domingo, 22 de marzo de 2009

Declaración de retirada del embajador Charles W.Freeman




La «caza de brujas»
por Charles W. Freman

21 marzo 2009


En respuesta a una violenta campaña mediática, el embajador Charles W. Freman ha renunciado al puesto de presidente del Consejo de la Información Nacional de Estados Unidos para el cual acababa de ser nombrado.
Ha hecho su decisión pública con la declaración siguiente:
A quienes me han sostenido y apoyado durante la polémica de estas dos últimas semanas les envío mi gratitud y mi respeto.
Ustedes han podido ver la declaración del director de la Información Nacional, Dennis Blair, diciendo que he cambiado de parecer sobre mi precedente aceptación de su invitación a la presidencia del Consejo de la Información nacional.
Y de ello he concluido que el diluvio de deformaciones calumniosas de mis antecedentes no cesaría con mi toma de posesión. En lugar de eso, los esfuerzos desplegados para mancharme y destruir mi credibilidad continuarían.
No creo que el Consejo de la Información nacional (NIC) pueda funcionar de manera eficaz si su presidente es constantemente objeto de ataques que vienen de personas poco escrupulosas, con un ferviente apego a las opiniones de una facción política de un país extranjero. He aceptado presidir el NIC para reforzarlo y protegerlo contra toda politización y no para someterlo a los esfuerzos desplegados por un grupo de interés especial que desea imponer su control a través de una larga campaña de politiqueo.
Como los que me conocen lo saben bien, he disfrutado mucho de la vida desde que me he retirado del gobierno. Nada está más alejado de mi pensamiento que la vuelta al servicio público. Cuando el almirante Blair me ha pedido que presida el NIC, he respondido que él «me pedía que entregase mi libertad de expresión, mi ocio y la mayor parte de mis ingresos, para someterme al caleidoscopio mental de un polígrafo y retomar una ocupación cotidiana con largas horas de trabajo y una ración diaria de malos tratos políticos». He añadido que me preguntaba a mí mismo «si no había algún tipo de inconveniente en esta oferta», pues era consciente del hecho de que nadie es indispensable, y yo no soy una excepción.
He necesitado semanas de reflexión antes de concluir que, dada la situación difícil y sin precedentes en la cual se encuentra actualmente nuestro país en el extranjero y al nivel interno, no tenía otra elección más que de aceptar el llamamiento a regresar al servicio público.
He dimitido entonces de todos los puestos que tenía y de todas las actividades en las cuales estaba comprometido. Espero ahora con impaciencia volver a la vida privada, libre de todas mis obligaciones anteriores.
No soy bastante presumido para creer que esta polémica me concernía directamente a mí y no a cuestiones de política pública. Estas cuestiones no tienen gran cosa a ver con el NIC y no están en el corazón de lo que yo esperaba hacer para contribuir a la calidad de los análisis que se ponga a disposición del presidente Obama y de su administración.
Por ello estoy entristecido de lo que la polémica y las críticas públicas han revelado acerca del estado de nuestra sociedad civil y del vitriolo de los que se han dedicado a mantenerlas. Es evidente que nosotros, los Estados Unidos, no podemos tener una seria discusión pública o un juicio independiente sobre cuestiones de gran importancia para nuestro país y para nuestros aliados y amigos.
Las difamaciones que me han sido lanzadas y cuyas pistas a través de los emails son fáciles de seguir, muestran, de modo cierto, que existe tras ellas un lobby poderoso decidido a impedir que sea difundida cualquier opinión diferente a la suya y, todavía menos, a permitir que los Estados Unidos comprendan las tendencias y los acontecimientos en Oriente Próximo.
La estrategia del Lobby Israelí llega al fondo del deshonor y de la indecencia y comprende la difamación, las citaciones selectivas inexactas, la deformación voluntaria de un informe, la fabricación de mentiras y un total desprecio de la verdad.
El objetivo de este lobby es el control del proceso político por medio del ejercicio de un derecho de veto sobre la nominación de las personas que discuten la legitimidad de su punto de vista, la sustitución de una política del análisis justo y la exclusión de todas las opciones para la toma de decisiones por los americanos y nuestro gobierno diferentes a aquellas que les puedan favorecer a ellos.
Es particularmente irónico ser acusado de consideraciones tendenciosas acerca de sociedades y de gobiernos extranjeros, por un grupo que tiene claramente la intención de hacer que se aplique una política de adhesión a un gobierno extranjero, en este caso, el gobierno de Israel.
Pienso que la incapacidad de la opinión pública estadounidense para debatir, o del gobierno para considerar cualquier opción política USA en Oriente Próximo que se oponga a la mantenida por la facción que se encuentra en el poder en Israel, ha permitido a esta facción adoptar y mantener políticas que en definitiva amenazan la existencia del Estado de Israel mismo. Pero los Estados Unidos tienen prohibido decirlo. No es solamente una tragedia para los israelíes y sus vecinos en Oriente Próximo, sino que eso perjudica cada vez más a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
La agitación escandalosa que se ha realizado en respuesta a mi nominación inminente será considerada por muchos como la causa que ha sacado a la luz graves cuestiones relativas al hecho de saber si la administración Obama será capaz de tomar sus propias decisiones sobre Oriente Próximo y las cuestiones vinculadas.
Lamento que mi voluntad de servir en la nueva administración haya acabado arrojando una duda sobre su capacidad para examinar, sin hablar de decidir, qué políticas podrían servir mejor los intereses de Estados Unidos, en lugar de las de un lobby que tiene la intención de hacer respetar la voluntad y los intereses de un gobierno extranjero.
Delante del tribunal de la opinión pública, contrariamente a un Tribunal de justicia, se es culpable mientras no se demuestra lo contrario. Los discursos de donde se han tomado las citas para sacarlas de su contexto están disponibles para todos los interesados en leer la verdad. La injusticia de las acusaciones realizadas contra mí es evidente para los que tienen el espíritu abierto. Los que han intentado atacar a mi persona no están interesados por las refutaciones que yo o alguien más pueda realizar.
Sin embargo, para que conste en el informe: nunca he intentado ser pagado o he aceptado el pago de un gobierno extranjero, ya sea Arabia Saudí o China, a cambio de algún servicio. Nunca he hablado en nombre de un gobierno extranjero, de sus intereses, o de sus políticas. Nunca he hecho presión sobre cualquier agencia de nuestro gobierno por una razón cualquiera, extranjera o nacional.
Soy yo mismo, nadie más, y a mi regreso a la vida privada no serviré, una vez más y para mi gran placer, a nadie más que a mí mismo. Seguiré expresándome como me parezca sobre los temas que me preocupan, sobre mí, y sobre otros americanos.
Quiero expresar mi respeto y mi confianza al presidente Obama y al Director de la Información nacional Blair. Nuestro país debe ahora hacer frente a terribles desafíos en el extranjero y a nivel nacional. Como todos los estadounidenses patriotas, sigo rezando para que nuestro presidente nos pueda ayudar a llevarlos hacia adelante con éxito.
Charles W. Freman
Antiguo embajador de los Estados Unidos en Arabia Saudita (1989-92), presidente del Middle East Policy Council (desde 1997), administrador del American Iranian Council
Traducción del francés: Raúl González Bórnez

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