El Temps sionista
Pepe Gutiérrez-Álvarez (Para Kaos en la Red) 2009-02-15 14:26:28
Resulta inquietante que una revista catalanista, situada en el área de la izquierda tripartita, redoble sus alegatos sionistas. Y que estos además vengan de una señora tan respetable como Marta Pessarrodona
No hay que decir lo que El Temps significa para la cultura catalana, y aunque habría mucho que hablar de su vocación de izquierda (lejana y cada vez más adaptada), pero, aún y así, uno no puede por menos que reconocer que representa una tradición, que se trata de la única editada en lengua catalana con caras y ojos, que se pueden leer con interés muchos de sus colaboradores y colaboradores, y sobre todo porque de tanto en tanto hace uno gesto memorable como que el de darle un apoyo inequívoco a la Comisió de la Veritat, y todo ello desde la Baviera española, esa Valencia gobernada por neoliberales corruptos capaces de arrasar territorios enteros.
Cierto que alo tendrá que ver esa izquierda que es como la otra mano de la derecha, discretamente instalada en las instituciones, incapaz de movilizar por las cuestiones más elementales, ni tan siquiera por algo tan clamoroso como el "Guernica" de Gaza, y de ahí también que El Temps puede hacer gala de las mejore relaciones con las autoridades sionistas, y que, invariablemente, de su amplio espacio derechista cubierto por personajes de la estirpe de Pilar Rahola, a la que cedió el monopolio acostumbrado para su diatriba incluso en casos tan ignominioso como el de la acusación de "judeofobia al trabajo…"Els republicans i les republicanes en els camps de concentració nazis. Testimonis i recursos didáctics per a l'ensenyament secundari, escrito por Joan Pagès junto con Montserrat Casas, ambos profesores de DCS de la UAB, libro –insisto- que recopila didácticamente los testimonios republicanos en los campos de exterminio, y que por la gracia de "lobby" sionista ha acabado en los sótanos perdidos del Ayuntamiento barcelonés.
Y todo hay que decirlo: con muy pocas voces con ganas de defender la causa de los republicanos…
Dicho "lobby" no está solamente ubicado en el área convergente. También tiene sus poderosas ramificaciones en el PSC, y de ahí que su principal órgano de expresión, La Vanguardia, aprovechara que el Pisuerga pasa por Valladolid para entrevistar (17-1-09) a uno de sus "barones", José Zaragoza, secretario de organización, primero para explicar que la "sociovergencia" es posible, pero también para que los periodistas dejaran claro que "Usted no estuvo en la manifestación del sábado bajo el lema "Paremos la masacre en Gaza. Boicot a Israel", a lo que el Señor Zaragoza respondió: "En este tema comparto las posiciones de Joan B. Cullá (defensor de las tesis israelitas). A Cullá le amenazan por lo que dice: Lo sé es, inaceptable". La verdad es que no sé de qué amenazan al Sr. Cullá, un antiguo militante del PSUC ahora convertido en un historiador conservador, más anticomunista que cualquier otra cosa. Zaragoza viene a decir que apoya el "derecho" de Israel a defenderse, lo que es lo mismo que afirmar que apoya el terrorismo de Estado y su total impunidad. El señor Zaragoza se tendría que preocupar de Cullá sí este señor fuera un mero palestino de Gaza.
Leyendo estas cosas, uno se pregunta, ¿pero es que no hay dentro de la intelligentzia catalana nadie que hable por las víctimas? Pues para que no, que no la hay, es más que las plumas que escriben en El Temps no parece diferenciarse de la señora Rahola, y la muestra la tuvimos el 3 de febrero con un articulo (Memòria personal de l´exili) la escritora Marta Pessarrodona, con un "curriculum" cultural de primera como "Poetessa i crítica literària", autora de una vasta producción literaria que no he tenido tiempo de cultivar, y de la que únicamente guardo en casa un Homenatge a Walter Benjamin (1988), amén de sus biografías de mujeres radicales y emblemáticas, estoy hablando concretamente de Montserrat Roig: un retrat, Maria Aurèlia Capmany: un retrat i Frederica Montseny: un retrat. Trazos que en mi pequeña configuración, me hacía relacionarla con posiciones políticas y sociales avanzadas, aunque la verdad es que dicha memoria data de los setenta, y que luego mis atenciones han pasado por otros lugares.
Algo ha cambiado, pongo su nombre en el Google, y aparece una entrevista de Marta sobre Doris Lessing, y me encuentro de súbito con unas notas sobre el "comunismo" en la que responde que no se podía decir que fuese comunista porque había denunciado a Stalin en 1962. Deliro cuando además leo que esto entonces no lo hacía casi nadie. Debo de venir de otro planeta, primero porque las denuncias de stalin y desde el estalinismo se dieron ya "en el huevo", y la Marta debe haber oído hablar en familia de un tal Andreu Nin aunque solamente fuese porque tuvo un efímero y tórrido romance con Mercè Rodoreda, o porque influyó en la evolución de Joan Sales al que, según contaba su viuda en El Temps, informó sobre lo que se estaba convirtiendo la URSS. Y en consecuencia debería saber que ser comunista implica ser antiestalinista al igual que ser cristiano significa ser antifranquista, o ser liberal ser antibush…Al menos en el buen sentido de las palabras.
Marta nos recuerda que el aniversario de la ocupación franquista de Barcelona es el 26 de enero, un día antes del día del Holocausto. La entiendo cuando habla de aquel tiempo en el que temía que no se le viera demasiado la estrella de David, no me tiene que convencer que "hace medio siglo, era tan tabú hablar de aquella guerra como del genocidio nazi". Ciertamente, bajo el franquismo la judeofobia formaba parte de las tradicionales que se tanto se exaltaban. En mi infancia, sentí muchas veces la expresión "judiada" como equivalente a una canallada sucia, la empleaba mi santa abuelita que no sabía lo que significaba. Nosotros jugábamos a la cántara, un divertimento infantil que encerraba a las víctimas en un círculo en el suelo, y los que quedaban dentro tenían que escapar a los salivazos de los quedaban fuera. Cuando el salivazo le alcanzaba, entonces los de fuera le "chuleaban": ¡judío, judío, judío¡.
El antisemitismo era una seña de identidad de las tradiciones del régimen, y quizás alguien lo pueda comprobar leyendo la biografía que un joven Pedro Laín Entralgo dedicó a Marcelino Menéndez Pelayo y que estaba en la magnifica colección Austral. No he tenido ocasión de repasar su contenido, pero recuerdo que en sus páginas se exaltaba al ilustre conservador (al final parece que dejó bastante de serlo), al látigo de los heterodoxos, porque ya él había planteado algunas de las ideas que estaban haciendo grande Alemania…
Esta lectura coincidió con mi descubrimiento del holocausto a través del cine, concretamente de dos películas emblemáticas, El diario de Ana Frank, y El juicio de Nüremberg, que aquí se tituló ambiguamente ¿Vencedores o vencidos?. Películas que me dejaron clavados en el asiento, y que me llevaron a la lectura de dos obras sobre la cuestión, de las primeras que llegaron a nuestras librerías: Treblinka, de Jean-François Steiner, y sobre todo, La indagación, de Peter Weiss. En 1966, este sentimiento me llevó a dirigir (sin apenas experiencia teatral) dos capítulos de Terror y miseria en el III Reich, de Brecht, que habían sido editadas por la revista Primer Acto. No fue hasta por entonces que el régimen aflojó un poco la censura, y se pudieron ver películas antinazis, no sin censura. Si echamos un vistazo a algunas producciones cinematográficas "nacional-católicas" como Alba de América, se podrá comprobar el antisemitismo dominante. Marta no olvida aquellas "carracas" con que "picaban en los bancos eclesiásticos, mientras nos predicaban que los judíos eran malísimos, porque habían crucificado a Cristo. La explicación no incluía que Cristo era también judío, claro está".
Peo sí bien es verdad que lo que cuenta Marta va a misa, como lo es que la derecha española se manifestó como negacionista (recuerdo un debate televisivo con ocasión del pase de la serie Holocausto, y la intervención del insigne representante de la "España nacional" Vizcaíno Casas), un discurso que, ¡oh sorpresa¡ ha cambiado radicalmente como ha cambiado el de la Francia antiDreyfus, y ahí está Le Pen, admirando el Estado de Israel. Mata pasa por encima de este cambio como sobra ascuas, y sin mayores análisis desemboca en la "judeofobia occidental que padecemos actualmente", una judeofobia sobre la que no ofrece ninguna precisión, pero que, obviamente, no puede ser la de los gobiernos, de Estados Unidos o de la Unión Europea. No puede referirse a Bush, Berlusconi, Sarkozy o Aznar. Solamente puede referirse a los que se manifiestan contra el "Guernica" de Gaza.
Como una profesional de la política cualquiera, como una émula de Pilar Rahola, la biógrafa de Montserrat Roig y Federica Montseny, dice lamentar "el gran número de muertos palestinos en Gaza", pero indica que los muertos israelitas han sido "silenciados", lo que me recuerda aquel periodista de la Vanguardia que hablando sobre los muertos de la guerra del Vietnam se había olvidado…de los vietnamitas. Lo mismo es uno que mil. Mark Twain escribió en una ocasión, "Malditos judíos, son tan canallas como nosotros", y esa es la clave de la cuestión. Hablar de los asesinos de Cristo, o incluso del Holocausto para legitimar el Estado sionista erigido sobre la expulsión de los "fariseos", me parece obsceno. Primero, porque el Holocausto fue una coproducción europea con el consentimiento del Vaticano y la abierta complicidad de las democracias imperiales. Segundo, porque los palestinos no pusieron ni un grano de arena en su ejecución. Tercero, porque haber sido victima (los que lo fueron, una minoría exigua en la población del actual Israel), no le da derecho a apoderarse de tierras ajenas, y menos a practicar el genocidio.
Marta nos dice que Israel es un "Estado que hace tres años que soporta ataques que, seguramente, no elevaría ninguno de los nuestros, por decirlo así". Olvida que los ataques palestinos son una bagatela comparado con la política de gran potencia en la zona, y olvida que ninguno de nuestros Estados se ha compuesto en base a la ocupación. Nadie imagina que os ocupantes de la Alemania derrotada se hubieran quedado y hubieran echado a los alemanes hacia tierras baldías…Efectivamente, estos judíos pueden ser tan canallas como nosotros.
Marta, la estrella de David la llevan hoy los palestinos. La tuya es la estrella de los privilegios.
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