julio de 2009

Comentario de Cuarenta Hadices -XX



Sharhe Chehel Hadiz
Imam Jomeiní

Traducción de Raúl González Bórnez

Tercer hadiz
Vanidad (uchb)

Con una cadena de transmisión que llega a Muhammad ibn Yaqub, de Ali Ibn Ibrahím, de su padre, de Ali ibn Asbát, de Ahmad ibn Umar al-Halalí, de Ali ibn Suwaida, que dijo:
«Pregunté a Abu al-Hasan Musa ibn Yafar, sobre él la paz, a cerca de la vanidad que corrompe las acciones y me dijo: La vanidad tiene diferentes grados. Uno de ellos es el que embellece ante el siervo sus malas acciones haciéndole verlas como buenas. Le llena de orgullo y le hace pensar que actúa bien. Otro de ellos es que lleva al siervo que tiene fe en su Creador a pensar que le hace un favor a Dios con ello, cuando, en realidad, es Dios quien le agracia.»


Según los sabios islámicos (ulama), Dios tenga misericordia de ellos, «vanidad» consiste en magnificar las propias virtudes y buenas acciones y sentirse feliz y satisfecho por ello, considerándose más allá de todo defecto y falta.
Pero, el alegrarse de las virtudes propias con moderación y humildad ante Dios Altísimo y con agradecimiento a la Esencia Sagrada de la Verdad por los favores recibidos y el buscar incrementarlos, no es vanidad sino agradecimiento y glorificación (mamdúh).
El gran recopilador de hadices, Maulana Aláma Maylesí, que su tumba se llene de fragancia, cita al gran erudito y pensador Sheyj Baha ud-Din al-Amulí, Dios esté satisfecho de él, que dijo:
«No hay duda de que, quien realiza buenos actos, tales como ayunar y levantarse a rezar por las noches y cosas semejantes, se siente interiormente feliz y satisfecho. Si esa alegría y satisfacción le lleva a sentirse agradecido a Dios Altísimo, Quien le ha otorgado esa disposición y esos favores que le permiten realizar tales actos, a temer perderlos y a pedirle a Dios que se los incremente, eso no se considera vanidad. Pero si esas buenas acciones le llenan de alegría porque piensa que son sus propios merecimientos y el resultado de sus virtudes, y le hace sobrevalorarlos y sentirse más allá de cualquier defecto, hasta el punto que piensa que le hace un favor a Dios Altísimo realizando tales actos, eso es vanidad.»

En mi opinión, está manera de caracterizar lo que significa «vanidad» es correcta, pero al hablar de los actos que realiza se deben considerar tanto las acciones externas como las internas y tanto las buenas acciones como las malas, ya que la vanidad tanto corrompe las acciones exteriores como las intenciones y sentimientos interiores y tanto afecta a las buenas acciones como a los comportamientos inadecuados y corruptos. Y, de la misma forma en que la persona vanidosa se enorgullece de las buenas acciones que realiza, el vanidoso que realiza actos inadecuados se enorgullece también de ellos.
El noble hadíz citado al principio hace referencia a ambas situaciones ya que este aspecto suele ser ignorado por la mayoría de las personas. Si Dios quiere hablaremos de ambos aspectos más adelante.
Debe también saberse que la alegría producida por las buenas acciones, de la que se ha dicho que no debe ser considerada como vanidad, sino como agradecimiento y glorificación, responde a otro estado del alma, tal y como veremos en uno de los capítulos posteriores.

Y debes saber que, tal y como ha indicado el noble hadíz, la vanidad es de diferentes clases.

La primera clase corresponde a la vanidad que tiene que ver con la fe y las creencias religiosas. Es diferente a la vanidad de quien no tiene fe (kufr), de quien adora varios dioses (shirk) y de quien tiene creencias erróneas.

La segunda clase corresponde a la vanidad por las buenas cualidades y es diferente a la vanidad por los malos hábitos y costumbres corruptas.

La tercera clase corresponde a la vanidad por las buenas acciones y obras pías y se diferencia de la vanidad por los malos actos y los comportamientos inadecuados.

Existen algunas otras clases de vanidad, pero no son lo suficiente significativas como para clasificarlas aparte. Si Dios, quiere hablaremos de estas tres clases, las fuentes de las que surge y las posibles maneras de remediarla.
Y al Él pedimos ayuda.

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