03-04-2009
El pasado día 28 de marzo se pudo leer en un diario de tirada nacional el artículo titulado: “La izquierda, a salvar el mercado”. Los protagonistas del salvamento son considerados por el diario como los líderes progresistas de Occidente, entre ellos Joseph Biden, Gordon Brown, Michelle Bachelet y José Luís Rodríguez Zapatero.
Se reunieron en la Cumbre Progresista custodiados por 3.000 policías. Esto es realmente un hecho histórico por varias razones. Por vez primera se envía a la policía a custodiar izquierdistas, pues si hay algo tan seguro como que el sol sale cada día es que aquélla, el ejército y otros grupos afines como fuerzas de seguridad, paramilitares y pistoleros a sueldo son enviados para reprimir y asesinar izquierdistas.
Resulta algo raro, por tanto, que ese diario no haya destacado este profundo cambio, que es digno de celebrarse por todo lo alto. Quizás lo ha considerado algo menor ante otro cambio radical en los usos políticos que ha marcado el encuentro. Los líderes izquierdistas solían dirigirse a sus seguidores desde la cárcel, desde un escondite en la selva, desde la trinchera e incluso camino del martirio.
Los participantes en la cumbre lo han hecho en una cena de gala en el Palacio de Cerro Castillo. A la vista de la suntuosidad del edificio, de la añada del vino y de lo exquisito del menú, a partir de ahora habrá tortas para ser el primero en salvar al mundo.
El periódico comunica a sus lectores el aspecto fundamental del acontecimiento: “el progresismo vive un momento único en su historia, con el Gobierno demócrata de Barack Obama en Estados Unidos y presidentes de signo progresista en la mayoría de los países de América Latina y algunos de Europa”.
Con motivo de la cumbre El País ha decidido que ni el asalto al Cuartel Moncada en Cuba, ni la batalla de Dien Bien Phu en Indochina, ni la Guerra de Julio en Líbano son acontecimientos únicos en la historia de la izquierda. Desde ahora los hitos del progresismo más aguerrido van a tener lugar en francachelas, fratrías y fanfarrias.
Gracias a este diario, que con su posición sobre la cumbre se convierte en el primer faro de la izquierda mundial, se sabe que ni Ho Chi Minh, ni Castro, ni Lumumba han hecho tanto por el progresismo como Biden, espejo de progresistas, Brown, azote de los conservadores, y Zapatero, guía de revolucionarios. El Palacio Cerro Castillo es ya el sagrado templo de la grey progresista mundial.
Donde Castro dijo respecto del opresor: “si Batista entró por la fuerza, por la fuerza tendremos que derrocarlo”, Biden afirma: “soy un sionista, uno no necesita ser judío para ser un sionista”.
Donde Lumumba dijo sobre el poderoso: “debemos arrancar el poder y los privilegios de las elites tradicionales, la mejora de las condiciones de vida es el verdadero significado que tiene la independencia”, Zapatero se reúne con los banqueros para solicitarles un “esfuerzo adicional a la banca”.
Donde Ho Chi Minh dijo del imperialista: “nuestro país tendrá el señalado honor de ser una pequeña nación que, a través de una lucha heroica, ha derrotado a dos grandes imperialismos, el francés y el norteamericano”, Brown anuncia en el parlamento británico que “hemos de mantener y reforzar lo conseguido, así que el Reino Unido mantendrá una poderosa fuerza militar en Afganistán”.
El mismo día, sin policía, publicidad ni merienda, el profesor libanés Ali Fayyad estuvo en un colegio mayor en la Ciudad Universitaria de Madrid para dar una charla sobre la situación en Palestina.
Como veterano miembro del Comité Ejecutivo de Hizbolá expuso las ideas de su formación política sobre el imperialismo y también sobre el papel de la izquierda y las relaciones de ésta con el islamismo político.
El pasado día 28 de marzo se pudo leer en un diario de tirada nacional el artículo titulado: “La izquierda, a salvar el mercado”. Los protagonistas del salvamento son considerados por el diario como los líderes progresistas de Occidente, entre ellos Joseph Biden, Gordon Brown, Michelle Bachelet y José Luís Rodríguez Zapatero.
Se reunieron en la Cumbre Progresista custodiados por 3.000 policías. Esto es realmente un hecho histórico por varias razones. Por vez primera se envía a la policía a custodiar izquierdistas, pues si hay algo tan seguro como que el sol sale cada día es que aquélla, el ejército y otros grupos afines como fuerzas de seguridad, paramilitares y pistoleros a sueldo son enviados para reprimir y asesinar izquierdistas.
Resulta algo raro, por tanto, que ese diario no haya destacado este profundo cambio, que es digno de celebrarse por todo lo alto. Quizás lo ha considerado algo menor ante otro cambio radical en los usos políticos que ha marcado el encuentro. Los líderes izquierdistas solían dirigirse a sus seguidores desde la cárcel, desde un escondite en la selva, desde la trinchera e incluso camino del martirio.
Los participantes en la cumbre lo han hecho en una cena de gala en el Palacio de Cerro Castillo. A la vista de la suntuosidad del edificio, de la añada del vino y de lo exquisito del menú, a partir de ahora habrá tortas para ser el primero en salvar al mundo.
El periódico comunica a sus lectores el aspecto fundamental del acontecimiento: “el progresismo vive un momento único en su historia, con el Gobierno demócrata de Barack Obama en Estados Unidos y presidentes de signo progresista en la mayoría de los países de América Latina y algunos de Europa”.
Con motivo de la cumbre El País ha decidido que ni el asalto al Cuartel Moncada en Cuba, ni la batalla de Dien Bien Phu en Indochina, ni la Guerra de Julio en Líbano son acontecimientos únicos en la historia de la izquierda. Desde ahora los hitos del progresismo más aguerrido van a tener lugar en francachelas, fratrías y fanfarrias.
Gracias a este diario, que con su posición sobre la cumbre se convierte en el primer faro de la izquierda mundial, se sabe que ni Ho Chi Minh, ni Castro, ni Lumumba han hecho tanto por el progresismo como Biden, espejo de progresistas, Brown, azote de los conservadores, y Zapatero, guía de revolucionarios. El Palacio Cerro Castillo es ya el sagrado templo de la grey progresista mundial.
Donde Castro dijo respecto del opresor: “si Batista entró por la fuerza, por la fuerza tendremos que derrocarlo”, Biden afirma: “soy un sionista, uno no necesita ser judío para ser un sionista”.
Donde Lumumba dijo sobre el poderoso: “debemos arrancar el poder y los privilegios de las elites tradicionales, la mejora de las condiciones de vida es el verdadero significado que tiene la independencia”, Zapatero se reúne con los banqueros para solicitarles un “esfuerzo adicional a la banca”.
Donde Ho Chi Minh dijo del imperialista: “nuestro país tendrá el señalado honor de ser una pequeña nación que, a través de una lucha heroica, ha derrotado a dos grandes imperialismos, el francés y el norteamericano”, Brown anuncia en el parlamento británico que “hemos de mantener y reforzar lo conseguido, así que el Reino Unido mantendrá una poderosa fuerza militar en Afganistán”.
El mismo día, sin policía, publicidad ni merienda, el profesor libanés Ali Fayyad estuvo en un colegio mayor en la Ciudad Universitaria de Madrid para dar una charla sobre la situación en Palestina.
Como veterano miembro del Comité Ejecutivo de Hizbolá expuso las ideas de su formación política sobre el imperialismo y también sobre el papel de la izquierda y las relaciones de ésta con el islamismo político.
La charla fue grabada por algunos asistentes y también por las cámaras de varias televisiones, así que es de suponer que su contenido se hará público próximamente.
Su lectura será muy edificante para los que todavía creen que los líderes citados tienen alguna relación con la izquierda –aparte de la que les atribuye el diario, tan progresista como ellos- y que los líderes del islamismo político de hoy -denostados como fundamentalistas, extremistas y antidemocráticos- no representan los ideales de ésta.
Su lectura será muy edificante para los que todavía creen que los líderes citados tienen alguna relación con la izquierda –aparte de la que les atribuye el diario, tan progresista como ellos- y que los líderes del islamismo político de hoy -denostados como fundamentalistas, extremistas y antidemocráticos- no representan los ideales de ésta.
Mientras tanto, un adelanto de algunas de sus ideas puede ser de utilidad para calibrar el izquierdismo de nuestros líderes comparado con el de los “barbudos”.
Fayyad señaló el fracaso de Estados Unidos en Iraq, Palestina y Líbano, algo que ignoran los “líderes progresistas”, quienes son firmes aliados de aquél y del otro gran agresor en la actualidad, Israel.
También hizo notar el cambio de fuerzas en Oriente Medio, en concreto en lo que se refiere al aumento del peso de la resistencia y en paralelo la disminución del peso del campo imperialista.
Desprecia como es natural la consideración de Hamas, partido que obtuvo el gobierno de forma legítima en Palestina en 2006, como movimiento terrorista por parte de la Unión Europea, algo que ni siquiera creen los propios políticos europeos, quienes mantienen negociaciones con Hamas, aunque lo hacen a espaldas de sus ciudadanos.
Desprecia como es natural la consideración de Hamas, partido que obtuvo el gobierno de forma legítima en Palestina en 2006, como movimiento terrorista por parte de la Unión Europea, algo que ni siquiera creen los propios políticos europeos, quienes mantienen negociaciones con Hamas, aunque lo hacen a espaldas de sus ciudadanos.
Fayyad conoce sobradamente, aunque de nuevo desprecia, la mala imagen que tienen en Occidente las fuerzas islámicas, pero afirma que se debe a que son víctimas de la propaganda. Esto es evidente para cualquiera, ya que no es la prensa occidental la que legitima a las fuerzas antiimperialistas árabes y musulmanas, sino las urnas, las acciones de aquellas en Medio Oriente. Unas y otras han hablado claro en varias ocasiones.
Por si hubiera alguna duda asegura que Hizbolá no quiere un Estado sectario en Líbano y que no existe un problema de religión en la zona, sino un problema político.
Al mismo tiempo considera que el choque de civilizaciones es un error: “no hay oposición de valores y si la hay no tiene que ocasionar guerras, es el apoyo de Estados Unidos a Israel la causa del problema, no hay un problema religioso”.
Añade que “como islamista estoy más cerca de activistas de izquierdas que de ciertos islamistas que no luchan igual contra el imperialismo”.
Concede menos importancia a lo ideológico que los occidentales, quienes usan la conveniente etiqueta de “fundamentalismo” aplicada a la resistencia para evitar tomar una posición realmente izquierdista respecto del imperialismo del siglo XXI, en particular en Oriente Medio.
Fayyad dice: “me interesa si combates el imperialismo o no, pero no que seas marxista o islamista”. Con otras palabras: “¿estás a favor del colonialismo o no, estás a favor de las dictaduras de la zona?”
Fayyad dice: “me interesa si combates el imperialismo o no, pero no que seas marxista o islamista”. Con otras palabras: “¿estás a favor del colonialismo o no, estás a favor de las dictaduras de la zona?”
Para resistir, afirma, tiene que haber valores compartidos y por ello Hizbolá trabaja por un bloque internacional que supere las ideologías y admita todas las tendencias en esta tarea histórica”.
El islamismo político tiene perfectamente claro su papel en la actualidad. La izquierda occidental debería tenerlo igualmente a la vista del empuje creciente del imperialismo, aunque éste fracase gracias a la resistencia en Oriente Medio y otros lugares.
Este fracaso cuesta vidas por millares allí y aquí un deterioro social y político generalizado.
Es un triste ridículo el que hacen los “izquierdistas” cuando son superados ampliamente por los “fundamentalistas” en objetivos políticos, en estrategia y en sacrificio. Es tanto el relajo al que se ha llegado en las filas progresistas, que ser de izquierdas carece de valor alguno.
Hoy sigue siendo cierto con otras palabras aquello de “vive como piensas o acabarás pensando como un progresista”.
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